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sábado, abril 03, 2021

Hace algunas noches soñé con un lobo

 Hace algunas noches soñé con un lobo. No era muy grande, más bien del tamaño de un perro. Se reconocía lobo por su color: café-marrón, por lo hirsuto de su pelo, especialmente en el lomo y cuello, y por el temor que despertaba entre todos. Yo estaba tentado a ser quien protegiera la casa—era una casa de campo en Nicaragua, y había una celebración familiar—para alejar a la bestia. El lobo me daba por igual miedo y fascinación. Esperaba no decepcionarme, y me repetía eso en el sueño, ojalá que el lobo no resultara una versión apaciguada de fiera, como en el poema de Rubén Darío.

Soñé hace dos noches que Roberto Bolaño estaba en la puerta de mi casa. Yo iba saliendo y lo saludé, para ser cordial: “Hola, Roberto”. Recordaba en el sueño que me lo había presentado R., y el Roberto de mi sueño estaba asimilado a un aura entre sórdida y despreciable, de gente chismosa y arribista. Si fue capaz de hablar mal de la casa de la Diamela Eltit, qué cosas no diría de mi humilde vivienda este guasón.

Soñé que se me perdía la perrita. Había ido con ella a Diriomo. Al montarme en el bus de vuelta, una mujer protestaba por la presencia de la perra (viajaba conmigo, pero me seguía sin necesidad de cuerda o sujeción física). En algún momento la perrita había desaparecido y yo bajaba asustado a buscarla, por ejemplo, en el mercado, en donde recorría los tramos (haciendo un plano parecido al del Ladrón de bicicletas cuando la cámara recorre varias bicicletas con un travelling que es a la vez subjetiva) y miraba, entre otras cosas y además del barullo típico del mercado, algunos perros. 

viernes, enero 08, 2021

Más sueños

 

Diciembre

Sueño que estoy haciendo una clase sobre Residencia en la tierra. Mi ancla es uno de los poemas, más probablemente “Galope muerto” pero en mi retórica el poema suena expresivo, “como nuevo”, se podría decir en tono de comercial. La clase me llena de algo parecido al gozo.

12 de diciembre

Soñé hoy de madrugada con Love Streams, yo era, a la vez, protagonista y espectador. Era una especie de aspiración (ser ese hombre sofisticado) y una suerte de análisis (hombre sofisticado de sexualidad hedonista). Me desperté e hice mentalmente la lista de mis películas favoritas etc. Andrei Rubliov, Greed, Lost Highway? o, más bien, Cabeza de borrador?


Alguien lee en un sueño el siguiente texto:

Hagan algo con los chascarrillos macondianos

Que prodiga Sergio

Es el horizonte a destruir por cualquier prosista que se crea tal

Discútanlo en la próxima tertulia

TERTULIA=TORTURA

El macondismo envejeció en 1973 al pie

de La Moneda

Desarmen el mito de la barbarie y de la civilización

El hecho de que escribir sea un oficio burgués en Nicaragua

No faculta a tal extremismo clasista /y sin Facultad

 

Toda una revolución para desembocar en este oficio burgués y de salón

Detengan los chascarrillos


14 de diciembre

Soñé que en la calle Francisco de Villagra con Irarrázaval (donde hay una gasolinera) había en realidad una capilla desde la que despachaban apuradamente varios entierros. Uno de ellos era el de mi padre, yo me apuraba, algo conmovido, para alcanzar el cortejo.

18 de diciembre

Soñé que quedaba de encontrarnos en el Instituto (el García Vado) con O. y otro compañero de secundaria que no logro identificar, Alguien Elusivo (¿un muerto?). Uno de ellos llega acompañado por un perro. El encuentro no es muy entusiasta, más bien quieto o desganado. Entramos al Instituto, pero inmediatamente mis compañeros se pierden. Recorro el lugar, veo a niños pequeños sometidos a la disciplina escolar, y algún que otro conocido, pero mis compañeros se han ido.

