Tenía la sensación doble del técnico que llega a
tierras lejanas con un maletín y algunas simples herramientas
Con algo de arrogancia frente a las cosas moviéndose
entre oficinas desiertas y en las horas del alimento y el sueño (cuando marca
un número en el teléfono) entre lugares prosaicos asignados para comer o dormir
Pero la otra sensación era la del astillero: la
empresa fantasmal e inútil del pueblo del interior
(Talca, Jinotepe, Heredia, Cali)
Ya no más arrogancia frente a las cosas sino
enajenación y distancia
Así aparecen manchas en la mesa, en el cristalino,
en la hipótesis de alma