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jueves, abril 15, 2010

Ante las cosas exaltadas

Ante las cosas exaltadas que dice pensar: entró al Colegio Centroamérica y proviniendo de una familia pobre de Altagracia (en Managua) aprendió a mirar con ironía (luego con sorna) el talante con que los jesuitas entrenaban a los niños de la clase media alta para hacerlos los futuros miembros de la élite, compuesto de blanqueamiento y pasión por los pobres (y ganas de gobernar).

Ante las cosas exaltadas (sus glorias al amor libre tanto como su pasión por el Tercel que maneja): verlo sufrir en un vuelo de 11 horas hasta Barajas, la forma en que ordena una cerveza Corona. Sentirlo contrastar continuamente los sucios y pobre bulevares de Managua. Esa forma áspera con que acuna su ciudad: la canción ciega y siniestra que le quiere cantar y no se atreve todavía. Contrastar siempre con México D.F. o Miami (ahí donde viaja de vez en cuando).

Otros datos: graduado de la Universidad Nacional donde el mismo devino un contraste. La forma lenta en que humilló a algunas novias de origen mucho más pobre. Su repentina fama de brillante (que era más un contraste interclasista: alguien prendido oscuramente de la doctrina jesuítica que de pronto se desprende en un universo-polvazal llamado Managua).

Su repentina fama de brillante. El Tercel. Los viajes. El vértigo de ser él mismo.

jueves, febrero 25, 2010

El país bajo mi maquillaje

Ud. tuvo la suerte, me dijo ella, de que Lizandro hablara bien de Ud. cuando estaba vivo.

Luego Sergio dijo de Ud. que era una promesa.

Le dije que desde entonces se me llamaba con sorna la fatal promesa provinciana.

Agitó levemente la cucharita del café.

Lo llamé por eso, porque qué mejores recomendaciones.

Tengo-- continúo luego de probar el café-- mi mamotreto privado. Mis memorias.

Requieren una miradita así, distante pero entendida.

Ud. sabe que estamos rodeados de Memorias horrorosas. Exceptuando a Cardenal pero incluyendo su segundo tomo que me resultó indigesto--esta vez ocultó un breve eructo--, para no referirme a Violetas y Giocondas, estamos de verdad rodeados de Memorias Horrorosas.

Pasa con toda la memoria de este pais--dije.

Lo mío es especial--me interrumpió ella. Un caso local pero muy entretenido. Cerrado si se quiere pero con suficiente mundo.

De quién no fui amiga yo. Elenita Garro, tan bella. Eunice Odio, tan parasicológica. La tímida de la Blanca Varela. Ya por último, allí mismito en la Centroamérica, Bianca Jagger.

Mi memoria sería la única memoria con valor femenino y artistico de este país. Revolución cero. Cero fusilados. Cero entrenamientos de tiro en Cuba. Patria cero. Nada de maridos con apellidos sublimes. Sólo escenarios dramáticos y quietos.

Tu tarea sería ajustar esta memoria.

Por una parte evitar que me convierta en una especie de Luisa Cardoza con ese chorro del río que nunca para. Si te confieso la verdad, tiendo al ascetismo estilístico aunque me arrastre el drama de la vida. Ya me ves: viuda, empobrecida, sufriendo las dictaduras, ignorada...

Por otra parte extirpar toda ilusión del yo (de este tema hablé tanto con la Eunice en México, porque es un tema fascinante).

Las quiero titular Zoegrafía canicular.

Es que así incluyo mi nombre en el mero título. Además, Zoe significa Vida en griego. No sé si lo sabías.

Pienso en textos preciosos como los de la Victoria Ocampo.

En tres páginas yo pongo un pálpito de pájaro. Pero no es lo precioso lo que me preocupa sino lo preciso.

Quiero ser precisa con mi vida y esa sí que no es tarea fácil.

Limpiar de polvo la memoria (aunque parezca ironía).

Ajustar, como Duras, la letra al rostro desvastado.

Expliqué que la entendía perfectamente, y que me gustaría hojear aquella memoria muy lentamente, pero en casa.