Alguien lee en un sueño el siguiente texto:

NUNCA SALIMOS DE PARÍS

Los poetas latinoamericanos o son mallarmeanos o son whitmanianos

Están reescribiendo permanentemente o bien Prosas profanas o Cantos de Vida y Esperanza

Parisinos o americanistas y con frecuencia más bien mestizos, cruzas de París y tierras lejanas.  Uno puede decir cómodamente:

Juan Luis Martínez ese Mallarmé porteño, Raúl Zurita ese Neruda del desierto.

Son exageraciones con aire de verdad.


miércoles, octubre 21, 2020

Otro sueño con Managua

 Soñé que estaba con María en la oficina de Somoza Debayle porque necesitábamos alguna “firma todopoderosa” [en la “Canción de cuna sin música” Carlos Martínez Rivas se refiere a la Loma—Casa Presidencial—como fuente de esa firma todopoderosa]. Esperamos un rato y yo observaba la tranquilidad, convencionalidad y sosiego de los empleados (sosiego que, sentía yo, se acabará pronto cuando todo esto se derrumbe). Ese último pensamiento me hace suponer que el tiempo histórico es 1978. Sin embargo, cuando salimos a la calle, a buscar transporte para Jinotepe, es más bien un poco antes del terremoto de 1972. Lo advierto en la tienda de música por la que cruzamos: álbumes de Los Beatles y otros músicos rock (¿Van Morrison?). Alguien compra, por otra parte, discos compactos (“solo duran seis años” advierte el vendedor), lo cual introduce un nuevo dato anacrónico. (Una vez, regresando de Matagalpa, compré en el Roberto Huembes, en efecto, un disco de los Beatles. No tenía portada, pero equivalía al disco 2 del “álbum rojo”. Quizá por eso mi recuerdo está tan fisurado, como diría un crítico cultural. Porque está intervenido por recuerdos de varias épocas.) El sueño termina en la expectativa de cómo volveremos. Yo me imagino que volveremos en uno de esos taxis interlocales grandes que había antes, un Chevrolet antiguo que aquí funcionaban para llevar siete pasajeros por viaje. En el sueño me esfuerzo en poner mi poco saber sobre una Managua de antaño.  En el sueño soy, en cierto sentido, mi padre en los años 70s tratando de entender el mundo.

martes, septiembre 08, 2020

Sueños en pandemia

 Comencemos por el sueño proverbial en que voy a iniciar un curso, y cuando me toca hablar para darlo por iniciado no sé ni sobre qué tema es el curso ni que bibliografía voy a usar. (22 de marzo).

Sueño que me encuentro en un edificio universitario, probablemente latinoamericano y estatal, dada su pobreza, con Villalobos y con J. Beverley. En parte es un recuerdo de hace más de diez años, de Providence, RI. (9  de mayo).

En el sueño ella cruza espacio-tiempos, de la estructura campesina de la casa de mi abuela (candiles, piso de tierra, mujer descalza) a la modernidad tramposa (el viaje a los Estados Unidos, la usura). Nos parecemos, parece decirme el sueño, en eso de acumular pasados disímiles, campesinos y modernos. (20 de mayo).

En mi sueño la fiesta comienza, es quizá una boda o un cumpleaños, o cualquier otra gran celebración. Yo observo cómo y por cuál techumbre Firpo trepa al tejado de la casa. Mientras la fiesta se desarrolla, él contempla desde arriba, como un monarca o un santo, el desarrollo de la fiesta. A mí me angustia cuándo y por dónde podrá bajar del tejado. Me perturba un poco que nadie le dé la importancia que se merece el asunto. La fiesta no me interesa para nada. (7 de junio).

Tengo un sueño dentro del sueño. En uno de los planos una mujer mayor me propone una interrogante entre mero acertijo o demanda de respuesta interpretativa. No sé la pregunta exacta pero su resolución es tropológica: qué tipo de figura diseña tu vida, o algo así. Estamos en un estadio o, mejor, un ágora (podría ser la parodia deportiva de un ágora). Mi respuesta es: me resulta evidente cómo los medios (la radio, el cine, posteriormente la TV) agobiaron mi almita de cinco años. Para mi respuesta estoy tomando en cuenta mi anterior sueño (que soñé inmediatamente antes que el actual del ágora) en el que observo a un tipo joven que aparece en diversos comerciales y películas, siempre en overol de aviador. Yo soy un niño de cinco años y en el radio Phillips de mi padre, y en la TV y en el cine observo la propaganda de estos aviadores, y de este hombre, mitad superhéroe mitad bohemio. El sueño es como un comentario irónico de la creencia: no hay tal héroe sino propaganda. (9 de junio).

