martes, diciembre 09, 2014

Negocios de la lengua

"Vienen noticias del atroz invierno" E.D.

Noticias espigadas de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara:

Hay un homenaje a la Academia de Lengua por su tricentenario. Rodrigo Fresán declara al diario Milenio que "a diferencia de otros escritores latinoamericanos, los argentinos son todos grandes lectores". En una mesa en que se invoca a Sor Juana, Gioconda Belli dice:“Somos más discretas y modestas que los escritores. No queremos empujarnos las unas a las otras”. Por otra parte "Veinte escritores jóvenes [van, traducidos, se entiende] al mercado angloparlante".

Son noticias algo melancólicas.

En su blog, Guillermo Schavelzon elogia la calidad de la Feria, y reproduce el editorial de El País (esto lleva algo de Prisa, no?). "El libro es una expresión de esperanza", instruye El País. Y de negocios, o de esperanza de más negocios.

Lo de Fresán desafortunadamente tiene un deje chovinista. Para citar otra vez al diario, y al escritor:

“Mientras que buena parte de la literatura latinoamericana hunde las raíces en el suelo, la literatura argentina las hunde en una pared y esa pared es donde está la biblioteca”, afirma en entrevista exclusiva con MILENIO. (ibidem).

 ¿Se imaginan un Lezama, un Paz, un Monterroso, un Roa Bastos o un  Arguedas con las "raíces en el suelo" y haciendo de pobres lectores, o de lectores "no argentinos"?

Por otra parte, Belli, que suele perderese en las ferias del libro para encontrarse, cosas del azar, con Carmen Barcells, (herself! la parte femenina del boom!), esencializa tanto lo femenino como puesto fuera del mercado (de los empujones y empujoncitos) que da francamente en qué pensar. No es ella la autora de uno o dos libros aurreferentes y en donde la ansiedad por las multitudes resulta preclara?

Por último, cómo le gustan a la Academia de la Lengua los homenajes, y sobre todo cuando son los escritores americanos los que los rinden. Una muestra es el discurso de Sergio Ramírez La lengua que nunca termina.

Hay, ciertamente, una estructura tipo para tal clase de discurso, muy enfáticamente influido por Carlos Fuentes. El tránsito de Cervantes por el mundo transatlántico podría ser su emblema.

Particularmente, molesta (como ya dije en otra entrada) que no se critica el carácter imperial del castellano. Punto y aparte es la necesidad de confrontar críticamente ese hispanismo algo etéreo para reivindicar la heterogeneidad lingüística de América Latina. Por supuesto, que mientras tanto el autohomenaje de la Academia de la Lengua sigue, y tampoco termina.

Así están, entonces, los negocios de la lengua, que, por hoy, se confunden con los del mercado editorial.

miércoles, noviembre 26, 2014

Autoritarismo, totalitarismo, notabilismo

En varias entradas de este blog me he referido a la cuestión de la universidad y los notables, dentro del contexto específico de Nicaragua.

Recientemente, Andrés Pérez Baltodano afirma, en el semanario Confidencial,que la falta de autonomía de la Universidad nacional (la UNAN) se debe a que, a diferencia del somocismo que era únicamente autoritario, el gobierno sandinista actual es totalitario, y un régimen totalitario no puede convivir con notables del estilo de Carlos Tunnerman et. al.

O sea que, punto a favor para el horroroso somocismo, es el florecimiento de lo que en otra entrada llamé la versión floral del caudillo, que es ese notable heredero por clase como tribuno, daríísta amateur y escribidor autoritario (y totalitario) de lo nacional. (Véase, en 1967, las espléndidas fiestas darianas que organizó el somocismo con abundante venia de notables.)

Gracias a la revolución se vio bien, sin embargo, la poca fe universitaria que tuvieron esos notables cuando llegó el turno de gobernar. Se acordaron poco de la autonomía, fueron al estado y al gobierno, de hecho abandonaron la universidad, para reafirmar su notabilismo, el que reclaman y reclamarán para siempre.

Al parecer les importó poco el espíritu de la autonomía que había impulsado Fiallos. El candidateo político, su función como "analístas" (en realidad ideólogos de la derecha divina) y su todología letrada son marcas evidentes de la "totalidad" nacional a la que pretenden servir.

El notabilismo es un tipo de autoritarismo que corresponde a una sociedad poco democrática en que de hecho la Universidad no resulta necesaria como espacio de debate ideológico y político, de expasión y democratización de los saberes y de movilidad social.

