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lunes, agosto 27, 2007

Paradiso VIa

Incorporación cultural.

"Por línea de mi madre, reconozco esos cantos guerreros, recitados como gracioso aperitivo, pero la otra mitad es la que ahora tengo que buscar, pues estoy en una edad en que siento que me es imprescindible incorporar algo que me aclare y me decida, que me haga momentáneamente completo. Necesito incorporar un misterio para devolver un secreto, o sea una claridad que pueda compartir". (pág. 247)


Es un paradigma inverso al del mestizaje. En el mestizaje lo claro (el eje rector) es lo europeo, y lo oscuro es lo indígena.

El Coronel busca "lo europeo" (entrecomillado, porque lo que no está claro no está necesariamente sujeto a una definición) como oscuridad: una incorporación que edifica una poética.

Pero lo que "incorpora" el Coronel es a Rialta (capítulo, también, de la boda). Lo "oscuro" es, también, la fineza criolla (mencionada enfáticamente durante este capítulo). Entrecruce de encajes. Hablando de Rialta:
"Comenzaba un extenso trenzado laberíntico, del cual durante cincuenta años, ella sería el centro, la justificación y la fertilidad". (pág. 252)

jueves, agosto 23, 2007

Paradiso IV

Genealogía del Coronel, José Eugenio. Contrapunteo del tabaco y el azúcar, “aquellas escandalosas y malolientes extensiones de verdes, aquellos sembrados de caña vulgarota y como regalada por la naturaleza, para nosotros que estábamos acostumbrados a un paisaje muy matizado” (188).

Aristocracia irónica, la de la madre del Coronel, la familia que en Pinar del Río se dedicaba al tabaco. El padre del Coronel los arrastra al centro de la Isla. Madre delicada y predispuesta a la muerte (decadente, podría decirse), padre fuerte y altivo.

José Eugenio se dedica a advertir de forma caleidoscópica a los nuevos vecinos: los Olaya, recién llegados de Jacksonville.

Su ingreso al Colegio. Su sexualidad: una colisión con lo propio de la novela. Aguas que corren sobre el cuerpo de los muchachos, sellamiento de partes del cuerpo.
“De tal manera, que durante mucho tiempo, José Eugenio Cemí tuvo del cuerpo el recuerdo que se precisa en la noche treinta y cuatro, cuando en el palacio un joven confiesa, el Rey de las Islas Negras, gimiendo y levantando su túnica, que era hombre de la cabeza a la cintura, y tenía la otra mitad de mármol negro” (209).

lunes, agosto 20, 2007

Fisiologías, jerarquías (Paradiso V)

"Siempre estoy haciendo respuestas, creando actitudes ajenas. Necesito equivalencias, luego surgen las grietas, el hecho sólo es creado por mi respuesta. Entonces, llega invariablemente un momento en que me siento molesto, respondo sin que se me pregunte, me parece que es un tercero el que me está preguntando". (Paradiso V)


Leer esta intención junto con Deleuze: producción de sentidos, en vez de coartadas al sentido cuando tropiezas con las grietas.

Nunca te rindas ante el New Age.

No seas el Arjona del postmodernismo.

Ilumina Lezama.

miércoles, junio 13, 2007

Paradiso III

Cáp. III

Vicios del lenguaje / idiolectos. Secretos de comunicación familiar.

Capítulo de la emigración a Jacksonville, genealogía de los Olaya, que culmina en la muerte del adolescente Andresito.

Tema, la reproducción cultural. Transformación de Isolda en manatí. ¿Se puede leer esta transformación o sólo se puede figurar?

"Los halcones blancos se reproducen mirándose sin volver los ojos hacia atrás...Existe la reproducción por la mirada y por el grito." (pág. 166).

Paralela, intimamente, la discusión teológica entre protestantismo y catolicismo. Caricaturas del calvinismo. Gracia del trasfondo católico barroco: el traje disgregado del Padre Rosado produce imágenes que pueblan contextos diferentes.

"El católico sabe que su acto tiene que atravesar un largo camino, y que resurgirá en forma que será para él mismo un deslumbramiento y un misterio". (pág. 156).

Esa es una consigna de un catolicismo que podríamos llamar surrealista.

Así el debatido talento de Andresito el flautista (una pureza, un nervio, una expectativa adolescente), que produce su muerte y luego la resonancia en la genealogía Olaya. Todo concurre en Cemí. Paradiso es /en el borde de un ascensor.

