viernes, diciembre 28, 2012

Libros 2012

No se trata de la lista de novedades, sacada de la librería oportuna y oportunista.

 Más bien es un trazo transversal por un estilo de lectura. Lo saben los profesores de literatura: se lee en un desorden temporal (incluidos los clásicos releídos y canónicos otro tanto). Pero se lee también de forma burocrática (miles de páginas literales de proyectos y tesis y exámenes). Y se lee por operatividad: los libros académicos puramente informativos.

Entre tanto, no queda más que hacer conversar proyecto de investigación con recreo. Advierto en esta lista un vicio evidente por la literatura autobiográfica, y una intención (ansiedad también podría ser) por ver explicada a Centroamérica. Esos parámetros orientan, como se verá, la selección. De esa forma impura ("imputa" solía decir yo mismo en otro mundo y otra lengua), los ordeno de la siguiente manera:

1. Fernando Vallejo. El Mensajero: una biografía de Porfirio Barba Jacob. Bogotá: Alfaguara, 2003.

 Comprado en una feria de libro en Ñuñoa, a precio muy barato: es obvio que Alfaguara no ha podido venderlo todo. Lo enseñé este año (es un decir) en un curso sobre modernismo. Es apasionante (sigue la azarosa e impura vida de Barba Jacob por el Caribe, México y Centroamérica) pero cruel con el lector: sin divisiones de capítulos y en esquema intrincado, y en prosa hablada, y con imprecaciones, anecdotas y comicidades abundantes. Sigue a Barba Jacob, como queda dicho, pero sigue a la vez la investigación del narrador sobre Barba Jacob que es la otra (la verdadera) novela superpuesta. Lo trabajo todavía en un ensayo para mostrar ese otro Caribe no postcolonial sino decadente.

2. Ricardo Piglia. La ciudad ausente. Buenos Aires: Sudamericana, 1993. .

En febrero, en Santiago, la feria del libro usado. A mí (des)honestamente me entusiasma más Piglia que Bolaño. Me parece que es el código real. Esto seguramente por deformación profesional: no trabajo literatura argentina, y tengo mitificado el otro lado de los Andes que comienza por Borges e incluye un archivo bien edificado. Esa ignorancia (que es salvación) me deja leer ese archivo como otro. Y es ahí donde quizá sobrevaloro la habilidad narrativa de esta novela. Una especie de Godard en forma que hubiera merodeado ahí por donde anduvo Onetti

3. Andreas Huyssen. Modernismo después de la posmodernidad. Barcelona: Gedisa, 2010.

Para seguir pistas de las otras modernidades estéticas, este libro puede ser buena introducción. Por qué la modernidad era buena después de todo? Es decir, después de la bobería postmoderna y orientalista? Porque siempre fue plural y sin centro. Esta sería, más o menos, la tesis de Huyssen. Así se pueden pensar otras modernidades,  en Rusia, Latinoamérica y demás. Quizá las respuestas de Huyssen sean apenas útiles para el limitado espacio de la cultura o la estética, y su argumento peque de colonial en el sentido que le darían los decoloniales. Sin embargo, es muy útil para pensar en el modernismo hispanoamericano que es mi actual tarea de investigación.

4. Edelberto Torres-Rivas. Revoluciones sin cambios revolucionarios: ensayos sobre la crisis en Centroamérica. Guatemala: F&G, 2011.

Magnífico estudio de las revoluciones en tres países: Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Nada de las facilidades ni hablares ideológicos típicos de la izquierda intelectual (que se esfuerzan siempre por mostrar lo buenos y antistalinistas que fueron siempre), sino un estudio muy justificado desde los posibles acercamientos al tema (¿historia o sociología?), el despliegue acotado de los acápites y conceptos, diferenciaciones contextuales importantísimas (tan pequeña y tan diversa esta región), y ensayismo del mejor, del que cuelga preguntas de verdad en el espacio de los debates. 



5. J. M. Coetzee. Verano: escenas de una vida de provincias III.Barcelona: Mondadori, 2010.

Coetzee personaje de novela, entre el patetismo y la culpabilidad.





6. Michel Houellebecq. Las partículas elementales. Barcelona: Anagrama, 2009. Esta es una relectura. El rocanrol (ese espejismo narcisista) siempre estaba ocupado por su autocrítica (que es la suma del narcisismo). De ahí que haya definido muy bien desde el comienzo el significado de las escaleras al cielo. Esta novela de H. es esa misma crítica en que se igualan sociedad del espectáculo y del consumo, new age y posmodernismo, power-flower y fanatismo autocomplaciente pequeñoburgués. Pero se avista una salida: la ciencia y el diseño de seres/hombres nuevos. Nietzsche que es una ironía.

7. Edward W. Said. Fuera de lugar. Barcelona: Grijalbo, 2001.

El cuerpo de Said, sobre todo el pequeño y el joven Said. No una autobiografía intelectual como podía esperarse, sino una del padecimiento, de la reglamentación corporal. El exilio es siempre el de ese otro que está afuera. Uno averigua, pues, en este libro no la formación académica de Said (para eso están otros libros menos comprometidos del mismo autor), sino una conformación familiar, la pasión que despierta la madre, sus juegos de poder, los ritos familiares, la lucha (tantas veces absurda) con el cuerpo, la naturaleza itinerante y sin embargo arraigada de esta familia. Lección que otra vez aprendí, diría el poeta.

