Es fácil. Escoja aquellos intelectuales que Ud. no quisiera ser.
Claro hablamos de intelectuales nacionales. Mientras más ecuestres y equinos peor.
El artero calculador. El güegüense que le baila. Todo dariano que haya estado
En el centenario (1967). Aquel que dice que el campesino habla como los pájaros.
Todos los lamentables hijos de
Su casa.
Ud. se preguntará: y la técnica? cómo hago yo?
Pero eso son fuerzas productivas.
Lo fundamental (la Gran Sombra que Ud. juzgará) es el Fantasma de la Boina.
Déjese de la Gran Pendejada de las Generaciones. Cuando los jóvenes recapitulan
Sobre las mismas figuras (en aquella hora de los serviles)
Sea fiel a su deseo.
jueves, marzo 05, 2015
miércoles, febrero 25, 2015
Hace 25 años terminó la guerra fría
En Nicaragua hace 25 años (el 25 de febrero de 1990, con el triunfo electoral de Violeta Chamorro) comenzaron los años 90s.
Fue una época de reconciliación para los de arriba (el FSLN-MRS y el gobierno Chamorro) y de sálvese quien pueda para los de abajo.
Débil en su fuerza política pero apoyada por el sandinismo opositor, Chamorro pudo desentenderse de la sociedad empobrecida de la posguerra civil para entretenerse con la pirotecnia de los programas de ajuste neoliberal, las ofensivas ideológicas conservadoras: por ejemplo, en la educación (con el Opus Dei Humberto Belli como Ministro de Educación) y los trofeos de posguerra fría (Chamorro ofreciendo un AK-47 a George Bush padre).
Se puede alegar que Chamorro encabezó una transición democrática, siempre y cuando se entienda la jerarquía explícita de tal transición. Apertura reconciliadora democrática arriba, desestructuración, empobrecimiento, emigración abajo.
La sensibilidad social de la élite política nicaragüense ha sido tradicionalmente nula. A eso no renunciaron los arquitectos del pacto de transición (los "pragmáticos" del sandinismo--Daniel y Humberto Ortega y Sergio Ramírez-- junto al equipo familiar-institucional de Chamorro).
Como he dicho en este blog varias veces, curiosamente el Signo Blanco-Violeta Chamorro es visto por las elites nostálgicas como el Signo Deseable para un modelo democrático. Pero yo creo que sin una crítica a fondo de ese Significado Blanco no se avanza nada en discutir realmente qué sería la democracia o lo democrático en una Nicaragua que luego de 25 años sigue tan fragmentada como entonces.
Con respecto a la sobrevaloración de Chamorro como Signo Blanco, repito algunos ejemplos que he mencionado en entradas anteriores:
-Tomás Eloy Martínez acabó creyendo que la historia de Nicaragua estaba en la casa de Chamorro.
-Andrés Pérez Baltodano considera a Chamorro ejemplo de una mente no colonizada!
-Gioconda Belli piensa que Chamorro "maternizó" a Nicaragua.
Como diría el poeta: "Patria que para qué pare parias"
P. S. 26 de febrero
No deja de ser sintomática la solicitud de los actuales partidos opositores de que el 25 de febrero sea declarado "Día de la democracia".
Fue una época de reconciliación para los de arriba (el FSLN-MRS y el gobierno Chamorro) y de sálvese quien pueda para los de abajo.
Débil en su fuerza política pero apoyada por el sandinismo opositor, Chamorro pudo desentenderse de la sociedad empobrecida de la posguerra civil para entretenerse con la pirotecnia de los programas de ajuste neoliberal, las ofensivas ideológicas conservadoras: por ejemplo, en la educación (con el Opus Dei Humberto Belli como Ministro de Educación) y los trofeos de posguerra fría (Chamorro ofreciendo un AK-47 a George Bush padre).
Se puede alegar que Chamorro encabezó una transición democrática, siempre y cuando se entienda la jerarquía explícita de tal transición. Apertura reconciliadora democrática arriba, desestructuración, empobrecimiento, emigración abajo.
La sensibilidad social de la élite política nicaragüense ha sido tradicionalmente nula. A eso no renunciaron los arquitectos del pacto de transición (los "pragmáticos" del sandinismo--Daniel y Humberto Ortega y Sergio Ramírez-- junto al equipo familiar-institucional de Chamorro).
Como he dicho en este blog varias veces, curiosamente el Signo Blanco-Violeta Chamorro es visto por las elites nostálgicas como el Signo Deseable para un modelo democrático. Pero yo creo que sin una crítica a fondo de ese Significado Blanco no se avanza nada en discutir realmente qué sería la democracia o lo democrático en una Nicaragua que luego de 25 años sigue tan fragmentada como entonces.
Con respecto a la sobrevaloración de Chamorro como Signo Blanco, repito algunos ejemplos que he mencionado en entradas anteriores:
-Tomás Eloy Martínez acabó creyendo que la historia de Nicaragua estaba en la casa de Chamorro.
-Andrés Pérez Baltodano considera a Chamorro ejemplo de una mente no colonizada!
-Gioconda Belli piensa que Chamorro "maternizó" a Nicaragua.
Como diría el poeta: "Patria que para qué pare parias"
P. S. 26 de febrero
No deja de ser sintomática la solicitud de los actuales partidos opositores de que el 25 de febrero sea declarado "Día de la democracia".
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domingo, febrero 22, 2015
Márgenes recorridos
Subo una copia en pdf, vía Scribd, de mis Márgenes. Por fin logré vencer al escaner que me había entorpecido el trabajo varias veces. (Se verá que la copia no es perfecta, aunque legible, y me refiero a la tipografía y no a la prosa necesariamente.)
Este libro es hijo del Seminario de literatura centroamericana que iniciaron en los 1990s Franz Galich y Bárbara Dröscher, y que luego dirigió Werner Mackebach. Hijo, digamos, con defectos propios. Además, como proyecto de libro fue acogido por Margarita Vannini, directora del IHNCA. Por último, revisado para publicarse cuando yo estudiaba ya en la Universidad de Pittsburgh.
