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miércoles, marzo 17, 2010

Fantasmas

El casero ha dicho que no pasó nada.

Paredes interiores son paredes interiores.

Pero empezamos por dejar de ocupar los cuartos de arriba.

Y es así como se fabrican los fantasmas.

Nadie entra dos veces en el mismo cuarto.

Y es usual entrar doble o partido por la misma puerta.

lunes, marzo 15, 2010

Amanecer

Lo cierto que cuando amaneció nos dio gran alegría. Luego de algunas horas nocturnas y a oscuras en que por fin los vecinos hablaban entre sí, y se confesaban que hablaban a causa del nerviosismo, y deseaban fumar y que los celulares funcionaran.

Decidimos volver al departamento, con el ánimo de normalizarnos. Hice café, serví el café con leche para los niños. Me senté a la mesa a comer mi yogurt con cereal. Pero estábamos en una especie de vórtice de réplicas. Cada vez más fuertes y prolongadas. Nos volvió el pánico y como hacía frío buscamos cómo abrigarnos y salimos al parque.

No había casi nadie. Excepto nosotros, y una señora que caminaba, como nosotros, desconfiada. Necesitábamos de alguna manera tipificarla, descubrir su secreto. Notamos que tenía algo de oriental. Decidimos llamarla "la señora china". La observábamos. De su comportamiento dependía algo nuestro, interno. El frío nos jodía. El sueño también. La literatura ni se diga.

Amaneció de verdad (salió el sol tras la cordillera). Amaneció de verdad contra la corteza del pino. (Andaba por ahí Fargo: el espectro de Fargo, o el perro viejo que lo representaba. Dicho en términos epistemológicos: no hay parque sin el espíritu de un perro).

Entonces vino la réplica más grande de aquella mañana, y que fue la más grande por muchos días, hasta que llegó la del día 11. Hubo un gran ruido como que pasaba un tren gigantesco bajo la Villa Frei. La señora china gritó de manera particular: un quejido largo, un ensalmo, o una orden que chocaba contra los edificios.

Desde entonces no hemos vuelto a verla.

domingo, febrero 28, 2010

Terremoto

El sábado de madrugada nos despierta el terremoto.

El departamento duplex, 4to y 5to piso, que arrendamos en Ñuñoa se mueve como un barco a punto de naufragar. La oscilación es increíblemente fuerte. La electricidad se corta, estamos en la oscuridad y escuchamos cómo se estrellan en la escalera los estucos que se deslizan de las paredes, las cosas que caen, las tazas que revientan. Estamos brevemente abrazados (los dos niños y nosotros). Son minutos muy largos.

Cuando salimos, se oyen gritos de gente que ha quedado atrapada por puertas en edificios vecinos. Hay también gente atrapada en el nuestro. (Hay edificios de 20 y más pisos en todo este sector, todos resisten el terremoto). Algunas puertas tienen que ser tumbadas. Por suerte nada grave en los alrededores. Amanecemos con algunos vecinos en la entrada del edificio. Nuestra historia es particular: los únicos nicaragüenses a los que el terremoto da la bienvenida a Chile.

Por el día vagabundeamos por los parques tratando de evitar volver al edificio. Recorremos parte de Irrarázaval (la principal avenida de Ñuñoa) donde hay varios edificios con daños menores: se han caído algunos paramentos, se han deslizado techos. El comercio está cerrado exceptuando algunos restaurantes que abren a mediodía. El transporte parece normalizarse (al menos los buses).

Loa habitantes de nuestro edificio se entregan a la limpieza. Esa entereza es admirable. Los corredores están llenos de lozas quebradas, estucos, aparatos dañados. Mucha actividad y de vez en cuando una salida precipitada por las réplicas del terremoto que son muy fuertes. Algunas de más de 6 grados.

La siguiente noche es de vigilia. Hay una réplica fuerte la mañana del domingo, entre otras de menor intensidad.