De nuevo soñé que Cristóbal me conseguía un trabajo en Managua. Era quizá de nuevo finales de los1980s, había escasez y, como ahora, cajas de alimentos. En ese sueño y siempre los trabajos son tristes, los espacios, ajenos y los compañeros de trabajo, fantasmas. (30 de julio).

Sueño que tengo tres perritos. Uno es similar a Fargo o Firpo, mediano o grande y requiere un paseo particular. Hay una perrita diminuta a la que nunca he paseado y tengo la expectativa y el deseo de hacerlo. (23 de agosto). 

jueves, enero 02, 2020

Varios sueños

imagen vía pixabay.com


Soñé que visitábamos a Octavio Paz en su mansión. Íbamos María, ES y yo. La razón de nuestra visita era que nos apoyara en algunos proyectos culturales que teníamos (no podría decir despierto cuáles, aunque dormido me daban mucha seguridad). Cuando llegamos, encontramos al poeta besuqueándose con un su querido en un sofá que estaba afuera en el patio. El hecho homosexual no nos sorprendía, al fin y al cabo, se trataba de un predicador del erotismo y la libertad (aunque yo quizá pensaba para mis adentros que Balderston tenía razón, y recordaba un artículo que sugería una relación amorosa de Paz con Pellicer). El patio de la casa era una extraña reproducción ampliada, y con caballeriza incorporada de la casa de Sergio Ramírez (Los Robles, Managua). O. Paz deja del lado a su amante para atendernos a nosotros. Su cabeza ya es una metamorfosis en progreso e inestable de sí mismo mezclado con Dean Stockwell (sí, el mero Candy Colored Clown) y André Breton. En el fondo sé que tal metamorfosis es mera pose de O. Paz. No hay en mi ánimo una actitud de admiración enfática, sino un problemático distanciamiento. Toma la palabra E., la rebelde del grupo, tutea al poeta, se coloca un poco más allá de la deferencia que muestra el Maestro Mexicano. Todo se dispersa en un ambiente de fiesta y decae en una especie de corrida de toros, ahí mismo en el patio paceano. Pero no son los toros dignos o estilizados a lo Picasso, sino unos toros raza brahman prosaicos, amenazantes y extraídos sin duda del relato productivista y desarrollista del somocismo nicaragüense.

***
Soñé que por razones aparentes de deuda tenía que cambiar mi Tiida Nissan por un carrito pequeño, viejo y azul propiedad de un taxista. Era una máquina extraña a la que nunca pude encontrar la caja de cambios, si bien tuve en mis manos en algún momento una pequeña caja separada del carro que aparentaba serlo. Andaba por lugares rurales de la costa central chilena, llevando a una gente que de vez en cuando asistía a fiestas o se insurreccionaba. Había devenido, pues, un taxista, aunque en el sueño nunca asumí tal papel.

***
Sueño que soy el protagonista de El cojo bueno, la novela de Rey Rosa. Manejo una moto en una pista de Santiago, hay lluvia y me cuesta ver en los espejos retrovisores. Hay un momento en que me doy cuenta que casi caigo dormido manejando. Entiendo que es hora de tomarme un descanso. Me detengo en un pueblito y visito la casa de una gente que me suele recibir (aquí coincido de nuevo un poco con escenas de la novela). Ahora ya manejo un auto y espero que pase la lluvia refugiado en aquella casa de la familia indígena. El paisaje es guatemalteco.