Si tuviera que reescribirlo, quitaría gran parte de las comillas que, creo yo, abruman al libro. ¿Por qué las necesité entonces? ¿Quizá para dar énfasis a tantos distanciamientos?
Si tuviera que reeditarlo, simplemente agregaría varios otros ensayos acumulados. Así me mantendría dentro de la lógica de los Márgenes, buscando su invocación primaria. Aunque el destino de la reedición no favorece historicamente al libro centroamericano.
Como digo, tiene ya 20 años el impulso inicial de estos ensayos. Aunque se podría decir que el ambiente de discusión intelectual no era favorable en Nicaragua (nunca lo es), creo que estábamos llenos de deseos de contradecir y criticar. (Voy del singular al plural, porque siempre en estos casos hay más de uno. Lo mismo pasaba con el grupo literario 400 elefantes.)
No creo que se pueda hacer un balance a esta altura. (Realmente aportaron algo estos intentos?) En todo caso el balance es la dispersión.
Pero eso, he tenido que aprenderlo, tampoco es novedoso en Centroamérica. (Otros países centroamericanos--El Salvador o Costa Rica--me parecen más abiertos al debate que Nicaragua, en donde todo tiende a convertirse en carnaval dirigido desde arriba.)
Quizá un elemento parcialmente superficial es la adquisición de las retóricas posmodernas y poscoloniales que se deja ver en este tipo de ensayos. Pero digo que es superficial (no caí por suerte en el Nirvana posmo de algunos otros) porque el fondo estaba bien asido de la historia, o del deseo de historia.
En la página del índice califiqué al estilo gringo (de A+ a B-) los ensayos. La calificación me sigue pareciendo justa.
Este libro es hijo del Seminario de literatura centroamericana que iniciaron en los 1990s Franz Galich y Bárbara Dröscher, y que luego dirigió Werner Mackebach. Hijo, digamos, con defectos propios. Además, como proyecto de libro fue acogido por Margarita Vannini, directora del IHNCA. Por último, revisado para publicarse cuando yo estudiaba ya en la Universidad de Pittsburgh.
Si tuviera que reescribirlo, quitaría gran parte de las comillas que, creo yo, abruman al libro. ¿Por qué las necesité entonces? ¿Quizá para dar énfasis a tantos distanciamientos?
Si tuviera que reeditarlo, simplemente agregaría varios otros ensayos acumulados. Así me mantendría dentro de la lógica de los Márgenes, buscando su invocación primaria. Aunque el destino de la reedición no favorece historicamente al libro centroamericano.
Como digo, tiene ya 20 años el impulso inicial de estos ensayos. Aunque se podría decir que el ambiente de discusión intelectual no era favorable en Nicaragua (nunca lo es), creo que estábamos llenos de deseos de contradecir y criticar. (Voy del singular al plural, porque siempre en estos casos hay más de uno. Lo mismo pasaba con el grupo literario 400 elefantes.)
No creo que se pueda hacer un balance a esta altura. (Realmente aportaron algo estos intentos?) En todo caso el balance es la dispersión.
Pero eso, he tenido que aprenderlo, tampoco es novedoso en Centroamérica. (Otros países centroamericanos--El Salvador o Costa Rica--me parecen más abiertos al debate que Nicaragua, en donde todo tiende a convertirse en carnaval dirigido desde arriba.)
Quizá un elemento parcialmente superficial es la adquisición de las retóricas posmodernas y poscoloniales que se deja ver en este tipo de ensayos. Pero digo que es superficial (no caí por suerte en el Nirvana posmo de algunos otros) porque el fondo estaba bien asido de la historia, o del deseo de historia.
En la página del índice califiqué al estilo gringo (de A+ a B-) los ensayos. La calificación me sigue pareciendo justa.
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miércoles, febrero 04, 2015
Preludio
El tema me obsesiona. Paso largas horas arrumbado en el rincón aquel, llamado, para colmo, del sí mismo.
Una tijeras imaginarias me ayudan a cortar en pedacitos informes la imaginación. La mano escrituraria detenida.
Puedo pasar meses planificando y calculando una carta que no escribiré. Los sucesos devienen uno tras otro. Desfotografiables comola chica el chico de My funny Valentine.
Estoy intimamente convencido de que todo alcanza en la línea. Todo se arreglará con una misiva justa.
La gente que quiero debe esperarme infinitamente. Daniel Santos que esperaba la carta. Borges que esperaba el juicio final.
Una tijeras imaginarias me ayudan a cortar en pedacitos informes la imaginación. La mano escrituraria detenida.
Puedo pasar meses planificando y calculando una carta que no escribiré. Los sucesos devienen uno tras otro. Desfotografiables como
Estoy intimamente convencido de que todo alcanza en la línea. Todo se arreglará con una misiva justa.
La gente que quiero debe esperarme infinitamente. Daniel Santos que esperaba la carta. Borges que esperaba el juicio final.
jueves, enero 29, 2015
Polifemo 90
"gigantes de cristal los teme el cielo"
Quizá lo difícil de estar a la altura de una celebración (enterramiento, glorificación, todo es lo mismo) de los 90 años de Ernesto Cardenal (1925) sea arrancarlo (arrancarse) del lugar común (del tipo que, por ejemplo, prodiga Gioconda Belli en un poema reciente).
Hay que imaginar a Cardenal como un Urano que ha devorado esmerada y originariamente a sus hijos. Un padre cruel que ha terminado de ordenar el mundo (el mundo real). Padre que capa a los y las poetillas del país, y los somete al orden exteriorista. Uno x uno, a lo largo de los años 60, 70, 80... van cayendo (forma de callar) en aquella retórica semipoundiana (de un Pound casi florido que rechina y nerudea).
La emasculación nacionalista que funciona a través de la metáfora del ascetismo y la esterilidad.
Cardenal, monje de sí mismo, compite de forma estructurada en el campo cultural hispanoamericano. Marilyn es para él un acontecimiento y un espejo. Sueña con ser estrella de cine, y su sueño es real pero como la realidad del cinematógrafo. Cierta dosis de fama es veneno para la patria que pare parias. (El establishment cultural lo sueña Nobel. El tiempo se agota.)
