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martes, octubre 12, 2021

Homosocialidad y poder revolucionario

 

Ernesto Cardenal tomó venganza de Rosario Murillo en su último poema. En los que son, quizá, los peores versos de Cardenal, dice:

el país entero en manos de una loca

la del estéril bosque de árboles de hierro

y en manos de un presidente sin huevos

gobernado por ella

Aunque se trata de un largo poema místico (probablemente no mucho mejor que otros ya publicados por él, poeta en quien la mística es esencial), Cardenal quiere introducir en el poema la actualidad en su referencia a los sucesos de abril de 2018 y sus críticas al gobierno de Daniel Ortega. ¿Por qué los peores versos? No por la crítica o la oposición a Ortega, sino, me parece, por la fijación testicular. Nunca fue, en apariencia, en los largos poemas políticos de Cardenal, asociada la cuestión del poder con los testículos. O, al menos, fue siempre una elipsis significativa: la homosocialidad se entendía como caso de comunidad y fraternidad (todos somos hermanos, decía Sandino, etcétera).

Tanto en el terreno de las letras, como en el de la mística o el de la política, lo que Cardenal suele diseñar son espacios homosociales. Sus héroes culturales, sus maestros, sus ejemplos de afiliación (Coronel, Merton) son siempre masculinos, e incluso sus némesis literarias o políticas (Carlos Martínez Rivas, Somoza García) extienden esas redes de homosocialidad. Eso sí, la pugna política y literaria que instala con Somoza García en los años 1950s, y que se resuelve con una derrota (que es la derrota de la rebelión de abril de 1954), él la transforma en derrota personal y avatar místico. La aparente consolidación de la dictadura de Somoza García, provoca una convulsión en el alma del joven Cardenal. “Por extraño que parezca—cuenta en sus Memorias—, rápido como un flash mi mente percibió una superposición de Dios y el dictador como si fueran uno solo; uno solo que había triunfado sobre mí.” (Vida perdida 90). Es notable aquí que la victoria de un hombre (Somoza) sobre el otro (Cardenal) aparece santificada por la convulsión mística. Aunque en el fondo sea asunto de competencia masculina, la cuestión testicular no aparece tan en la superficie, como lo será en el dicterio contra Ortega. Pero no hay que olvidar que el choque con Somoza-Dios depara una vida de emasculación simbólica. 

Siguiendo dentro del caso de Somoza-Cardenal: para llegar a ese extremismo, en que vida personal y vida política nacional se entrelazan de una manera tan determinante y dramática (o, incluso, melodramática), se requiere cierto afecto de pertenencia bastante radical. Pero intuyo que tal afecto de pertenencia no está tan bien distribuido, incluso hoy día, a lo largo del espectro de clases en Nicaragua. O que las causas e identificaciones son dispares. Unos pertenecen mejor y de forma más determinante que otros. Por eso, entre otras cosas, es interesante estudiar a criaturas literarias como Cardenal: porque muestran cómo canta para ciertas clases el ave del nacionalismo (alguna debe haber). En ese sentido, si bien el nacionalismo de Cardenal se puede entender como notabilismo—identidad de notables (para pecar un poco de abrupto: Cardenal se despide de su paisaje como quien se despide de su finca), con el sandinismo logra algunos cruces de clase e ideológica con otras versiones del nacionalismo (todo lo que estaba en la onda en los años sesenta: anti-imperialismo, castrismo, tercermundismo, indigenismo-hippie). Este entrecruce se advierte en poemas como “Las mujeres del Cuá” en que unas campesinas víctimas del Estado somocista, sueñan con los guerrilleros: “los ven de noche en sueños/ en extrañas montañas”. La distancia entre sueño y vigilia, inconsciencia y razón, campo y ciudad, es salvada por la presencia masculina (y pública y política) del guerrillero. No quisiera insistir que si hay algo poco representado en la poesía de Cardenal son las mujeres. Aparte de las Claudias e Ileanas que rechazaron al poeta de joven, provocando la venganza de los epigramas, se cuentan con las manos de los dedos otras presencias femeninas en su poesía. Parece notable, en ese sentido, el exabrupto contra Murillo.

