sábado, marzo 29, 2014

Secreto de otoño

Un viejo sale con sus dos hijos a pasear por el borde del parque

Hace falta la madre pero conversan. Ven el tiempo: alguien enterró

Una hoja ocre en la arena del playground. Alguien en luna llena

busca mirarse, tiza en el pulmón para escribir. El viejo con su gran cabeza

calla y es solemne y tímido y quizá va perdido en un mundo que no era aquí ni es

como era. Un hijo dice: el tiempo va cambiando, hoy se alargó el rosicler

del cielo pero no el día, hay sembrado un árbol ocre entre otros verdes, alguien

ha quemado la nervadura de la hoja. El viejo asiente. Le cuesta alzar la cabeza, cifosis del

septuagenario que no sonríe puesto que aquel paseo suyo es la responsabilidad más seria.

El otro hijo hace ver que se trata en todo caso de una hoja seca y que el incendio

Ocurre allá lejos detrás del parque y los edificios. Y piensa delicadamente: la máquina

Del ojo del padre. El olor de su ropa. La atención de su cabeza. El vacío de la semana.

Le pregunta vagamente por un síntoma: huesos y piel. Hoy fue el primer día fresco en

Varias semanas. Habrá que abrigarse. El frío entrará a la habitación y se hará humedad

Con el paso de los días. Un día nublado habrá llovizna, y viajes a la ventana. Ese vacío

De la hoja ira mudando, esporas en el vello pectoral, un arácnido terco en el vano de la

Ventana caminará dibujando el secreto del otoño.