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martes, octubre 08, 2013

Cuarto

Hace cuatro años me fui para Chile. El día de la partida llevaba la lista ingenua: unos discos (entre ellos The Velvet Underground and Nico), unas marcas, por los menos dos sueños con Chile (en uno de ellos aparecía Pinochet).

Agréguese a la lista: el capítulo de Anderson donde habla de los criollos y sus roles dentro del sistema burocrático colonial. Presentía que estaba ya en esas entrañas difíciles (sabrán los amigos de la academia).

Como siempre llevaba la noche en que la hermana de Efraín sube al cuarto a cortarle un pedazo de pelo. Sufría un poco cuando tenía 11 años y leía esa entrada de María. Lo cierto era que no quería irme a ningún lugar cuando tenía 11 años. Menos a Londres, como Efraín. También cierto que desde el patio de mi casa, sobre todo de mañana, siendo un adulto algo blando, si miraba un avión pasar pensaba en irme. Y, por fin, esto era irse. Siempre dudoso si llegar.

En cuatro años uno aprende. O se supone que aprende. El vuelo del ave de Minerva en privado. Podría hacer una lista algo burocrática al respecto: he aprendido de sistemas y perspectivas. Pero siendo este mi blog íntimo, me dan ganas más bien de  una lista impresionista.

Se pasa a veces buscando un parecido (un aire) centroamericano (pienso en grueso, en la región, no en la patria) en el conglomerado urbano. Una marca. Se es intolerante con la comida. Se la pasa buscando el mestizaje. Se la pasa aprendiendo adjetivos en chileno. Tiene un mapa fantasma de la ciudad. Encuentra el parecido cuando irrumpe una carreta de caballos solitaria.

Aprende de los perros y de su genealogía: los tristes y aspados, los errantes, los que recuerdan a Fargo y se llaman Fargo, los imaginarios que tendrá algún día. Se queja del sol y del frío. Es el Incómodo. No entiende mil veces, pero otras veces entiende bien.

Compara a los muertos de aquí con los de allá. Recuerda las canciones chilenas en las radios insurreccionales de allá en 1978. Está fabricando un recuerdo dérmico de la "mujer terrible".

Las postas y señas del año. Las cerezas de primavera y la humedad del invierno. El regreso a casa desde el aeropuerto, de madrugada, cruzando solitario los barrios de Santiago.

jueves, julio 03, 2008

Nota de aniversario

Hace dos años exactos inicié estas notas.

Según contrainteligentes fuentes, el blog se debe a 7, quizá 8, lectores insistentes a los que paso a agradecer debidamente.

Podría repetir que hay una serie de autoconsejos para seguir con las notas y su poca rigurosidad.

Hoy día, sin embargo, un cortafuegos ubicado no sé dónde no me deja ver ninguna página de ningún blog de blogger, pero, milagro, me deja escribir desde mi cuenta de blogger.

Escribo, pues, a ciegas.

Esa impertinencia mediática más las olas del desánimo más ese pertinente lector que me escribió para decir que cerrara ya estas notas poco vigorosas (ja ja) más Betancourt diciendo "creamos en este presidente y en este ejército" más la crisis del petroléo no han sido indiferentes a quien escribe este blog.

Por cierto, lector, sabes que vengo siempre acompañado en el bus; esta vez por un policía de tráfico lleno del espíritu de venganza que sueña con enviar a sus subordinados a la boca del lobo, i.e., los semáforos de Rubenia y dejarlos ahí doce horas para que "muerdan el leño" y le rueguen a él, el empoderado, por alimento y por relevo.

Esa cuentecita pequeña en la gran cadena de violencia, y Stevie que canta lo difícil que es vivir para la ciudad me ayudan a terminar esta nota de aniversario.

Saludos.