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domingo, noviembre 22, 2015

Memoria de la transición

El medio electrónico Confidencial, en ocasión de la muerte de Antonio Lacayo, ha ponderado la transición nicaragüense de los años 90s, de la que Lacayo, ministro de la presidencia de Violeta Chamorro, fue agente decisivo.

Como se ve en los reportajes, los entrevistados--algunos de ellos también elementos clave de la transición, como el comandante Bayardo Arce o el ex-vicepresidente Sergio Ramírez--, no vacilan en exaltar la actuación de Lacayo en aquel trance histórico.

Lo que no aparece en los medios nicaragüenses es un análisis crítico de aquella transición. Como quienes hablan--todavía y exclusivamente--son ellos mismos jueces y parte del proceso, no caben dudas metódicas sobre ese pasado todavía reciente.

¿Es el caso humanitario de la muerte inesperada del agente político que obnubila momentaneamente las mentes de gente por otra parte pensante?

Lo dudo. También se trata de una operación en que se trata de asentar una memoria exclusiva (y excluyente). (Confidencial, por otra parte, puede ser considerado de hecho un medio "oficialista" de aquella transición.)

Yo no sé si en algún lugar los historiadores--en especial los historiadores jóvenes--estarán pensando de manera más crítica aquella transición. Como he repetido algunas veces desde este blog, la transformación del gobierno de Chamorro en un significante vacío y blanco, ha ocultado el carácter elitario de los acuerdos de transición: acuerdo arriba entre Chamorro y la elite sandinista, desestructuración abajo. (En el campo de la memoria, hay libros que responden canonicamente a esa estructura: las memoria de la propia ex-presidenta Chamorro; las memorias de Gioconda Belli.)

Hay una serie de preguntas que, por otra parte, deberían responderse para hacer de esa memoria un cúmulo menos contundente (y más democrático).

Un solo ejemplo. ¿Cuándo inicia la transición? Definitivamente, no el 26 de febrero de 1990. Uno podría remontarlo sin problemas a 1987 y a la firma de los tratados de Esquipulas. Con Esquipulas se comenzó a sellar el giro al (neo)liberalismo del sandinismo.

Dado que en cierto sentido el sandinismo dejó de pensar en 1974, no hubo ningún debate sobre las implicaciones de aquel tratado en que se potenciaba una victoria militar del estado sadinista, y, menos visiblemente por entonces, se acataba una derrota política.

¿Y no va a coronarse en cierto sentido el espíritu de Esquipulas en la idea desmadrada de un Canal Interoceánico como gran proyecto geopolítico del capitalismo dependiente propiciado por el sandinismo?

El problema no es pues si este u otro político muere en estado de santidad.  El problema es de la historia, y de la (falta de) memoria.

miércoles, febrero 25, 2015

Hace 25 años terminó la guerra fría

En Nicaragua hace 25 años (el 25 de febrero de 1990, con el triunfo electoral de Violeta Chamorro) comenzaron los años 90s.

Fue una época de reconciliación para los de arriba (el FSLN-MRS y el gobierno Chamorro) y de sálvese quien pueda para los de abajo.

Débil en su fuerza política pero apoyada por el sandinismo opositor, Chamorro pudo desentenderse de la sociedad empobrecida de la posguerra civil para entretenerse con la pirotecnia de los programas de ajuste neoliberal, las ofensivas ideológicas conservadoras: por ejemplo, en la educación (con el Opus Dei Humberto Belli como Ministro de Educación) y los trofeos de posguerra fría (Chamorro ofreciendo un AK-47 a George Bush padre).

Se puede alegar que Chamorro encabezó una transición democrática, siempre y cuando se entienda la jerarquía explícita de tal transición. Apertura reconciliadora democrática arriba, desestructuración, empobrecimiento, emigración abajo.

La sensibilidad social de la élite política nicaragüense ha sido tradicionalmente nula. A eso no renunciaron los arquitectos del pacto de transición (los "pragmáticos" del sandinismo--Daniel y Humberto Ortega y Sergio Ramírez-- junto al equipo familiar-institucional de Chamorro).

