lunes, agosto 28, 2006

Antologías: “alguna síntesis imprevisible se prepara”

Dado que por convocatoria ajena debo volver a reparar mis reflexiones sobre Rápido tránsito, de Coronel, busco varios auxilios este fin de semana: entre ellos la Prosa reunida, y exactamente el “Fragmento” que aparece ahí del Panorama de la poesía norteamericana (1949). Lo más increíble es que esos párrafos apretados articulan lo que es y ha sido hasta este año, el plan de las antologías de poesía nicaragüense: la fe en que la poesía encarna y expresa un “alma nacional” y el cometido futuro de tal encarnación, es decir, su progresivo desenvolvimiento y penetración social. Coronel hablando de la coyuntura de 1912 en adelante, que sería la de la inscripción de la New Poetry, dice:
“En rápida sucesión aparecieron obras capitales de poetas que pronto gozaron de prestigio nacional y desde entonces la poesía ha continuado siendo en Norteamérica un arte viviente que sigue de cerca la evolución profunda del país y expresa cada vez con mayor variedad el alma americana individual y colectiva. La poesía, libre de trabas retóricas, capaz de adaptarse a todas las formas o de crear nuevas, tiende a ser un arte popular que sirva de expresión, no sólo a los poetas superiores sino a una creciente mayoría de seres humanos.” (Prosa reunida 140).
Estas líneas son la doctrina fundamental de las antologías de poesía nicaragüense, y, en cierto sentido, la ideología de los que escriben poesía con ánimo nacionalista.
Por otra parte, es particularmente curioso cómo a Coronel lo entusiasma “América” (¿los Estados Unidos simplemente o, más bien, una “Panamérica”, que vía el San Juan, incluye a Centroamérica?) como lugar de entrecruce de culturas, lo que lo lleva a decir que “alguna síntesis imprevisible se prepara”. La poesía sería en un “factor primario de esa futura síntesis” (141).

viernes, agosto 25, 2006

Todo sobre el "nihilismo clásico alemán"

Dice Quezada, en su reacción a mi crítica de su libro, que ese término es de escuela elemental. Pero, a saber, sólo aparece en tres autores: Freddy Quezada, José M. Ortíz Dominguez y Alberto Pinzon León.
Ortíz Dominguez pone en su bibliografía a Quezada (de manera que tal nihilismo pareciera prohijado, hasta aquí, por el nicaragüense), pero Pinzon León no menciona a Quezada.
Lo más curioso es que el esquema de las "tres fuentes" de la postmodernidad usados por Quezada (postestructuralismo, nihilismo clásico alemán y vanguardismo estético), son repetidas en el artículo de Pinzon León. Uno leyó al otro, y lo leyó de manera muy cercana.

Por ejemplo, dice Pinzon:

"2.1.2. Nihilismo Clásico Alemán

Son los discursos que hoy se están resignificando básicamente de tres autores: Nietzsche, Heidegger y Schopenhauer. A este último se le está rescatando su pesimismo y las constantes llamadas de alertas sobre el aspecto destructivo de la razón. Principio que retoma Teodoro Adorno, en su segundo momento como miembro de la Escuela de Frankfurt, para denunciar el carácter opresor de la razón instrumental que consideraba un sujeto con derecho a oprimir a su objeto (la naturaleza, la mujer, etc.) derivando este modelo como el principio opresor en la sociedad".
(On line: http://www.antroposmoderno.com/textos/Cioran.shtml)

Y responde Quezada:

"1.2 Nihilismo Clásico Alemán
Otra fuente del postmodernismo fueron las lecciones retomadas básicamente de tres autores: Nietzsche (2001), Heidegger (2003) y Schopenhauer. A este último se le rescató su pesimismo y las constantes llamadas de alertas sobre el aspecto destructivo de la razón. Principio que después rescató Teodoro W. Adorno, en su segundo momento como miembro de la Escuela de Frankfurt, para denunciar el carácter opresor de la razón instrumental que consideraba un sujeto con derecho a oprimir a su objeto (la naturaleza, la mujer, entre otros) derivando este modelo como el principio opresor en la sociedad". (El pensamiento contemporáneo pp. 27-28)

Cabe también la posibilidad que uno sea el seudónimo del otro (es decir, Pinzon no existe en sí, y es un seudónimo de Quezada), lo que confirmaría que el "nihilismo clásico alemán" es clasificación de data reciente, y que no tiene por qué ser condenada por falta de originalidad.