Durante la atrabiliaria lucha por el poder cultural entre Cardenal y Murillo, en los años 80s, había momentos en que el poeta podía gozar de cierta condescendencia del Comandante (él lo llama Daniel en sus memorias), que, al parecer, lo libraba un poco de la locura de Murillo. Wellinga, que descobija parte de las luchas mencionadas, cuenta una visita de Daniel Ortega a la casa de Cardenal en que el guerrillero le pide disculpas al poeta. De ser verdad lo narrado ahí, Cardenal ya había dicho de viva voz las ofensas del poema más de treinta años atrás en la mismísima cara de Daniel. “Mi ataque más fuerte fue ése: decirle a Daniel que era dominado por ella. Y Daniel entonces, hubo un momento, sólo un momento en que él se sulfuró, de que allí se le estaba tocando su hombría y no lo permitía.” (Wellinga 137). Es obvio que Cardenal guardo aquella hombría en su tarjetero, quizá clasificada bajo la H en que también cabía la palabra huevos. Hombría refiere entre otras cosas, creo yo, a la identificación de un rol masculino dominante en el poder revolucionario, siendo expresión correspondiente de tal idea de poder, la importancia de las alianzas entre jefes revolucionarios varones (la Dirección Nacional Conjunta, Daniel y Sergio, Daniel y Cardenal, etc.). Apunto, quizá menos como certeza que como proyecto de investigación, a que en el caso de Cardenal-Ortega (en contraste con el caso de Cardenal-Somoza) ocurre un rompimiento en la homosocialidad del poder revolucionario, el cual perdura hasta, literalmente, el último poema del poeta. 

El corolario, aunque procaz y precipitado es quizás necesario como cierre de este texto: fue siempre cuestión de huevos, si bien la mística lo encubría.

miércoles, noviembre 26, 2014

Autoritarismo, totalitarismo, notabilismo

En varias entradas de este blog me he referido a la cuestión de la universidad y los notables, dentro del contexto específico de Nicaragua.

Recientemente, Andrés Pérez Baltodano afirma, en el semanario Confidencial,que la falta de autonomía de la Universidad nacional (la UNAN) se debe a que, a diferencia del somocismo que era únicamente autoritario, el gobierno sandinista actual es totalitario, y un régimen totalitario no puede convivir con notables del estilo de Carlos Tunnerman et. al.

O sea que, punto a favor para el horroroso somocismo, es el florecimiento de lo que en otra entrada llamé la versión floral del caudillo, que es ese notable heredero por clase como tribuno, daríísta amateur y escribidor autoritario (y totalitario) de lo nacional. (Véase, en 1967, las espléndidas fiestas darianas que organizó el somocismo con abundante venia de notables.)

Gracias a la revolución se vio bien, sin embargo, la poca fe universitaria que tuvieron esos notables cuando llegó el turno de gobernar. Se acordaron poco de la autonomía, fueron al estado y al gobierno, de hecho abandonaron la universidad, para reafirmar su notabilismo, el que reclaman y reclamarán para siempre.

Al parecer les importó poco el espíritu de la autonomía que había impulsado Fiallos. El candidateo político, su función como "analístas" (en realidad ideólogos de la derecha divina) y su todología letrada son marcas evidentes de la "totalidad" nacional a la que pretenden servir.

El notabilismo es un tipo de autoritarismo que corresponde a una sociedad poco democrática en que de hecho la Universidad no resulta necesaria como espacio de debate ideológico y político, de expasión y democratización de los saberes y de movilidad social.

Los notables solo requieren la Universidad y su autonomía en cuanto los reafirma, como eco narcisista, en sus labores heredadas.

No son víctimas sino entes activos de la ausencia de autonomía universitaria.


viernes, junio 08, 2012

Los neoliberales contra las universidades

El FMI quiere, al parecer, que se reasigne el 6% del presupuesto estatal que reciben las Universidades nicaragüenses.

El cometido sería trasladar parte de ese presupuesto a la educación básica y técnica, que son muy carentes en Nicaragua.

La justificación ideológica (aunque con ornamentos desarrollistas) es que hay una especie de derroche en las Universidades que bien podría paliar la precariedad de otros componentes del sistema escolar.

La comunidad universitaria ha protestado por lo que ven como una amenaza al sistema educativo universitario. Creo que están en lo cierto, y su protesta me parece justa.

Ante todo porque el sistema universitario nicaragüense es tan carente como lo es el sistema educativo en su conjunto.

La fábula de una Universidad nicaragüense rica, derrochadora, incompetente y burocrática viene de las miradas neoliberales que han logrado introyectar en muchos el chip del evangelio fondomonetarista.