Los notables solo requieren la Universidad y su autonomía en cuanto los reafirma, como eco narcisista, en sus labores heredadas.

No son víctimas sino entes activos de la ausencia de autonomía universitaria.


miércoles, octubre 29, 2014

Así era 1986

En el 86 ya recordaba como pasado Bestiario. Había integrado de alguna manera misteriosa mamboretás y quicios y tigres nocturnos.

Quizá porque estaba leyendo casi disciplinadamente un tomo de Todos los cuentos de Mario Benedetti, y el punto de referencia mayor era Cortázar.

No era precisamente un duelo entre autores sino una situación melancólica. Era el año de la desmovilización. Había costado llegar hasta ahí. Así que aquella bujía que iluminaba el libro, aquel zumbido del jazz en Radio Sandino a las 11, eran también contemplación monotemática del pasado recién ido.

No leí otra cosa que mi propio cuento.

lunes, septiembre 08, 2014

Escaleta doble

Soñé con la foto en que estabas vos con tu hermano.

Soñé que te encontraba en un estadio deportivo.

En el sueño las masas cinematográficas y agitadas de los estadios.

Soñé que seguía la pasión de mis hijos.

Iban adelante siempre y hacían su rutina de volleball.

Había que seguirlos, ir de la masa al espectáculo.

Soñé que la foto estaba desapareciendo dentro de sí misma como un espejo metido en el azogue cada vez más profundo.

Por qué no escaneas esa foto? Cuántos años llevas viviendo aquí?

Pero la mudez de la foto te había contagiado.

Y yo debía volver al centro de la multitud.

Seguir un poco a la masa extasiada.

La arquitectura del estadio era la del Three Rivers.

A los pocos meses de que llegué a Pittsburgh dinamitaron ese estadio.

Y vos en el sueño en un estadio dinamitado con una foto de tu hermano?

La arquitectura de acero parecía también la de un aeropuerto.

De ahí que la sensación del sueño era la de llegada al aeropuerto de una ciudad desconocida.

De nuevo ese sincretismo de las ciudades: una esquina de la salida de León con una autopista de Boston.

Una micro santiaguina era un bus que venía de Chinandega.

El sueño derivaba en breves encuentros.

Abrazaba a Juan, un compañero del Servicio Militar.

Saludaba de lejos a mi primo.

Volvía al 31 de julio de 1986 y a la forma morosa con que fui a reitirar al cuartel el certificado de finalización del Servicio.

Los puentes de la ciudad te quería decir yo, el acero de la ciudad hará que nos vemos de nuevo.

sábado, agosto 23, 2014

Trópico del sujeto

Un aposento del trópico

Un corredor entre el jardín y la mirada del deudor

Que acaricia la tela de la siempreviva

Un día largo de lluvia templada, muy al sur

Un avión trastabillando/ Lima, Callao

Una migraña

Un estómago con murciélagos

Un largo y acompasado temblor de tierra

Tierra caliente en el centro del enumerado invierno

Hambre y vómito será tu día

Un almuerzo temporal

El nervio del cardias emite

Su frecuencia

You turn me on I'm a radio

La nada y el rostro del sabueso

El rostro del sabueso y la ventana

Lejos

También llovía fuerte en todo el valle.

Horizontes verdes. Leí en el camino unas pocas páginas de El mundo es ancho y ajeno.

Pero la mayor parte del tiempo lo dediqué a escuchar música. Comencé con un disco, único, de Los Beatles que está en mi teléfono (Beatles for sale). A pesar de mi escepticismo me entretuvo mucho la creatividad de Lennon, como cantante y arreglista.

Trataba de escuchar las líneas melódicas de las voces, y es difícil con ese aparatito chocho. Puse canciones de Dylan y eso sí que fue cosa personal. "Lay Lady Lay", por ejemplo. Dylan me parece muy superior a Los Beatles.

También se trataba de que estaba en un estado emocional particular y había líneas que me conmovían, incluso hasta las lágrimas como siempre me sucede en los viajes en bus que me elevan a un estado seudomístico, siempre y cuando el bus esté suficientemente aseado y el olor a orines característico de Ticabus no me golpee en la frente.

Siempre y cuando el volumen de la programación en video de películas sonsas no sea escandaloso. 

Aparte de lágrimas verdaderas en mi selección musical había también algo de oropel sentimental. Por ejemplo, The Winner Takes It All de Abba que a su manera es espléndida. Pero Dylan era la cumbre. 

