sábado, diciembre 09, 2023

Ya hago amagos

 

Ya hago amagos a los muertos

No el escuchar con mis ojos, sino hablarles

Desde el Prefacio. Ordenemos esto, o esto tenía un orden

         que no mirábamos.

La fiesta del cielo es muda, un espejo de grafito.

Ante el espejo que hablamos mientras hay lengua y no gusanos

O ceniza. Ya no es la primavera en que escribía Márgenes

(me veo revisando en un bus de la 61C el ejemplar nuevecito

         dedicado a mi padre que tiene meses de muerto)

es el tiempo en que se dice contradictoriamente que esto

tenía un orden y se le dice a los muertos.


feb. 2023

miércoles, septiembre 13, 2023

Fusilaría a los hermanos Coen

 

Estoy convirtiéndome en un viejo llorón

Al parecer mi salida del teatro del mundo será entre lágrimas, como en una ópera—pongamos que

    barroca por meras preferencias estéticas

Leyendo lloro por los huérfanos

En los audífonos lloro con los Ángeles Negros, no se puede continuar

En el cine porno entro a llorar por las formas humanas: el ano, el clítoris, los testículos

La poesía, como es obvio, me hace llorar a carcajadas

 

Fusilaría a los hermanos Coen (los cineastas)

Su idiota ironía y sus inútiles (perdón, Jeff Bridges)

El padre enfermo de Alzheimer caga delante del hijo—secuencia que resume todo su cine

desgraciado

Cualquier posmo de mierda provinciano troskobudista

Encontraría peliaguda esa secuencia

La secular ausencia de un cine democrático

 

Conforme el tiempo pasa me voy convirtiendo en un viejo llorón

De la coyuntura nicaragüense puedo decir que hoy veo con mucha más sorna a la clase media

ah peregrina ah perseguida ah lameculista

y que se me hacen más nítidos los violentos linderos de clase que caracterizan a esa sociedad.

A la vez percibo que me he quedado por fuera de cualquier lógica nacional la que, en el caso de

    Nicaragua, pasa por estar afiliado a alguna Personalidad

La vida cultural de Nicaragua en los 90s era aburrida. Tres celebridades—Sergio Ramírez, Gioconda

Belli y Ernesto Cardenal—se comportaban como las Tres Divinas Personas. Cardenal, el mejor de

los tres, al menos tuvo la decencia de declararse chavista. Era lo correcto dada la coyuntura

En cierto sentido preferiría ser una viejo pedorro como Vargas Llosa o Sergio Ramírez

Viejos pedorros pero burgueses

Y no un viejo llorón que vive de su salario

lunes, febrero 20, 2023

Series blancas

 Veo una serie anodina. No hay grandes encuentros sexuales ni asesinatos atroces ni extraterrestres o zombies. Con esas ausencias ver esta serie es como ponerse al lado del camino que cantaba otrora el poeta. Pero no veo, no digo esto, para santificarme o santificar el serial. Sé que la maquinaria del capital también trabaja esta narrativa. Hay paisajes de pueblos costeros quizá del Mar del Norte, tal vez demasiado estetizados. El antiguo estado de bienestar británico trabaja en esta serie en la figura de un médico general que atiende a los pobladores del pueblo marino. Es generoso, dedicado y padece de algunos TOCs. Quizá también no tan secretamente está en el espectro autista. Tal vez necesita estar en ese espectro para ser bueno sin dobleces. Como tal es el envés de personajes del tipo de Breaking Bad o House. En vez de la serie médica que enerva, la serie blanca que apacigua. Para un domingo por la noche cumple casi funciones lustrales.

Veo otra serie blanca. Es sobre los destinos de una pareja que se divorcia. Aunque hay vagabundeos eróticos de los personajes, no se muestran los encuentros sexuales. Ningún asesino serial persigue a los divorciados. No hay extraterrestres o zombies. He caído, me doy cuenta, en las garras del costumbrismo capitalista más intrascendente. La épica de la sobrevivencia individual y violenta tipo The last of us le es ajena. Todo se reduce a las contrariedades de la clase media blanca neoyorkina. Vagamente persiguen el arte, el buen negocio y un hedonismo de restaurante (o de matrimonio). Pienso en los afanados guionistas que se debaten entre el apaciguamiento y la marca de distancia en sordina. Por ejemplo, la divorciada establece una relación con un hombre afroamericano. El exmarido pregunta en una cena: “¿y tu anterior esposa también era blanca?”. Los guionistas se han puesto en el borde de la transgresión neoconservadora. La serie es del tiempo de Trump (que todavía no termina). Pienso en los afanados guionistas que al menos no enfrentaron la infausta tarea de escribir para una serie modelada por los reality shows. Nada más triste que series tipo The Office que idealizan la vida de trabajo en un culebrón interminable. Tampoco vi nunca Get Back, la serie de ocho horas con The Beatles, dirigida por Peter Jackson. Ocho horas, dios.