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martes, septiembre 29, 2020

Y sirve Rancière para América Latina?

 El Rancière que piensa el museo republicano, por extensión los patrimonios visuales y audiovisuales. ¿Sirve para la experiencia latinoamericana? (¿No es demasiado cartesiana esa mirada?)

[En Aisthesis (41) aparece "la idea del arte como un patrimonio: como la propiedad de un pueblo, la expresión de su forma de vida, pero también como una propiedad compartida cuyas obras pertenecen a ese lugar común que ahora se llama Arte y se concreta en el museo"].

Me surgió esa pregunta mientras comentábamos en un curso, la película María Candelaria (Indio Fernández 1943). Es tan cerrada e ideológica la utilización de las imágenes en el filme (incluido el elidido óleo de la indígena desnuda, que presenta el rostro mas no el cuerpo de María Candelaria-Dolores del Río) que resulta difícil encontrar un resquicio democrático, o de participación (reparto) de los públicos. Incluida la variable blandida por Monsivais de un cine pedagógico, lleva a pensar en la misma distorsión de las memorias (¿los patrimonios?) e imposibilita pensar en una sola narrativa cultural  que conecte con un pueblo democráticamente dispuesto (a no ser que uno crea que las narrativas nacionales latinoamericanas son realmente homogéneas).

Soy consciente que cabe el peligro de erigir una otredad algo complaciente. "Somos tan diferentes que Rancière no sirve para América Latina" rezaría una posición macondista que no me interesa exaltar. Pienso sí que se puede retomar teorizaciones como la de sociedad abigarrada (en Zavaleta) o de sociología de la imagen (según Rivera Cusicanqui) o de heterogeneidad (según Cornejo Polar) para pensar los patrimonios audiovisuales latinoamericanos y contrastarlos con las instalaciones más o menos democráticas de la modernidad en la región. Esto, en el fondo, asentaría la convicción de que no se puede pensar la cuestión de un reparto democrático de las imágenes y los patrimonios audiovisuales sin pensar la cuestión de la colonialidad.

jueves, junio 05, 2008

Para mencionar a Bolaño en la jungla

“En la década que terminamos, es decir, en la que va de 1960 a 1970, los hijos y los padres ya viven sin reconocerse, la multiplicación se ejerce y nuestra literatura edifica la última terraza de la Torre de Babel”. (Margo Glantz, “Estudio preliminar”, Onda y escritura en México: Jóvenes de 20 a 33, Siglo XXI, 1971, pág 5).

Bolaño hizo el estudio más detallado (o al menos, a como van las cosas, el más vendido) de esa Babel: el estrépito y la dispersión en que acaban las generaciones de escritores jóvenes, su autodestructividad y su nihilismo como método y como mito.

¿Por qué un cuarentón tendría que entretenerse detallando de manera seudoépica esos suburbios de adolescencia?

Por mero narcisismo. Por autorreflexión. Por un ingrediente stendhaliano sumido en la jungla global.

Por nostalgia, seguramente.





jueves, octubre 18, 2007

La frase dolo(ro)sa

Un envío desde la izquierda intelectual contra Cuba (es risible, infame y duele):
"Cuba ofrece otro ejemplo interesante: casi cincuenta años guiados por el Hombre Nuevo en persona, y no se ha conseguido el pleno abastecimiento de papel higiénico".



Y el embajador venezolano en México sí que tiene humor. En referencia a Carlos Fuentes:
“abandonó la región más transparente, cambió de piel, ahora tiene el aura de converso y en su avanzada senilidad ha terminado convertido en un gringo viejo”


Eso va para el arte de injuriar, y ninguna de las respuestas de Fuentes pudo ser aguda.

jueves, octubre 04, 2007

Doble reacción

Lo que lee Vargas (no Vilas sino el vil) durante los congresos.

Y para los fans de La jaula de la melancolía, el blog de Bartra.