Sendas con flores de cerezos y sonido de podadoras
Día de Job abierto en el libro del mundo
Un invierno intermitente en el corazón de la primavera
Oscuro y cercado pero cálido y animal
La imaginación de las mareas y de la traslación
El sistema solar inmanente saliendo de la boca
Blanco y negro el ardor y la quietud
El breve frenesí del saber y la fuga de la hora
Al final de la pérgola y la música
viernes, agosto 30, 2013
lunes, agosto 26, 2013
Destazo ciego
No seré crítico de poesía y sus consiguientes muletillas: década, generación, escritura.
Peor aún: yo poético, qué cachivache inservible.
No vindicaré fechas de publicación fronterizas de tal y cual década.
Olvidaré por fin la revistita.
El grupito que se come las uñas del otro.
No diré la gloria de la fluidez en las redes.
Este blogcito pletórico, simpático, ágora con catarro.
No copiaré a Ludmer en mi cuaderno para decir
una vez más se terminó la literatura.
Me dedicaré a descreer esta frase mil veces pendeja
de Bolaño: "la literatura es un oficio peligroso".
Rencoroso vilioso vicioso pero peligroso da risa.
No la generación del hombre de arena
Ni la de la cabezona
Tampoco la generación del destazo ciego.
Peor aún: yo poético, qué cachivache inservible.
No vindicaré fechas de publicación fronterizas de tal y cual década.
Olvidaré por fin la revistita.
El grupito que se come las uñas del otro.
No diré la gloria de la fluidez en las redes.
Este blogcito pletórico, simpático, ágora con catarro.
No copiaré a Ludmer en mi cuaderno para decir
una vez más se terminó la literatura.
Me dedicaré a descreer esta frase mil veces pendeja
de Bolaño: "la literatura es un oficio peligroso".
Rencoroso vilioso vicioso pero peligroso da risa.
No la generación del hombre de arena
Ni la de la cabezona
Tampoco la generación del destazo ciego.
Etiquetas:
diario íntimo,
poesía nicaragüense,
teoría literaria
miércoles, agosto 21, 2013
Mares
El mar decís el mar con tono histriónico eliotista
Sacas de la manga del mar una sirena ahogada
Yo te pensaba ese mar comunista y feminista
Ecográfico que resistía las duras tempestades
Te susurraba citas de Spivak y multiplicaba en cuartería
los One´s Own Room
Antes de dormir recorro el paraje lunar
Es el páramo del western más algún cardo
Es la ausencia de dios más un fantasma
Es la infancia clavada en la cruz de la autoficción
Esta mano la lleva Eliot mientras escribe
No por masturbadora menos entera e incomprensible
Colonial diría Bécquer / y tú me lo preguntas
Colonial eres tú
El mar desde el páramo y el páramo desde el mar
Sacas de la manga del mar una sirena ahogada
Yo te pensaba ese mar comunista y feminista
Ecográfico que resistía las duras tempestades
Te susurraba citas de Spivak y multiplicaba en cuartería
los One´s Own Room
Antes de dormir recorro el paraje lunar
Es el páramo del western más algún cardo
Es la ausencia de dios más un fantasma
Es la infancia clavada en la cruz de la autoficción
Esta mano la lleva Eliot mientras escribe
No por masturbadora menos entera e incomprensible
Colonial diría Bécquer / y tú me lo preguntas
Colonial eres tú
El mar desde el páramo y el páramo desde el mar
martes, agosto 06, 2013
Unimembres
Iba para San Francisco, asiento de
ala y motor, y vagamente tentando en el ruido Modern Times
a través de los audífonos el álbum
de la primavera “Spirit on the Water”. Era noche, ¿lloraba la
noche? Profunda allá abajo la
imagen del valle de luna tal vez el set de una vida tal vez el
escenario que me proponía ver y
habitar antes de dormir, cada noche. Si tú vas a San Francisco, no olvides. No
olvido. Una larga cola de aviones que despegaban uno a uno en el aeropuerto de
Houston. El caribeño cerrado, como galvanizado bajo una capa de decisiones
rotundas, había entrado al avión. Una tormenta eléctrica a lo lejos sobre
continentes de temblor. Me entredormía sobre las cartas de un Tarot privado. El
futuro era el ayer.
En la mitad del 2004 tenía el vicio
ya arraigado de husmear entre los Cds usados en el gran almacen del quinto piso
en Forward Avenue. El último disco que pesqué allí fue Love and Theft.
Tengo la sombra del álbum en esta computadora. El tatuaje también quedó en el
aire. El almacén cerró (lo supe en persona en octubre de 2005). Son las
canciones con las que mi pequeña almita (Charly dixit) bailaba cuando
vivíamos en Alderson Street. Pero los bailes producen fantasmas y hay una
ardilla mirando este baile ahora, sin ansiedad.
Este disco elegíaco dice que luego
tuvimos que irnos de Alderson. Recuerdo esa madrugada en que fui a tirar a la
basura los últimos tres ejemplares de Road movie. Así era todo:
elegíaco. Después fui a recogerlos: no iba a dejar el tatuaje o de todas
maneras lo dejé. Ya no estaban las voces y mandolinas de los rusos que
desvelaban a veces. Ni las fotos de los que habían tenido menos suerte y habían
salido dejándolo todo. Esas madrugadas en que se toman taxis al aeropuerto.
A la medianoche llegué a San
Francisco y me alojé en el Baker Hotel, a una cuadra del Barrio Chino.
Recordaba vagamente (por Hitchcock of course) que la ciudad tenía
bajadas y subidas. Intentaba oraciones aquella noche. Unimembres. No en el
sentido de plegarias. Ahora, por ejemplo.
Este disco se detiene de noche. (No
he dicho nada de la técnica, pero supongo que había pasado ya del CD player al
Mp3: es igual, algo se había disuelto en la noche.) Se detiene digamos cuando
se agotan las pilas. Se ve un mar de luces. Alguien despierta. Alguien se
incorpora. Los deseos como los recuerdos
vuelven a su base.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)