8. Edgar Morin. Mis demonios. Barcelona: Kairós, 2005.

Todo lo opuesto a la autobiografía de Said, en la de Morin el personaje justifica su notabilidad y singularidad. Mucho menos familiar o somático, quiere mostrar una historia de la erudición, y, más aún, de la necesidad transdisciplinaria: por qué Morin, el personaje, ha intentado juntar las ciencias y las humanidades. La doctrina ética fundamental del libro es la tolerancia, la ausencia de puntos radicales para la verdad, explicados con parámetros históricos clave: los partidos comunistas y el socialismo real básicamente. Pero también el sionismo, y la proclamación de un marranismo cosmpolita. Evidente que si la autobiografía de Said habita los bordes (la perturbadora filiación), la de Morin ocupa el viejo lugar renacentista y secular europeo. Moraleja: todos deberíamos ser conversos. De algo, pero con versos.

9. Ileana Rodríguez. Hombres de empresa, saber y poder en Centroamérica. Managua: IHNCA, 2011.

Hay que decantar los Balcanes y Volcanes de Sergio Ramírez. Provincializarlos. Desactivarlos. Eso sería objetivo digno de una clase de cultura centroamericana. En auxilio vienen libros como este de Ileana Rodríguez. Una lecttura de lo centroamericano desde lo excéntrico, y las inscripciones de los viajeros que instalan modernidad, ciencia y mito al mismo tiempo. Marcas que permanecen en el canon de lo moderno, y que es inevitable advertir una vez que uno recorre de nuevo los márgenes. La mirada aguda y la disciplina constante.

10. Étienne Klein. Las tácticas de Cronos. Madrid: Siruela, 2005.

Soy pésimo para la física y nulo para la literatura fantástica (veré el Hobbit en mi próxima reencarnación). Este libro llega entonces como una especie de consuelo doble. Primero, Einstein creía que el Universo no se movía, así todos tenemos algo de pre-Einstenianos. Segundo, es improbable que haya otros tiempos y otros universos aparte de este. Para no mencionar a San Agustín.

sábado, diciembre 22, 2012

De cronopios y famas



Sí, hay mucha cursilería en la recepción de Cortázar que hace la izquierda intelectual nicaragüense.

Una recepción muy poco crítica. Más bien, una recepción embelesada por la figura de Cortázar y sus tics y sus tópicos (los cronopios, lo alto que era, etc.) Vid. Casa de las Américas 145-146. Textos de Tomás Borge, Luis Rocha, Sergio Ramírez, Valle-Castillo, Fernando Silva, y una entrevista con Omar Cabezas.

Se testimonia que es muy alto, su altura deriva en metáfora de su estatura humana, e, inconscientemente, de su fama.

Luego hay una serie de metáforas totalmente esperables: Cortázar es un ángel, un mago, un ser de más allá. Interesante la reacción, diríamos, colonial.

Se usa un tono conversacional con él (el famoso apóstrofe marca registrada de Julio; oh dios, he comenzado a tutearlo) y los nombres propios en esos textos generalmente emparejados, víctimas de la felicidad conyugal: Carol y Julio, Luis y Mercedes, Claribel y Bud…

Como si se tratara de repeticiones abrumadas de José y María!

lunes, diciembre 10, 2012

Escaleta para hombres lobos


Es la ventana palideciendo

Es la luna cruzando
(ave de la luna)
Es el lobo desvaneciéndose en blanco y negro

Donde estuvieron las fauces

Es la sintonía del sol y el recuerdo

Casares y un radio

La Fotonovela y el látigo y la bicicleta

La rosa matutina y el viaje al mar

El mantel las hojas en el patio los vecinos en celeste

Más o menos 1971

Un puño un huracán The Platters

El circo mi cama la pared

En Villa Frei el sol ha asaltado la ventana

La luna ahogada dentro de la caja de fósforos con la foto de

los Bee Gees

La cierro  la muevo

La perspectiva de un ojo se funde con la del otro

domingo, noviembre 04, 2012

Un día en la vida de un diccionario

De vez en cuando me creo Nebrija.

Me las doy de ucrónico en el polvo.

Y paso en el recuerdo largas horas, inmóvil como un pensador, entretejiendo prosapias: la lengua y el habla, la biblioteca y el universo. Soy un pendejo idealista. Un Borges en el lado equivocado (take a walk on the wild side) de la Cordillera.

Me toma en sus manos para acostarme sobre el escritorio y poner la taza del café sobre mí, ya que tengo el cuero duro. Me estás herrando, Erróneo?

Lo primero que hizo, días de bazar en barrios perdidos, fue buscar dentro mí. Buscó la palabra culo, "prueba de fuego de todo diccionario que se precie de tal". Ya que padece la petulancia de los profesores.

No la encontró. Me acusó de franquista. Y me espetó este y otros nombres. Me sonaba todo a otra galaxia.