Voy leyendo capítulos con secciones muy intrincadas (como ese de la metamorfósis de Isolda) que de pronto pasan a un montaje casi cinematográfico de suspense en la muerte de Andrés Olaya, el tío virginal de Cemí.

lunes, junio 04, 2007

Paradiso II

Opresión de los otros contra Cemí (el que oprime la tiza contra el paredón). Investigación del "solarete entrelazado a la rifosa casa del Vedado" (pág. 132). En especial Mamita y sus hijos, atados al destino del Coronel (enmascarados, incluso, por ese destino: un destino racial). "Era siempre--ahí va la ironía de Lezama--esa persona indecisa, delicada, que cuando la conocemos se muere tres años más tarde" (ibid).

Martincillo, entre otros, inolvidable. "Era de un pálido de gusanera, larguirucho y de doblado cotoneo al sentir la brisa en el torcido junco de sus tripillas". (pág. 134). Además, "era tan prerrafaelista y femenil, que hasta sus citas parecían que tenían las uñas pintadas" (pág. 135).

Viajes del Coronel a Kinston y a México (los conocidos viajes de Lezama). Caso del doctor Copek que copia en su axila el mal olor de un guardia. Pero, sobre todo, el descubrimiento de la impenetrabilidad del mexicano. (Es una temática popular, como se sabe, en especial por El laberinto de la soledad).

"En México se sintió extraño y removido. Se alejaban las divinidades de la luz, viendo que aquel era un mundo soterrado, de divinidades ctónicas; el mexicano volvía a tener la antigua concepción del mundo griego, el infierno estaba en el centro de la tierra y la voz de los muertos tendía a expresarse y ascender por las grietas de la tierra". (pág. 147).

Extrañamiento e impenetrabilidad del alma mexicana (trabaja Lezama similares códigos que Paz). El diplomático que contempla el incógnito diamante, una mirada que no implica la comunicación (pág. 147-148). Y las máscaras mexicanas, entre las que saldrá sorpresivamente Vivo (el hijo de Mamita).

Correspondiente momento de epifanía: un sueño con los príncipes de Xibalbá, "no convertidos en puercos, ni yaciendo en pocilgas, pero sí reducidos a nueve años" (pág. 150).

¿Por qué procesos se despierta (se sueña) toda una mitología distante? El punto, la equidistancia, es, otra vez, esa de Paz: viaje al Oriente interno. El Coronel encuentra soterrado el enmascaramiento (Vivo, su emisario, le aparece enmascarado: y la máscara de su sueño proviene de la mitología quiché) por sobre la norma de la cordialidad que él cree representar.

viernes, junio 01, 2007

Paradiso I


El gran secreto teatral de Cemí--a los cinco años--. Las cruces, sombras, hálitos (toda la penumbra) que amenaza con marcar su destino. "Ahora se me quedarán esas cruces pintadas por el cuerpo y nadie me querrá besar para no encontrarse con los besos de Truni" (pág. 115, edición de Cátedra), habla de pronto, casi se diría que por sonambulismo, el niño.

La cultura se autonomiza en el encaje, en la cocina. Los estilos literios son eso: encaje, cocina. Para eso, Lezama usa unos dejes metairónicos. "Tanta refistolería--dijo la señora Rialta-- no le viene bien a algunos platos criollos" (pág. 122).

Esto incluye la tensión entre lo criollo que se adelgaza, y lo barroco que se adereza. La mezcla cultural implica una perturbación, un trauma (un sueño, un temblido), una epifanía. La llamada del padre del Coronel, "desde el recuerdo", sirve para articular ese trauma. (Y no es figura ya de la llamada del propio Coronel como padre de Cemí?). La Gossá familia va por la ruta de las Soledades. La vianda de la cultura, y la metaironía de la mezcla: todas los viñedos españoles han sido producidos por semillas americanas, eso desvela al vasco padre del Coronel: "todos los viñedos de España fueron destruidos por la mosca prieta, y se trajeron para remediarlos semillas americanas, y todas las uvas actuales de España...descienden de esas semillas" (pág. 127).

El día de la epifanía, de la revelación cultural, el abuelo duerme bajo un flamboyant. Esta revelación conlleva las discusiones del capítulo: el encaje, la cocina, y quizá sobre todo, el caso del mulato Juan Izquierdo, el de los excesos en el aderezo, el quizá demasiado heterodoxo para lo criollo, y que ha sido desapachado con deshonor por el Coronel.