Hay que saber que el recorte deseado por el FMI forma parte de toda una estrategia de ajuste. El retórico "control del gasto" es decir el recorte a la educación y el bienestar social.


También hay que saber que el dogma neoliberal se ha vuelto endémico a todo nivel en Nicaragua: en sectores del gobierno, ONGs, think tanks, partidos, ideológos, intelectuales, periodistas, medios.


Se puede mencionar, por ejemplo, a la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES) o al ex-ministro de Educación Humberto Belli. Recurriendo a su calidad de expertos, este tipo de organismos o intelectuales de derecha neoliberal, pretenden, siguiendo lecciones de la cultura política del país, "gobernar desde abajo".

El ex-ministro Belli en particular se ha afanado con una serie de declaraciones y artículos en contra del presupuesto universitario.

El 9 de mayo, Belli recomienda revisar la asignación del 6%, o, por lo menos, el pago de gastos básicos de las Universidades (que corren por cuenta del Estado).

El 10 de mayo declara que el 6% es una carga pesada, que las recomendaciones del FMI son buena oportunidad para "debatir", que las universidades gastan mucho y aportan poco, y que en realidad reciben mucho más del 6 %.


El 21 de mayo, Belli escribe que la tasa 6% para educacion universitaria es irracional (claro si la vestimenta neoliberal se propone siempre como racional), que no tiene sustento democrático o de desarrollo. Dice Belli:"estamos ante políticas que deben revisarse en función del bien social", y llama al debate.

El 28 de mayo, Belli ve las manifestaciones de la comunidad universitaria contra el FMI como carentes de razón, y recomienda a gente dentro del gobierno lo racional que sería revisar el 6%.

Belli toca la tecla tecnocrática y neoliberal que sabe presente y activa dentro del gobierno de Ortega. En este sentido es que intenta "gobernar desde abajo", o lo que es lo mismo desde su expertise.

Con relación al neoliberalismo en el gobierno de Ortega es importante la tesis del sociólogo Amaru Barahona, publicada el 31 de mayo, de que hay una convivencia de dos modelos, uno alternativo y de izquierda, tutelado por al ALBA, y otro neoliberal, al que se afilia la política económica oficial de Ortega, y que pasa por seguir las directrices del FMI.

Más recientemente, Barahona dice que esa convivencia de modelos antípodas provocará en pocos años una crisis económica.


Todas las declaraciones de Belli sobre presupuesto universitario (yo no elevaría sus declaraciones al nivel de "debate sobre educación") pueden entenderse como cortejo, afianzamiento, opción por la uniformidad en torno a las políticas fondomonetaristas.


Otra cosa que hay que saber es que Belli, como Ministro de Educación del gobierno de Violeta Chamorro (1990-1996), echó a andar un proyecto de privatización de la educación primaria, que terminó de pauperizarla aún más, luego de la guerra y la crisis económica de los 1980s.


Este tropiezo gubernamental no ha afectado ni su afiliación ideológica ni su lugar de experto en temas de presupuesto educativo gubernamental.

El 4 de junio, Belli echa mano del argumento típico "de clase": con el 6% el albañil financia al doctor. La preocupación "por los más pobres" implica privatizar de manera escalonada la educación: el experimento que ha hecho crisis en Chile el año pasado, lo podríamos estrenar pronto en Nicaragua.


El llamado de Belli al "debate" ha sido contestado en cierta medida por el programa Esta Semana, y el semanario Confidencial, del periodista Carlos F. Chamorro.

Belli es invitado al debate televisivo del día 3 de junio, junto al Telémaco Talavera, rector de la Universidad Agraria y presidente del CNU . El debate no es tanto sobre educación universitaria como sobre presupuesto universitario, y concretamente sobre los temas típicos de la agenda neoliberal: eficiencia económica, transparencia económica, desarrollo económico.

De alguna manera esto lleva a una especie de planteamiento corporativo en torno a la eduación universitaria: cuántos alumnos, cuánto gasto, cuántos empleos, cuánta producción, cuánta ganancia. Por eso entre los consultados en el reportaje que  acompaña al debate se encuentra el presidente del organismo de los empresarios, COSEP.

