Voy a leer al parque. Es el calor. Llevo El Cristo de la rue Jacob y otros textos de Severo Sarduy. Leo a saltos (o a asaltos). Imagino que subrayo algunas frases. Esta, por ejemplo: “Europa es un museo generalizado, como el de Oklahoma un teatro generalizado para Kafka” (pág. 82). Veo clavado en el aire el aire de América, la edición Nueva Nicaragua que leí allá por 1987. Quizá rememoré muchas veces ese libro pero quizá nunca desde entonces la secuencia del teatro generalizado de Oklahoma. De hecho cuando Sarduy suelta la metáfora voy antes en rápido y desperdigado salto a chocar antes (en el aire, en la luz del atardecer) con secuencias de películas de Robert Altman: teatro generalizado, estadounidense. Ah sí, Kafka como Chaplin se traslada a América: inaugura un cine.
La ola de calor se abate sobre el parque. Es un atardecer difícil en que se busca la sombra. El aire no corre. Algunas espirales de polvo soplan y crecen en formas más o menos enanas o medianas. Palomas que son ratas y tienen curiosidad. Pero no soy el lector loco que alimenta las palomas. Me ciño a la sombra o lo que se marca de ella en la banca del parque. Veo con curiosidad a los perros.
Mostrando entradas con la etiqueta verano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta verano. Mostrar todas las entradas
miércoles, junio 08, 2016
domingo, febrero 23, 2014
Verano
La vasta masa del sol una dalia impresionista. La sospecha de varios mares tras varias palabras
En los audífonos
Desdémona frente a una imagen de la virgen (se la puso ahí Verdi)
Encajes y ojos color
vino: humo, aceite, cañones, vapores en el trémolo de la orquesta
Algo se derrumba, un
grito y Desdémona muere cuando estoy llegando a la Avenida Grecia
(Desde ahora en el aire
ácido y madurado del verano se sospecha en un recodo el otoño:
un marzo que es un ramo
seco.)
Busco en la sombra una
letra olvidada, un subrayado que dejé en abril
En este libro
invisible: el idealismo alemán, Kant contra la desfiguración del mundo
Qué factores hacen
posible estas fantasmagorías?
En el radio programan
"Nobody Told Me": Todos están
hablando y nadie dice una palabra
Particularmente los
intelectuales. Decido volver por donde haya un puente
Una perrita raza boxer
tras una rejas de color, un lejano tamarindo
Una sombra sobre un río
imaginario.
domingo, marzo 07, 2010
Verano
Uno de los últimos poemarios de Huidobro.
Trozos de palabras casi materiales (recuerdo relámpagos).
Un sol en el borde más frágil de la capa de ozono.
Pliegues, coberturas, secretos.
Noches de calor y canciones viejas.
Un terremoto.
Pánico cuando despierto y todo está quieto, y la luz de la escalera parece mediodía.
Colocando un dedo en el vidrio de la ventana como símbolo de mi duelo (lecturas reiteradas de la provincia francesa).
Viviendo momentos históricos que dejan lustre en el borde de un libro (que podría ser la última novela de Onetti o un relato de la Conquista).
Haciéndole cirugía en los ojos a mis odios ciegos.
Trozos de palabras casi materiales (recuerdo relámpagos).
Un sol en el borde más frágil de la capa de ozono.
Pliegues, coberturas, secretos.
Noches de calor y canciones viejas.
Un terremoto.
Pánico cuando despierto y todo está quieto, y la luz de la escalera parece mediodía.
Colocando un dedo en el vidrio de la ventana como símbolo de mi duelo (lecturas reiteradas de la provincia francesa).
Viviendo momentos históricos que dejan lustre en el borde de un libro (que podría ser la última novela de Onetti o un relato de la Conquista).
Haciéndole cirugía en los ojos a mis odios ciegos.
Etiquetas:
acontecimientos,
Chile,
diario íntimo,
las cuatro estaciones,
libros,
verano
lunes, marzo 10, 2008
Diagrama para pasear un perro
En este lugar hay un mapa para pasear un perro.
De madrugada una manada de perros expectantes miran y ladran a su perro cuando Ud. lo pasea.
Huyen, entran al motelito, ladran. Perros desrazados que comercian con la madrugada.