Como he dicho en este blog varias veces, curiosamente el Signo Blanco-Violeta Chamorro es visto por las elites nostálgicas como el Signo Deseable para un modelo democrático. Pero yo creo que sin una crítica a fondo de ese Significado Blanco no se avanza nada en discutir realmente qué sería la democracia o lo democrático en una Nicaragua que luego de 25 años sigue tan fragmentada como entonces.

Con respecto a la sobrevaloración de Chamorro como Signo Blanco, repito algunos ejemplos que he mencionado en entradas anteriores:

-Tomás Eloy Martínez acabó creyendo que la historia de Nicaragua estaba en la casa de Chamorro. 

-Andrés Pérez Baltodano considera a Chamorro ejemplo de una mente no colonizada!

-Gioconda Belli piensa que Chamorro "maternizó" a Nicaragua.


Como diría el poeta: "Patria que para qué pare parias"


P. S. 26 de febrero
No deja de ser sintomática la solicitud de los actuales partidos opositores de que el 25 de febrero sea declarado "Día de la democracia".

jueves, noviembre 19, 2009

De los intelectuales con madre

Curiosamente, hay quienes idealizan los 1990s, en especial el gobierno de Violeta Chamorro, como modelo de organización ideal y, a estas alturas, deseable. Para eso se sentimentaliza y, sobre todo, se ideologiza. Se asume un ideal socialdemócrata en aquel gobierno, una concertación social exitosa, una transparencia informativa histórica, y una identificación familiar entre la gobernante y sus gobernados (Violeta, para estupefacción de muchos, entre ellos yo, sería una "madre" deseada y añorada). Digo ideologización en un sentido casi mecánico o engeliano: una inversión de la realidad en la mente del que tiene esa percepción.

Me atrevo a proponer mi propia ideologización: ninguna de esas supuestas victorias políticas de Chamorro penetraron en el cuerpo social: lo que se lee ahora y teleológicamente por arriba no es lo que se vivió por abajo. Neoliberalismo crudo, desestructuración social, fragmentación, consolidación de un modelo informativo de mercado: en general, la paradójica presencia de una "madre" que confirma el apotegma de Juan Rulfo: el gobierno no tiene madre. Quiero ideologizar pero quizá no idealizar: se juntaron con Chamorro las principales fuerzas políticas del país, incluido el sandinismo (porque desde que nació el sandinismo no es un ética sino un pensamiento estatal).

Pero como la historia es irónica, no sería extraño que se consolidara en el futuro una idealización ideológica de Chamorro como "madre". Pongo aquí una bibliografía de urgencia que puede llevar más o menos exitosamente a consolidar esa bárbara teleología.

Gioconda Belli "Una mujer otra vez"

Andrés Pérez Baltodano "El silencio de Chávez"

Tomás Eloy Martínez "Sombras de la revolución en Nicaragua"

Lastimosamente, estos árbitros de la ideología son también intelectuales.

miércoles, diciembre 12, 2007

De mentes no colonizadas

En la mesa peleaban keynesianos y neoliberales, estos se encontraban en franca desventaja argumentativa. Se les recordaba su alianza estratégica con la invasión de Irak, pura coalición de la voluntad, su complacencia con el golpe del 2002 en Venezuela, y el desastre social que han significado en América Latina las privatizaciones a mansalva. El más Sereno de entre ellos, y del bando neoliberal, dijo un por qué no te callas? iracundo y, quieren algunos, filosófico.

Los secuaces keynesianos tenían la estrella y la fama de la década. Pero bastaba ver hacia atrás para darse cuenta que en la década anterior la estrella era neoliberal pura. Sus nombres son conocidos: Fujimori, Menem, Carlos Andrés Pérez, Collor de Mello, Salinas de Gortari, Violeta de Chamorro.

Con esa Corte ningún Regio habría convocado el Silencio.

Todos habían vuelto a la democracia y habían sido electos. Pero no olvidar, cuestión de la memoria, que el Gran Neoliberal fue siempre Pinochet: háblase por eso de El Milagro de Chile.