Se ve, desde esos puntos de vista, a las universidades como potenciales empresas y al sistema universitario  como correa de transmisión entre la educación y el empleo. Esto no es tan sorprendente si se piensa que expertos que vienen de la Universidad, como Carlos Tünnermann, y para colmo con formación humanista, han recomendado ya antes una relación de sangre entre Universidad y empresa. (Ver artículo de Tünnerman del 12 de mayo de 2009, que ya comenté en este blog).

El "debate a fondo" que propone Esta Semana es "sobre la rendición de cuentas del 6%" como lo dice honestamente el periodista Chamorro. ¿No será más eficiente que el Estado deje de pagar los servicios básicos de estas "empresas" para estimular la productividad? Es el tono del "debate", más o menos.

Como se sabe en el ideario de la eficiencia comercial, lo estatal (y aquí las Universidades son esa bestia antidiluviana) es visto como retrógrado, irracional, ineficiente e "ideológico". Ya Belli se afanó suficiente para apuntalar bien el terreno de ese debate.

Una deplorable declaración de Tünnerman a los periodistas de Confidencial termina de configurar la estrategia conciente o inconcientemente neoliberal del "debate":

"Tünnerman explica que una buena estrategia para garantizar el buen uso de fondos es analizar y modificar la cantidad de profesores de planta que poseen las instituciones. "Las universidades estatales tienen profesores de este tipo en un 85% o 90%, asegura. El educador aboga por la promoción de profesores horario y la creación de un eslabon entre la educación básica y la superior." (artículo en Confidencial)."

La eventual destrucción o fragmentación de la comunidad universitaria no parece preocupar en estas declaraciones. La conversión de los educadores en profesores "taxis" que ha sido típica de los procesos de ajuste en América Latina, tampoco. La devaluación de la calidad educativa en general de estas medidas no aparece en tal paisaje ideal.

En el esquema ideológico de intelectuales como Tünnermann lo saberes residen en un grupo muy reducido de notables que hablan por el "pueblo", y generalmente son especialistas en Rubén Darío. Desde ese esquema, la distribución jerárquica de los saberes no es un problema. Por eso quizá pueden coincidir hasta cierto punto con ideólogos del presupuesto universitario (como Belli).


¿Qué tipo de comunidad de saberes es o puede llegar a ser la Universidad? ¿A qué se refiere uno cuando habla de "transparencia" en relación con la Universidad? ¿A los principios intelectuales de nuestra investigación? ¿Al efecto democratizador del saber que puede tener nuestra actividad de extensión? ¿A la honestidad y disciplina intelectual de nuestra docencia?


¿Como no ser adocenados y enjaulados y recortados por el vocabulario economicista y tecnocrático del FMI y los fondomonetaristas? ¿Creen los notables que su deseo privatizador y  jerarquizador del saber--una larga tradición en Centroamérica, se los aseguro--va a llevarse de maravillas con los principios neoliberales?


Una última pregunta que podría plantearse sería en relación al clasismo con que se abordan los problemas del presupuesto universitario. El afán de reducir la eduación universitaria a una educación técnica (de expertos, y no de ideólogos, y mucho menos de intelectuales) esconde el deseo de reservar lo intelectual (por muy adocenado que esté en torno al darianismo conservador) para la elite.


Creo, en cambio, que el pensamiento y las ideas deben impregnar todo el sistema educativo. Es la tarea universitaria que los neoliberales quieren ajustar, deshilvanar y disciplinar.

miércoles, septiembre 14, 2011

Retablo para septiembre

Cuando llega septiembre, y las fiestas patrias, los periodistas se deciden a interrogar estudiantes para mostrar cómo padecen su ignorancia en historia nacional.

No hacen la prueba con periodistas o intelectuales o poetas. (Ojalá en los próximos años se animen a la heterogeneidad.)

Escogen a los estudiantes porque es la forma más fácil de demostrar, entre chascarrillos informativos, lo bruto del sistema educativo.

Así en el arrebato de este año, de El Nuevo Diario, se ha espantado de que el fantasma de Rafaela Herrera se pasee por la hacienda San Jacinto.

En el segundo acto del melodrama, los periodistas llaman al intelectual para que a través de sus declaraciones: 1) él quede como estrella de sabiduría; 2) demostrar que en cambio de sistemas educativos seculares deberíamos tener sabios escolásticos que parloteen; 3) terminar de reafirmar lo ignorantes en historia que son los estudiantes.

Al derribado, darle Knockout en el suelo.

