“dime la mía” RD
En estos países aislados, en estos países sonámbulos
En estos países concentrados en sí
En estos países dormidos
En estos países narcisistas ¿cuánto importan los otros
países americanos?
No, no importan nada. Son los espejos
para peinarse.
Uno le tira a la buena conciencia progresista
un hueso colombiano, uno venezolano,
uno nicaragüense, y esa buena conciencia lo roe
pero desde su sonambulismo.
En estos países entredormidos
los huesos se duermen entre dos sombras de sí mismos
acunados por algún son patriótico que los desvela
y quizá algo de fútbol.
En el insomnio despiertan para seguir en lo mismo
en ese sí mismo inexorable, como un destino.
Dicen por ahí con jerga apabullante los deconstruccionistas
que la ontoteología, que la anteojera metafísica
que las tripas juntas y unidas de Nietzsche Heidegger y
Derrida
se derretirán unidas para derrotar al sueño.
Pero el sueño de estas repúblicas es más profundo
Propofol y aguardiente, narcisismo y ensueño
y algo de fútbol.
Y un despliegue mediático que interpela y roe las rodillas
de las clases medias,
esas que atraparán en el aire el hueso de otra república
para apaciguarse.
Apretarán en el puño el hueso de la melancolía, lo pondrán
entre el esternón y el pubis.
Y apaciguarán sus conciencias las repúblicas con ese hueso y
esa melancolía.