lunes, julio 08, 2013

Otra oda

Los muertos de los 70s con caras de poetas constructivos en el estricto

sentido. Los muertos de los 80s tan orgánicos y perseguidos por hormigas.

Los de los 90s peleados con su propia identidad: remolino y sombra

en el triángulo minero. El insomnio de la patria y el de sus insomnieros oficiales:

los poetas. Las columnas oficiales del FSLN y su versión sorry-ass el MRS:

que componen la democracia, arreglan la falda de la Hecatombe del liberalismo que

los engulle. Que hable el paisaje: piedras, páramos, lomas rocosas y cardos

ríos perforados, cercas enloquecidas y sobre todo sol, sol anular.

Esta deriva de guerreros analógicos al paisaje hoy desaparecidos

lo que no quiere decir que ausentes.


jueves, julio 04, 2013

Formas de navegar lo real


28 de mayo

Viajo hoy por la noche a Washington. Llueve en Santiago todo el día. Hace un frío incómodo. En la mañana termino la ponencia. María me ayuda con la maleta que no tuve tiempo de hacer. Un día melancólico, y lleno de bordes melancólicos: el afuera, lo Real, el nihil. Voy acumulando vocablos de mi propio texto. Mi texto melancólico al que vuelvo. Mi texto-vidrio. Entre textos reales, leo el Less than Nothing de Zizek que me resulta de gran ayuda. La forma estética que hiere o causa placer corporal.


Día de lluvia para no salir, pero heme aquí en el aeropuerto de Santiago esperando el vuelo de American Airlines. Los viajes en avión, ya lo he dicho, me ponen en estado melancólico. Me transforman en borde: entre yo y lo real. Me cuento a mí mismo sucesos escandalosos. Cosas que el pudor no me deja pasar en limpio. De eso se trata. Es cierto que hoy la escritura es todo lo contrario. Todo el mundo se encuentra vomitando cada centímetro de intimidad. Es el mercado. Es el hueco. Acá palpita ese gap.

Llueve de verdad, y ya anochece (el vuelo es a las 19:35). Ya entiendo perfectamente este aeropuerto, su estandarización. Es un hambre nerviosa. Ya quisiera estar de vuelta, allá abajo donde diviso los taxis de la salida. Pero tendré que esperar, cinco días. Me conmino a ejercer la meditación y el equilibrio. Incluso pensé días hace que debería salir a correr en W. Lo había planeado así pero el frío que ha hecho en Santiago me hizo dejar mi plan de entrenamiento. No pude coronar exitosamente los 32 minutos para 5 K. Aunque estuve cerca. No quiero con esto que se crea en el triunfo del equilibrio: no, desequilibro el cuerpo. Un abismo, otro, los azúcares, mi ironía de los otros. No, no es fácil.

Pero el consumo te ha investido de poder. Eso dice la arquitectura de este aeropuerto. El taxista honesto me cobró los 15 mil redondos. No quiso atenerse al taxímetro. Lo consideró un acuerdo mío con la secretaria. Llovía mucho y el taxi resbalaba un poco, o trastabillaba sobre los charcos más grandes. Túnel: el comienzo de Solaris. Siempre estoy allí cuando ando en los bordes melancólicos. Que alguien me despierte. Con el tiempo sólo un respeto o una simpatía más pronunciada siento por los creyentes. Con el tiempo Dios me va pareciendo una idea excelente. Por lo menos mucho más que la pérfida ironía pequeñoburguesa. 

Ahora apesta a keroseno, pues llenan los motores del avión. Keroseno y el Ser. La ventanilla del avión y el afuera real. El vidrio y aquello que se olvida. Heiddeger y el keroseno. Siempre fui crepuscular. En el libro de cuarto grado estaba aquel poema de Víctor Hugo sobre el atardecer (traducido por Ricardo Palma?). Yo rezaba secularmente ese poema en la hora del ángelus que era la hora también de ir a comprar las tortillas. Encadeno un poquito esos nombres y me doy cuenta por qué estoy aquí, esperando en este aeropuerto. Formas de navegar lo real.

