domingo, diciembre 19, 2021

Libros leídos 2021

 Algunos libros leídos, este año 2021, por fuera de las lecturas para clases y cursos, o para trabajos académicos. Digamos, lecturas de entretenimiento pero resguardando cierta dignidad a la palabra.

Por orden de importancia con respecto a la impresión que me causaron:

1. Las bostonianas de Henry James

2. Había mucha neblina o humo o no sé qué de Cristina Rivera Garza

3. Los fantasmas de mi vida de Mark Fisher,

4. El hombre más triste: retrato del poeta César Vallejo de Daniel Titinger

5. Visto y vivido en Chile de Luis Alberto Sánchez,

6. El comienzo de la madurez de Henry James

7. Realismo capitalista de Mark Fisher

8. Nazarín de Benito Pérez Galdós

La de James, una gran novela feminista. El libro de Rivera Garza, una magnífica reescritura de Rulfo, ficcional, biográfica y ensayística a la vez. Los fantasmas de Fisher ayudan a afianzarse teóricamente en el ámbito de la cultura, especialmente la música popular. Al contrario de cierto babeo retórico que se toma por teoría en estos días, hay un precioso afianzamiento materialista en Fisher. Siempre mis preferencias por la literatura autobiográfica y biográfica (Sánchez, diseña un excelente retrato del Chile de los años 1930s y 1940s; James se refiere elípticamente a su inserción en la cultura británica. Sobre el libro de Titinger escribí en la anterior entrada). Conocía el Nazarín de Buñuel, pero no había leído el de Galdós. La adaptación es fiel en espíritu. La de Galdós, gran novela sobre el pueblo bajo.

domingo, diciembre 12, 2021

Hombre triste

He tenido la suerte de hablar en los últimos años a una clase de literatura sobre la poesía de César Vallejo. César Vallejo de los Heraldos, cerca del modernismo. César Vallejo de Trilce, vanguardista. Un poco del César Vallejo de los Poemas póstumos. Enseñar algo de Vallejo, uno de los lujos de la vida. No importa si en el frío del invierno de Santiago, algo de calor se encuentra siempre en Vallejo.

Eso sí, como quizá muchos de mi generación, con dudas implícitas sobre lo biográfico. Residuos de la muerte del autor. Expansión permanente del texto. Actitud dubitativa sobre el culto a la personalidad. Siempre el poema por sobre la vida.

Leo El hombre más triste, retrato del poeta César Vallejo, un libro de crónicas de Daniel Titinger (Santiago, UDP, 2021). Menos que una semblanza de Vallejo (aunque también es), un confluir de versiones sobre el poeta peruano, algunas encontradas. Cómo era, de qué murió, por qué estuvo preso. También una mirada algo piadosa sobre Georgette Vallejo, la mujer que se peleó con todos en la insana tarea de fijar una verdad sobre Vallejo.

Sin la pasión del otro Vallejo (Fernando Vallejo), la opción de Titinger recuerda la que siguió el colombiano para su biografía sobre Barba Jacob, El mensajero. A Vallejo, Fernando, lo movía la atracción afectiva y la batalla contra el olvido, persiguiendo a los testigos de la vida de Barba Jacob por geografías intrincadas (Centroamérica, México, el Caribe) y por archivos dispersos.

Titinger no persigue a una sombra, sino a un sujeto literario reescrito, analizado y referido múltiples veces, y con los más extraños énfasis. (De hecho, un valor del libro es la referencia a las versiones biográficas e interpretativas sobre Vallejo.) Su geografía, la del cronista, es también intrincada: París, Santiago de Chuco, Trujillo, Lima…, ofreciendo un trabajo admirable de movilidad y reconexión con raíces o arqueologías: el poder de la crónica.

Como Vallejo (Fernando), Titinger busca entre los testigos aún vivos, o entre los testigos que escucharon algo. Algunas cuentas del rosario resultan obvias, sobre todo la muerte en París, los motivos de la cárcel, la vida parisina, el compromiso marxista, la vida familiar originaria en Santiago de Chuco.

Menos que el impulso afectivo o la identificación modélica (pienso de nuevo en el otro Vallejo), en Titinger parece operar cierto sano distanciamiento con la materia, la biográfica y la poética. Para un vallejiano que lee sobre todo la poesía de Vallejo, ese distanciamiento quizá esté demasiado pronunciado. Titinger coloca, de hecho, al lector en una postura dubitativa. Era Vallejo, en realidad, ese gran hombre, o ese hombre triste, o ese gran poeta. ¿Y todo este coro de voces, textos, habladurías, chismes sobre Vallejo, en qué sentido darán con una verdad?

Si se le pide al libro de Titinger un resultado que incida de manera determinante sobre cómo leemos la poesía de Vallejo, quizá la petición se frustre. El libro no opera en el sentido de reactualizar una lectura de la obra de un autor, como si logra, por ejemplo, Cristina Rivera Garza al releer (en parte biográficamente) a Rulfo (Había mucha neblina o humo o no sé). En cambio, el libro de Titinger está organizado como unas crónicas entrelazadas (situadas en los lugares clave de la vida de Vallejo) que plantean los misterios fundamentales de su vida.

Las mejores de entre esas crónicas (por ejemplo, la de Santiago de Chuco, con el fervor de los fans de Vallejo, o la de la visita al Cementerio de Montparnasse, con la descripción de los peregrinos en la tumba de Vallejo, o la del encuentro con el pintor Szyszlo) actualizan a Vallejo de maneras inesperadas, entrelazan su vida y su legado con lo sorprendente, lo surreal e, incluso, lo siniestro. Queda, al terminar el libro, la impresión de una semblanza del poeta peruano, pero también de una especie de “taller irónico” (creo que así lo llama García Canclini) instalado en ese complejo tinglado de las relaciones del autor y sus públicos.

domingo, diciembre 05, 2021

He dejado del lado varios sueños

He dejado de lado varios sueños para que se deslían.

Se agoten en sí mismos (sus rutas contrahechas) y sus personajes

Se topen con una imagen repetida, ya encallada

Traslúcida pero sometida

Al tiempo en las aguas del sueño

Oh proverbiales.

He dejado de viajar largamente por la costa central

De noche de día con puertos con lluvia

Sobre todo con neblina

Me cansé de los supuestos del sueño

De la filiación de la imagen

Del Pablo codificado que cae del caballo

Ay de tantos Caravaggios me he cansado

Y los he dejado mudos en mi cuaderno

Los perogrullos que agitan las colas como gusarapos.