Esta mezcla de esquematismo, amarillismo y conservadurismo pasa, sin asomo de crítica, por variación pedagógica sobre el tema patrio.

Este año, el intelectual convocado fue Carlos Tunnermann quien no hizo sino confirmar el esquema que el diario planteó al respecto.

Sorpresivo hubiera sido que el intelectual se sintiera obligado a criticar la ignorancia en historia que los propios intelectuales padecen. Esas peras del olmo no se piden en esta patria.

Las fiestas patrias, por otra parte, son horrorosas.

Al menos en la escuela pública a la que yo asistía cuando niño, eran horrorosas.

Se celebraba sin la menor distancia crítica personajes y hechos tan diversos como: Cristóbal Colón descubridor de Nicaragua (¡Gracias a Dios!); Domingo Faustino Sarmiento, maestro de América (todos con la civilización y contra la barbarie); Rafaela Herrera, defensora del Castillo (y de la época colonial); Andrés Castro y José Dolores Estrada (en la proverbial Hacienda plena de la armonía del trópico); Rubén Darío, fundador de la nota pintoresca en la literatura nicaragüense (qué alegre y fresca la mañanita), y, no menos importante, la bandera, ya independiente, celebrada por la lectura de la Jura por el dictador Anastasio Somoza Debayle, y transmitida por radio a todos los centros educativos.

Qué lección de historia se desprende de tal amalgama que no ha variado mucho? Pues que la historia nacional es inmemorial y descentrada. Que la "comunidad imaginada" tiene mucho de retablo religioso en donde conviven las especies y las épocas de manera poco problemática. Perfectamente se pasean por la hacienda San Jancinto Rafaela Herrera, Rubén Darío o Somoza Debayle, y no hay mayor conflicto.

Es un esquema que quizá se remonta al momento del pacto entre conservadores y liberales, luego de la llamada "guerra nacional" de mitad del siglo XIX, el que fue institucionalizado por el estado de los Treinta Años.

En fin, ministros de educación e intelectuales que no han podido y ni siquiera han deseado alterar este retablo de la falsa convivencia, no pueden venir a escandalizarse, tal periodistas en septiembre, del esquema que permite una divulgación del nacionalismo tan efectiva.

Menos aún, si uno de los prejuicios fundamentales del notabilismo es precisamente instalarse en ese retablo patrio, siempre asoleado, de septiembre.

Y, claro, enternecerlo con la verba escolástica.

martes, septiembre 07, 2010

La juventud como objeto de deseo

No había una abate loco durante los sucesos del 48 (en París) que murió gritando: "Ahorcadme si menciono más de dos veces a la juventud!"?

No, no había, es un personaje ficcional.

Pero no tanto.

Aunque tengo ganas de echarle la culpa a Sócrates (yo, que no soy Aristófanes) por el afán sistematizado (gubernamental, pero hoy oenegizado y massmediatizado) de conducir, seducir, d o m i n a r a la juventud, me limitaré a señalar una fábula nacional: La muerte del hombre símbolo.

El hombre símbolo quiere retener aldeanamente a la juventud vendiéndoles la fábula del humanismo. Aunque él mismo sabe que su biblioteca de clásicos lo es sólo de fachada, y que amuebla en verdad una colección de literatura policial. (Sé qué diría Freud al respecto: se sublima en el crimen, la investigación y el detective, la disciplina militar somocista que, pensaba Coronel, debía embriagar a la juventud. Aquí Coronel es sólo un nombre contradictorio que contiene lo cotidiano y lo utópico.)

Aunque siente un corazón cosmopolita (y repite en veladas escolares aquello de "audaz, cosmopolita" ), el hombre símbolo quiere ver cómo será la aldea de jovenes Frankenteins con que sueña (y Mary no tiene la culpa de esto).

El hombre símbolo, es claro, se resiste a morir.

El hombre símbolo es el notable que habla del futuro, y de la universidad, y de las reglas, y de la incultura, y abundantemente (más de las veces que lo permitiría un abate loco) de la juventud.

Ahorcadle, please, cada vez que la mencione.

jueves, julio 08, 2010

Cátedras van

En su edición del día 7 de julio, El Nuevo Diario usó uno de esos subtítulos infames a que nos tienen acostumbrados los medios políticos (todos lo son en Nicaragua, por desgracia).

Reaccionando ante al anuncio del gobierno sobre la fundación de una Cátedra Sandino, END propone: "Autonomía universitaria queda pintada en la pared y currículo aumentado con estudios delirantes."