La madrugada de domingo es irreal. Ud. está todavía en el sueño, o ha salido. O escribe esto.
El objeto del deseo del perro son las deyecciones de los otros. Busca un código.
Sienta cómo se petrifica su perro: orines sagrados en el orbe territorial. Un éxtasis sobre la marca pequeña del otro sobre la hierba.
La sombra de un perro, antes que su voz, entrelaza a los vecinos. Los guardianes de raza pura que cuidan el garaje. Las tribus amodorradas que han sorteado los fantasmas de las dos y las tres.
Es la razón por la que Ud. dicta a su hijo más tarde un cuento sobre el Cadejo: el perro de huesos que puede ser bueno o malo. El perro lacaniano. El perro hecho código.
El verano ha llegado, la hierba está casi seca; sólo la alimentada con viejos alisios, muestra todavía algo de humedad. Pero el perro sabe que el sol es inclemente en marzo y abril.
Los atletas, los gordos, los trabajadores cruzan la madrugada del domingo. Un hombre trata de abrir el portón del campo deportivo. Sostiene una bicicleta y carga un saco. Es un enigma que el perro no advierte. (El perro sigue husmeando el código del otro, la abstracción de su sexo.) El hombre penetra en el campo deportivo. Dispone su saco, saca la cal y comienza a marcar sobre la hierba la geografía del fútbol.
El perro se ve atraído por las basuras, por el polvo, por las hierbas más sucias y menos estéticas.
El perro suelta ahora por séptima vez la vejiga.
El perro ha decidido que por fin puede marcar este lugar.
El perro está constipado. Ud. piensa comprarle desparasitante muy pronto.
El perro es escatología pura. Porosa, verdosa y húmeda escatología.
El perro ha marcado la mañana del domingo. Cuando Ud. regresa los vecinos riegan ya la calle. Hay que saludarlos. El saludo debe ser tan impecable como su perro.
Ud. se repite casi íntimamente al momento de saludar eso de que el perro es el animal no fijado.
perros
mascotas
filosofía
De madrugada una manada de perros expectantes miran y ladran a su perro cuando Ud. lo pasea.
Huyen, entran al motelito, ladran. Perros desrazados que comercian con la madrugada.
La madrugada de domingo es irreal. Ud. está todavía en el sueño, o ha salido. O escribe esto.
El objeto del deseo del perro son las deyecciones de los otros. Busca un código.
Sienta cómo se petrifica su perro: orines sagrados en el orbe territorial. Un éxtasis sobre la marca pequeña del otro sobre la hierba.
La sombra de un perro, antes que su voz, entrelaza a los vecinos. Los guardianes de raza pura que cuidan el garaje. Las tribus amodorradas que han sorteado los fantasmas de las dos y las tres.
Es la razón por la que Ud. dicta a su hijo más tarde un cuento sobre el Cadejo: el perro de huesos que puede ser bueno o malo. El perro lacaniano. El perro hecho código.
El verano ha llegado, la hierba está casi seca; sólo la alimentada con viejos alisios, muestra todavía algo de humedad. Pero el perro sabe que el sol es inclemente en marzo y abril.
Los atletas, los gordos, los trabajadores cruzan la madrugada del domingo. Un hombre trata de abrir el portón del campo deportivo. Sostiene una bicicleta y carga un saco. Es un enigma que el perro no advierte. (El perro sigue husmeando el código del otro, la abstracción de su sexo.) El hombre penetra en el campo deportivo. Dispone su saco, saca la cal y comienza a marcar sobre la hierba la geografía del fútbol.
El perro se ve atraído por las basuras, por el polvo, por las hierbas más sucias y menos estéticas.
El perro suelta ahora por séptima vez la vejiga.
El perro ha decidido que por fin puede marcar este lugar.
El perro está constipado. Ud. piensa comprarle desparasitante muy pronto.
El perro es escatología pura. Porosa, verdosa y húmeda escatología.
El perro ha marcado la mañana del domingo. Cuando Ud. regresa los vecinos riegan ya la calle. Hay que saludarlos. El saludo debe ser tan impecable como su perro.
Ud. se repite casi íntimamente al momento de saludar eso de que el perro es el animal no fijado.
perros
mascotas
filosofía
Suscribirse a:
Entradas (Atom)