29 de mayo

Me toca asiento con un hombre muy viejo. Quieto aparte de su tos. Se duerme pronto casi todo el viaje. Como es normal suelta a veces algunos olores poco motivadores. Llueve en toda América, al parecer. Turbulencias. A la salida algunas fuertes. A la llegada a Miami también, pues llovía. Espero ahora el vuelo a W. Recorro las librerías del aeropuerto. Por igual Coelho, Borges, Bolaño o Roncagliolo, es la corrupción. En las revistas las viejas y nuevas celebridades. Nada ha cambiado pero esta vez no compraré el correspondiente número de Esquire que compraba siempre que pasaba por aquí. ¿Cómo comencé a temerle más a los aterrizajes que a los despegues? ¿El aeropuerto de Panamá con sus vientos?


 La noche artificial, el sueño y el amanecer iguales, incluido el desayuno, para disimular un poco que se vuela toda la noche. Chile está tan lejos. Leo en parte del viaje. Zizek sigue explicando las tesis del Parménides de Platón. Llegó a Deleuze, Lógica del sentido. Parte del argumento no lo entiendo. Sí entiendo que en filosofía el canon es más estricto, corto y venerable. No existe un Platón de la literatura, señor Bloom.

(“HAROLD: Pero, Shakespeare.”)

Y rebatir o combatir sobre fragmentos oscuros resulta de vida o muerte. Y la escuelita de filosofía chabacana de Nicaragua? Los sofisticados y marchitos pupilos del pasmo? 


Ahora me asalta el sueño, y no será extraño que quede dormido en el otro avión. Haitianos en el servicio de limpieza. Sospecho que de origen haitiano el guardia que aceptó mi entrada a USA. Pero un blanco etnocéntrico en la cola se quejaba por el dinero gastado en el aparato federal: era muy joven, y vociferaba, es decir, para ser escuchado por nosotros los extraños que entrábamos a este país.

Varios tipos de memoria en estos aeropuertos: comidas rápidas tomadas en varios de ellos en diversas circunstancias sobre diferentes contextos. La primera vez que vine a USA entré por Houston. Un bosque a lo lejos. Un downtown a los lejos. Por qué quería ir a W.? Por nostalgia: fui a Washington en octubre de 2004 (Greyhound Pittsburgh-W). Por entusiasmo: la feria de los latinoamericanistas. Por nostalgia una vez más: esos viejos Estados Unidos de película que uno espera encontrar, y no encuentra al fin y al cabo.

Escribiendo mi ponencia, apuradamente, me di cuenta y me dije a mí mismo: esto es un libro, tendría nada más que organizarlo y escribir cinco páginas por semana durante algunos meses. (No tema el lector: soy productivo ideando libros, improductivo escribiéndolos.) La teorización me entusiasmaba. Iba al libro de Zizek, o a cualquier otro libro, y encontraba ideas dignas de ser pasadas en limpio y ampliadas en mi “libro”. Una especie de enamoramiento en que todas las mujeres son la misma y la única, sin fragmentación posible.

Sí, tengo sueño a esta hora de la mañana, y allá en casa los niños estarán levantándose para otro día de colegio. Debe ser una mañana brillante y con buen aire en Santiago luego de tanta lluvia.

martes, junio 18, 2013

Milagros de la vida futura

 Ha recibido gran cobertura en medios nicaragüenses, y provocado relativamente gran controversia, el asunto del Canal interoceánico que supuestamente se construirá en los próximas décadas, y que el gobierno sandinista proclama como la vía hacia el desarrollo.

Resulta decepcionante esa singularidad que no sabíamos (aunque sospechábamos). Que el desarrollo siga siendo el objetivo (y la ideología-objeto que no merece crítica, como si no refiriera a un desarrollo concreto: capitalista y dependiente) y que la vía hacia el desarrollo haya sido redescubierta en un antiguo sueño de las oligarquías.