Por supuesto, no es desde la Presidencia que se debería pensar (en estudiar) a Sandino académicamente. Pero esto no convierte de hecho el estudio de Sandino en un asunto "delirante". (Me imagino que cuando Cardenal dio a conocer su gran poema sandinista "Hora 0" muchos habrán pensado que el poeta (todavia no trapense) deliraba).

Hay que admitir con pena que tuvieron que haber sido las Universidades las que propusieran el estudio universitario de Sandino. Tuvieron 31 años para hacerlo (el tiempo que tiene Sandino de haber sido admitido--sin duda polémicamente--en el panteón de héroes nacionales), y todavía no lo han hecho.

Una verdad paralela e íntima de este asunto, y que tiene poco de delirante aunque lo parezca, es el poco interés que las Humanidades y la Ciencias Sociales despiertan en el sistema universitario nacional. Pareciera ser que por defecto todo universitario del país debe escoger entre la tecnocracia, la administración o el derecho. No hay recursos para investigación en las áreas humanísticas y de ciencias sociales. Esto al Estado no le interesa, y, al parecer, a las Universidades no les preocupa.

Esta situación produce un efecto personalista bastante evidente. Hay dos o tres notables que pretenden concentrar los saberes del canon patriótico: son darianos autonombrados, sandinólogos amateur, filósofos improvisados, vigilantes de la ética social y permanentes precandidatos políticos a algún cargo. Con tanta falta de autonomía política y académica como han acumulado, suelen, como ya lo he dicho en otras ocasiones, perorar sobre la autonomía.

Son parte importante del fraude nacional en que se ha convertido el sistema educativo del país pero hablan desde un recinto de pretendida pureza, y con autoridad. Responden, en realidad, a la poca democrática estructuración que tiene el saber en Nicaragua, y a una realidad que, no obstante la revolución del 79, no ha sido superada. En este sentido coincido casi con la sorna que END pone en su titular, interrogándose sobre si habrá una revolución cultural.

A juzgar por las cátedras administradas desde la presidencia, la salud todológica de los notables, el desprecio universitario del saber humanístico y la liviandad con que los medios abordan estos temas, hay que responder que no.

Significativo, de todas maneras, es que en esta misma semana se presentará la segunda edición del libro de Volker Wünderich Sandino: una biografía política, libro con que todos: catedráticos, notables y medios podrían comenzar a debatir sobre el héroe.

Volviendo a END, noto que en los sótanos de las intervenciones anónimas de sus ciberlectores, el debate tampoco es muy creativo que digamos. Hay un relente somocista bastante peculiar en esas discusiones, y al parecer, el diario se deja arrastrar por una especie de incitación a su barra signficante.

Hoy, titulan la zaga como Todo huele a “Cátedra Ortega”, y entrevistan a dos especialistas de las cátedras darianas, que piden la reivindicación de Darío, el universal, sobre Sandino, el regional.

En Nicaragua, el bizantinismo nunca estará divorciado de la información superficial.

domingo, marzo 21, 2010

Los notables instruyen

Los notables sólo se acuerdan de la Universidad cuando ven sus intereses afectados.

Pero no se preguntan cómo es que esa amenaza a la libertad de pensamiento se vincula con su propia administración de poder cultural como notables y con la ruina de la Universidad (porque al parecer no les importaría que la Universidad estuviese en ruinas con tal de que fuera "autónoma" y en esa Universidad en ruinas se pudiera "pensar libremente").

Y tampoco se preguntan por sucesos históricos recientes en los que todos ellos estuvieron involucrados.

Si la cultura está organizada en torno a la Personalidad, hay poco espacio para la Universidad. Y en sentido pragmático: a la Universidad se va por la Personalidad. Al menos era esa la tardía lógica nicaragüense de los años 1950s.

Pero esa época ya debería estar superada, y no debería ser restituida. Y los notables, como es lógico, todavía padecen esa añoranza.

Sin ponerse a pensar todo lo que perdió la Universidad de autonomía en los 80s, cuando se partidizó de verdad (y con anuencia de los notables).

Y luego toda la autonomía que perdió la Universidad frente al mercado desde los 90s para acá. (Si algunas universidades privadas parecen sucursales de Movistar y Claro).