Su estrella poética decae simbólicamente en 1979, fecha del triunfo de la revolución. Sobrevive él pero no su poética. El fracaso revolucionario lo lleva a un desvío significativo: sus mejores libros de las últimas décadas son libros de memorias y no poemarios. Esto se nota poco en una patria literaria que lee muy poco. 2014 resulta atroz para la poesía conversacional. Mueren Gelman y Pacheco. Pero todos están en ayer desde hace mucho. Otras poéticas son vanguardia.
En aniversarios como este cabría ir con ira a desestructurar el mito de Cardenal. Labor que sería ante todo de poetas que estarán quizá por ahí. La patria exteriorista es la patria fracasada en los acordes revolucionarios. Interrogar sus ruinas con disciplina y escepticismo sería buen homenaje para nuestro discreto Polifemo.
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viernes, enero 16, 2015
Dionisos
El discurso de Charlie Hebdo era satírico. El "Yo soy Charlie" resultó solemne. Su injerto en Nicaragua, a juzgar por el llamado de Confidencial a pensar "Qué es ser Charlie en Nicaragua", casi un sermón moralista.
Los Charlie debían ser primordialmente marginales y ríspidos. Un ejemplo nicaragüense recordable es La Semana Cómica de los años 80. En ocasión de la celebración del Día de la Mujer, un 8 de marzo, el mencionado semanario publicó la foto de una mujer afeitándose el pubis y, decía el pie de foto, "preparándose para la celebración".
Como era justo, aquella foto hizo montar en cólera a las feministas. ¿No es la suerte de los Aristófanes cagarse de la risa ante los (en aquel caso las) Sócrates? ¿No son los individualistas modernos Secretarios Perpétuos de Dionisos?
Pudiera ser.
Pero no está de más recordar la observación de Stallybrass y White cuando discuten las categorías del carnaval: "a menudo el carnaval abusa violentamente y demoniza a los grupos sociales más débiles, no a los más fuertes: las mujeres, las minorías religiosas y étnicas, aquellos "que no pertenecen", en un proceso de abyección desplazada".
Pensar qué es ser Charlie en Nicaragua--idea fuera de lugar como las hay--y no mencionar La cámara matizona es una contradicción casi humorística. Sus chacuatoles sociales y políticos ilustran bien cómo la ambigüedad de la sátira "de abajo" se vuelve arma de leve densidad. Ese tipo de humor que como el de Chespirito se mofa de la pobreza esmeradamente.
Una típica y antigua copla que se consumía en los barrios nicaragüenses decía:
La genealogía de Aristófanes y Dionisos (fuerza de Nietzsche y algunas vanguardias históricas) es una en que cierta gozosa amoralidad deviene una ética. En estos días parece una ética prestable, "líquida" y voluble: todos son Charlie. Los poderes la desplazan para ponerla en la gran vitrina de Occidente, en una época de guerra interminable.
En algún lugar de Nicaragua, Charlie debía reflexionar en esto.
Los Charlie debían ser primordialmente marginales y ríspidos. Un ejemplo nicaragüense recordable es La Semana Cómica de los años 80. En ocasión de la celebración del Día de la Mujer, un 8 de marzo, el mencionado semanario publicó la foto de una mujer afeitándose el pubis y, decía el pie de foto, "preparándose para la celebración".
Como era justo, aquella foto hizo montar en cólera a las feministas. ¿No es la suerte de los Aristófanes cagarse de la risa ante los (en aquel caso las) Sócrates? ¿No son los individualistas modernos Secretarios Perpétuos de Dionisos?
Pudiera ser.
Pero no está de más recordar la observación de Stallybrass y White cuando discuten las categorías del carnaval: "a menudo el carnaval abusa violentamente y demoniza a los grupos sociales más débiles, no a los más fuertes: las mujeres, las minorías religiosas y étnicas, aquellos "que no pertenecen", en un proceso de abyección desplazada".
Pensar qué es ser Charlie en Nicaragua--idea fuera de lugar como las hay--y no mencionar La cámara matizona es una contradicción casi humorística. Sus chacuatoles sociales y políticos ilustran bien cómo la ambigüedad de la sátira "de abajo" se vuelve arma de leve densidad. Ese tipo de humor que como el de Chespirito se mofa de la pobreza esmeradamente.
Una típica y antigua copla que se consumía en los barrios nicaragüenses decía:
Chico Perico mató a su mujer
La hizo pedazos y la fue a vender
No la quisieron porque era mujer
Sólo los chinos porque eran cochinosArte de injuriar, diría Borges, que podría ser adaptados por aquellos Charlies que se oponen a la construcción del Canal, no por anticapitalistas sino por antichinos, y conviven "sanamente" con el femicidio.
La genealogía de Aristófanes y Dionisos (fuerza de Nietzsche y algunas vanguardias históricas) es una en que cierta gozosa amoralidad deviene una ética. En estos días parece una ética prestable, "líquida" y voluble: todos son Charlie. Los poderes la desplazan para ponerla en la gran vitrina de Occidente, en una época de guerra interminable.
En algún lugar de Nicaragua, Charlie debía reflexionar en esto.
sábado, enero 10, 2015
Guerra interminable
Termino de ver La delgada línea roja. La había visto en el cine probablemente en 1999. Recordaba la
textura poética, la introspección y la desesperanza.
Dado
que recién pasa el asesinato de periodistas en Francia (Charlie Hebdo), la sensación que me queda, de la película y de los hechos
recientes, es la de una guerra interminable. (Los cien años que
siguieron a 1900 fueron sin duda el siglo más sangriento en la
historia moderna, dice Niall Ferguson. El siglo XXI quiere competir,
al parecer.)
De
hecho llego a pensar que esa lógica de guerra interminable es la que
ha ganado al Ser Occidental. Sobre todo dentro de sus estamentos más
livianos: la prensa, la opinión, la ideología de defensa de la
libertad, la sátira, el humor y la caricatura. (Los
Simpsons no son Charlie Hebdo
debido al contexto de control social gringo. Pero su ironía radical
y posmo resulta
parecida.)