El periodista Carlos Fernando Chamorro, quien elabora una crítica agresiva a la forma en que el gobierno ha negociado la cuestión del Canal, llama, sin embargo, a ese plan fantasmal (y como fantasmal, antiguo)  "el sueño de casi 200 años de vida independiente" 

Pero bien puede argumentarse lo contrario: es exactamente el sueño no nacional sino elitista de 200 años de vida dependiente, y al que al parecer ni el sandinismo ha podido sobreponerse.

Aunque la información y el análisis crítico sobre el Canal de parte de los medios opositores ha tendido a ser valioso, hay que decir que la independencia de los mismos está muy mediada por sus propios intereses ideológicos. De manera que ha menudeado también el oportunismo, como aquel de los políticos más tradicionalmente serviles con los Estados Unidos que de pronto descubrieron la palabra "soberanía". Cf. Eduardo Montealegre pronunciando extrañamente el vocablo.

Del lado de los medios oficiales ha dominado un entusiamo teológico y acrítico. Un joven miembro de la Juventud Sandinista nos habla de los "milagros de la vida futura" implicados por el Canal. Pero no hay una sola reflexión sobre el atraso tecnológico y la dependencia implicada en él.

Nadie ha hablado tampoco de elevar el nivel educativo que se hará cargo de ese ineludible "desarrollo" que llegará tan pronto.

el sueño de casi 200 años de vida independiente

el sueño de casi 200 años de vida independiente
el sueño de casi 200 años de vida independiente Milagros de la vida futura
El sueño de casi 200 años de vida independiente
El sueño de casi 200 años de vida independiente
El sueño de casi 200 años de vida independiente

miércoles, junio 05, 2013

1978

En necesidad de boceto, regreso del colegio.

Desde hace semanas que rechazo y desconozco a Batman (que ponen a mediodía en la TV). Mi ansiedad va por otro lado.

Pero hoy, sin ansiedad, regreso solo. Prendo de todas formas el aparato y ponen Peyton Place.

No, esta vez no veo La caldera del diablo. Hay una interrupción.

Es el último juego del Mundial de Fútbol de 1978. Gana Argentina. Kempes, Passarella, reprise.

El fútbol no me interesa nada. (Tampoco ahora.) Pero veo (recuerdo) a la multitud celebrando, y veo, según el poema, con "una boba pupila sin destino."  

Me interesa la fábula representativa no importa su consecuencia. Si hay otro, devorarlo.

 He limpiado meticulosamente el recuerdo, lo importante es dejar fuera cosas. 

Cuando recuerdo una lluvia o una tormenta eléctrica, hago que martillee en el libro que leo. 

Así, esa multitud ajena me sirve para una lista, o mejor un boceto.

Hago la línea que se va desviando.

Dios se refugia en el alero, esperando que pase la lluvia. Hay afueras más grandes. Palmeras bajo la lluvia blanca.

Estos proyectos, te digo, son vastos. Un tatuaje a lo Papillon.

 Una matemática del fútbol, con hojas que se multipliquen. Un Peyton Place de la filosofía.

El materialismo es mi sociología.

