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viernes, noviembre 29, 2024

Anora

 Quizá el eje primordial de Anora (Sean Baker, 2024) no sea la prostitución sino la geopolítica. Ya hace mucho tiempo que los rusos sirven de contraimagen del mal en el así llamado Occidente. Por supuesto, está el enjambre interminable de cine sobre prostitución. Recordar Mona Lisa (Neil Jordan 1986), si es que se trata de prostitución de alta clase. Pero en un curso de cine latinoamericano que impartí recién, casi que de manera abrupta surgieron: Santa, El lugar sin límites, Eréndira. El Cine Alameda de hecho preparó, con motivo de Anora, una muestra de cine sobre prostitución (se citaron Fellini, Buñuel y Mizoguchi entre otros). El tema no ha hecho más que universalizarse periódica e insistentemente.

En The Florida Project (2017) Baker había ya mostrado la prostitución poniendo acentos sociológicos: Halley, la chica rubia (Bria Vinaite), se prostituye para alimentar a su hija. En Anora el envoltorio de alta clase (discotecas y centros nocturnos), casas de la mafia rusa, chicos hedonistas hijos de la mafia rusa, prostitutas para la alta clase, departamentos disipados y lujosos, montaje y música frenéticos, parecieran ocultar la razón sociológica. Está ahí de todas maneras, en casas atormentadas por los metros que les pasan a pocos metros (un típico locus cinematográfico de la pobreza).

El envoltorio suntuoso es un mero sueño americano o, más bien, ruso. Anora la prostituta entra en amores con un blandengue heredero ruso en trance de vivir su experiencia estadounidense (“americana” le llaman en el filme). Su experiencia extrema acudida de drogas y sexo. Creo que este gancho narrativo hace de la película algo atractivo, se requiere del espectador cierto ánimo de embarcarse en el sueño de lujo de la prostituta, en el culmen hedonista del muchacho. Y ahí es que hay que recordar que se trata de rusos. El exotismo narrativo incide en que se nos muestre a unos rusos (con sus guardias armenios) ricos, torpes, violentos, cómicos, apasionados, fríos, crueles, patriarcales enemigos: los otros del Occidente democrático. Trafican con drogas o armas, da igual, el muchacho no lo sabe, no lo quiere saber. Viajan en aviones privados. Se deshacen de abrigos de visón como quien se deshace de un papel.

 Al final hay un incipiente amor entre el torturador bueno y la prostituta; el que se descompone en una especie de pago sexual de la muchacha (interpretada hábilmente por Mikey Madison), en auto y bajo una nevazón amenazante. Tal vez apunta aquí una alianza de las clases de abajo (prostituta, verdugo) o el sometimiento a un destino abyecto. Quizá el cuerpo de la prostituta entregado a los rusos nos hable menos de prostitución que de geopolítica, si bien lo dicho y presentado no deja de ser enigmático.

martes, febrero 02, 2010

Down By Law /Coronel


Down By Law (Jim Jarmush)
Cargado por 1001nights. - Mira más videos de TV y películas.

Así debió haber visto al río y la ciudad. Ojos de Robby Müller.

Pero claro casto sordo (sordo para la music). Abstemio de Tom Waits, John Lurie.

Pero repitiendo con acento extranjero ráfagas de Withman, Robert Frost como Benigni en la película.

(Ahí donde el acento es el Calibán que se traga la lengua. Ahí en donde el río es el de The Dry Salvages:
I do not know much about gods; but I think that the river

Is a strong brown god—sullen, untamed and intractable,)


Lo agitado es el entrecruce (Coronel iba para NY cuando pasó por aquí: demasiado patricio sin embargo como para afinar el oído, y en filogénesis produciendo discípulos patricios cada vez menos interesantes)

De todas formas la repetición el inicio el filo del Huckleberry Finn; su impulso libertario descartado por Coronel y asumido por Jarmush.

Una intermitencia improbable (pero existente) y política.

P.S. El video de la primera parte fue quitado de youtube (infracciones, etc.) así que lo sustituí por el "trailer original" via dailymotion.

martes, septiembre 08, 2009

Masculinidades pirata

anda diciendo el hijueputa que yo me las doy de amiga de la Sofía (no, bergante, la Coppola es la única Sofía reconocida por estos lares) cuando yo sé lo que guarda en esa cajita plástica que observa ido de vez en cuando cuando lee de forma supurada como si se tomara el jarabe de aceite de hígado de bacalao las páginas de opinión de los diarios

guarda todas y cada una de las películas que se van haciendo sobre novelas de Corman McCarthy desde la primigenia de Billy Bob Thornton con Rubén Blades por cierto y una horripilante Penélope haciendo de texana de hacienda

piensa el milimétrico en esas descripciones de la planicie en esos diálogos sin guiones en medio de la lluvia que nunca termina en esos gestos de hombría hombradía y enfermo machismo malinchismo todo en resumen una suprema culería enclosetada

el amigo probable y más masculino de Corman que se burla de que yo haya pasado la infancia guindada del arete de la Sofía

guarda los volúmenes de Ché porque Soderbergh es su muso y Benicio su patrón y tras de ellos el fantasma requerido y amenazante del Ché