"Ese diccionario debe ser feliz con vos", le dicen de vez en cuando. Y entonces me mira con cierto desprecio irónico. Expurgado, trunco, conservador, anacrónico, lento.

Hoy busca la palabra expolio y la lee con sospecha. Tema hallar una hebra de pelo del Generalísimo entre mis páginas. Otrosi, la firma de Samuel Gili y Gaya le da risa. Está seguro con su conexión a Internet, pero me necesita para demarcar su progresismo político.

Cree que soy Nebrija. Pero lo piensa como pensar una parcela del infierno, una uña de Felipe II que se ha quedado en el polvo transatlántico.

Cuando llegue el Día del Libro terminará por darme un golpe.



martes, octubre 23, 2012

El perro melancólico

He visto cómo el sol partía las nubes. Los bordes metálicos me gustan pero más ese momento en que ceden a la luz. Entonces me echo en la sombra. Pienso en un diccionario de mí mismo. Con los amos lejos y distantes me da por la melancolía: lo que se llama tarde, lo que veo en Cordillera, el espejo, el olor de mis orines, la cola del compañero. Cualquiera diría: "a ese perro lo mata el aburrimiento". Echado como estoy en la sombra, con el costado sorbiendo lo fresco del cemento.

Ablandado: refiérese al perro que ha cedido el sí mismo a lo genérico. Porque si Ud. cruza y sigue por estas calles llenas de hormigas, hierba, excretas animales, seguirá colectando al mismo perro melancólico: rengo, misterioso, añorante. Hago la siesta y me duermo. Sueño vagamente con la suerte de un compañero de pelambre como almidonada y corta. Solía meter la pata en lo inverosímil: la rueda del auto, las fauces de los perros duros de matar, un hueco cualquiera elaborado por ratones silvestres. Su carácter era el insitente y el terco. Así perdió la patita derecha, perro izquierdista que le llamaban. Y entonces en su casa tuvieron que ceder: sus tardes son desde entonces en las aceras, el perro libre. El perro que se alza y va a la calle, y conoce al árbol, y caga en el patio del vecino.

Pero me despierto, ya casi despersonalizado por el sueño. A escribir en costado contrario el diccionario. Soy el otro aunque sea el mismo, pero lo que soy yo no puedo salir. Así me asomo a la verja. Ladro a los desconocidos. Me entrego a asustar borregos humanos que van con sus trajes deportivos, sus lentes oscuros, sus audífonos. Uno de ellos, por cierto, escuchando Atomic Dog. No, no me molesta que le canten Uds. a los perros imaginarios. Siempre y cuando se reconozcan como humanos imaginarios. Sí, también me da por la doctrina. Soy en la base el perro comunista: soy genérico, maje, por lo tanto. Esto también lo anoto en el Diccionario.

Me daría por una Utopía si pudiera salirme de la sombra.

viernes, septiembre 28, 2012

AM

Una vez encontré en la radio la Amplitud Modulada en el tiempo de la ruina. Sería un verano del 2003, y estaba en el recoveco, ghetto o declive de los rusos, detrás de Forward Avenue, No Man´s Land.

Cercano el mediodía, un filo de sol en la diminuta cocina, y había abierto así la ruina. Andy Williams cantaba Moon River como si fueran los 60s, o antes. El locutor iba a decir algo a la ama de casa, a anunciar un jabón. La estática era la estética. Afinaba mi percepción como nunca, como lunas que pasaban, aislaban el sitio en noches prolongadas. Lo doméstico era lo creado.

Saben que el que se va va llenando los huecos, titulándolos, se detiene moroso un rato largo hasta que zás la estática cortada, dice el poeta, por un rayo. Y todo se recubre, el sol es el filo, la nube es la potencia: la multiplicación. El locutor iba a decir: el jabón y la desaparición. Los días de radio.

Extraño que todo viva en el tiempo. Que la cara del pasado tenga esta textura que ahora escondo.


jueves, septiembre 20, 2012

Cielo de fondo

Terminé de leer una novela. Perdí el nombre. La primavera me distrajo. Hice un limpio en el suelo para deletrear la tarea. Al jardín especulativo. Al espantapájaros.

Inicié por las notas a pie de página. Tengo que aclarar Quien me llevaba los libros: el trasiego pudoroso. Llegaba en motocicleta con testimonios. O grabadas en cinta magnetofónicas ideas, diagramas del Ché. Enterrábamos libros juntos en tiempos de la guerra. Hombre de ladrillo mientras el hijo se distraía con las últimas canciones de Elton John. Eran los 70s.

Me llevó un día el 18 Brumario. Yo hacía caso. A manera del saltimbanqui que se mete en una imagen. Hablábamos del DF ("un tugurio") y de boxeadores. Tenía una preciosidad: Historia de un deicidio. No sospechaba que Vargas Llosa terminaría siendo el novelista más sobrevalorado del idioma. Compraba libros de la Biblioteca Era. Pudo haber comprado incluso la segunda edición de Paradiso "corrregida" por Monseñor Monsivais Cortázar.

Tenía prisa por definir el estilo, en pocos trazos. Había olvidado el nombre. Pero en el claro de luz, de las hormigas incendiadas, de los huesos esos, del desentierro, lo que vale es el diagrama en resolución. En ciclo. Te confío el nombre. Tendrás un sueño literario. Etcétera. Esas y cada una de ellas nunca fueron sus palabras.