miércoles, agosto 23, 2006

Del diletantismo

En mi reciente crítica al libro de Freddy Quezada terminé diciendo que el rechazo del presente hacía pensar en el modernismo decimonónico. Poca sorpresa relativa me ha deparado por eso leer en la Introducción al libro de Marta Elena Casaús Arzú y Teresa García Giráldez, Las redes intelectuales centroamericanas, algunas características que podrían pasar hoy día por “postmodernas”.
“Un rasgo común de los intelectuales de esta generación finisecular era, como opinaba Félix Ortega, su diletantismo intelectual, entendiéndolo como determinados individuos que opinaban de muchos temas sin reglas, método o teoría apropiada. Generalmente eran escritores polifacéticos, que escribían y opinaban sobre cualquier cosa, en muchas ocasiones sin conocimiento de causa y mezclando a menudo literatura y ensayo; ensayo, poesía y filosofía; y todas estas disciplinas con el periodismo daban como resultado unas opiniones en muchos casos bastante superficiales, cuando no banales.” (Casaús y García 3).
Pero al voltear la página, una coincidencia más: el orientalismo, incluido Krishnamurti. Las autoras testimonian “el enorme impacto que produjo en todos ellos [los intelectuales centroamericanos] el conocimiento de Oriente y de las grandes doctrinas y filosofías hinduistas y teosóficas.” (4). Como sugieren las autoras esto produjo un principio de hibridez en las políticas intelectuales de los centroamericanos.
Quizá no deba sorprender, entonces, que los aparatos de la “postmodernidad” estén desembocando para algunos en el New Age. Ahí también desemboca la cultura de algunos antiguos intelectuales orgánicos (por ejemplo, la novelística de Gioconda Belli, tan proclive a las universalidades), y la política oficial del sandinismo.

martes, agosto 15, 2006

Paul Bowles en Tehuantepec

Memorias de un nómada (Without Stopping). Cortejé este libro por algún tiempo: pensaba en una especie de encarnación funesta del melodramatismo de Bertolucci en El Cielo Protector.
Bowles resulta mucho más complicado. Se trata de una de esas grandes autobiografías de los vanguardistas (incluyo entre ellas a Tristes Tropiques), con mucho tinte de problema colonial, como para ser leído según Said.
Dos problemas de lectura: hay demasiados nombres y pocas ganas de hacer un cuadro cronológico con ellos, para entenderlos mejor (más allá de los obvios: Stein, Copland, y los beat, y otros cercanos); y, en segundo lugar, desconozco la historia de Tánger. Otrosí, las editoriales españolas son chapuceras: ésta prometía unas ilustraciones (para el que hicieron un Índice) que no figuran.
En Bowles, un músico de la modernidad, hay mucha tensión lírica, a la vez que mucho sentido de la elipsis. De más decir que la sexualidad es una de las elipsis más notorias del libro (exceptuando dos extrañas iniciaciones).
Otra cosa sucede con la militancia política y la insaciable travesía en que se convierte su vida. Milita por años en el Partido Comunista (estalinista), se vuelve criatura del New Deal—recibiendo una pensión de desempleado—, todo esto a pesar de su origen patricio.
Una de las visitas extraterritoriales más conmovedoras es la que hace a Tehuantepec, en donde tocando su acordeón se hace popular entre los zapotecos. Junto a sus acompañantes, ayuda a pintar las mantas para la celebración del 1 de mayo. Su contribución son las siguientes consignas: MUERA TROTSKY, y EL COMUNISMO ES LA RELIGIÓN DEL SIGLO XX.
Una delegación de campesinos los visitó para saber qué era el comunismo, los creían instructores enviados por el gobierno.
“—Entonces ¿por qué os enviaron?—preguntó el portavoz del grupo.
--No nos enviaron de la capital—le dije, y pareció aceptarlo. Pero estaba decidido a no marcharse de vacío.
--Dime sólo una cosa—dijo entonces--¿Qué es el comunismo? [en español en el original].
Como no tenía una respuesta satisfactoria para él ni para mí, le mostré unos libros y folletos en español, entre los que figuraba uno titulado El abecé del comunismo, pero no manifestó ningún interés. Comprendí entonces que no sabían leer y que él era el único que hablaba español. Se lo expliqué entonces en zapoteco; nos dieron la mano y salieron a la calle en fila.” (pp. 219-220).
No queda claro que es lo que explicó “en zapoteco”. Probable errata? En todo caso un pasaje como para mirar de forma lateral la distancia entre el Estado de la revolución y los indígenas. Una figuración repetida muchas veces, en muchas revoluciones. Pero refractada esta vez por el ojo del artista vanguardista.
Hay muchas otras entradas en el libro de Bowles que conforman una mirada colonial, en otras partes del mundo (incluida Costa Rica). Pero, claro, las más ricas son las del norte de África. Por cierto, Bowles halló en Tehuantepec un paisaje más impresionante que el Sahara: “la vegetación también parecía mineral, aunque había adoptado formas de agresividad mucho más sugestivas que las que pueda adoptar cualquier formación rocosa” (218).