Al final del largo viaje también Prince era la cumbre: oropel y lágrima, por ejemplo su celebrada (por mí) versión de Betcha By Golly Wow. REM, Murmur, era también la cumbre. Incluso escuché mis propias versiones de canciones cantadas con la guitarra y había versos que me conmovían.

Por ejemplo: "les dirás que me fui lejos". En efecto, me fui lejos.

Otras partes del cerebro maquinaban tonterías: horas de masturbación o de enfermedad o de sexo o de escritura o de enseñanza o de viajes en avión o de fantasmas.

"Lay Lady Lay" era la canción más personal. Biográfica.

Lo mismo la chica de la costa del río rojo.

jueves, agosto 07, 2014

Larseniana



Tenía la sensación doble del técnico que llega a tierras lejanas con un maletín y algunas simples herramientas

Con algo de arrogancia frente a las cosas moviéndose entre oficinas desiertas y en las horas del alimento y el sueño (cuando marca un número en el teléfono) entre lugares prosaicos asignados para comer o dormir

Pero la otra sensación era la del astillero: la empresa fantasmal e inútil del pueblo del interior

(Talca, Jinotepe, Heredia, Cali)

Ya no más arrogancia frente a las cosas sino enajenación y distancia

Así aparecen manchas en la mesa, en el cristalino, en la hipótesis de alma

viernes, julio 04, 2014

Hibiscos


"among the garbage and the flowers"
canción de Leonard Cohen


Henry me presentó a la jueza. Vamos a la terracita, dijo la jueza. Henry asintió, y la seguimos.

En la terracita se estaba mejor. Cadáveres de rosas sobre capullos recién nacidos que asomaban sus blancos y prístinos labios prestos a morir. Filas de hormigas en preparación de batalla y zumbidos de insectos confundidos con la presencia lejana del tráfico. Todo era ocre amarillo en aquel atardecer.

Pero uno miraba de manera inevitable el paisaje del rostro de la jueza mientras ella se refería a las interminables luchas que la Corte y la Asamblea y el Ejecutivo habían tenido que librar recientemente. Los pómulos quirúrgicos, la frente libre y tensa a fuerza de inyecciones, los labios enfáticamente rojos, las aureolas Revlon de las mejillas.

En la conversación se entrelazaban las aventuras del poder y los corrillos de poetas y pintores, la memoria y el deseo. Derivas que la jueza barría en el aire cuando estiraba la mano para tomar su trago de ron extraseco en las rocas, y uno miraba sus uñas afiladas y rosa.

No era un enamoramiento instantáneo el que uno sentía ante la jueza. ¿Era el amor al poder que en este momento Henry mencionaba con cierta cadencia de verso? ¿Cuántos enamorados del poder habría en 20 ó 30 kilómetros a la redonda? ¿No era Managua una cloaca de adoradores del poder? Así iba yo encadenando preguntas retóricas. Por ese tiempo yo pensaba que iba a ser novelista.

Pero no he dicho, que recuerde, nada de Henry. Henry Ibsen Cantarero. Sí, su segundo nombre es Ibsen. Hibisco le decía su tío homosexual en una ya lejanísima infancia. Padecía de la ansiedad de reconocimiento que se padece en aquel país. Algo que se le transfiguraba en una leve palidez sobre el labio.

En Nicaragua los poetas mueren de bilis, y ser una "torre de dios" y padecer del hígado es casi una tautología. Poetas jóvenes había que se atragantan prontamente con la Higadosanil (Laboratorios Rarpe), píldora dorada que curaba los males líricos. ("Al fin y al cabo", me dijo una vez una muchacha que había decidido hacerle rulos a las musas, "Roberto Bolaño murió del hígado". Me pareció un argumento autodestructivo. ¿Iban a acabar suicidándose todos los y las poetas jóvenes del país? Mi preocupación le arrancó una sonrisa.)

Henry, Hibisco, por tanto, sufría discretamente del hígado. Vivía atento a quién lo mencionaba o no. En periódicos, presentaciones de libros, conferencias, rumores. La alta sensibilidad estética de que se ufanaba (por otra parte, verdadera) lo llevaba a los típicos trabajos de la maledicencia, la injuria discreta y hasta el espionaje. Todas estas artes disfrazadas discretamente de elegancia. La chaqueta pulcra en pleno y turbio calor amazónico-managüense. El paraguas atigrado. Las mancuernillas (últimas de la penúltima tienda nostálgica de la Managua preterremoto). Era la discreción amenazante. La amargura en envoltorio pastel.