Obviamente,
la solución no es censurar estas expresiones posmodernas, o mucho
menos mandar a asesinar a los que las ejercen. Esa es la guerra sucia dentro de las otra guerra "limpia" e interminable.
Es
preocupante en todo caso que esas expresiones pasen a ser por
antonomasia lo que se entiende por expresión de “la libertad”.
(Y qué cerca que queda el 2001 con aquella polarización
“culturalista” entre buenos y malos, y en donde George W. Bush y
asociados pasaron a ser encarnaciones del bien.) La polarización del discurso se apareja con su pérdida de peso y complejidad.
No
deja de haber cierta arrogancia en asumir esa ideología y al mismo
tiempo identificar al bárbaro, que es una operación que concienzuda
o ingenuamente todos estamos ejerciendo ahora. (Decir que sos Charlie es una declaración
conciente o ingenua, de esta operación.)
Esto
implica asumir de forma ideológica cierto liberalismo liviano,
acotado y desmemoriado. Defender tras el hábito o la
máscara de la libertad una particularidad, lo que lleva implicado olvidar
la historia.
No
hace mucho, en el siglo XX, los hombres mataban por ideología,
principalmente una llamada nacionalismo que se cruzaba con otra
llamada imperialismo. (Sin olvidar que el racismo y el colonialismo
no terminaron de ser desplazados durante ese siglo: Argelia,
recordará Robert Fisk). Ante cierta orientalización de la barbarie, se puede decir que esa carga "bárbara" es plenamente occidental y global. Se puede ver en La delgada línea
roja, sobre todo en los
encuentros entre gringos y japoneses. Se puede percibir la fiereza
ideológica junto a su vacío.
¿No
es esa fiereza una de las bases, secretas y ocultas, de la proclamada
y absoluta libertad euro-occidental? (Al fondo, como un océano envolvente, ¿está el humanismo?)
En
cierto sentido, en La delgada línea roja
el contexto sobrepasa a los personajes del filme. Su introspección
es menos efectiva que la lógica dominante. Algo así nos pasa ahora.
Proclamarse esto u lo otro puede no ser otra cosa que coincidir con aquella lógica.
viernes, enero 02, 2015
Julio Cortázar viajero en el trópico
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martes, diciembre 09, 2014
Negocios de la lengua
"Vienen noticias del atroz invierno" E.D.
Noticias espigadas de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara:
Hay un homenaje a la Academia de Lengua por su tricentenario. Rodrigo Fresán declara al diario Milenio que "a diferencia de otros escritores latinoamericanos, los argentinos son todos grandes lectores". En una mesa en que se invoca a Sor Juana, Gioconda Belli dice:“Somos más discretas y modestas que los escritores. No queremos empujarnos las unas a las otras”. Por otra parte "Veinte escritores jóvenes [van, traducidos, se entiende] al mercado angloparlante".
Son noticias algo melancólicas.
En su blog, Guillermo Schavelzon elogia la calidad de la Feria, y reproduce el editorial de El País (esto lleva algo de Prisa, no?). "El libro es una expresión de esperanza", instruye El País. Y de negocios, o de esperanza de más negocios.
Lo de Fresán desafortunadamente tiene un deje chovinista. Para citar otra vez al diario, y al escritor:
¿Se imaginan un Lezama, un Paz, un Monterroso, un Roa Bastos o un Arguedas con las "raíces en el suelo" y haciendo de pobres lectores, o de lectores "no argentinos"?
Por otra parte, Belli, que suele perderese en las ferias del libro para encontrarse, cosas del azar, con Carmen Barcells, (herself! la parte femenina del boom!), esencializa tanto lo femenino como puesto fuera del mercado (de los empujones y empujoncitos) que da francamente en qué pensar. No es ella la autora de uno o dos libros aurreferentes y en donde la ansiedad por las multitudes resulta preclara?
Por último, cómo le gustan a la Academia de la Lengua los homenajes, y sobre todo cuando son los escritores americanos los que los rinden. Una muestra es el discurso de Sergio Ramírez La lengua que nunca termina.
Hay, ciertamente, una estructura tipo para tal clase de discurso, muy enfáticamente influido por Carlos Fuentes. El tránsito de Cervantes por el mundo transatlántico podría ser su emblema.
Particularmente, molesta (como ya dije en otra entrada) que no se critica el carácter imperial del castellano. Punto y aparte es la necesidad de confrontar críticamente ese hispanismo algo etéreo para reivindicar la heterogeneidad lingüística de América Latina. Por supuesto, que mientras tanto el autohomenaje de la Academia de la Lengua sigue, y tampoco termina.
Así están, entonces, los negocios de la lengua, que, por hoy, se confunden con los del mercado editorial.
En su blog, Guillermo Schavelzon elogia la calidad de la Feria, y reproduce el editorial de El País (esto lleva algo de Prisa, no?). "El libro es una expresión de esperanza", instruye El País. Y de negocios, o de esperanza de más negocios.
Lo de Fresán desafortunadamente tiene un deje chovinista. Para citar otra vez al diario, y al escritor:
“Mientras que buena parte de la literatura latinoamericana hunde las raíces en el suelo, la literatura argentina las hunde en una pared y esa pared es donde está la biblioteca”, afirma en entrevista exclusiva con MILENIO. (ibidem).
¿Se imaginan un Lezama, un Paz, un Monterroso, un Roa Bastos o un Arguedas con las "raíces en el suelo" y haciendo de pobres lectores, o de lectores "no argentinos"?
Por otra parte, Belli, que suele perderese en las ferias del libro para encontrarse, cosas del azar, con Carmen Barcells, (herself! la parte femenina del boom!), esencializa tanto lo femenino como puesto fuera del mercado (de los empujones y empujoncitos) que da francamente en qué pensar. No es ella la autora de uno o dos libros aurreferentes y en donde la ansiedad por las multitudes resulta preclara?
Por último, cómo le gustan a la Academia de la Lengua los homenajes, y sobre todo cuando son los escritores americanos los que los rinden. Una muestra es el discurso de Sergio Ramírez La lengua que nunca termina.