Por aquellos años la solidez, el rayo y el vendabal.

domingo, septiembre 16, 2012

Por Asturias

Enseño Asturias en una sala casi vacía. Los estudiantes se fueron al paro, es septiembre. (En la noche el insomnio arrastra basuras vivas que rompen el dique (modesto, provinciano) a las 3 a.m., hora que escribo y rememoro e invento esto.)

Explico que si queremos seguir una etiqueta, realismo social, por ejemplo, debemos preguntarnos precisamente por el realismo como tal. Así voy dibujando un esquema en la pizarra: realismo decimonónico como presentimiento europeo de la totalidad: Balzac; realismo de tradición hispánica: novela picaresca (decía Carpentier que cuando el pícaro cruza el Atlántico se vuelve dictador latinoamericano); realismo de las periferias europeas: Rusia, algo de paroxismo. Pero agreguemos en Asturias un componente vanguardista fundamental. De hecho mi hipótesis es que los elementos estéticos vanguardistas amalgaman la hibridez del realismo del texto. El texto en este caso es El señor presidente.

Las aspiraciones de totalidad social representadas en una novela política que implica una crítica de la así llamada modernidad periférica están aquí cumplidas. La representación problemática del margen (los marginales, el intelectual marginal) también. Es un artefacto que corre por su época y arrastra basuras vivas mucho más allá: es promesa y deuda. Y es algo que los del boom probablemente no querían ver. Un proyecto de totalidad (al menos en el caso de los realistas: Fuentes, Vargas Llosa) que se cumple,  y no necesariamente sobre principios positivistas del estilo "de la tierra". Recomiento ir siempre a la generación anterior: Asturias, Borges, Carpentier, Arguedas, Rulfo. Luego de eso, Lezama.

No diré todavía Lukács. Aunque quizá algún Auerbach habrá sido mencionado antes del final. Porque en el fondo el acorde que toco es el de la mímesis y, paralelamente, el de la índole social de la literatura. Por hoy quizá está bien. Aunque nunca está "quizá bien".

Ninguna clase, ningún salón vacío a alta hora.

miércoles, septiembre 12, 2012

Calavera y trance



Te reto a este trabajo de memoria: el esqueleto de los años marcado aquí y allá por un libro. ¿Cómo se verá tu calavera en ese trance?

Al tiempo volvió con el siguiente diagrama:

1977.  Papillon de Henri Charriere
1978. Sociología del materialismo de Leoncio Basbaum
1981. Crimen y Castigo de Dostoyevski
1982. La montaña es algo más que una inmensa estepa verde de Omar Cabezas
1985. La Cartuja de Parma de Stendhal.
1986. El lugar sin límites de José Donoso
1987. Doktor Faustus de Thomas Mann
1988. Madame Bovary de Flaubert
1991. Tropic of Cancer de Henry Miller
1992. Iluminaciones de Rimbaud
1993. Teorema de Pasolini ¿o Notas sobre el cinematógrafo de Robert Bresson?

Después o antes de eso, me dijo, todo me parece más abstruso y aglomerado.

viernes, septiembre 07, 2012

Conducta sustitutiva

Otras cien páginas.

Bruno conoce en El Espacio de lo Posible (un retiro campestre de verano que combina radicalismos filosófico y New Age: todo muy postmoderno) a Christiane. Es una especie de simbólico reencuentro con la madre hippie.

El tema escritural es la propia sexualidad, el deseo como proyecto políticamente incorrecto. De hecho lo notable como narración en esta parte son las grandes restrospectivas sobre su vida que Bruno va contando alternativamente a Michel y a Christiane.

La escritura es compensación por la imposibilidad sexual:
Las palomas (Columbia livia) picotean el suelo sin parar cuando no pueden conseguir el codiciado alimento, aunque en el suelo no haya nada comestible. Y no sólo picotean de ese modo indiscriminado, sino que a menudo se alisan las plumas; esa conducta tan fuera de lugar, frecuente en las situaciones que implican frustración o conflicto, se llama conducta sustitutiva. A principios de 1986, poco después de cumplir treinta años, Bruno empezó a escribir. (pp. 178-179)

La mano que leyó esta misma novela hace algunos pocos años, ha puesto al pie de este capítulo con lápiz: Laborit, pensando sin duda en la película de Resnais Mi tío de América. La mano que leyó esta novela pensó un poco ingenuamente que sus marcaduras serían duraderas o útiles. Casi nunca es así. Pero quizá esta sea una excepción. La novela de Houellebecq parece opuesta a la identificación meramente cultural (estructural, postestructural) de la vida humana, y busca la conexión científica. Se nota en el lenguaje escueto, en la largas referencias a las conquistas de la física y la biología (Michel es científico de punta), en la incorfomidad con la explicación liberadora de la cultura, en su naturalismo literario. Véase, por ejemplo, el alegato de Bruno en contra de la filiación (pp. 167-169), en donde se revela la indoblegable competitividad de los machos, padres e hijos, por el sexo de las hembras jóvenes: una especie de feminismo al revés, señor Houellebecq.