En aquella terraza sepultada en olas de calor húmedo yo estaba imaginando que escribía esto lentamente en una libreta. Imaginaba también a mis lectores. El niño obsceno y aquilino que andaba rondando (rumor comprobado, había dicho Hibisco) la Academia de la Lengua para una publicación. La párvula terca y babeante ("al menos para misóginos como vos, Norberto", me había dicho Hibisco) que no se despegaba de la cabeza la "boina azul" y no mantenía, sin embargo, el corazón en calma. Sobre todo, los lectores de mis notas de periódico que me aconsejaban de vez en cuando: baja el tono, Norberto. Diablo azul, Norberto.

En ese momento me percaté de la reflexión de la jueza. La conversación había derivado en la inmadurez de los políticos y por tanto de los poetas. En sus olvidos. De hecho subrayaban en la conversación qué olvidos eran esos y por qué. A cada olvido correspondía casi simétricamente un sorbo de ron extraseco. Ese diagrama, pensaba yo, es analógico. Miraba las flores abiertas acariciadas por el aire caliente de la terracita cómoda. Qué flores son esas que se han comenzado a cerrar discretamente ante la ida del sol, habría querido preguntar.

Yo no tengo recuerdos más que de adulta, dijo la jueza. Hizo un esfuerzo por arrugar el entrecejo en ánimo reflexivo honesto, si bien debido a la artificial tensión botulínica de su cara no pudo lograrlo. A partir de los 32 tengo propiamente recuerdos. Digamos recuerdos con cuerpo, con fecha, con exhalaciones. Vaya: respirantes. Todo lo de atrás es pura búsqueda, puro balbuceo.

La infancia cuenta? Decime vos, Henry. La infancia cuenta? Obvio que no, no cuenta. Mi madre me peinaba, mi padre me ordenaba. Yo nací con una incapacidad innata ("valga la redundancia" pensé) para ser yo misma. Luego buscarse un lugarcito en la larguísima e interminable juventud es una mierda de oficio (perdón por el vocablo). Creéme, Henry. Durísimo. Me metí a estudiar derecho en la UNAN y era como estar en guardia permanente. Los maestros, notables y todo, me miraban como cucaracha. Me exigían el doble, o, los más chanchos me perseguían para aquello que te imaginás. No. Durísimo.

A los 32, ya con un juzgado, casada y a punto de tener mi primer hijo es cuando comienzan mis recuerdos. Ya recuerdos que se mueven solos, que hacen calistenia, que duermen y despiertan. Ya son recuerdos que me visitan y que dejo ir con despreocupación. Qué paja masculina esa de comenzar narrando la infancia. Pero peor paja esa de Borges con Funes el Memorioso, que recordaba no sé que flores. Que si miraba esta terraza memorizaba cada hoja y cada flor de avispa y cada minuto. La vida es más acotada, Henry. Y eso es lo que no saben los jóvenes. Bueno, es cierto que a los jóvenes que estudiaron en el Centroamérica los padres les meten en la cabeza que van a heredar las posiciones de los notables nacionales. Esos jóvenes quizá tienen recuerdos de infancia y adolescencia, y qué sé yo una juventud briosa, constituida, clara y no oscura. Su culo, pues, si heredan pues heredan. Pero mi caso no, Henry. Yo nací ya vieja.

Y se sumió en la reflexión, ahora ya callada.

Hibisco es el autor de unas dolidas Acuarelas (Editorial Guasiruca, 1977). Los críticos (es un decir) han alabado cómo la infancia se posesiona de la palabra en ese poemario, cómo el repentino merodeo con la significación y la desnudez casi candorosa de la voz lírica se diría que danza, etc. Sin embargo no pareció darse por aludido con las palabras de la jueza. Para colmo, horresco referens, Hibisco es graduado del Colegio Centroamérica.

Yo por mi parte volví a ver de nuevo, con cierta fijeza, el rostro de aquella mujer refundida ahora en recuerdos corporales y verdaderos, todos mayores de 32 años. Se iba apagando un poco el rosicler de sus mejillas. En la frente tensa había el esfuerzo de la comprensión unido a la presión de la norma anestésica y estética. Era, digamos, un rostro superpuesto en otro rostro. Uno trascendente sobre otro vulgar. La basura junto a las rosas.

Qué flores son esas, pregunté, más por decir algo que por ansiedad de saber. Avispas, djo ella. O, como los llaman en España, hibiscos. Todas las infinitas y pendejas laderas y colinas de Montefresco están cubiertas de estos solemnes hibiscos.

Cayó la noche y murió el encanto. Lentamente volvimos a la maledicencia. Viste, me dijo Hibisco, están a punto de descubrir a Walter Benjamin en la UNAN. Dejé pasar la mala intención. Pensé como en un sueño: el abstracto, nocturno, inexistente olor de las avispas.