Hay, ciertamente, una estructura tipo para tal clase de discurso, muy enfáticamente influido por Carlos Fuentes. El tránsito de Cervantes por el mundo transatlántico podría ser su emblema.
Particularmente, molesta (como ya dije en otra entrada) que no se critica el carácter imperial del castellano. Punto y aparte es la necesidad de confrontar críticamente ese hispanismo algo etéreo para reivindicar la heterogeneidad lingüística de América Latina. Por supuesto, que mientras tanto el autohomenaje de la Academia de la Lengua sigue, y tampoco termina.
Así están, entonces, los negocios de la lengua, que, por hoy, se confunden con los del mercado editorial.
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miércoles, noviembre 26, 2014
Autoritarismo, totalitarismo, notabilismo
En varias entradas de este blog me he referido a la cuestión de la universidad y los notables, dentro del contexto específico de Nicaragua.
Recientemente, Andrés Pérez Baltodano afirma, en el semanario Confidencial,que la falta de autonomía de la Universidad nacional (la UNAN) se debe a que, a diferencia del somocismo que era únicamente autoritario, el gobierno sandinista actual es totalitario, y un régimen totalitario no puede convivir con notables del estilo de Carlos Tunnerman et. al.
O sea que, punto a favor para el horroroso somocismo, es el florecimiento de lo que en otra entrada llamé la versión floral del caudillo, que es ese notable heredero por clase como tribuno, daríísta amateur y escribidor autoritario (y totalitario) de lo nacional. (Véase, en 1967, las espléndidas fiestas darianas que organizó el somocismo con abundante venia de notables.)
Gracias a la revolución se vio bien, sin embargo, la poca fe universitaria que tuvieron esos notables cuando llegó el turno de gobernar. Se acordaron poco de la autonomía, fueron al estado y al gobierno, de hecho abandonaron la universidad, para reafirmar su notabilismo, el que reclaman y reclamarán para siempre.
Al parecer les importó poco el espíritu de la autonomía que había impulsado Fiallos. El candidateo político, su función como "analístas" (en realidad ideólogos de la derecha divina) y su todología letrada son marcas evidentes de la "totalidad" nacional a la que pretenden servir.
El notabilismo es un tipo de autoritarismo que corresponde a una sociedad poco democrática en que de hecho la Universidad no resulta necesaria como espacio de debate ideológico y político, de expasión y democratización de los saberes y de movilidad social.
Los notables solo requieren la Universidad y su autonomía en cuanto los reafirma, como eco narcisista, en sus labores heredadas.
No son víctimas sino entes activos de la ausencia de autonomía universitaria.
Recientemente, Andrés Pérez Baltodano afirma, en el semanario Confidencial,que la falta de autonomía de la Universidad nacional (la UNAN) se debe a que, a diferencia del somocismo que era únicamente autoritario, el gobierno sandinista actual es totalitario, y un régimen totalitario no puede convivir con notables del estilo de Carlos Tunnerman et. al.
O sea que, punto a favor para el horroroso somocismo, es el florecimiento de lo que en otra entrada llamé la versión floral del caudillo, que es ese notable heredero por clase como tribuno, daríísta amateur y escribidor autoritario (y totalitario) de lo nacional. (Véase, en 1967, las espléndidas fiestas darianas que organizó el somocismo con abundante venia de notables.)
Gracias a la revolución se vio bien, sin embargo, la poca fe universitaria que tuvieron esos notables cuando llegó el turno de gobernar. Se acordaron poco de la autonomía, fueron al estado y al gobierno, de hecho abandonaron la universidad, para reafirmar su notabilismo, el que reclaman y reclamarán para siempre.
Al parecer les importó poco el espíritu de la autonomía que había impulsado Fiallos. El candidateo político, su función como "analístas" (en realidad ideólogos de la derecha divina) y su todología letrada son marcas evidentes de la "totalidad" nacional a la que pretenden servir.
El notabilismo es un tipo de autoritarismo que corresponde a una sociedad poco democrática en que de hecho la Universidad no resulta necesaria como espacio de debate ideológico y político, de expasión y democratización de los saberes y de movilidad social.
Los notables solo requieren la Universidad y su autonomía en cuanto los reafirma, como eco narcisista, en sus labores heredadas.
No son víctimas sino entes activos de la ausencia de autonomía universitaria.
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miércoles, octubre 29, 2014
Así era 1986
En el 86 ya recordaba como pasado Bestiario. Había integrado de alguna manera misteriosa mamboretás y quicios y tigres nocturnos.
Quizá porque estaba leyendo casi disciplinadamente un tomo de Todos los cuentos de Mario Benedetti, y el punto de referencia mayor era Cortázar.
No era precisamente un duelo entre autores sino una situación melancólica. Era el año de la desmovilización. Había costado llegar hasta ahí. Así que aquella bujía que iluminaba el libro, aquel zumbido del jazz en Radio Sandino a las 11, eran también contemplación monotemática del pasado recién ido.
No leí otra cosa que mi propio cuento.
Quizá porque estaba leyendo casi disciplinadamente un tomo de Todos los cuentos de Mario Benedetti, y el punto de referencia mayor era Cortázar.
No era precisamente un duelo entre autores sino una situación melancólica. Era el año de la desmovilización. Había costado llegar hasta ahí. Así que aquella bujía que iluminaba el libro, aquel zumbido del jazz en Radio Sandino a las 11, eran también contemplación monotemática del pasado recién ido.
No leí otra cosa que mi propio cuento.
lunes, septiembre 08, 2014
Escaleta doble
Soñé con la foto en que estabas vos con tu hermano.
Soñé que te encontraba en un estadio deportivo.
En el sueño las masas cinematográficas y agitadas de los estadios.
Soñé que seguía la pasión de mis hijos.
Iban adelante siempre y hacían su rutina de volleball.
Había que seguirlos, ir de la masa al espectáculo.
Soñé que la foto estaba desapareciendo dentro de sí misma como un espejo metido en el azogue cada vez más profundo.
Por qué no escaneas esa foto? Cuántos años llevas viviendo aquí?
Pero la mudez de la foto te había contagiado.
Y yo debía volver al centro de la multitud.
Seguir un poco a la masa extasiada.