***

Sueño que orino negro impecable como tinta. Aunque en el intervalo entre una y otra hora de orinar espero que sea algo pasajero, orino negro de nuevo. Digamos, para no incurrir en la metáfora de la escritura (orinar tinta, sueño barthesiano), que orino color petróleo, o incluso grafito. Tengo la angustia de las consultas médicas que deberé hacer (qué comí o bebí como para orinar negro: será un exceso de vino tinto, doctor, aunque este negro de mi sueño es más bien tipo Under the Skin, el manto negro de la alien fatal) pero como estoy asistiendo a un Congreso, me dejo llevar por lo ya organizado: las reuniones, los bocadillos.

lunes, febrero 15, 2016

Teólogos paranoicos


Soñé que asistía a reuniones del departamento de teología en una universidad. Era escéptico ante el énfasis en lo políticamente proyectivo de aquel departamento, su creencia en autoridades y santidades. Toda aquella “buena gente”, activistas sumergidos en el líquido amniótico de la academia que leían con devoción el estado del tiempo y el estado del alma de la época. En cuanto tuviera tiempo iba a decir en la reunión: nosotros los de literatura somos como teólogos paranoicos o esquizofrénicos, dispersamos a dios en dioses menores; tomamos sus voces equívocamente y las inscribimos en informes temporales. Para mientras se tomaba café y yo sopesaba las palabras.

domingo, octubre 25, 2015

La escuela onírica

25 de octubre. Sueño con la Escuela. Es el día de la graduación. Vamos en una camioneta que tomamos en Guanuca. (La alusión literaria y automática que hace el sueño es a mi cuento “Road movie”, que comienza: “Salimos de Matagalpa…”). Llegamos a la Escuela y comprendo que no podré volver a casa esa noche. Pronto será el acto de graduación y en el bar se vende cerveza. Saludo emocionado a la mujer que atiende el bar. No sé definir quién es pero nos saludamos efusivos. Compro una cerveza pero me sirven un trago de un vino de cerezas. Considero a lo cambiado que está el espacio de la Escuela. Se ha agregado una especie de patio típico de las escuelas militares gringas (al menos las de películas, por ejemplo De aquí a la eternidad). Me llama especialmente la atención el lugar donde están ubicados los cajeros automáticos. Podría quizá necesitar dinero. Debo llamar en algún momento a mi madre para avisarle que no llego hoy por la noche. Pero quizá alguien salga en un vehículo  y me gane un aventón nocturno. (En cierto sentido me siento en las afueras de Santiago, y presiento la llegada a la ciudad viniendo desde Valparaíso por una pista en que se ven las luces de la ciudad a lo lejos.) Me entregan en una bolsa de plástico, como una bolsa de basura o de compras recientes, un zapato y un nombre. Cuando comience la graduación deberé entregar el zapato correspondiente al graduando (esto está relacionado obviamente con mi actual trabajo como profesor de estudiantes de postgrado, yo poseo la mitad del trámite). Espero el momento, siempre con la esperanza de volver esa noche, o de amanecer lo más tranquilo que pueda en la Escuela. El tiempo histórico de los que me esperan parace ser los años 90s. Presiento la espera de mis padres en la casa de entonces.

(En una entrada anterior, me despedía de la Escuela en un sueño.)

lunes, septiembre 08, 2014

Escaleta doble

Soñé con la foto en que estabas vos con tu hermano.

Soñé que te encontraba en un estadio deportivo.

En el sueño las masas cinematográficas y agitadas de los estadios.

Soñé que seguía la pasión de mis hijos.

Iban adelante siempre y hacían su rutina de volleball.

Había que seguirlos, ir de la masa al espectáculo.

Soñé que la foto estaba desapareciendo dentro de sí misma como un espejo metido en el azogue cada vez más profundo.

Por qué no escaneas esa foto? Cuántos años llevas viviendo aquí?

Pero la mudez de la foto te había contagiado.

Y yo debía volver al centro de la multitud.

Seguir un poco a la masa extasiada.

La arquitectura del estadio era la del Three Rivers.

A los pocos meses de que llegué a Pittsburgh dinamitaron ese estadio.

Y vos en el sueño en un estadio dinamitado con una foto de tu hermano?

La arquitectura de acero parecía también la de un aeropuerto.

De ahí que la sensación del sueño era la de llegada al aeropuerto de una ciudad desconocida.

