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jueves, febrero 07, 2008

ICEBERG INVERTIDO

Tarea de escritura

Un escritor debería conocer los condicionamientos culturales y materiales que inciden en su tarea. Pero conocerlos no es fácil.

Quizá uno los sabe sólo vagamente, los averigua por la noche pero los olvida en el día. Se acerca a enunciarlos al despunte de la mañana y desiste en pleno mediodía. De ahí, en parte, la angustia de Carlos Martínez Rivas:
“Y para todo esto sólo se te dieron palabras,
verbos y algunas vagas reglas. Nada tangible.”
De las “vagas reglas” para escribir casi nadie habla en Nicaragua. Esto porque la escritura conserva por aquí cierto halo de divinidad. Todos hemos hecho proyectos para ONGs, artículos por encargo, o hemos ayudado a editar textos y libros vacíos. Trabajos alimentarios, es verdad, con los que no queremos ensuciar el manto sagrado de la escritura.

¿Pero no son estos textos paralimentarios elementos fundamentales de esa otra cosa que queremos llamar escritura? ¿No la condicionan?

A mí me entusiasma la escritura de este blog, precisamente, por esa incertidumbre autoinflingida: la mixtura del texto, su degeneración, su indecisión. Pero soy conciente que en ese entusiasmo por lo débil e híbrido habita un peligro.

Tibieza

Al hacer el respectivo examen de conciencia he sentido, a veces, la amenaza de la tibieza. El famoso dictamen apocalíptico:

“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. Apocalipsis 3-16

De hecho vivimos en un mundo tibio. Así como somos tibios consumistas, la filosofía del presente es pensamiento débil.

Durante el examen de conciencia elaboro una agenda mínima de los asuntos de la lucha diaria que componen la constelación material de lo que bien o mal escribo.

Agenda mínima
1. hijos y familia
2. respeto propio
3. tiempo para crear
4. distinguir la verdad


No sé si este tipo de listas adquirirá sentido escritural o sólo es detritus (y por algo va para el blog). Quizá se quede sólo en el orbe de los valores y la materialidad. Incluso el orden de elementos es conflictivo: por qué no “distinguir la verdad” de primero? por qué no el “respeto propio” en un presente tan mercantil?

En resumen: el asunto del marco material en que escribo no se deja escribir tan fácilmente pero abarca más de lo que visualmente mostraría una escritura "bonita".

Y la teoría del iceberg, por cierto, ha envejecido.