La arquitectura del estadio era la del Three Rivers.
A los pocos meses de que llegué a Pittsburgh dinamitaron ese estadio.
Y vos en el sueño en un estadio dinamitado con una foto de tu hermano?
La arquitectura de acero parecía también la de un aeropuerto.
De ahí que la sensación del sueño era la de llegada al aeropuerto de una ciudad desconocida.
De nuevo ese sincretismo de las ciudades: una esquina de la salida de León con una autopista de Boston.
Una micro santiaguina era un bus que venía de Chinandega.
El sueño derivaba en breves encuentros.
Abrazaba a Juan, un compañero del Servicio Militar.
Saludaba de lejos a mi primo.
Volvía al 31 de julio de 1986 y a la forma morosa con que fui a reitirar al cuartel el certificado de finalización del Servicio.
Los puentes de la ciudad te quería decir yo, el acero de la ciudad hará que nos vemos de nuevo.
Soñé que te encontraba en un estadio deportivo.
En el sueño las masas cinematográficas y agitadas de los estadios.
Soñé que seguía la pasión de mis hijos.
Iban adelante siempre y hacían su rutina de volleball.
Había que seguirlos, ir de la masa al espectáculo.
Soñé que la foto estaba desapareciendo dentro de sí misma como un espejo metido en el azogue cada vez más profundo.
Por qué no escaneas esa foto? Cuántos años llevas viviendo aquí?
Pero la mudez de la foto te había contagiado.
Y yo debía volver al centro de la multitud.
Seguir un poco a la masa extasiada.
La arquitectura del estadio era la del Three Rivers.
A los pocos meses de que llegué a Pittsburgh dinamitaron ese estadio.
Y vos en el sueño en un estadio dinamitado con una foto de tu hermano?
La arquitectura de acero parecía también la de un aeropuerto.
De ahí que la sensación del sueño era la de llegada al aeropuerto de una ciudad desconocida.
De nuevo ese sincretismo de las ciudades: una esquina de la salida de León con una autopista de Boston.
Una micro santiaguina era un bus que venía de Chinandega.
El sueño derivaba en breves encuentros.
Abrazaba a Juan, un compañero del Servicio Militar.
Saludaba de lejos a mi primo.
Volvía al 31 de julio de 1986 y a la forma morosa con que fui a reitirar al cuartel el certificado de finalización del Servicio.
Los puentes de la ciudad te quería decir yo, el acero de la ciudad hará que nos vemos de nuevo.
sábado, agosto 23, 2014
Trópico del sujeto
Un aposento del trópico
Un corredor entre el jardín y la mirada del deudor
Que acaricia la tela de la siempreviva
Un día largo de lluvia templada, muy al sur
Un avión trastabillando/ Lima, Callao
Una migraña
Un estómago con murciélagos
Un largo y acompasado temblor de tierra
Tierra caliente en el centro del enumerado invierno
Hambre y vómito será tu día
Un almuerzo temporal
El nervio del cardias emite
Su frecuencia
You turn me on I'm a radio
La nada y el rostro del sabueso
El rostro del sabueso y la ventana
Un corredor entre el jardín y la mirada del deudor
Que acaricia la tela de la siempreviva
Un día largo de lluvia templada, muy al sur
Un avión trastabillando/ Lima, Callao
Una migraña
Un estómago con murciélagos
Un largo y acompasado temblor de tierra
Tierra caliente en el centro del enumerado invierno
Hambre y vómito será tu día
Un almuerzo temporal
El nervio del cardias emite
Su frecuencia
You turn me on I'm a radio
La nada y el rostro del sabueso
El rostro del sabueso y la ventana
Lejos
También llovía fuerte en todo el valle.
Horizontes verdes.
Leí en el camino unas pocas páginas de El
mundo es ancho y ajeno.
Pero la mayor parte del tiempo lo dediqué a
escuchar música. Comencé con un disco, único, de Los Beatles que está en mi
teléfono (Beatles for sale). A pesar de mi escepticismo me entretuvo mucho la
creatividad de Lennon, como cantante y arreglista.
Trataba de escuchar las
líneas melódicas de las voces, y es difícil con ese aparatito chocho. Puse
canciones de Dylan y eso sí que fue cosa personal. "Lay Lady Lay",
por ejemplo. Dylan me parece muy superior a Los Beatles.
También se trataba de
que estaba en un estado emocional particular y había líneas que me conmovían,
incluso hasta las lágrimas como siempre me sucede en los viajes en bus que me
elevan a un estado seudomístico, siempre y cuando el bus esté suficientemente
aseado y el olor a orines característico de Ticabus no me golpee en la frente.
Siempre y cuando el volumen de la programación en video de películas sonsas no
sea escandaloso.
Aparte de lágrimas verdaderas en mi selección musical había
también algo de oropel sentimental. Por ejemplo, The Winner Takes It All de
Abba que a su manera es espléndida. Pero Dylan era la cumbre.
Al final del
largo viaje también Prince era la cumbre: oropel y lágrima, por ejemplo su
celebrada (por mí) versión de Betcha By Golly Wow. REM, Murmur, era también la
cumbre. Incluso escuché mis propias versiones de canciones cantadas con la
guitarra y había versos que me conmovían.
Por ejemplo: "les dirás que me
fui lejos". En efecto, me fui lejos.
Otras partes del cerebro maquinaban
tonterías: horas de masturbación o de enfermedad o de sexo o de escritura o de
enseñanza o de viajes en avión o de fantasmas.
"Lay Lady Lay" era la
canción más personal. Biográfica.
Lo mismo la chica de la costa del río rojo.
jueves, agosto 07, 2014
Larseniana
Tenía la sensación doble del técnico que llega a
tierras lejanas con un maletín y algunas simples herramientas
Con algo de arrogancia frente a las cosas moviéndose
entre oficinas desiertas y en las horas del alimento y el sueño (cuando marca
un número en el teléfono) entre lugares prosaicos asignados para comer o dormir
Pero la otra sensación era la del astillero: la
empresa fantasmal e inútil del pueblo del interior
(Talca, Jinotepe, Heredia, Cali)
Ya no más arrogancia frente a las cosas sino
enajenación y distancia
Así aparecen manchas en la mesa, en el cristalino,
en la hipótesis de alma
viernes, julio 04, 2014
Hibiscos
"among the garbage and the flowers"
canción de Leonard Cohen
Henry me presentó a la jueza. Vamos a la terracita, dijo la jueza. Henry asintió, y la seguimos.
