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sábado, febrero 25, 2023

Para leer a Gioconda Belli

 “¿Dónde está Inestablestán?”

 Dorfman y Mattelart, Para leer al Pato Donald 57


Ha causado revuelo la aceptación de la nacionalidad chilena por parte de Gioconda Belli. Expulsada de su país por una medida del gobierno de Daniel Ortega, Belli fue despojada, junto a otros centenares de nicaragüenses, de su ciudadanía de origen. La medida autoritaria es consecuencia de la rebelión opositora de 2018 que sigue ordenando todavía el devenir político de Nicaragua.

En cualquier caso, la persistencia de un nacionalismo fracturado, polarizado y en preparación constante de guerra civil no resulta nada novedoso en el país centroamericano. De hecho, recién a finales del siglo XX Nicaragua vivió dos guerras civiles sucesivas. Una, la revolución sandinista, victoriosa contra la dictadura somocista, pero derrotada frente a otra guerra civil: la guerra contrarrevolucionaria, en esencia una guerra campesina financiada por Estados Unidos y capitaneada por parte de la sociedad política. 

Los actores de esas guerras son todavía los actores políticos del conflicto político actual: los sandinistas, los somocistas, los chamorristas, los contras, aunque algunos han cambiado de trinchera. Porque si algo no ha cambiado en Nicaragua es la clase política. Esto quizá porque se trata de un país esencialmente cortesano en que “grandes familias” ordenan la vida política del resto. Es la persistencia de un modelo de guerra civil entre liberales y conservadores que movilizaban a sus huestes para disputar el poder, y siempre tuvieron poca capacidad de negociación y casi ausentes prácticas democráticas. Como se verá más adelante, esta cortesanía ordena incluso la vida cultural y literaria. 

La clase política sabe la importancia de agenciarse el apoyo de los Estados Unidos. Al menos desde mediados del siglo XIX siempre ha habido una parte de la élite que funciona como aliado de la potencia del norte con el objetivo declarado de tomar, o ejercer, el poder. “Por el lado del Norte está el peligro. Por el lado del Norte es por donde anida el águila hostil” escribía Rubén Darío en 1892, el poeta que dio apoyo a un gobierno liberal derrocado por decisiones de Estados Unidos. Junto con el nacionalismo fracturado, la cortesanía y el reciclaje constante de la clase política, la presencia de Estados Unidos dentro de la política del país es un asunto decisivo para entender las crisis.

Aun así, opera, creo yo, cierto exotismo revolucionario que convierte a figuras como Gioconda Belli, sobre todo cuando se ven desde el exterior, en sujetos de una solidez rotunda, alejados de las vicisitudes históricas que implica ese nacionalismo en crisis permanente. Es como si fueran personalidades colocadas más allá de cualquier historia biográfica y política. Como que conservaran en alguna parte (en sus palabras, en sus cuerpos) una pureza ideológica absoluta. 

Esto y cierta sobrevaloración de lo literario llevó por ejemplo, creo yo, a que el presidente de Chile, Gabriel Boric, invitara a su toma de posesión tanto a Belli como a Sergio Ramírez. ¿Por qué no fue invitado algún dirigente campesino o alguna feminista representativa de la nación, o al menos de esa parte de la nación que se opone al gobierno de Ortega? Es como si las personalidades de Belli o Ramírez encarnaran (y muy siglo dieciocho y muy antiguo, decía Darío) lo nacional, coherente, próximo y sin ambigüedades.

Por supuesto, yo pongo en duda tal coherencia. Lamento tener que decir algo sobre mí para justificar mi crítica. Pertenezco a la generación de la revolución y fui formado por ese proceso. Mi formación como crítico literario o cultural estuvo marcada decisivamente por las guerras civiles de los ochenta. El fracaso de la revolución fue también un escenario formativo. Me enseñó a poner en duda el nacionalismo, a verlo cruzado por muchas otras fronteras y grietas (de clase, de raza, de región, de género). Entendí ese juego algo perverso en que las élites se pelean discursivamente mientras los subalternos ponen los cuerpos (y los muertos). 

Si es que tiene sentido alguno un escenario crítico en Nicaragua, me parece fundamental la puesta en cuestión de las identificaciones dogmáticas del nacionalismo. Sin embargo, la libertad intelectual siempre ha sido muy escasa en Nicaragua. No me refiero a algo novedoso que trajo el gobierno de Ortega en el presente ni hablo de la censura de información o de comunicación. Quiero decir que desde ayer, anteayer, e históricamente la libertad intelectual es precaria en Nicaragua. Siempre ha estado, para comenzar, en manos de unos pocos, y ha estado sometida, además, a las prácticas cortesanas que ya mencioné. Escenarios en que la Gran Personalidad, que acumula poder simbólico y cultural, se traga al resto.

