En el Aeropuerto también hay un rincón revolucionario.
Se venden los documentales y las memorias de la revolución.
La música de Carlos Mejía no para todo el día. Nicaragua, nicaragüita.
A 20 dólares un documental sobre el 19.
--¿Es "La Ofensiva Final"?--pregunto.
Pero el muchacho no sabe que haya un documental mexicano sobre la ofensiva final. Sí sabe que este que cuesta 20 dólares (no se aceptan córdobas) lo hizo Fulano (y menciona un nombre junto a un Apellido Oligárquico).
Las memorias de la Gioconda con la portada de la mujer anónima que sostiene el AK-47 (para siempre decapitada).
También Adiós, Muchachos.
Y el libro gordo del ex-jefe del ejército.
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miércoles, febrero 17, 2010
domingo, diciembre 13, 2009
Una muchacha llamada Milagros
Vos sos como una puertecita "mental" para combatir al Estado en un continente en que millones de seres luchan todos los días contra el Mercado.
Está bien que por esa puertecita mental entren las ilusiones de la clase media, juvenil, informada, esperanzada de por fin encontrar un nicho en este jodido mercado global.
Nada como los compromisos odorizados y blancos (y secretamente ambiciosos).
Los orilleros de San Salvador, Lima o Rio, orilleros y blogueros, y algunos que escriben de verdad (porque la verdad sea dicha: vos no escribís nada ni interrumpirá nunca tu labor política un mero asomo de estética) seguiran intermitentemente desapareciendo en el sublime global.
Pero esa desaparición sólo testimonia que vos sos todo lo contrario a un paradigma de verdad.
Reconozco que dada la índole patética de tus escritos hay un sentimiento natural de deseo de ayuda en tus lectores. Sos la ONG particularizada, vuelta ente o mónada o sujeto.
Sos tan posmo en esa insistencia en que tu pequeña historia es más importante que cualquier otra. No necesariamente una teórica posmo sino una especie de parásito inconsciente del posmo (porque reconozcamos de una vez que tu vuelo teórico tampoco es muy alto que digamos).
Tu pequeña historia es la más importante del mundo. Si eso no es metafísica de la presencia no sé que será.
Lo que no sabíamos es que el Mercado cucharea metafísica de la presencia todos los días. Y Derrida se da vueltas en la tumba.
Como Hija Huérfana del Mercado que lucha contra el Estado despiertas siempre ansias de Orestes en los lectores que también se sienten huérfanos de ese puto mercado global: todos esperan la hora de la Epifanía en que te dirán a ti, oscura y vulgar Ifigenia: vive por fin hermana en ese nivel de clase media que merecías.
Esa narrativa me recuerda la de la telenovela escrita por la honestísima Delia Fiallos titulada Una Muchacha llamada Milagros, que vi desde otro barrio orillero en 1974.
Está bien que por esa puertecita mental entren las ilusiones de la clase media, juvenil, informada, esperanzada de por fin encontrar un nicho en este jodido mercado global.
Nada como los compromisos odorizados y blancos (y secretamente ambiciosos).
Los orilleros de San Salvador, Lima o Rio, orilleros y blogueros, y algunos que escriben de verdad (porque la verdad sea dicha: vos no escribís nada ni interrumpirá nunca tu labor política un mero asomo de estética) seguiran intermitentemente desapareciendo en el sublime global.
Pero esa desaparición sólo testimonia que vos sos todo lo contrario a un paradigma de verdad.
Reconozco que dada la índole patética de tus escritos hay un sentimiento natural de deseo de ayuda en tus lectores. Sos la ONG particularizada, vuelta ente o mónada o sujeto.
Sos tan posmo en esa insistencia en que tu pequeña historia es más importante que cualquier otra. No necesariamente una teórica posmo sino una especie de parásito inconsciente del posmo (porque reconozcamos de una vez que tu vuelo teórico tampoco es muy alto que digamos).
Tu pequeña historia es la más importante del mundo. Si eso no es metafísica de la presencia no sé que será.
Lo que no sabíamos es que el Mercado cucharea metafísica de la presencia todos los días. Y Derrida se da vueltas en la tumba.
Como Hija Huérfana del Mercado que lucha contra el Estado despiertas siempre ansias de Orestes en los lectores que también se sienten huérfanos de ese puto mercado global: todos esperan la hora de la Epifanía en que te dirán a ti, oscura y vulgar Ifigenia: vive por fin hermana en ese nivel de clase media que merecías.
Esa narrativa me recuerda la de la telenovela escrita por la honestísima Delia Fiallos titulada Una Muchacha llamada Milagros, que vi desde otro barrio orillero en 1974.
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jueves, abril 09, 2009
Días de guardar
El portón del mercado está cerrado como señal de los días santos. Pero en los tramos exteriores abundan el pescado salado, los tamales pizques y rellenos, los frijoles, el queso, los almíbares de la estación y el pinolillo. Se traiciona gozosamente la Cuaresma con ofrecimiento de chicharrón y alguna limitada oferta de posta de cerdo, ahí donde sobresalen las patitas lavadas, afeitadas y cortadas de los chanchos en mesas bastante marcadas por el uso.
Busco inútilmente una chuleta fresca de pargo. Porque son días de comida conservada según técnicas antiguas: la sal sobre el esqueleto del pescado, la hoja de plátano para la masa de maíz de los tamales, el dulce duro de rapadura para el almíbar, el maíz tostado y molido del pinol.
(Cuando llegó el tiempo de la conservas en lata fue que triunfaron las sardinas, siempre disfrazadas de sirenas exuberantes en los impresos.)
Aunque sea una señal que se hace a un tiempo ido, ha triunfado leve y fragmentariamente el pasado.
Hay turistas de vez en cuando.
Busco inútilmente una chuleta fresca de pargo. Porque son días de comida conservada según técnicas antiguas: la sal sobre el esqueleto del pescado, la hoja de plátano para la masa de maíz de los tamales, el dulce duro de rapadura para el almíbar, el maíz tostado y molido del pinol.
(Cuando llegó el tiempo de la conservas en lata fue que triunfaron las sardinas, siempre disfrazadas de sirenas exuberantes en los impresos.)
Aunque sea una señal que se hace a un tiempo ido, ha triunfado leve y fragmentariamente el pasado.
Hay turistas de vez en cuando.
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martes, febrero 03, 2009
Lectores con un mercado al hombro
Todos somos lectores con un mercado al hombro.
Ya sé que De Certeau es útil para casos de dudas existenciales: ni el mercado más simétrico evitará nuestra sinuosidad. Sinuosidad al recorrer el mercado del libro.
Pero es ingenuo abrir un blog para hablar de "literatura" sin dar cuenta del mercado que llevás en el hombro.
Así descubro lo que este blog no es.
Ya sé que De Certeau es útil para casos de dudas existenciales: ni el mercado más simétrico evitará nuestra sinuosidad. Sinuosidad al recorrer el mercado del libro.
Pero es ingenuo abrir un blog para hablar de "literatura" sin dar cuenta del mercado que llevás en el hombro.
Así descubro lo que este blog no es.
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