El proyecto literario de Bruno, que Phillipe Sollers ("parecía ser un escritor conocido" p. 186) parece aprobar, se vuelve una especie de rabieta contra el multiculturalismo con bordes de proyecto de extrema derecha. La ansiedad por las chicas jóvenes, sus alumnas, que fornican con africanos, termina por llevar a Bruno al racismo y el intento de seducción bastante ridículo de una menor magrebí. El proyecto literario de Bruno termina en el manicomio. Locura fingida, oportunista y temporal, parece una acusación en contra de la escritura y los escritores en cuanto tales, con sentido universal y particular: la transmodernidad mediocre que a Bruno le ha tocado.

Con su divorcio, a los treinta y cinco años, Bruno siente que ha terminado la primera parte de su vida (p. 200).






sábado, septiembre 01, 2012

Solsticio in progress

Lee cartas viejas floras desaparecidas rastros del agua

Sueña repetidamente el sueño dulce que cuando despierta no es más

Es el inmigrante enmascarado con los ojos cerrados con el juicio empantanado

Sabe que la repetición es una flor es un declive es una plaza es una pájaro

Ha olvidado recordado vuelto a poner en orden echado capas de recuerdos a esas floras imposibles

Vacila en su reconocimiento de medianoche de media tarde de madrugada

Pospone en una isla de luz la sombra en una de sombra la luz en una isla que naufraga

Apaga la luz pero enciende la pantalla platónica la del cine la del tiempo

Es el exotista de la hoja lanceolada libre petrificada muerta brillante

Huye un bodego que es un ojo verde convertido en soplo en viento alisio

El solsticio de primavera lo tiene en víscera en piel en pantano

Los pantanos que recuerda son los de los inicios de la televisión soldados y subcutáneos

Los chapoteos que valen la pena son los sordos y desconocidos





martes, agosto 28, 2012

Biblia

Tomé de la utilería (en la Escuela de Cine) El mundo de ayer de Stefan Zweig. Sobrevivió en alguna parte, en la vitrina. Se partió por la mitad, se sostuvo. De aquel, como de una pantalla acuática, recuerdo a la sombra de Rilke yendo a la Guerra.

En Línea y 23 había una libreria. Allí compré un día de 1991 Mímesis de Auerbach. Este fue de los que comenzó a evaporarse durante la segunda década. Para mientras yo iba en la guagua (la guagua tropical) leyendo.

Alarma que alguien remataba la vieja librería. Compré entonces El cuarteto de Alejandría, novela inútil y olvidada.

Evoco estos olvidos, alguien me ayuda con André Bazin. Qué es el cine?

Pero la primera biblioteca fue meramente dispuesta (se colocan los ladrillos), errante (se evita que lleguen ratones), atractiva (llama la atención por su belleza).

Contenía genealogía, sexualidad, cine, prosas, quijotes.

miércoles, agosto 22, 2012

Invierno/ invierto

Es el último empujón del invierno. El aire frío y seco corta el olor de almendras calientes que venden en las aceras (las veredas en chileno).

Seguirán mis buenas notas. Seguirán el espejo y el azogue y el pez imaginario. Seguirán el suspenso y el recodo.

El don del invierno te revisa alfabéticamente. Decís que no lo sabías y que ni siquiera sabías que lo decís.

Entre la K y la J buscás a Jenofonte. Está en el vacío, atrapado entre Henry James, James Joyce (poeta menor) y Kafka.

Tu versión de Anábasis que compraste en La Moderna Poesía se ha borrado hoja por hoja.

(Y Hoja por Hoja está en el Deuteronomio, te advierto).

Se borra lo imantado, se borra el invierno. Brotes en los cerezos que son borradores de otra primavera.

domingo, agosto 12, 2012

Partículas

Releo cien páginas de Las partículas elementales. Voy reconociendo las historias, los personajes como si fueran viejos conocidos hoy casi olvidados.

Siento de manera más directa que la vez primera el sentido moralista (en sentido bueno o clásico) del texto: los huérfanos, hijos del 68 y de la liberación sexual en un mundo terrible y desértico. Identifico también que el Michel tan abstraído en la ciencia es el alter ego del autor (nacieron el mismo año, se llaman igual).

Hay páginas de las que quiero apartar la vista. Por ejemplo, los abusos sexuales, físicos y psicológicos que Bruno sufre en el internado. Las muertes de los abuelos, asimismo, son narradas casi de forma naturalista. No digamos las cosas del cuerpo y la sexualidad. Aunque entiendo la ironía. Véase en la página 22: "En el caso de Djerzinski, estas consideraciones estaban fuera de lugar: la polla le servía para mear, y eso era todo."

Justamente, es una novela generacional pero sin la autocomplacencia que surge, por lo general, cuando alguien invoca la palabra generación.

(Entreparéntesis: No es "generación" un concepto meramente sintagmático?

No lo parten de arriba a abajo la división en clases sociales y la competitividad propia de los estamentos literarios e intelectuales?

No es mero correlato de un discurso nacional rancio y menos que una comunidad transparente la opaca asociación en base a intereses, simbólicos pero, en fin, intereses?)