Por eso, uno de los ejes fundamentales de la crítica debería ser la de la relación histórica de los intelectuales y el poder. Como dije en un texto antiguo, refiriendo el asunto a nombres propios, pensar las relaciones de Darío y Zelaya, de Coronel Urtecho y Somoza, de Sergio Ramírez y Daniel Ortega. Se trataría de un proceso de comprensión cultural necesario.

En los años setenta del siglo XX, abrumado por un sentimiento de culpa debido a su apoyo a la dictadura del primer Somoza, el poeta vanguardista José Coronel Urtecho llegó a la conclusión de que entre la inteligencia nicaragüense predominaba una “resistencia de la memoria”. Eso se notaba en la insuficiencia de escritura historiográfica, pero también autobiográfica. Según Coronel, la división partidista, que llevaba a la guerra civil, obnubilaba las conciencias letradas e impedía la expresión de una identidad nacional no marcada por el partidismo. Coronel se proponía experimentar en su escritura una especie de confesión autobiográfica, intelectual y política, que conllevara una suerte de sanación o purificación. Su texto autobiográfico, no finalizado, iba a llamarse Mea máxima culpa.

Si algo produjo la revolución sandinista fue un pequeño “boom” de libros de memorias, testimoniales y autobiográficos. Quizá estos libros contradecían a Coronel, pues mostraban una desenfadada ocupación por expresar la memoria y expresarse desde el yo. Sergio Ramírez, Gioconda Belli, Omar Cabezas, Tomás Borge, Violeta Chamorro, Ernesto y Fernando Cardenal, entre otros, escribieron textos de memorias. Pero ¿pudieron superar el partidismo característico que había señalado Coronel? ¿llegaron a situarse en una posición de sanación o de purificación? 

Se requeriría, por supuesto, un análisis detallado. Pero hay un indicio político decisivo en la lectura que se hace del derrocamiento de Somoza en 1979. Tal acontecimiento ha sido leído como un ordenamiento radical de la historia nacional. Una escenificación histórica de lo popular tanto como de revivificación de lo nacional. El reinicio lustral de la historia, etcétera, es decir, todos los lugares comunes que la revolución moderna acumula históricamente. Creo que muchos de los textos memorísticos de los letrados (hay muy pocas voces subalternas, si es que hay alguna, en ese corpus) operan no orientados a un examen crítico de sí mismos y de las circunstancias, sino más bien, para apoderarse de ese momento mágico de confluencia de fuerzas sociales y culturales que fue 1979. Es decir, para encarnar autobiográfica y alegóricamente ese momento trascendental.

Apoderarse de esa representatividad, expresarla de manera coherente y sin ambigüedades, encarnarla en el cuerpo, transformarla en poder cultural. Esa me parece una operación no solo de apropiación, sino también de “resistencia de la memoria” tal como la describió Coronel. Me atrevería a decir que es, además, una operación ideológica, en el sentido en que postular una verdad absoluta puede significar operar discursivamente desde el poder. Por eso en otro texto antiguo dije que las memorias de la revolución eran memorias administrativas, memorias del y desde el poder.

Este aspecto es sin duda fascinante en el caso de las memorias de Gioconda Belli, El país bajo mi piel. Como he mencionado en alguna clase universitaria sobre este texto, la portada de una de tantas ediciones del libro (creo que de Plaza & Janes) resulta sintomática. Se mira ahí a una combatiente sandinista a la que el diseñador ha cortado la cabeza. No sabemos quién es esa combatiente anónima en un libro en el que, por el contrario, sabemos todo de la autora. El desplazamiento resulta perturbador. Dice algo quizá de una de las estructuras en que se funda la revolución sandinista. El cuerpo de la combatiente (digamos, las bases sandinistas) y la cabeza (la nueva clase cortesano-revolucionaria) que puede hablar por esa mujer anónima.

Ese tipo de desplazamiento es estructural del nacionalismo que suele invocarse desde las clases dominantes, incluidos sus escritores de izquierda. En algunos textos, memorias y poemas, se puede advertir incluso un discurso nacionalista señorial. Se extrañan los paisajes atados a un sentido de propiedad: mis volcanes, mis palmeras, mis lagos, etcétera. Sin duda este sentimiento nacionalista es muy diferente del que puede elaborarse desde otras perspectivas.

