Bajo la delgada capa de secularización, ebulle en Nicaragua el deseo de santidad. Su marco cristiano-católico.
La aparición del santo. La indudable existencia del santo. El "olor de santidad".
Esos conceptos no deben dejarse del lado en el análisis cultural y político.
Algunos de sus textos cabecera (su biblioteca particular): Rugama "Como los santos", Cardenal "Autobiografía" (4 tomos, santos en derroche), la colección completa de El Taller San Lucas, y El Pez y la Serpiente.
La correspondiente biblioteca "diabólica", que es como el negativo de la santidad, nuestros Baudelaires cruzados con nuestros Mallarmés (Martínez-Mejía).
(Advertía PAC que estos poetas jóvenes habían roto con la tela de la santidad.)
El sandinismo sin ironía ha sido un camino de santidad. Su "camino en la gloria" que dijo el incrédulo cubano (te lo dice un hermano).
Los santos proliferan en los campos urbanos (no se trata de un oxímoron) de Nicaragua.
Santos instantáneos que conversan con dios, en la dermis del país. Mientras en la epidermis las clases dominantes (el ejecutivo, los medios, los partidos, las ONGs) luchan a brazo partido por la santidad.
Mostrando entradas con la etiqueta cultura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cultura. Mostrar todas las entradas
martes, octubre 21, 2008
lunes, febrero 11, 2008
Aprendiendo / enseñando cultura
La semana pasada comenzaron las clases universitarias e inició el curso de cultura mesoamericana que imparto en la UCA. Por eso me parece pertinente reflexionar sobre lo que he aprendido enseñando ese mismo curso en los últimos años.
Y esto porque ponen a prueba:
Posibilidades de cambio/ posibilidades de los valores
En los últimos años he ido modelando el contenido y el estilo de enseñanza del curso. Algunos puntos fundamentales del aprendizaje que propongo son:
En otras palabras: un esquema antropológico modelado por el postcolonialismo que trata de salir del relativismo. O de manera más práctica: los condicionamientos históricos y políticos de la cultura y la posibilidad de los valores.
Esto suena abstracto pero deja de serlo cuando aterriza en problemas concretos:
De hecho, estos tres textos, aunque no son por supuesto los únicos para leer, forman el eje “ideológico” del curso.
Un hecho político
Para el tiempo de la Cruzada de alfabetización—primera gran experiencia pedagógica de muchos de mi generación—aprendí que la alfabetización es un hecho político con implicaciones pedagógicas (y no al revés). Esa especie de guía mental de los alfabetizadores provenía, por supuesto, de Paulo Freire.
Y es asombroso (pero a la vez natural) que una verdad como esa busque la realidad (la realización) tantos años después.
Como sabrán los expertos, en la escuela de postgrado se suele jugar al más listo. Muchas horas son consumidas en la competencia de la última lectura y el último teórico. En condiciones de predominio del supermercado de la teoría, esto se vuelve obcecación.
¿Es esto conformismo? ¿Marrulla contra sí mismo o contra los alumnos? Podría ser.
Una última nota sobre el concepto de Mesoamérica. En vez del concepto arqueológico, remitido a las culturas prehispánicas, en este caso hablamos del conjunto plural de culturas que habitan los espacios de México y Centroamérica, estableciendo ejes sincrónicos y diacrónicos de sus convivencias y conflictos.
Buscamos unir lo existente y lo temporal.
pedagogía
cultura
Mesoamérica
He aprendido fundamentalmente que los cursos universitarios constituyen un escenario político decisivo.
Y esto porque ponen a prueba:
--La teoría: Uno puede estar al “último grito” en teoría, o ser más o menos dogmático o heterodoxo. Impartir este curso pone a prueba qué tan superficial es en realidad mi teoría, sobre todo el vocabulario especializado, y hasta dónde mi dogmatismo es autoritario o mi heterodoxia es acomodaticia y resignada.
--La ética personal: Dar un curso es tener y administrar una posición de poder. Todo lo dicho en el ítem anterior debe ser sopesado según esta verdad.
Posibilidades de cambio/ posibilidades de los valores
En los últimos años he ido modelando el contenido y el estilo de enseñanza del curso. Algunos puntos fundamentales del aprendizaje que propongo son:
1. Los ejes temporales y espaciales de las culturas
2. La colonialidad como hecho fundamental
3. Sabiendo que “no hay un documento de civilización que no sea, a la vez, un documento de barbarie”, pensar las posibilidades de cambio a partir de la cultura.