guarda Heat no te digo que ese imbécil piensa que es mejor que Collateral y todo porque en Heat hay una poética del cristal del auto atravesado por balas y una épica de las tomas desde helicóptero sobre LA (sí, así se pronuncia) y el secreto descuartizamiento de la historia y el convencimiento de que Michael Mann es mejor novelista que Thomas Mann

ahí se está quieto con el ricino de los diarios hasta que se decide y abre su cofre plástico de películas pirateadas

martes, enero 13, 2009

Feliz año

Tiempo de desarrollar nuevas habilidades. Por ejemplo, ver dos películas al mismo tiempo en diferente canal. Señala la muerte del zapping indiscriminado y da la clave para ver con ironía al costumbrismo gringo que es el plato fuerte (el plato débil) de ESTESA y monopolios parecidos. Jugadores impenitentes entrecruzados con raperos de Detroit, escritores que han olvidado la realidad entreadvertidos con asuntos de faldas y pantalones en una cadena de noticias.

(Pero lo más conmovedor ha sido esa despedida de la Sra. Kenton que nunca le dice a Mr. Stevens que lo ama, combinada con las gamberradas del ocaso de mtv.)

jueves, enero 17, 2008

Amor carajo

El amor en los tiempos del cólera es una novela que critica la alianza entre el positivismo de la oligarquía, llegado de París encarnado en el higienista Dr. Urbino y el modernismo cultural que vive del ensueño decadentista, en la persona de Florentino Ariza. Ambos representan, con tensión moderna, eso que Rama llamó la ciudad batiscafo: incapaz de representar a las culturas otras dentro del mismo territorio, pero, sobre todo, responsables de la destrucción ecológica del río Magdalena.

La lógica capitalista de reproducción aparece crepuscular en la novela, reducida a un "ir y venir del carajo" del barco con los ancianos que hacen el amor en el río ecologícamente destruído. Carajo, es literalmente, el pene. Irse al carajo, es una expresión de despectivo rechazo. Ir y venir del carajo, aúna los dos significados.

La superficial película reciente del mismo título
, aunque aparentemente basada en la novela, no sostiene ninguna de sus críticas esenciales. Su momento peor es quizá cuando , con unos paisajes macondizados, se oye bramar a Shakira: comprame el soundtrack, comprame el soundtrack. La ventaja es que el soundtrack no aparece Juanes, y que la película se va al carajo de verdad.

P.S. ¿Pero quién podría haber dirigido bien una versión de la novela? Para la versión elegante y oscarizable, James Ivory. Para la versión heroica y neurótica (que la novela merecía) David O. Russell quizá.

sábado, enero 05, 2008

Visto con horror en TV

Munich (2005) el primer Spielberg que suena plenamente vacío (ni siquiera lo fue tanto la saga de los dinosaurios) y con una falta de esmero, además del ribete derechista, que parece un Zemeckis cualquiera.

jueves, diciembre 13, 2007

Parapraxias recientes

1. Veo casi treinta minutos de una película con Jeanne Moreau, sin poder recordar su nombre. Recordaba que era la actriz de Jules et Jim, recordaba cuando Belmondo en una película de Godard le pregunta por Jules y por Jim. Recordaba Querelle. No recordaba su nombre. Sentía que tenía algo que ver con La educación sentimental: pero trasladaba el Moreau de Federico al Arnoux de Marie. ¿Sería acaso Jeanne Arnoux? No sé francés.

2. En una conversación quiero mencionar entusiasmado el nombre del disco de los Rolling Stones: Between the Buttons, pero lo he olvidado. Siento la textura del nombre pero es un largo vacío por el que camino entre sonidos.

3. La película de Jarmush con Bill Murray: olvido el nombre del actor, sólo recuerdo que la calle principal de Squirrell Hill se llama como su nombre. Oigo la voz del conductor de bus que anuncia Murray, pero no puedo bajarme del significado mientras no recuerde al significante.

miércoles, junio 06, 2007

Hoguera

A la farsa kafkiana tiende Brian De Palma en su versión de The Bonfire of the Vanities (1990) (transmitida en medio de una lluvia monzónica el miércoles por la noche por Cinemax: el agua ha ahogado un gato con el orin del zinc, oigo que grita--es decir, maulla de manera dramática, y voy a salvarlo en cuanto la película termine).

Melanie Griffith (que había sido la chica elástica de la ventana indiscreta en Body Double) acentuando una improbable erotomanía. Palma, como su maestro Hitchcock, rehuye del cuerpo femenino, lo desnuda, lo muestra en ropa interior, lo hace enigma, en fin, lo estira, lo suspende, pero no lo penetra.

Tom Hanks haciéndose el Hamlet de los yuppies (sin el cinismo de la novela original), pero patético hasta entrar en la victimización poliédrica (después vendría Filadelfia, luego su idiotización, en Forrest Gump, más después su épica del rostro, en Saving Private Ryan).

Bruce Willis, periodista y punto focal, está borracho todo el tiempo.

¿La idea de la chica que ofrece su intimidad al ojo de la fotocopiadora, es de Michael Cristofer el guionista?