 El descreimiento flaubertiano, la distancia disciplinada y crítica nos recuerda a cada paso que esto es novela en borde árido.

Con esa desesperanza acompasada sigo leyendo.


viernes, agosto 03, 2012

En el santuario

Mira, tu librería favorita, tu rincón Nueva Era, con Osho y

demás pendejos. No sería quizá deber de todo escritor novel escribir

primero un best-seller de autoayuda para así aprender a sobrevivir

en este mundo trabucado?

La ideología para el alma, la respiración vivificadora en el aire húmedo, la pene-

tración de un recuerdo en la memoria.

 No temas, todos leímos The Dry Salvages.

 But to apprehend
The point of intersection of the timeless
With time, is an occupation for the saint—
Ya.

Sigue secretamente harto de los santo laicos

Pero escribe una Auto Ayuda Preclara

Bajo Pseudónimo

Te ayudará con la tarea del Ingreso a la Librería.




De perfil bajo

y había unos muchachos delirando por Bolaño

que aunque no aparecía en ninguna parte de su obra el Subcomandante Marcos mencionado, secretamente lo apoyaba como parecía obvio

que aunque nunca hablaba del rapto creador que era la locura (o era al revés?) no cabía duda que era el rapto creador y nada más (además de la locura) lo que lo arrebataba

que aunque nunca dijo que él era Borges, además de Borges y yo, que sin duda lo era porque qué duda cabía que en ese gesto de morirse lo era?

que aunque por los datos concretos parecía uno de esos autores escasos que no tienen oído musical, en realidad lo tenía como puede constatarse en su sonrisa irónica (tan musical)

que qué decir de su erotismo filtrado y su silla fotografiada

y que, por supuesto, horresco referens Isabel Allende aullaba

Otros parias/ el mar de todos

Voy leyendo El mensajero: una biografía de Porfirio Barba Jacob, y encuentro en la página 144:
Nicaragua es el culo del mundo. Vaya y vea. Dejada de la mano de Dios la mantiene ardiendo el Diablo en su forja. A veces la tierra se sacude tratando de quitarse a los nicaragüenses de encima, pero no, se aferran como hormiguitas sobre un mapamundi.
La imprecación continúa, contra Somoza y los sandinistas, y demás. "Salido de Guatemala, y cayendo en Guatepeor, Barba Jacob..."

Voy volando sobre Perú rumbo a Panamá, y Barba Jacob va de vuelta a Colombia desde Perú por el Pacífico, pasando por Cali, trenes, caballos, ríos. Voy a Cali al Congreso de Jalla. El derrumbe, el olvido. Rechinar de recuerdos. Me entreduermo pero recuerdo aquella ética de escritura. La copio aquí, o la estoy leyendo en las arenas:

¿A dónde está la vida? ¿Qué cosa es y hacia dónde se dirige? No la vaya usted a buscar en los libros ni en las declamaciones falsas de los poetas. La vida son dos partes que hay que saber dividir con astucia: una, para engañar a los hombres—la Humanidad es otra cosa—, y otra para servir a la Tierra Futura que existe en el insignificante número de seres humanos y animales que nos comprenden en el misterio de las cosas que nos queremos decir con palabras. Buscar lo complejo y lo difícil de la vida real es caminar hacia la neurosis y el suicidio. Sea usted el hombre vulgar de todos los días y con arreglo a un programa, diciendo a cada circunstancia los lugares comunes más brillantes. Cuando termine su día vulgar, se esconde en su cuarto y se hace su café. Y se sumerge en la verdadera belleza de la vida leyendo y escribiendo en los libros que nadie lee y las cosas que son para una multitud de lectores que están en la sombra, invisible en un horizonte lejano: el Porvenir”. (pp.33-34)

Patria que para qué pare parias, sopla el poeta sólido. Generaciones, connacionales, fundaciones. Digo a la salida de la patria:
Salió a pie de su pueblo rumbo a la Costa Atlántica, y al llegar a un río se embarcó en una lancha de caña. Es lo que le contó en México a Manuel Gutiérrez Balcázar, y también le contó, y éste a mí, que llegando a Barranquilla conoció a Leopoldo de la Rosa en un parque. Leopoldo tenía dieciocho años, cinco menos que Miguel Ángel. El río, cuyo nombre no tenía por qué saber ni menos recordar Gutiérrez Balcázar, es el Nechí, que va al Cauca que va al Magdalena que va al mar, al mar de todos libre de las mezquinas patrias. Antes de irse por las rutas de ese mar generoso, en Barranquilla se cambió el nombre de Miguel Ángel Osorio con que lo habían bautizado por el de Ricardo Arenales, tomando el “Ricardo”, según ha escrito Juan Bautista Jaramillo Meza, de su amigo Ricardo Hernández, y el “Arenales”, según ha contado Arévalo, razonando que Arenales era una extensión de arena y la arena era el desierto y el desierto era su alma.” (pp. 121-122).

Hay la facultad de soñar con estas citaciones, de casi tatuarlas a la piel del sueño.