En la terracita se estaba mejor. Cadáveres de rosas sobre capullos recién nacidos que asomaban sus blancos y prístinos labios prestos a morir. Filas de hormigas en preparación de batalla y zumbidos de insectos confundidos con la presencia lejana del tráfico. Todo era ocre amarillo en aquel atardecer.
Pero uno miraba de manera inevitable el paisaje del rostro de la jueza mientras ella se refería a las interminables luchas que la Corte y la Asamblea y el Ejecutivo habían tenido que librar recientemente. Los pómulos quirúrgicos, la frente libre y tensa a fuerza de inyecciones, los labios enfáticamente rojos, las aureolas Revlon de las mejillas.
En la conversación se entrelazaban las aventuras del poder y los corrillos de poetas y pintores, la memoria y el deseo. Derivas que la jueza barría en el aire cuando estiraba la mano para tomar su trago de ron extraseco en las rocas, y uno miraba sus uñas afiladas y rosa.
No era un enamoramiento instantáneo el que uno sentía ante la jueza. ¿Era el amor al poder que en este momento Henry mencionaba con cierta cadencia de verso? ¿Cuántos enamorados del poder habría en 20 ó 30 kilómetros a la redonda? ¿No era Managua una cloaca de adoradores del poder? Así iba yo encadenando preguntas retóricas. Por ese tiempo yo pensaba que iba a ser novelista.
Pero no he dicho, que recuerde, nada de Henry. Henry Ibsen Cantarero. Sí, su segundo nombre es Ibsen. Hibisco le decía su tío homosexual en una ya lejanísima infancia. Padecía de la ansiedad de reconocimiento que se padece en aquel país. Algo que se le transfiguraba en una leve palidez sobre el labio.
En Nicaragua los poetas mueren de bilis, y ser una "torre de dios" y padecer del hígado es casi una tautología. Poetas jóvenes había que se atragantan prontamente con la Higadosanil (Laboratorios Rarpe), píldora dorada que curaba los males líricos. ("Al fin y al cabo", me dijo una vez una muchacha que había decidido hacerle rulos a las musas, "Roberto Bolaño murió del hígado". Me pareció un argumento autodestructivo. ¿Iban a acabar suicidándose todos los y las poetas jóvenes del país? Mi preocupación le arrancó una sonrisa.)
Henry, Hibisco, por tanto, sufría discretamente del hígado. Vivía atento a quién lo mencionaba o no. En periódicos, presentaciones de libros, conferencias, rumores. La alta sensibilidad estética de que se ufanaba (por otra parte, verdadera) lo llevaba a los típicos trabajos de la maledicencia, la injuria discreta y hasta el espionaje. Todas estas artes disfrazadas discretamente de elegancia. La chaqueta pulcra en pleno y turbio calor amazónico-managüense. El paraguas atigrado. Las mancuernillas (últimas de la penúltima tienda nostálgica de la Managua preterremoto). Era la discreción amenazante. La amargura en envoltorio pastel.
En aquella terraza sepultada en olas de calor húmedo yo estaba imaginando que escribía esto lentamente en una libreta. Imaginaba también a mis lectores. El niño obsceno y aquilino que andaba rondando (rumor comprobado, había dicho Hibisco) la Academia de la Lengua para una publicación. La párvula terca y babeante ("al menos para misóginos como vos, Norberto", me había dicho Hibisco) que no se despegaba de la cabeza la "boina azul" y no mantenía, sin embargo, el corazón en calma. Sobre todo, los lectores de mis notas de periódico que me aconsejaban de vez en cuando: baja el tono, Norberto. Diablo azul, Norberto.
En ese momento me percaté de la reflexión de la jueza. La conversación había derivado en la inmadurez de los políticos y por tanto de los poetas. En sus olvidos. De hecho subrayaban en la conversación qué olvidos eran esos y por qué. A cada olvido correspondía casi simétricamente un sorbo de ron extraseco. Ese diagrama, pensaba yo, es analógico. Miraba las flores abiertas acariciadas por el aire caliente de la terracita cómoda. Qué flores son esas que se han comenzado a cerrar discretamente ante la ida del sol, habría querido preguntar.
Yo no tengo recuerdos más que de adulta, dijo la jueza. Hizo un esfuerzo por arrugar el entrecejo en ánimo reflexivo honesto, si bien debido a la artificial tensión botulínica de su cara no pudo lograrlo. A partir de los 32 tengo propiamente recuerdos. Digamos recuerdos con cuerpo, con fecha, con exhalaciones. Vaya: respirantes. Todo lo de atrás es pura búsqueda, puro balbuceo.
La infancia cuenta? Decime vos, Henry. La infancia cuenta? Obvio que no, no cuenta. Mi madre me peinaba, mi padre me ordenaba. Yo nací con una incapacidad innata ("valga la redundancia" pensé) para ser yo misma. Luego buscarse un lugarcito en la larguísima e interminable juventud es una mierda de oficio (perdón por el vocablo). Creéme, Henry. Durísimo. Me metí a estudiar derecho en la UNAN y era como estar en guardia permanente. Los maestros, notables y todo, me miraban como cucaracha. Me exigían el doble, o, los más chanchos me perseguían para aquello que te imaginás. No. Durísimo.
A los 32, ya con un juzgado, casada y a punto de tener mi primer hijo es cuando comienzan mis recuerdos. Ya recuerdos que se mueven solos, que hacen calistenia, que duermen y despiertan. Ya son recuerdos que me visitan y que dejo ir con despreocupación. Qué paja masculina esa de comenzar narrando la infancia. Pero peor paja esa de Borges con Funes el Memorioso, que recordaba no sé que flores. Que si miraba esta terraza memorizaba cada hoja y cada flor de avispa y cada minuto. La vida es más acotada, Henry. Y eso es lo que no saben los jóvenes. Bueno, es cierto que a los jóvenes que estudiaron en el Centroamérica los padres les meten en la cabeza que van a heredar las posiciones de los notables nacionales. Esos jóvenes quizá tienen recuerdos de infancia y adolescencia, y qué sé yo una juventud briosa, constituida, clara y no oscura. Su culo, pues, si heredan pues heredan. Pero mi caso no, Henry. Yo nací ya vieja.