Como en otros países centroamericanos, muchos nicaragüenses salen del país buscando la sobrevivencia. Son, entre otros, mujeres anónimas, que pierden la identidad en esa maraña de la migración y la diáspora. No sabemos qué será para ellas un sentimiento nacional. El gran poeta nicaragüense, Carlos Martínez Rivas (el rival oscuro de Cardenal, y según este mismo, mejor poeta de su generación), escribió un verso que resuena bien para la tradición nacional de Nicaragua: “Patria que para qué pare parias”.

En la aceptación de la nacionalidad chilena por parte de Belli advertí, mea culpa, una operación más publicitaria y política que de necesidad imperiosa. Cierta publicidad que quizá también quiere utilizar el gobierno chileno y que involucra a su Cancillera, Antonio Urrejola y el necesario despliegue del discurso de los Derechos Humanos. Me pareció publicitaria la representatividad que se atribuye a Belli que no deja, como ya dije, de reflejar cierta fascinación exotista por una izquierda en que se archivarían de manera idealistas todos los sueños de la revolución sandinista (la “buena” y no la “mala”).

En realidad las maniobras humanitarias (y publicitarias) del gobierno de Boric se alzan  frente a un contexto complejo como el nicaragüense en que los desenlaces de la crisis no se pueden prever, pero ojalá que apunten a una salida negociada y no a una guerra civil. Más que creer dogmáticamente en el discurso enunciado por algún nicaragüense específico (y esto incluye al autor de este texto) hay que leer críticamente a los nicaragüenses, separarlos de los deseos exotistas y tratar de comprender su historia y sus complejos.


martes, octubre 12, 2021

Homosocialidad y poder revolucionario

 

Ernesto Cardenal tomó venganza de Rosario Murillo en su último poema. En los que son, quizá, los peores versos de Cardenal, dice:

el país entero en manos de una loca

la del estéril bosque de árboles de hierro

y en manos de un presidente sin huevos

gobernado por ella

Aunque se trata de un largo poema místico (probablemente no mucho mejor que otros ya publicados por él, poeta en quien la mística es esencial), Cardenal quiere introducir en el poema la actualidad en su referencia a los sucesos de abril de 2018 y sus críticas al gobierno de Daniel Ortega. ¿Por qué los peores versos? No por la crítica o la oposición a Ortega, sino, me parece, por la fijación testicular. Nunca fue, en apariencia, en los largos poemas políticos de Cardenal, asociada la cuestión del poder con los testículos. O, al menos, fue siempre una elipsis significativa: la homosocialidad se entendía como caso de comunidad y fraternidad (todos somos hermanos, decía Sandino, etcétera).

Tanto en el terreno de las letras, como en el de la mística o el de la política, lo que Cardenal suele diseñar son espacios homosociales. Sus héroes culturales, sus maestros, sus ejemplos de afiliación (Coronel, Merton) son siempre masculinos, e incluso sus némesis literarias o políticas (Carlos Martínez Rivas, Somoza García) extienden esas redes de homosocialidad. Eso sí, la pugna política y literaria que instala con Somoza García en los años 1950s, y que se resuelve con una derrota (que es la derrota de la rebelión de abril de 1954), él la transforma en derrota personal y avatar místico. La aparente consolidación de la dictadura de Somoza García, provoca una convulsión en el alma del joven Cardenal. “Por extraño que parezca—cuenta en sus Memorias—, rápido como un flash mi mente percibió una superposición de Dios y el dictador como si fueran uno solo; uno solo que había triunfado sobre mí.” (Vida perdida 90). Es notable aquí que la victoria de un hombre (Somoza) sobre el otro (Cardenal) aparece santificada por la convulsión mística. Aunque en el fondo sea asunto de competencia masculina, la cuestión testicular no aparece tan en la superficie, como lo será en el dicterio contra Ortega. Pero no hay que olvidar que el choque con Somoza-Dios depara una vida de emasculación simbólica. 