Esta genealogía no es muy heroica que digamos, y sufre algunas otras complicaciones, como todos sabemos: corrupción, pobreza, emigración en masa, caracazos.

No es preciso siquiera hablar de historia para referirse a estos hechos; basta con hilvanarlos de memoria. Es algo que está ahí no más en el pasado, vivido por todos y no olvidado todavía.

Algunos dicen en tono muy ideológico, y en referencia al actual gobierno sandinista: "los 17 años de neoliberalismo", queriendo decir: 1. que el neoliberalismo comenzó en 1990; 2.que terminó en 2007, cuando el FSLN volvió al poder. Nada más lejano de la realidad. El neoliberalismo llegó al poder en 1987, tras los acuerdos de Esquipulas, ejecutado por los economistas que asesoraban al gobierno de entonces, y no se ha marchado todavía. Así que son 20 años completos. Ojalá que sólo fueran 20, cosa muy dudosa vistos los entusiasmos del FMI con los programas económicos del gobierno sandinista.

Sin embargo, es obvio que la transición de 1990 fue la consagración neoliberal del país. Chamorro echó las bases, Alemán le añadió corrupción, y Bolaños servilismo con los designios imperiales. El caso de Chamorro es, ciertamente, curioso por su ausencia ejecutiva en las políticas del neoliberalismo: reinaba, no gobernaba. Algunos, incluso escritores, se entusiasman con su domesticidad, su habilidad para sobrenadar la turbulencia: caso de significante blanco en entorno de mercado negro.

Con todo esto, resulta curiosa la recomendación que hace la revista Envío en su número más reciente. Se refiere a Violeta Chamorro, como modelo a ser imitado por Chávez y secuaces. Textualmente:
el ejemplo de la Presidenta Violeta Barrios de Chamorro, en sus relaciones con los poderosos del mundo, fue un ejemplo de sencillez y dignidad que los nicaragüenses y los latinoamericanos deberíamos estudiar con atención. Esa mujer mostró las posibilidades que ofrece una mente no colonizada. Y vale la pena aclarar: el caso de Violeta Barrios de Chamorro no se explica por su posición de clase, porque la clase a la que ella pertenece ha generado un sinnúmero de dirigentes bipolares que se mueven entre la sumisión y la agresividad frente al poder


¿Qué será en este caso una "mente no colonizada"? No fatigaré a Fanon o Bhabha. Casi por intuición: lo que se sugiere aquí es que los presidentes no deben gobernar, por ejemplo, discutir en una mesa en que está presente la Realeza, los asuntos de la economía y la política; se deben limitar a reinar con "sencillez y dignidad" (con "domesticidad" dirían algunos otros intelectuales). Todo Significante Blanco asegura la ausencia de palabras altisonantes. Para eso, de manera más inescrutable, y en otras mesas menos Serenísimas los especialistas acatarán lo que otros especialistas, de la economía sobre todo, ordenen. Es un esquema que pertenece, sin duda, a la década de los 90s: grunge, postmodernismo, garantía de inversión extranjera, privatización, y reinado serenísimo del FMI.

Sin pretender negar, por supuesto, la herencia política de Chamorro. No me refiero solamente a la, digamos, buena estrella política de Mundo Jarquín (verse convertido en coordinador de una facción sandinista disidente), sino, fundamentalmente, a que en torno a ese significante blanco se está procreando cierta historia ideologizada.

El mejor ejemplo lo da, inopinadamente, el argentino Tomás Eloy Martínez en un artículo más o menos célebre, que publicó END el 21 de mayo de 2004. Martínez advierte que en la casa de doña Violeta "están las sombras de su historia y las de su país, Nicaragua, que a menudo se confunden". Es decir, esa casa, en ese artículo, simboliza el epicentro de una historia que contar. Una historia cuyos calificativos se han ido acumulando con el tiempo: sencillez, domesticidad, dignidad, sentido común, reino sin gobierno. Una historia más Real que verdadera.