Tengo que confesarte, me dijo, que no sos el primero al que le ofrezco esta tarea. Primero estuvo aquí Fulano (y mencionó a un poeta, crítico, ensayista y funcionario nacional muy conocido), pero me cobraba muy caro.

Además, imaginate lo florido de mis memorias en esas manos.

Vos en cambio te mirás mucho más estilizado. Quieto pero oliendo y tocando todo con los ojos.

Hablemos pues de precios--le dije.

Sonrió un poco ladeada, sin casi levantar la cabeza.

miércoles, diciembre 09, 2009

Vivía

Vivía en una casa administrada por una mujer quiromántica que tenía un defecto extraño en el pie izquierdo. Los oficios de la mujer eran más bien decepcionantes: curas a distancia, lectura de sueños, sanación del aura de mascotas.

En la casa vivían cerca de ocho inquilinos. Estudiantes jóvenes y una mujer solterona, alta, y asomada siempre a las persianas, y dando largos paseos por la ciudad casi siempre fría en aquella primavera.

Los domingos se oía alguna música, tal vez algunos de los trozos más vulgares de Pink Floyd, y todos los inquilinos despertaban tarde. En las noches, cualquier día, alguien tocaba una guitarra. Canciones de Freddy Mercury, esa cosita loca que es el amor. Algo decaía en la mano izquierda, torpe, del guitarrista.

En las tardes, si había algo de sol, la mujer alta se sentaba en el patio, y a veces llegaba la adivina, y hablaban del pensamiento positivo y cómo las enfermedades estaban conectadas al pensamiento negativo. Se contaban algo de sus muertos: las madres en especial. Y de las tareas que un gurú del barrio, que daba cursos de yoga, o de pensamiento zen, le habían dejado a la practicante. Por ejemplo, buscar pasajes del Evangelio en que Jesús no estuviera solo sino actuando con grupos. Y luego dos o tres historias de cualquier otra religión. Podía ser hindú, o maya. “Incluso mapuche”, decía la mujer. Pero historias en que el profeta estuviera en medio de un grupo.

Tenía el arte de la jardinería. La criada negra regaba con la manguera aquellas flores que eran la verdadera obra de arte de la mujer impedida. Se sabía los nombres y sus taxonomías, casi de una forma impresionista: era una especie de Monet imaginaria maniatada por el New Age.

Allí tuvo su primer sueño vagamente erótico: la mujer alta mordía suavemente sus testículos. La sensación se disolvía en otras muchas imágenes.

Tuvo después que pasar un día en un hotel de un barrio de clase media alta. La casa de inquilinos quedó atrás, y la primavera se había instalado por fin. Para distraerse en la tarde paseó viendo las tiendas, hasta que entró en una librería de esoterismo. Los filósofos hindúes del espiritismo, la adivinanza y el buen vivir (el vivir seguro, el vivir libre, el vivir tranquilo) estaban ahí, y el administrador de la librería conversaba casi en voz baja con otro hombre y una mujer. El tema eran los cánceres y las curas milagrosas.

Cenó en McDonalds. El pollo grill. “Desea agrandar”, dijo la muchacha. “No”, dijo él. La muchacha tenía unos ojos negros muy profundos que sabía enfatizar de manera casi virtuosa con rímel en los párpados. Era pálida, angulosa y alta.
Volvió al hotel que estaba casi vacío. El hombre de turno le explicó que la puerta de la escalera quedaba con llave por la noche, pero que se abría por dentro, en caso de que, dios no quiera, pase algo.

Su cuarto estaba en el cuarto piso. Al otro lado había alguien que tosía. Sobrevendría el insomnio de cualquier noche de hotel. En la TV pasaban una larga entrevista con José Emilio Pacheco en ocasión del premio Cervantes. Hablaba de los ríos del DF que habían sido cegados por el asfalto. Él recordó Providence, RI, y aquel río visto recién en junio que, al contrario, estaban reabriendo. Aguas subterráneas, naturalmente subterráneas que nunca ven el sol y que Vicente Aleixandre había puesto en un poema. Un poema que leyó hace veinte cinco años en Matagalpa. Esas aguas nunca dejaban de pasar y se las encontraba ahora en esta ciudad. Esas aguas que nunca dejaban de pasar.