Siguiendo dentro del caso de Somoza-Cardenal: para llegar a ese extremismo, en que vida personal y vida política nacional se entrelazan de una manera tan determinante y dramática (o, incluso, melodramática), se requiere cierto afecto de pertenencia bastante radical. Pero intuyo que tal afecto de pertenencia no está tan bien distribuido, incluso hoy día, a lo largo del espectro de clases en Nicaragua. O que las causas e identificaciones son dispares. Unos pertenecen mejor y de forma más determinante que otros. Por eso, entre otras cosas, es interesante estudiar a criaturas literarias como Cardenal: porque muestran cómo canta para ciertas clases el ave del nacionalismo (alguna debe haber). En ese sentido, si bien el nacionalismo de Cardenal se puede entender como notabilismo—identidad de notables (para pecar un poco de abrupto: Cardenal se despide de su paisaje como quien se despide de su finca), con el sandinismo logra algunos cruces de clase e ideológica con otras versiones del nacionalismo (todo lo que estaba en la onda en los años sesenta: anti-imperialismo, castrismo, tercermundismo, indigenismo-hippie). Este entrecruce se advierte en poemas como “Las mujeres del Cuá” en que unas campesinas víctimas del Estado somocista, sueñan con los guerrilleros: “los ven de noche en sueños/ en extrañas montañas”. La distancia entre sueño y vigilia, inconsciencia y razón, campo y ciudad, es salvada por la presencia masculina (y pública y política) del guerrillero. No quisiera insistir que si hay algo poco representado en la poesía de Cardenal son las mujeres. Aparte de las Claudias e Ileanas que rechazaron al poeta de joven, provocando la venganza de los epigramas, se cuentan con las manos de los dedos otras presencias femeninas en su poesía. Parece notable, en ese sentido, el exabrupto contra Murillo.

Durante la atrabiliaria lucha por el poder cultural entre Cardenal y Murillo, en los años 80s, había momentos en que el poeta podía gozar de cierta condescendencia del Comandante (él lo llama Daniel en sus memorias), que, al parecer, lo libraba un poco de la locura de Murillo. Wellinga, que descobija parte de las luchas mencionadas, cuenta una visita de Daniel Ortega a la casa de Cardenal en que el guerrillero le pide disculpas al poeta. De ser verdad lo narrado ahí, Cardenal ya había dicho de viva voz las ofensas del poema más de treinta años atrás en la mismísima cara de Daniel. “Mi ataque más fuerte fue ése: decirle a Daniel que era dominado por ella. Y Daniel entonces, hubo un momento, sólo un momento en que él se sulfuró, de que allí se le estaba tocando su hombría y no lo permitía.” (Wellinga 137). Es obvio que Cardenal guardo aquella hombría en su tarjetero, quizá clasificada bajo la H en que también cabía la palabra huevos. Hombría refiere entre otras cosas, creo yo, a la identificación de un rol masculino dominante en el poder revolucionario, siendo expresión correspondiente de tal idea de poder, la importancia de las alianzas entre jefes revolucionarios varones (la Dirección Nacional Conjunta, Daniel y Sergio, Daniel y Cardenal, etc.). Apunto, quizá menos como certeza que como proyecto de investigación, a que en el caso de Cardenal-Ortega (en contraste con el caso de Cardenal-Somoza) ocurre un rompimiento en la homosocialidad del poder revolucionario, el cual perdura hasta, literalmente, el último poema del poeta. 

El corolario, aunque procaz y precipitado es quizás necesario como cierre de este texto: fue siempre cuestión de huevos, si bien la mística lo encubría.

sábado, enero 16, 2021

Cuentos del abuelo difuso

 "Cuando finalmente llega, el capitalismo produce una desacralización en masa de toda cultura." M.F.


Uno de los temas frecuentes a lo largo de más diez años en este blog es el sandinismo, a veces etiquetado como sandinismo-posmo. (Entre esas entradas me atrevo a recomendar la que versa sobre Éticos y adiposos, que resume quizá esencialmente mis propuestas y críticas.)

Recientemente una de la versiones del sandinismo, la que llamé irónicamente en aquella entrada la rama "ética", decidió borrar de su nombre oficial el apellido sandinista. Pasó a ser así, en vez de Movimiento de Renovación Sandinista, Unión Democrática Renovadora (UNAMOS). (Lo informa, por ejemplo, el medio derechista Infobae).

Es una temporada de borramientos sustanciales. Considérese, por ejemplo, la idea de borrar la figura de Donald Trump de la película Home Alone 2. El procedimiento tecnológico de borramiento deja, sin embargo, una presencia fantasmática, una huella algo amenazante. Dice la sombra que la fascinación cultural con Trump y su encumbramiento como director imperial (y como producto estadounidense), no es algo que se pueda borrar tan fácilmente.