Sólo hay dos generaciones: la de los que sienten la patria en la piel (el pendejo país bajo mi piel), y el resto.


sábado, julio 28, 2012

Almuerzo

Estoy aprendiendo a escribir recortado

Hay que contener la respiración

No hay pasillos largos

Si uno dobla por el largo camino de la memoria

Da con la humedad, la flor amarilla

Todo lo respirado vuelve

Se recorta se dobla

Pierde vigencia, nombre: reaparece

Queda el paso en el camino

El peso del paso colgado

El deseo de no nombrar

Sombra sentada

Dios en la bombilla cagada de moscas

Las tijeras disyuntivas

El mero vivo, el anzuelo muerto

Iba intentaba decir

Pulía de antemano

Recortaba hasta desaparecer

En el almuerzo lo decía

Sacaba la circunstancia

Sacaba una u otra desinencia

Tiraba por la ventana la hoja

De afeitar

Contengan

Lo respirado que vuelve

Pero para entonces ya íbamos

por el café

martes, julio 24, 2012

Quemar al maestro


Heredarás el viento
título de película famosa

Antaño, era frecuente que los aprendices de las letras buscaran a sus mayores. Por supuesto, no era usual que estos fueran criticados por aquellos. No eran oportunos, por ejemplo, los bostezos en una conversación con José Coronel Urtecho. Al contrario, los discípulos usaban el alinde con efectos asombrosos.

Valle-Castillo informó un día que el patriarca del río poseía dedos barrocos, lo que hace pensar en los dedos enjoyados de la Virgen de los Desamparados de Subtiava.

Sí no fuera porque la Revolución, y después la Restauración, nos han vuelto dulcemente (no dócilmente) escépticos, quizá dudariamos al afirmar que las lágrimas de Coronel eran de meras lágrimas, y no de perlas.

¿Para qué inventar un maestro? Para extender el sectarismo de sus postulados, para estar en el secreto (que aunque es secreto no decae en universalidad), y, en última instancia, para heredar autoridad y sacerdocio. Es lo que hicieron, o trataron de hacer sin suerte, los viejos modernistas con Darío. ¿O Darío conVerlaine?

Los cultos más frecuentes y dogmáticos en la república de letras criolla siguen siendo los de Cardenal y Martínez Rivas. Por supuesto, PAC y JCU perviven, pero son ya casos canonizados unánimemente, vaya nuestro voto. En cambio los casos de EC y CMR provocan aún ciertos escozores y luchas.

No se trata de la calidad de estos escritores (el uno caso polimorfo de literatura, el otro el mejor escritor vivo del país). El dogma comienza cuando se les confunde con el poder cultural que tienen, con su escenografla, su estrellato y sus posibilidades de santolear.

A esos niveles ya no valen los magisterios o es ahí donde los Discipulados se transforman leve y dramáticamente en servilismos. (De paso me pregunto si en la prosa no habrá también ese tipo de magisterios. Casi no. Aunque servilismos también. Por suerte la prosa nica nunca ha pecado de ser "la mejor del continente").

Por tanto, antes que la estrategia de los discipulados dogmáticos, y aún sabiendo que hay quienes creen poder heredar el sacerdocio de esos maestros, hay que proponerse dos desconstrucciones:

1. Remapear la estructura de las figuras literarias nicaraguenses con una concepción posnacional.

La nación resulta precaria para un aprendiz de literatura. Acabará suponiendo que Darío es mejor lección estética que Góngora o Lezama, sólo porque es nicaraguense.

 Creerá que el azul del que habla Alfonso Cortés alude a la bandera de Nicaragua, cuando seguramente al leonés le importaba poco que fuera, la bandera, azul o roja. En fin, será un sectario literario y un torpe nacionalista.
Re-mapear las figuras literarias, sin establecer una nueva "historia", sino como método práctico, no institucional, convencional y de uso estrictamente personal, podría conducir a admitir que las lecciones estéticas de Liv Ullman o Uma Thurman, valen igual, y a veces más, que las de los mejores poemas de  CMR.

Coronel podría ser un escritor, menor pero fundamental, de la Nueva Inglaterra ("¡caso extrañísimo, escribía en español!"). Benedetti podría ser el mejor poeta exteriorista criollo, sin tanto intertexto (del que a veces abusa Cardenal) y con más cercanía humana. La "nación" de las novelas de Sergio Ramírez sería el boom latinoamericano tardío, sin obviar la posibilidad de que aluden pueblos e historias muy cercanas a nosotros.
Estas hipotéticas cartograflas no son en verdad nada novedoso. Lo anquilosado es tomar a los "maestros" como casos cerrados, sólo para heredar torpes sacerdocios a los que después, de todas maneras, nadie atenderá.

La república de las letras, reconozcámoslo tiene muy diversas fronteras que las de la nación nicaragúense. Se sabe que Darío y CMR suspiraron por Francia, que Coronel y Cardenal se tutearon con Pound, que Ramírez tomó en cuenta las enseñanzas de Vargas Llosa y García Márquez.

Quedarnos sólo con la parte "nicaragüense" de estas "vidas paralelas", sería tonto; respetar extremadamente las influencias que las contrapartes nicaragüenses usaron, seria momificante (Pound o Muerte, por ejemplo, o Baudelaire o muerte, son torpes consignas).