viernes, mayo 03, 2013

Isonauta II



De pronto el reto de vivir en esta temporalidad se vuelve difícil. Llega el otoño, hielo santiaguino. Batallo por la concentración. Viejas canciones de la radio que no suenan quietas sino que ocupan demasiado espacio. El sol apenas asoma. Sabemos que la tarde será fría. Sopa. Muchas harinas.
Evidente que la negligencia es una compañera incómoda. Algo sucia, no importa. Pero hay algo en sus largas esperas.
Sopas de lentejas, chorizos, aguacates, frijoles y habas, pero especialmente ensaladas: espárragos. There is a fire in me, dice el radio. Mousse de frambuesas.
El mercado. Agnès Varda. Está lleno hoy de frutas desconocidas. Las frutas doblemente enmarcadas, por la cámara y por la ventana. Lo desconocido de las frutas introduce un paradigma extraño para nosotros. Roland Barthes. Nos aferramos a las chiltomas. El vendedor, que nos llama caceritos, nos aclara que se trata de un pimiento. El mundo es remoto frente a sí mismo. Pasamos al sector de las acelgas que han crecido mucho. Los grandes zapallos escuchan.
Nadar en el agua tibia del sueño. Algún libro, novela filosófica o filosofía novelada. La clasificación de noches repetidas ha producido esta noche de escritura.
Lucho por una palabra olvidada: desafección, desinencia. Con ella enfrentaré la tarde.

martes, abril 30, 2013

Isonauta (diario)



Vargallosismo palurdo. La idea de que el realismo es la realidad. Sucede con una crónica probablemente homofóbica publicada en Confidencial. Pero, además, es una tecnología realista diseñada para demoler al otro, de Pichula Cuellar a Arguedas.
Leo de madrugada. No es cómodo. La luz del aparatito me hiere la vista. Luego de una hora, ya cuando sé que va a amanecer, pongo el texto, y me sumerjo un poco en el sueño. Tengo el inicio de la experiencia esquizofrénica: el cuerpo irradiando la totalidad, vibrando en vértigo. En la infancia lejana pensaba que era epilepsia, me autodiagnosticaba y seguía practicando noche por noche. Luego llegó la prosa. Pero esta vez dura muy poco: suena inmediatamente la alarma. Es la hora de no levantarme. Se levanta María, yo me sumerjo, o trato. Ya no tengo más experiencias de irradiación terráquea.
He encontrado mi método de meditación (nunca es válida la cacofonía, perdón). Leo el libro de Zizek, Less than Nothing. El aparatito (un kindle) me informa que faltan 41 horas para que termine el libro. Lo que no sabe el aparatito es que me gustan ese tipo de compendios de filosofía. ¿No era yo el que corría por pasillos y veredas recomendando leer ¿Qué significa pensar?? También adoraba, extrañamente, un libro de Ortega y Gasset, otro compendio. El libro de Zizek, lo dije ayer, se detiene en el idealismo alemán.
La alegoría de Benjamin. Yo le cambiaría ruinas por olvido. Al ir de espaldas leyendo voy viendo algo de lo que olvido. Por eso menciono esos nombres.

sábado, marzo 23, 2013

Algunos espectros amigables

La noche es una entrada La noche es un mar

Y estoy deseando Verlos aparecer cruzando un sendero no identificado Pero verde

Lo acariciado El grito El automático cambio de escena

Suelo entrar así a apartados sintáxticos y apartamentos imaginarios

Hada Velo y Carnada

Piezas de 1971 Se abren unos ojos sobre los otros

Los libros entran a puñetazos en el lector electrónico

México 1918 Un tipo en kimono (poeta y todo) contemplando un ruiseñor muerto

A qué hora amanece en Santiago durante el mes de marzo?

La almohada está arriba Manejo la penunmbra con la pantalla

Estos son los cuerpos que amo en sueños

Mi forma de amarlos es tocarlos y contradecirlos Referencia Reverencia

Los escribo en formas que detectan su olor

Enseño toperías marsupiales a mis fantasmas

Estoy cuidando al Niño en la madrugada ¿Lo salvo de un recuerdo?

O: desperté Cortés alto y amarillo Fauno desdentado

(Este es el paisaje nicaragüense en Febrero)

Los espectros amigables que traen Miel sólida/ ria

 Pregunto por vos Para que vos me despertés Para ver si hay castigo en voz

Para mí que todo es una secuencia

martes, febrero 19, 2013

La ciudad y el tacto



Este, el cine. Y qué película viste en este cine?

Una con Richard Burton.

