jueves, septiembre 13, 2007

Maquinaciones

No es cierto que se escriba mejor mientras se viaja. Cosmopolitismo, ruina, espejo, multitud, balbuceos.

Llevé un cuaderno verde para verme mejor como el espejo de la chica.

Pero mi cuaderno abunda en cosas muy prosaicas: "aceleración del metabolismo", "el día soleado", "20 copias de Exile in Main Street, el mejor disco de todos los tiempos, en la tienda".

Mi cuaderno establece, eso sí, una batalla con mi cuerpo. Un extrañamiento de los críos: "me siento descorporizado", clamo, me imagino, entre el, ya proverbial, día soleado que me persigue como un loco con un espejo.

El concepto preferido de mi diario es el término maquinación. Verbigracia: "El cuerpo lucha entre disciplinas y maquinaciones: la máquina en términos clásicos (habría que estudiarlo en el barroco español)."

También un acento de época: "Cómo un hombre tan atado a la domesticidad (nota importante: lo siento, sé que es farisaico, quizá quise decir etnicidad), tan nostálgico de la comunidad (again: sé del sopor de Jinotepe en mediodía de domingo, y no me salgás con que Managua es una ciudad) va andar en estos andurriales posmodernos.

Esos andurriales me entusiasman más como significantes que como significados. El Quijote incrustado en Las palabras y las cosas. El Daneri interno que todos perseguimos.

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