lunes, agosto 07, 2006

Cuba, ¿democracia sin colonialismo?

No es que no se necesiten cambios democráticos en Cuba. Por supuesto que sí. El problema es qué se entiende por democrático y cuánta importancia se le da a la autonomía, tomando en cuenta una historia de colonialismo, a la que la revolución cubana se ha opuesto.
Como era de esperarse, la enfermedad de Fidel y los eventuales cambios en Cuba se han convertido en un asunto mediático muy típico de nuestra época. Este suceso global, sobre todo televisivo, es conducido por variables y dogmas conocidos:
1. Los medios pueden ganar las guerras que las armas no; sobre todo ablandando las fronteras y volviendo porosos los conceptos de autonomía.
Esta variable ha sufrido varios embates en los últimos años. Se recuerda el golpe de estado contra Chávez en el 2002, que contradijo la gramática mediática. A veces los movimientos sociales pueden más que la representación televisiva que de ellos se hace, caso de la derrota relativa del neoliberalismo en Argentina.
En el caso de Cuba es imposible predecir si habrá un ablandamiento de las fronteras, al estilo del Este europeo a finales de los 1980s. En todo caso, el énfasis mediático estará en el concepto de democracia, reducido a la celebración de elecciones pluripartidistas. Esto implica la ignorancia sistemática de los conceptos de autonomía e independencia; lo que lleva a la segunda "verdad" impuesta:
2. La historia del colonialismo es borrada por los medios, nunca ha existido y no es necesario reactivarla en la memoria.
Por supuesto, no se puede explicar la figura de Fidel Castro y el significado de la revolución cubana si no se reactiva la historia colonial. El modelo de autonomía de los países postcoloniales fue el nacionalismo. En la etapa global y neoliberal, este es despojado de su esencialidad, pasando a ser un apéndice regional de la democracia electoral (con sus encarnaciones “culturales” típicas: el turismo y el folclor). Las fronteras se ablandan para dar paso a los mercados (incluido los electorales).
Este asunto es muy difícil de verse porque la historia parece estar, precisamente, en manos de los medios dominantes. Se trata del típico problema de que la historia la narran los vencedores. De esa manera, tenemos versiones expurgadas de la historia global, sin imperios, colonias, diferencias entre centro y periferia, etc. La “transición” que anuncia Bush para Cuba no es otra cosa que el proyecto de llevar a su consumación esa estrategia de olvido y borramiento.

viernes, agosto 04, 2006

El nacionalismo ¿es un proyecto fallido?

Aludo a las recientes declaraciones de Sergio Ramírez de que la revolución cubana ha sido "fallida".
A las trenzas epistemológicas, económicas y políticas del neoliberalismo, la globalización y la postmodernidad podría hacérsele tal cuestionamiento: porque en el fondo no es la revolución cubana, simplemente,la que puede verse desde un ángulo "fallido"; es toda la doctrina de autonomía, límites, soberanía y ciudadanía la que está en crisis. Y no necesariamente porque Fidel haya sido "infidel" a esa doctrina.
No más anunciada la enfermedad del comandante, y los cubanoamericanos de Miami celebraban en las calles. Esta es como oponer la blandenguería de las fronteras, a la doctrina férrea del nacionalismo. Pero hay que pensar el nacionalismo--y particularmente el de Fidel-- en un sentido postcolonial, en sentido estricto. Se creía que se descolonizaba por medio del nacionalismo. La otra versión es la subordinación estatal a un poder parecido al de la Unión Soviética. La pregunta es ahora cómo se descoloniza?
Cómo pensar que las peticiones de democracia de Bush encarnan una "dicción" democrática que proviene de un presidente democrático?
De manera que no es la revolución cubana la que es fallida sino el nacionalismo. Y, dadas las contradiciones de la globalización, podría decirse que fallido provisionalmente.