Y se sumió en la reflexión, ahora ya callada.
Hibisco es el autor de unas dolidas Acuarelas (Editorial Guasiruca, 1977). Los críticos (es un decir) han alabado cómo la infancia se posesiona de la palabra en ese poemario, cómo el repentino merodeo con la significación y la desnudez casi candorosa de la voz lírica se diría que danza, etc. Sin embargo no pareció darse por aludido con las palabras de la jueza. Para colmo, horresco referens, Hibisco es graduado del Colegio Centroamérica.
Yo por mi parte volví a ver de nuevo, con cierta fijeza, el rostro de aquella mujer refundida ahora en recuerdos corporales y verdaderos, todos mayores de 32 años. Se iba apagando un poco el rosicler de sus mejillas. En la frente tensa había el esfuerzo de la comprensión unido a la presión de la norma anestésica y estética. Era, digamos, un rostro superpuesto en otro rostro. Uno trascendente sobre otro vulgar. La basura junto a las rosas.
Qué flores son esas, pregunté, más por decir algo que por ansiedad de saber. Avispas, djo ella. O, como los llaman en España, hibiscos. Todas las infinitas y pendejas laderas y colinas de Montefresco están cubiertas de estos solemnes hibiscos.
Cayó la noche y murió el encanto. Lentamente volvimos a la maledicencia. Viste, me dijo Hibisco, están a punto de descubrir a Walter Benjamin en la UNAN. Dejé pasar la mala intención. Pensé como en un sueño: el abstracto, nocturno, inexistente olor de las avispas.
En aquel momento, la jueza dormía o meditaba según no sé qué declinación del yoga.
miércoles, junio 11, 2014
sábado, mayo 17, 2014
sábado, marzo 29, 2014
Secreto de otoño
Un viejo sale con sus dos hijos a pasear por el borde del parque
Hace falta la madre pero conversan. Ven el tiempo: alguien enterró
Una hoja ocre en la arena del playground. Alguien en luna llena
busca mirarse, tiza en el pulmón para escribir. El viejo con su gran cabeza
calla y es solemne y tímido y quizá va perdido en un mundo que no era aquí ni es
como era. Un hijo dice: el tiempo va cambiando, hoy se alargó el rosicler
del cielo pero no el día, hay sembrado un árbol ocre entre otros verdes, alguien
ha quemado la nervadura de la hoja. El viejo asiente. Le cuesta alzar la cabeza, cifosis del
septuagenario que no sonríe puesto que aquel paseo suyo es la responsabilidad más seria.
El otro hijo hace ver que se trata en todo caso de una hoja seca y que el incendio
Ocurre allá lejos detrás del parque y los edificios. Y piensa delicadamente: la máquina
Del ojo del padre. El olor de su ropa. La atención de su cabeza. El vacío de la semana.
Le pregunta vagamente por un síntoma: huesos y piel. Hoy fue el primer día fresco en
Varias semanas. Habrá que abrigarse. El frío entrará a la habitación y se hará humedad
Con el paso de los días. Un día nublado habrá llovizna, y viajes a la ventana. Ese vacío
De la hoja ira mudando, esporas en el vello pectoral, un arácnido terco en el vano de la
Ventana caminará dibujando el secreto del otoño.
Hace falta la madre pero conversan. Ven el tiempo: alguien enterró
Una hoja ocre en la arena del playground. Alguien en luna llena
busca mirarse, tiza en el pulmón para escribir. El viejo con su gran cabeza
calla y es solemne y tímido y quizá va perdido en un mundo que no era aquí ni es
como era. Un hijo dice: el tiempo va cambiando, hoy se alargó el rosicler
del cielo pero no el día, hay sembrado un árbol ocre entre otros verdes, alguien
ha quemado la nervadura de la hoja. El viejo asiente. Le cuesta alzar la cabeza, cifosis del
septuagenario que no sonríe puesto que aquel paseo suyo es la responsabilidad más seria.
El otro hijo hace ver que se trata en todo caso de una hoja seca y que el incendio
Ocurre allá lejos detrás del parque y los edificios. Y piensa delicadamente: la máquina
Del ojo del padre. El olor de su ropa. La atención de su cabeza. El vacío de la semana.
Le pregunta vagamente por un síntoma: huesos y piel. Hoy fue el primer día fresco en
Varias semanas. Habrá que abrigarse. El frío entrará a la habitación y se hará humedad
Con el paso de los días. Un día nublado habrá llovizna, y viajes a la ventana. Ese vacío
De la hoja ira mudando, esporas en el vello pectoral, un arácnido terco en el vano de la
Ventana caminará dibujando el secreto del otoño.
domingo, febrero 23, 2014
Verano
La vasta masa del sol una dalia impresionista. La sospecha de varios mares tras varias palabras
En los audífonos
Desdémona frente a una imagen de la virgen (se la puso ahí Verdi)
Encajes y ojos color
vino: humo, aceite, cañones, vapores en el trémolo de la orquesta
Algo se derrumba, un
grito y Desdémona muere cuando estoy llegando a la Avenida Grecia
(Desde ahora en el aire
ácido y madurado del verano se sospecha en un recodo el otoño:
un marzo que es un ramo
seco.)
Busco en la sombra una
letra olvidada, un subrayado que dejé en abril
En este libro
invisible: el idealismo alemán, Kant contra la desfiguración del mundo
Qué factores hacen
posible estas fantasmagorías?
En el radio programan
"Nobody Told Me": Todos están
hablando y nadie dice una palabra
Particularmente los
intelectuales. Decido volver por donde haya un puente
Una perrita raza boxer
tras una rejas de color, un lejano tamarindo
Una sombra sobre un río
imaginario.
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