De nuevo ese sincretismo de las ciudades: una esquina de la salida de León con una autopista de Boston.

Una micro santiaguina era un bus que venía de Chinandega.

El sueño derivaba en breves encuentros.

Abrazaba a Juan, un compañero del Servicio Militar.

Saludaba de lejos a mi primo.

Volvía al 31 de julio de 1986 y a la forma morosa con que fui a reitirar al cuartel el certificado de finalización del Servicio.

Los puentes de la ciudad te quería decir yo, el acero de la ciudad hará que nos vemos de nuevo.

sábado, marzo 23, 2013

Algunos espectros amigables

La noche es una entrada La noche es un mar

Y estoy deseando Verlos aparecer cruzando un sendero no identificado Pero verde

Lo acariciado El grito El automático cambio de escena

Suelo entrar así a apartados sintáxticos y apartamentos imaginarios

Hada Velo y Carnada

Piezas de 1971 Se abren unos ojos sobre los otros

Los libros entran a puñetazos en el lector electrónico

México 1918 Un tipo en kimono (poeta y todo) contemplando un ruiseñor muerto

A qué hora amanece en Santiago durante el mes de marzo?

La almohada está arriba Manejo la penunmbra con la pantalla

Estos son los cuerpos que amo en sueños

Mi forma de amarlos es tocarlos y contradecirlos Referencia Reverencia

Los escribo en formas que detectan su olor

Enseño toperías marsupiales a mis fantasmas

Estoy cuidando al Niño en la madrugada ¿Lo salvo de un recuerdo?

O: desperté Cortés alto y amarillo Fauno desdentado

(Este es el paisaje nicaragüense en Febrero)

Los espectros amigables que traen Miel sólida/ ria

 Pregunto por vos Para que vos me despertés Para ver si hay castigo en voz

Para mí que todo es una secuencia

lunes, diciembre 10, 2012

Escaleta para hombres lobos


Es la ventana palideciendo

Es la luna cruzando
(ave de la luna)
Es el lobo desvaneciéndose en blanco y negro

Donde estuvieron las fauces

Es la sintonía del sol y el recuerdo

Casares y un radio

La Fotonovela y el látigo y la bicicleta

La rosa matutina y el viaje al mar

El mantel las hojas en el patio los vecinos en celeste

Más o menos 1971

Un puño un huracán The Platters

El circo mi cama la pared

En Villa Frei el sol ha asaltado la ventana

La luna ahogada dentro de la caja de fósforos con la foto de

los Bee Gees

La cierro  la muevo

La perspectiva de un ojo se funde con la del otro

martes, diciembre 13, 2011

Escribir para ocultarse

Tuve un último sueño con la Escuela.

Era, en tono inocultablemente comercial, un parque del recuerdo. Los que ahí vivían, estaban muertos.

Era un niño concentrado aquél que movía la verja para entrar. Entraba a novelas inglesas. Novelas que tenían colonias en ultramar. El mar debajo de las tumbas.

Los muertos siempre hablan de cine, y sino de qué hablarían?

De boxeo. De la genealogía de Rocky Marciano. Toda la broza del mar y del naufragio que da en las costas de HBO.

(Ya dije que era un sueño de tono comercial.)

Al original le cambió la vida T. S. Eliot. Jugaba el seguido con las sirenas y todo el mate del cielo, servido con galletas azucaradas.



P.S. epígrafe probable:

"Y aunque es cierto que, hábil o torpe, siempre el hombre/
habla para ocultarse..." CMR, "Infierno de cielo"

sábado, febrero 06, 2010

Erección nocturna

Trabajo toda la noche en el sueño montando esta estatua híbrido de Stalin y Juan Pablo II.

(Por mucho que lo repitan, la pareja conceptual de Stalin no es Hitler sino el Papa.

Y con respecto a Hitler su pareja debía ser sudamericana: corporización de Videla o Pinochet.)

Trato de convencerme de que más allá de su dureza es una estatua pertinente.

No la derribará el terciopelo.

Estoy, de hecho, dando una clase mediocre sobre esta (mi) erección nocturna.