En aquel momento, la jueza dormía o meditaba según no sé qué declinación del yoga.

sábado, marzo 29, 2014

Secreto de otoño

Un viejo sale con sus dos hijos a pasear por el borde del parque

Hace falta la madre pero conversan. Ven el tiempo: alguien enterró

Una hoja ocre en la arena del playground. Alguien en luna llena

busca mirarse, tiza en el pulmón para escribir. El viejo con su gran cabeza

calla y es solemne y tímido y quizá va perdido en un mundo que no era aquí ni es

como era. Un hijo dice: el tiempo va cambiando, hoy se alargó el rosicler

del cielo pero no el día, hay sembrado un árbol ocre entre otros verdes, alguien

ha quemado la nervadura de la hoja. El viejo asiente. Le cuesta alzar la cabeza, cifosis del

septuagenario que no sonríe puesto que aquel paseo suyo es la responsabilidad más seria.

El otro hijo hace ver que se trata en todo caso de una hoja seca y que el incendio

Ocurre allá lejos detrás del parque y los edificios. Y piensa delicadamente: la máquina

Del ojo del padre. El olor de su ropa. La atención de su cabeza. El vacío de la semana.

Le pregunta vagamente por un síntoma: huesos y piel. Hoy fue el primer día fresco en

Varias semanas. Habrá que abrigarse. El frío entrará a la habitación y se hará humedad

Con el paso de los días. Un día nublado habrá llovizna, y viajes a la ventana. Ese vacío

De la hoja ira mudando, esporas en el vello pectoral, un arácnido terco en el vano de la

Ventana caminará dibujando el secreto del otoño.

domingo, febrero 23, 2014

Verano


La vasta masa del sol una dalia impresionista. La sospecha de varios mares tras varias palabras
En los audífonos Desdémona frente a una imagen de la virgen (se la puso ahí Verdi)
Encajes y ojos color vino: humo, aceite, cañones, vapores en el trémolo de la orquesta
Algo se derrumba, un grito y Desdémona muere cuando estoy llegando a la Avenida Grecia
(Desde ahora en el aire ácido y madurado del verano se sospecha en un recodo el otoño:
un marzo que es un ramo seco.)
Busco en la sombra una letra olvidada, un subrayado que dejé en abril
En este libro invisible: el idealismo alemán, Kant contra la desfiguración del mundo
Qué factores hacen posible estas fantasmagorías?
En el radio programan "Nobody Told Me": Todos están hablando y nadie dice una palabra
Particularmente los intelectuales. Decido volver por donde haya un puente
Una perrita raza boxer tras una rejas de color, un lejano tamarindo
Una sombra sobre un río imaginario.

sábado, febrero 08, 2014

Escribo papers

la traducción del abstract es rudimentaria
pero levanta la bibliografía

y no he sido lo suficientemente contundente con el acto de habla
pero levanta la bibliografía

y hay vaguedades tecnicistas en cada párrafo
pero levanta la bibliografía

llegué tarde a este libro, en concreto el párrafo del otro
pero levanta la bibliografía

inscripciones, candados, signos, ironías materiales
pero levanta la bibliografía

escalofríos y sombras, contraplanos sobre el río oscuro
pero levanta la bibliografía

¿crees que este cierre (me) haga justicia?
levanta la bibliografía

levanta la bibliografía y tu pelo flotará

jueves, enero 16, 2014

Se van los conversacionales

No te dan ganas a veces de ser un conversacional

Ir entre sonidos de radios y baratas, cultivar tu jardín artificial

De tomatillos que decía Dalton, entrar en el mito, la mística y la música

Del jardín y el mercado, empleado que mira la luna

Pero mira se mueren los conversacionales y el mar que golpea

Envejecen a la vez Lou Reed y Juan Gelman y rosas Sabines Cisneros

Funerarias Rojas es la suerte de los rockeros

El corazón cincuentón de los neobarrocos

La barca concha nácar del Lezama traspapelado

Es la marea fotografiada que hoy está y ayer resaca

Metáfora que vuelve y va, elegante o marchita o prójima

Esta baba que era la historia de la poesía latinoamericana

Y aquí te citas como buen ciudadano: Cardenal en la pierna subastada, Retamar

de aguas menstruales, Pacheco del olvido,

Gelman de penas, Daltonismo literario, Sabinas en vez de Sabines 

Se van los conversacionales

Sabrán los conversacionales que se van