viernes, mayo 03, 2013

Isonauta II



De pronto el reto de vivir en esta temporalidad se vuelve difícil. Llega el otoño, hielo santiaguino. Batallo por la concentración. Viejas canciones de la radio que no suenan quietas sino que ocupan demasiado espacio. El sol apenas asoma. Sabemos que la tarde será fría. Sopa. Muchas harinas.
Evidente que la negligencia es una compañera incómoda. Algo sucia, no importa. Pero hay algo en sus largas esperas.
Sopas de lentejas, chorizos, aguacates, frijoles y habas, pero especialmente ensaladas: espárragos. There is a fire in me, dice el radio. Mousse de frambuesas.
El mercado. Agnès Varda. Está lleno hoy de frutas desconocidas. Las frutas doblemente enmarcadas, por la cámara y por la ventana. Lo desconocido de las frutas introduce un paradigma extraño para nosotros. Roland Barthes. Nos aferramos a las chiltomas. El vendedor, que nos llama caceritos, nos aclara que se trata de un pimiento. El mundo es remoto frente a sí mismo. Pasamos al sector de las acelgas que han crecido mucho. Los grandes zapallos escuchan.
Nadar en el agua tibia del sueño. Algún libro, novela filosófica o filosofía novelada. La clasificación de noches repetidas ha producido esta noche de escritura.
Lucho por una palabra olvidada: desafección, desinencia. Con ella enfrentaré la tarde.