Heredar cualquier sacerdocio puede dar poder cultural (en suplementos, publicaciones, puestos), pero eso tiene poco que ver con la literatura en un sentido más estricto. El juego de la literatura se dará de espaldas a esos sacerdocios cuando salgamos de lo nacional y entremos a las nuevas cartografías.

2. Autoconferirse una relación horizontal con las generaciones anteriores donde no quepa el binomio discípulo-maestro.

Un publicista gordo, experto en "quemar etapas", se ufanaba una vez de haber "quemado" ya la de las visitas a los bares junto a los poetas mayores. Lo había hecho a costa de charla insulsa y complacencia acrítica. ¿Es eso un discipulado y qué tiene que ver con la literatura?

El diagrama tradicional de los discipulados es "oral" y concéntrico, el maestro en el centro (generalmente de boina) y los discípulos alrededor. Esta patriarcal estructura abunda en la complacencia y reniega de la frustración, por eso es tan cómoda, institucionaliza el "centro del universo" en el patio, "la mejor poesía del continente y tal vez del mundo" en el lar amado. ¿Son esas complacencias algo más que "grandes relatos"?

El fin de siglo enseña ante todo que hay que desconfiar de maestros y gurús. Enseña que la estructura maestro-discipulo es altamente impráctica, incluso como muestra ética. Ayer tenemos a CMR llamando "intelectual" al Dr. Alemán, mañana tenemos a Bob Dylan cantándole al Papa A hard rain (¿pero qué sabe Wojtila de lluvias-años-sesenta?).

También Borges le dijo a Pinochet "salvador de la democracia", y eso que antes se había ocupado de inventar el postmodernismo. No sabemos qué tendremos pasado mañana. Lo que sí no tendremos, para nada, son herederos de los famosos secerdocios que vengo comentando en este relato.

Cualquier burócrata de la cultura dirá que pase lo que pase los sacerdocios se herederán y que él (ese burócrata) estará, politícamente con alguno de los herederos. Eso es muy cierto. Pero eso tendrá que ver más con el poder en un sentido político que con la creación artística y literaria.

Tendrá que ver más con la Academia (la exteriorista a lo EC o la preciosista a lo CMR) que con la Literatura. Porque la creación artística y literaria se parece más a un tiro por la culata que a una cacería de patos con fusiles unánimes.

Retornando al publicista gordo, experto en "quemar etapas", diré que su propuesta es el co-relato vergonzante de un tipo de intelectual que ejerce la deshonestidad con una gracia "chula" y un desenmascaramiento infinito. Es el intelectual güegüense.

¿Quemar etapas? Mejor quemar al maestro.



Nota: a propósito del debate que ha iniciado Luis Topogenario en el blog Crítica Generacional Nicaragüense, recordé cómo estaban las cosas (desde mi torre) en 1998, año en que publiqué en un número de 400 elefantes, este texto.

jueves, julio 19, 2012

Alguna definición

Generación: vicios del ensimismamiento

Pasillo y desnivel, humedad del que rota

El cuerpo: blando, reducido a forma de mirar

Al fondo organizado el soldadito de plástico

Sin cabeza. Se ríe a ratos

En compañía. Se consume

Galletas Sodas Extra con

Paté. Vino Carmenere Chile 2011

Se escucha Tom Waits, Nick Cave and

The Bad Seeds.

Mira la fijeza, el maniquí lo engaña

los hombres que luchan por su esclavitud como si se tratase

de su libertad

Generación: arquitectura del capado

Bazo comunicante

Rama de cerezo sonámbula

La calavera traslúcida

La tienda que alcé yuxtapuesta en el Bejamin Hall

La mano viciosa de Pável Carías

A veces el lomo del sueño

Acariciado pelámbre de la luna

Vicios del ensimismamiento



viernes, junio 22, 2012

Del objeto literatura


Tengo un libro, una novela, de Vila Matas. Hela aquí fotografiada. Hay horas en que quedo fascinado por la portada.

Hay horas en que el objeto me supera. Me dice que soy culto. Que pertenezco a la raza Anagrama. Hay horas en que habla.

Aclaro que no la leo sino de forma fragmentada. Como es una novela posmoderna entran y salen en ella niveles de realidad del estilo eXsistenZ pero sin una sola y notable pistola de huesos de pescado.

Uno a veces bosteza intensamente al releerla.

Es ese tipo de novelas puristas en que los profesores y académicos y críticos tocan la literatura con las manos sucias. Y cuya lección moral es que la literatura es más blanca y más aislada. Y que se va de cabeza al canon.

Borges pasado por aguas. Es el signo de la época. El deseo de la época: ser un Borges macarrónico.

El diseño, por otra parte, es una astucia. Una expresión exterior del interior—una objetivación—. Hay quien—blogueros por ejemplo—se toma esto con total seriedad: los profesores de literatura somos caníbales, pero caníbales torpes desencuadernando novelas tan bien constituidas, armadas y editadas como esta. 

Se objetiva precisamente ese viaje psicodélico a la “verdadera literatura”. 

Concepto que no hay por qué poner en duda.

Se sabe, por otra parte, que el posmodernismo es el yoga derridiano.