El cerebro de Richard Burton inconsciente en el hospital laboraba aceleradamente con habilidades para destruir la realidad.

Ahora la boletería está condenada. Ciudad sucia llena de pecados discretos: aceras, árboles, lomas. La tarde encendida produce lloviznas. Sopla el monte. Por un instante quedamos como esas estatuillas de la foto, entre uno y otro linde. Sol y sombra. Todo está fuera de foco. Todo redujo su tamaño.

Me oriento por el tacto de los pasos. Olvido bajo el sistema escueto de las manos. El río lamento en su sitio. Las escenas finales: varas, grúas, pendencias.

Las palabras escalofrío buscan su cauce si llegás así de pronto a este pueblo: un gánster, una sombra.

En este recodo escuché desmoronarse el río. Aquí está el candado del paso, el cierre del pan, la llave del hotel, la honda necesidad del caucho.

Este es el otro cine. Hoy es una puerta. Aquí vi sin duda El tambor de hojalata, y aprendí a decir sonámbulo Angela Winkler.

Este era el antiguo Hotel Bermúdez, allí donde está ahora la puerta cerrada de Góngora.

Entraba la luz hispánica entre mis manos de ajolote colonial. Aquí dijo alguien Molagüina.

Fui al mercado a buscar a las muertas. La abuela teológica con quien yo debatía el vago significado de las tres divinas personas. Debe estar muerta. Su deber. Su hermana obsesiva. Su sobrino que vendía sopa abajito.

Y la Niña de Pantasma con la colección de muchachitos en la sombra tan larga del cuarto.

Una mujer va trepando ahora. Cuál era la acera? Cuál era el árbol?

La cuesta idéntica de La Chispa: yo pasé aquí de noche, entre la cuartería, el lodo corre

También haré ese silencio.

GuaNunca, verano de 2013

lunes, enero 28, 2013

Poetas y cortesanos



Leo Ilusiones perdidas. (La edición Porrúa esquiva el artículo en el título.  En un tiempo lejano, Porrúa fue parte de la invasión editorial que provocó la revolución, y alcancé a coleccionar un Papá Goriot, una Cartuja de Parma, unas obras de Shakespeare, una Poesía de  Góngora. Tiempos de lectura que ahora están quietos.)

Es obvio que el libro se lee como texto marxista. El acento sobre el ser/tener y no sobre la conciencia. Uno de los asuntos que encuentro más intrigantes hasta ahora es la calidad de la crítica a la nobleza.
Una nobleza de primera clase que vive en París (y no figura en una novela que pertenece más bien a las Escenas de la Vida de Provincia), otra nobleza provinciana que es vapuleada en el texto, y otra nobleza natural que es la del poeta. Podría decirse, incluso, que en la novela el poeta (figura de la incierta modernidad) es puesto entre paréntesis en su causa noble.

Me intriga, pues, la calidad de esa crítica visto que la burguesía como tal no parece ofrecer modelos ideales. Si uno lo mide por Sechard, el obrero devenido burgués (un pretérito padre Karamazov) es evidente que es un mero padecimiento moral antes que la posibilidad de una construcción creativa y efectiva. Para comenzar no advierte la importancia de los cambios en la técnica y los medios de producción. No se le ocurre que hay que pasar de las planchas de madera a las de metal. Y no es casual que la novela comience discutiendo precisamente el negocio de la impresión, ese conglomerado de la letra, la técnica y la industria.

 La ilusión opera en el vínculo del hijo de Sechard con Lucien,  y la justificación política-estética sobre éste está basada en el argumento de la nobleza de sangre. El proyecto político del poeta es el de la aristocracia. Al llegar a la página 45 uno se entera: “Luisa hizo abjurar a Luciano sus ideas populares acerca de la quimérica igualdad de 1793, despertó en él la sed de distinciones (…) y le mostró la alta sociedad como el único teatro que debía frecuentar.”