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viernes, septiembre 07, 2012

Conducta sustitutiva

Otras cien páginas.

Bruno conoce en El Espacio de lo Posible (un retiro campestre de verano que combina radicalismos filosófico y New Age: todo muy postmoderno) a Christiane. Es una especie de simbólico reencuentro con la madre hippie.

El tema escritural es la propia sexualidad, el deseo como proyecto políticamente incorrecto. De hecho lo notable como narración en esta parte son las grandes restrospectivas sobre su vida que Bruno va contando alternativamente a Michel y a Christiane.

La escritura es compensación por la imposibilidad sexual:
Las palomas (Columbia livia) picotean el suelo sin parar cuando no pueden conseguir el codiciado alimento, aunque en el suelo no haya nada comestible. Y no sólo picotean de ese modo indiscriminado, sino que a menudo se alisan las plumas; esa conducta tan fuera de lugar, frecuente en las situaciones que implican frustración o conflicto, se llama conducta sustitutiva. A principios de 1986, poco después de cumplir treinta años, Bruno empezó a escribir. (pp. 178-179)

La mano que leyó esta misma novela hace algunos pocos años, ha puesto al pie de este capítulo con lápiz: Laborit, pensando sin duda en la película de Resnais Mi tío de América. La mano que leyó esta novela pensó un poco ingenuamente que sus marcaduras serían duraderas o útiles. Casi nunca es así. Pero quizá esta sea una excepción. La novela de Houellebecq parece opuesta a la identificación meramente cultural (estructural, postestructural) de la vida humana, y busca la conexión científica. Se nota en el lenguaje escueto, en la largas referencias a las conquistas de la física y la biología (Michel es científico de punta), en la incorfomidad con la explicación liberadora de la cultura, en su naturalismo literario. Véase, por ejemplo, el alegato de Bruno en contra de la filiación (pp. 167-169), en donde se revela la indoblegable competitividad de los machos, padres e hijos, por el sexo de las hembras jóvenes: una especie de feminismo al revés, señor Houellebecq.

El proyecto literario de Bruno, que Phillipe Sollers ("parecía ser un escritor conocido" p. 186) parece aprobar, se vuelve una especie de rabieta contra el multiculturalismo con bordes de proyecto de extrema derecha. La ansiedad por las chicas jóvenes, sus alumnas, que fornican con africanos, termina por llevar a Bruno al racismo y el intento de seducción bastante ridículo de una menor magrebí. El proyecto literario de Bruno termina en el manicomio. Locura fingida, oportunista y temporal, parece una acusación en contra de la escritura y los escritores en cuanto tales, con sentido universal y particular: la transmodernidad mediocre que a Bruno le ha tocado.

Con su divorcio, a los treinta y cinco años, Bruno siente que ha terminado la primera parte de su vida (p. 200).






domingo, agosto 12, 2012

Partículas

Releo cien páginas de Las partículas elementales. Voy reconociendo las historias, los personajes como si fueran viejos conocidos hoy casi olvidados.

Siento de manera más directa que la vez primera el sentido moralista (en sentido bueno o clásico) del texto: los huérfanos, hijos del 68 y de la liberación sexual en un mundo terrible y desértico. Identifico también que el Michel tan abstraído en la ciencia es el alter ego del autor (nacieron el mismo año, se llaman igual).

Hay páginas de las que quiero apartar la vista. Por ejemplo, los abusos sexuales, físicos y psicológicos que Bruno sufre en el internado. Las muertes de los abuelos, asimismo, son narradas casi de forma naturalista. No digamos las cosas del cuerpo y la sexualidad. Aunque entiendo la ironía. Véase en la página 22: "En el caso de Djerzinski, estas consideraciones estaban fuera de lugar: la polla le servía para mear, y eso era todo."

Justamente, es una novela generacional pero sin la autocomplacencia que surge, por lo general, cuando alguien invoca la palabra generación.

(Entreparéntesis: No es "generación" un concepto meramente sintagmático?

No lo parten de arriba a abajo la división en clases sociales y la competitividad propia de los estamentos literarios e intelectuales?

No es mero correlato de un discurso nacional rancio y menos que una comunidad transparente la opaca asociación en base a intereses, simbólicos pero, en fin, intereses?)

 El descreimiento flaubertiano, la distancia disciplinada y crítica nos recuerda a cada paso que esto es novela en borde árido.

Con esa desesperanza acompasada sigo leyendo.