miércoles, junio 05, 2013

1978

En necesidad de boceto, regreso del colegio.

Desde hace semanas que rechazo y desconozco a Batman (que ponen a mediodía en la TV). Mi ansiedad va por otro lado.

Pero hoy, sin ansiedad, regreso solo. Prendo de todas formas el aparato y ponen Peyton Place.

No, esta vez no veo La caldera del diablo. Hay una interrupción.

Es el último juego del Mundial de Fútbol de 1978. Gana Argentina. Kempes, Passarella, reprise.

El fútbol no me interesa nada. (Tampoco ahora.) Pero veo (recuerdo) a la multitud celebrando, y veo, según el poema, con "una boba pupila sin destino."  

Me interesa la fábula representativa no importa su consecuencia. Si hay otro, devorarlo.

 He limpiado meticulosamente el recuerdo, lo importante es dejar fuera cosas. 

Cuando recuerdo una lluvia o una tormenta eléctrica, hago que martillee en el libro que leo. 

Así, esa multitud ajena me sirve para una lista, o mejor un boceto.

Hago la línea que se va desviando.

Dios se refugia en el alero, esperando que pase la lluvia. Hay afueras más grandes. Palmeras bajo la lluvia blanca.

Estos proyectos, te digo, son vastos. Un tatuaje a lo Papillon.

 Una matemática del fútbol, con hojas que se multipliquen. Un Peyton Place de la filosofía.

El materialismo es mi sociología.