Soy el profesor impenitente.

jueves, diciembre 18, 2008

Sobre el sueño de anoche que no podía narrar en La Sazón por razones de urbanidad

Estoy en una Leche Agria que tiene los muebles de madera.

Toco el cuerpo como Santo Tomás. En el sueño toco todo: carne, madera, música.

Nos sentamos concentrados en la madera. Por suerte no hay palabras. (Es decir, las hay: pero las he recortado con arte y firmeza.)

Nos alimentamos lentamente.

Mi sueño es una misa negra. Una misa secular.

El cuerpo que toco es el de mi padre.

Me alimento con el tacto.

viernes, octubre 03, 2008

Instant K. !

¿Se puede reconocer de verdad una música durante el sueño?

¿Se toca nada más la abstracción de la música?

¿Será que lo que se oye en el sueño es sólo una versión "pictórica" de la música?

Un estadio lleno como para un concierto de arena rock, puede ser el Madison Square Garden.

Mi hijo lo ve en la pantalla,y yo lo observo fríamente. Casi que me concentro en esa fría calidez paterna que guarda la distancia y a la vez espera.

Una toma aérea en sepia. Mi hijo (en el sueño no sé cuál, pero siento esa cercanía indudable: es mi hijo) sigue concentrado.

Reconozco el inicio de Instant Karma, pero creo por varios segundos que es más bien Nobody Told Me.

Estoy entonces dentro del estadio saltando. Todos brillamos como la luna, el sol y las estrellas.

Quizá en el sueño soy visto por mi hijo que a la vez es visto por mí que a la vez estoy dentro de la visión.

Instant K. es también Instant Kubrick.

Ah "si nos fuese posible tocar a las canciones desnudas con las manos".

martes, octubre 17, 2006

Everybody's Got A Bomb

No sé si alguien en algún lugar hace encuestas de sueños colectivos. No me refiero a ilusiones utópicas colectivas (por ejemplo, el socialismo o el consumismo), sino a sueños de verdad, de esos que se tienen en las horas de sueño.

Recuerdo que en los años 1970s, tuve algunas veces la pesadilla de la bomba. Miraba en el fondo del cielo el hongo proverbial, lo cual no era menos que lógico, dado el estado terrible de la guerra fría. En el sueño los escenarios eran bastante cotidianos: la acera de argamasa lustrosa, el quicio, la muchacha que iba a la pulpería a comprar el arroz para el almuerzo, el goteo de las tejas, la naturaleza respirando a menos de medio metro de mi nariz. Pero el escenario espacial era global.

Las recientes noticias de que Corea del Norte tiene la bomba me ha hecho rememorar que tiempo después recibí con júbilo la canción 1999 del álbum 1999 de Prince de 1982. Supe entonces que mi sueño no había sido algo aislado. Supe que mi sueño también había sido algo festivo.

En 1982 es obvio que no había terminado la guerra fría, y en todo caso escalaba todavía más--no obstante que Marvin Gaye había advertivo: We dont need to escalate...--, incluso hasta el espacio, con lo que iba a llamarse guerra de las galaxias.

La canción de Prince ocurre un día que podría ser el del fin del mundo, y en el que "todo el mundo tiene una bomba". De hecho, las pruebas nucleares de Corea han mostrado que muy pronto muchos más países tendrán la susodicha bomba. De hecho, se ha informado que entre 20 y 30 países podrían acceder a la bomba nuclear pronto. En la canción, el trovador (es un decir) propone que la vida es sólo una fiesta, y las fiestas no están supuestas a durar, que hay guerras por todos lados y que, ya que va a morir, esta noche escuchará a su cuerpo.

Esta objevización de mi sueño, vía funk, vía Minneappolis, me hace creer que aquellos sueños no eran algo aislado. También me hacen creer que se abrirá pronto otro ciclo global de sueños y pesadillas, en que lo cotidiano seguirá siendo eso, y lo infinito también.

Cuando terminá la canción--en una disco? en un recreo? en un sitio del fin del mundo?--las chicas y los chicos preguntan: "Mami, por qué todo el mundo tiene una bomba?"