Estuvo despierto mucho tiempo después de haber apagado la TV y la luz. El olor de cenizas de cigarro lo atosigaba. Llevó el cenicero al baño y cerró la puerta. Se asomó por la ventana, un gato caminaba por una tapia. Volvió a la cama. Toda esa gente rotando en torno a la librería, y trozos de conversación, y mujeres estilizadas, disciplinadas en gimnasios de aquel barrio, y las historias del jardín y las aguas subterráneas lo mantuvieron despierto hasta muy tarde.

martes, diciembre 08, 2009

Bricoleur

No será Ud. el vecino que tararea a Madonna por horas y horas, devenires y aconteceres, "años, centurias, eras"?

Es Ud. el que va del baño a la ventana pero siempre pensando en la cama, la cama que traquetea bajo el impulso del deseo Deseo?

Ud. espera ciertamente la hora en que el profesor pronuncie: "pero, claro, tú eres como yo: el Bricoleur" o es más simplemente otra virgen prudente de esas que a montoneras produce la cultura nicaragüense?

Porque si se fija bien no hay otro complejo más íntimo y ardoroso en la llamada poesía nicaragüense que confrontar la virginidad y en eso no hay tanta diferencia frente a la cultura pop: Diana no puede apurar el amor.

Y qué le ha parecido al fin esa última colección? mejor que la Inmaculada?

martes, septiembre 08, 2009

Masculinidades pirata

anda diciendo el hijueputa que yo me las doy de amiga de la Sofía (no, bergante, la Coppola es la única Sofía reconocida por estos lares) cuando yo sé lo que guarda en esa cajita plástica que observa ido de vez en cuando cuando lee de forma supurada como si se tomara el jarabe de aceite de hígado de bacalao las páginas de opinión de los diarios

guarda todas y cada una de las películas que se van haciendo sobre novelas de Corman McCarthy desde la primigenia de Billy Bob Thornton con Rubén Blades por cierto y una horripilante Penélope haciendo de texana de hacienda

piensa el milimétrico en esas descripciones de la planicie en esos diálogos sin guiones en medio de la lluvia que nunca termina en esos gestos de hombría hombradía y enfermo machismo malinchismo todo en resumen una suprema culería enclosetada

el amigo probable y más masculino de Corman que se burla de que yo haya pasado la infancia guindada del arete de la Sofía

guarda los volúmenes de Ché porque Soderbergh es su muso y Benicio su patrón y tras de ellos el fantasma requerido y amenazante del Ché

guarda Heat no te digo que ese imbécil piensa que es mejor que Collateral y todo porque en Heat hay una poética del cristal del auto atravesado por balas y una épica de las tomas desde helicóptero sobre LA (sí, así se pronuncia) y el secreto descuartizamiento de la historia y el convencimiento de que Michael Mann es mejor novelista que Thomas Mann

ahí se está quieto con el ricino de los diarios hasta que se decide y abre su cofre plástico de películas pirateadas

martes, julio 14, 2009

Éticos vs. Adiposos

"Sólo hay dos sandinismos, uno “orgánico", cultivado en las mejores tierras, sin ningún componente artificial, respetuoso del ambiente (sobre todo el ambiente económico), en armonía ética con la naturaleza, referente de una vida pacífica y equilibrada; y el otro, adiposo, grasoso, propagandista de la comida basura y encarnando en ese populismo de la (potencial) alimentación del pueblo. El problema es que ninguno de los dos sandinismos puede escapar de la lógica del capitalismo, y especialmente del capitalismo que segrega la vida “orgánica” de la vida insalubre, como metáfora y componente de nuevas divisiones de trabajo y de clase. En un caso primermundismo de baja intensidad, en el otro tercermundismo."
Pavel Carías, Diario ínfimo e infame, 2009.