Pablo Milanés era poeta del hastío y del tiempo, de la juventud desvanecida, del amor gastado y el envejecimiento. Una “waste land” en condiciones revolucionarias. Se recordarán los versos de “Años”, “el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos”.
A veces su poesía enunciaba una contradicción básica con la
disciplina, la regla y la norma social. “No me pidas, / que a todo diga que sí/
que te cansarás”.
“No me pidas”. “Yo no te pido”. Son títulos confluyentes que
se encuentran en el mismo álbum (No me pidas, 1978).
En los años 70 la construcción socialista pedía pensar qué
aceptar o que no, y en qué condiciones, de las múltiples exigencias. Otros
versos indicativos al respecto: “Lo anhelado a veces te hace mirar hasta trascender,
/ lo logrado te ve sentado descender”.
La Nueva Trova era ya por entonces no sólo un emblema
revolucionario sino también algo que pertenecía a un círculo de
internacionalización y consumo. Es de lo que trata “Sábado corto”. “Silvio en
concierto u otro que se parezca/ Está bien para comenzar”. Gran homenaje a Silvio
Rodríguez, gran modestia de autor (el “otro que se parezca” es Pablo).
Pero también la Nueva Trova articulada al nuevo tiempo posible
en donde el amor purifica al consumo: “Ni el mal gusto, las colas, las próximas
horas/ Pudieron con nuestro amor”. El “culto pleno a la verdad” que Milanés
invoca en “No me pidas” se advierte en esa mirada poco dada a la idealización.
Por supuesto, está la invocación de los símbolos y luchas revolucionarios.
Su gran trabajo musical sobre versos de Martí o de Nicolás Guillén (“Tengo”,
una obra maestra musical). Mandela, Haydee Santamaría, la condición colonial de
Puerto Rico, y la revolución cubana y latinoamericana que evoca en estos conocidos
versos: "Bolívar lanzó una estrella / que junto a Martí brilló / Fidel la
dignificó".