En otras palabras: un esquema antropológico modelado por el postcolonialismo que trata de salir del relativismo. O de manera más práctica: los condicionamientos históricos y políticos de la cultura y la posibilidad de los valores.
Esto suena abstracto pero deja de serlo cuando aterriza en problemas concretos:
1. La observación de un grupo cultural. Por ejemplo, Octavio Paz analizando a los pachucos (en El laberinto de la soledad).
2. Las diferencias de género y sexualidad. Por ejemplo, durante el carnaval del Torovenado de Masaya (tal como lo estudia Erick Blandón en Barroco descalzo)
3. La subalternidad. Por ejemplo, en el testimonio de Rigoberta Menchú (Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia).
De hecho, estos tres textos, aunque no son por supuesto los únicos para leer, forman el eje “ideológico” del curso.
Para el tiempo de la Cruzada de alfabetización—primera gran experiencia pedagógica de muchos de mi generación—aprendí que la alfabetización es un hecho político con implicaciones pedagógicas (y no al revés). Esa especie de guía mental de los alfabetizadores provenía, por supuesto, de Paulo Freire.
Y es asombroso (pero a la vez natural) que una verdad como esa busque la realidad (la realización) tantos años después.
He aprendido que se aprende por larga duración, y que hay que buscar en sí mismo los hilos que conecten tu propia experiencia con la de la clase concreta.
Como sabrán los expertos, en la escuela de postgrado se suele jugar al más listo. Muchas horas son consumidas en la competencia de la última lectura y el último teórico. En condiciones de predominio del supermercado de la teoría, esto se vuelve obcecación.
Sin embargo, un curso de pregrado en condiciones reales (sobre todo en condiciones de una universidad nicaragüense) deja poco espacio a la pedantería.
¿Es esto conformismo? ¿Marrulla contra sí mismo o contra los alumnos? Podría ser.
En un curso de cultura se camina en un angosto espacio: a un lado la trampa de la simpleza; al otro, la esquizofrenia de la teoría.
Una última nota sobre el concepto de Mesoamérica. En vez del concepto arqueológico, remitido a las culturas prehispánicas, en este caso hablamos del conjunto plural de culturas que habitan los espacios de México y Centroamérica, estableciendo ejes sincrónicos y diacrónicos de sus convivencias y conflictos.
Buscamos unir lo existente y lo temporal.
pedagogía
cultura
Mesoamérica
Etiquetas:
cultura,
cursos,
Mesoamérica,
pedagogía,
política cultural
lunes, mayo 07, 2007
Cosas prácticas
La cultura es un ámbito moroso en nuestra provincia. Incluso, lo que circula rápido, va lento (aparte de ciertas confesiones íntimas de las estrellas--y aclaro que esta frase se debe leer de manera figurada, pero no poética--hay poco movimiento y confrontación en, por ejemplo, los blogs nacionales).
El problema, en parte, es cómo dar con la talla de un debate que nos incluya sin ahogarnos. (Somos como un imperio soviético en diminuto: nos refriamos apenas salimos a ver la teoría. Mencionaría a algunos resfriados ilustres, pero no vale la pena, pena propia.)
Considérese por comparación cierta vitalidad política cultural de los argentinos. En el Bazar Americano, por ejemplo.
Ese link me ha llegado vía Link (Daniel) del que a la vez he admirado sus cartas a Miguel Fucó, entre otros textos. De esa misma constelación: Cultura Caníbal de Iván Pinto.
Para los que se orillan al límite perturbardor del porno y el erotismo, recomiendo, asimismo, Shidua, que es una Nova Antologia de Poesia Erótica. Ilustrada.
¿Pero qué queda de práctico en todo esto?
El problema, en parte, es cómo dar con la talla de un debate que nos incluya sin ahogarnos. (Somos como un imperio soviético en diminuto: nos refriamos apenas salimos a ver la teoría. Mencionaría a algunos resfriados ilustres, pero no vale la pena, pena propia.)
Considérese por comparación cierta vitalidad política cultural de los argentinos. En el Bazar Americano, por ejemplo.
Ese link me ha llegado vía Link (Daniel) del que a la vez he admirado sus cartas a Miguel Fucó, entre otros textos. De esa misma constelación: Cultura Caníbal de Iván Pinto.
Para los que se orillan al límite perturbardor del porno y el erotismo, recomiendo, asimismo, Shidua, que es una Nova Antologia de Poesia Erótica. Ilustrada.
¿Pero qué queda de práctico en todo esto?
Etiquetas:
Argentina,
cultura,
erotismo,
recomendaciones
Suscribirse a:
Entradas (Atom)