Y mucho más intimamente: toda la lógica de mercado que ha operado esmeradamente en la Universidad (y que algunos de esos notables han avalado), y el desprecio sistemático por las Humanidades (que en este blog he tratado varias veces), en un país en que, de hecho, han desaparecido.

Una ausencia de las Humanidades que no puede ser subsanada por la presencia de la Personalidad y del Notable.

Pero, además, por las maniobras de poder a que están acostumbrados, estos notables tienen bastante empeñada su labor como intelectuales críticos. Son de hecho operadores políticos, opositores, partidistas u oficialistas, según soplan los aires y según les conviene.

Si han empeñado su propia autonomía política es bastante irónico su reclamo de independencia, y sus instrucciones a cerca de todo lo independiente que debe ser un estudiante universitario de verdad.

jueves, agosto 06, 2009

Fe golpista

He visto una o dos (quizá tres, en incluso cuatro) opiniones nicaragüenses sobre el golpe de estado en Honduras que entre el énfasis de algunos aspectos superficiales del suceso y una ¿involuntaria? banalización, tienden a dar cierto grado de razón a los golpistas: Zelaya había ido demasiado lejos. Que las opiniones vengan de intelectuales y gente de izquierda no deja de ser preocupante.

Este tipo de opinión quiere pasar como lo razonable en un mundo que debe ser razonable, y en donde las altas voces de los notables se pliegan al realpolitik (una de cuyas encarnaciones terráqueas se llama Oscar Arias). Porque, lo sabe Volpi, es el fin de la locura.

(Una quinta y paradójica versión de esta postura la ofrece un bardo nacional cuando dice que él "también es chavista" pero que no entiende lo que pasa en Honduras ("En Honduras no sé qué opinar. No estoy ni con unos ni con otros. Está muy enredado eso"). Nadie que yo sepa ha comentado lo grave de tal desentendimiento y lo irónico de tal incoherencia.

Resulta más que notable, en este sentido, la consecuencia con que Juan Gelman ha reaccionado al golpe de estado.)

El hecho palpable es que la viabilidad de un gobierno golpista en Honduras pasa por ejercer un prolongado y costoso estado de excepción. La identidad contrainsurgente del gobierno de facto es inobjetable, y así lo ha demostrado esmeradamente. Esto es más que alarmante en una región en que los estados contrainsurgentes han terminado construyendo "aldeas estratégicas" (versión criollas del campo de concentración) y justificando etnocidios. Alarmante también para toda Latinoamérica que ha construido este presente neoliberal sobre los estremecimientos y cicatrices todavía no sanadas de las dictaduras. Ese pasado es el archivo que el golpe en Honduras ha reabierto.

No ha pasado un solo día de este mes y pico de dictadura que no se ejerza la represión mientras los derechos de los ciudadanos están suspendidos. Los golpistas parecen inspirarse en una nefasta tradición contrainsurgente "centroamericana" aderezada por la incursión norteamericana en Irak y Afganistán.

Algunos medios nicaragüenses no han disimulado desde el inicio su simpatía con el golpe ("Dos presidentes reclaman silla" fue el titular en un diario nacional el 29 de junio). Simpatía que actúa por varias estrategias: folklorizando a Zelaya, reduciendo su representatividad a su cotidianidad, y declarando que hay dos partes en conflicto, cuando lo que hay es una apropiación violenta del Estado por un grupo de poder, que recurre a la suspensión de derechos y a la imposición de un orden político represivo.

Mientras más "razonable" se vuelve el golpe menos audibles se vuelven las voces que denuncian las torturas y los abusos. Ayer, precisamente, Página 12 informó de este asunto, enfatizando que los medios han hecho caso omiso a esas voces. El reportaje comienza diciendo:

“Me dijeron: ¿te duele, perro? ¡Gritá, perro!” “En una bartolina (calabozo) de nueve metros cuadrados había más de treinta compañeros presos, completamente doloridos por la golpiza recibida.” “Veníamos caminando por la carretera, y allí tomamos un desvío para burlar un retén, porque estaban delante, y comenzaron a disparar.” “Le han quitado la vida y ni siquiera nos dejan velarlo en paz.” “Nunca en la historia de Honduras se ha visto a la policía reprimir públicamente de esta manera.”


El hecho triste es que, confirmando lo que Sergio Ramírez sugería en un libro de los 1980s, parece haber cierta coherencia entre las dictaduras golpistas neocoloniales y la articulación folklórica y notabilista de la cultura.