Se recordarán los famosos borramientos fotográficos de la época estalinista. Las fotografías trucadas pretendían alterar el pasado y reescribir la historia. Pero tales reescrituras, al igual que en el ejemplo de Trump, siempre están llenas de amenazas espectrales (y de sombras).

De hecho, la asociación metafórica entre Sandino y Sombra tiene un ilustre cantor. Ni más ni menos que Ernesto Cardenal, en un poema posiblemente canónico de la literatura latinoamericana del siglo XX, denunció ese estatus fantasmático de Sandino (no era su cara "vaga como la de un espíritu"?).

Como algunos héroes clásicos, el Sandino de Cardenal habita un interregno entre histórico y escatológico. Recuérdese (recuerden Uds., camaradas renovadores) el final del poema:

Cuando anochece en Nicaragua la Casa Presidencial
se llena de sombras 

(...)

y la gran sombra, la del gran crimen,
la sombra de Augusto César Sandino.

Quiere decir que, en cierto sentido, la renuncia al nombre de Sandino reitera ese estatus fantasmático, de sombra, del héroe. También, en cierto sentido, implica una renuncia cultural fundamental. Puesto que Ernesto Cardenal fue, según entiendo hasta su muerte, un militante o seguidor notable del MRS (dentro de la lógica notabilista que tiene la política en Nicaragua), en cierto sentido, el cambio de nombre es también una especie de volver la espalda a lo que se entendía por historia desde las articulaciones político-culturales que dieron origen al sandinismo actual (desde los años 1960s para acá).

Una especie de proceso por medio del cual se tiene todavía caliente el cadáver de Cardenal y ya se le saca de una articulación política válida. (Se entierra con su cadáver toda una época histórica de luchas políticas y de redefinición de lo nacional en la que notablemente la literatura operó de manera significativamente dentro del campo político).

No sé qué tan consciente es este proceso para los camaradas renovadores. Se ve, sin embargo, que no están para ahuyentar a nadie con su presencia. De hecho, los llamados históricos dentro del partido hacen especie de mutis por el foro. Informa un medio afín a ellos que los: "Fundadores del MRS se retirarán voluntariamente de sus cargos en el partido". Jugar a los fantasmas para no perturbar al ambiente político que debería acogerlos: siguen siendo muy ecológicos.

Quizá no hay que olvidar que el MRS fue fundado por otro intelectual sandinista: Sergio Ramírez. Durante los sucesos de 2018, Ramírez intentó establecer vínculos genealógicos y familiares entre los revolucionarios de ayer (1978) y los alzados de hoy. (Ver su texto "Nicaragua: los nietos de la revolución"). Sin embargo, tal filiación estaba llena de cortocircuitos.

¿Si los nietos queman públicamente la bandera rojinegra de Sandino y del FSLN, entonces qué? ¿No se ha roto insalvablemente la distancia entre el abuelo y los nietos? Aclara Ramírez que hay abuelos buenos y abuelos malos; que hay (ay!) "aquellos de esos abuelos que detentan hoy el poder, se han vuelto indeseables para sus descendientes". ¿Cómo separar una línea de descendencia familiar buena de una mala? ¿O una ecológica de una adiposa? El caso es que, dice Ramírez:

"No es extraño entonces que los nietos la adversen [a la bandera rojinegra sandinista], y hasta le prendan fuego, ya que ignoran que se trata de una herencia de sus abuelos, a su vez recibida de un tatarabuelo lejano y difuso, y cuya figura también ha sido distorsionada, y la vean sólo como una impostura que el nuevo poder familiar ha colocado en lugar de la bandera del país, cuyos colores, azul y blanco, se multiplican en las marchas de protesta, en las fachadas de las casas, en las ventanillas de los vehículos, en pañoletas y cintillos de cabeza, en las mejillas de los jóvenes manifestantes."

Dentro del esquema patriarcal en el que escribe, Ramírez enarbola el argumento de la ignorancia juvenil. Pero el caso es simétrico a las decisiones recientes de sus camaradas. Es propio de la juventud (cree Ramírez y creen los renovadores) olvidar el pasado y sus figuras para buscar las oportunidades.

P.S. 23 de febrero

El think tank jesuita Envío (afín al MRS), ve en el cambio de nombre de estos últimos, un "aporte". Dicen los comentaristas que:

El cambio de nombre en el MRS es un aporte en momentos en que a todos les toca aportar algo. Hay quienes así lo han reconocido: “Con la decisión de abdicar de la nostalgia revolucionaria se forjan los cimientos de la nueva izquierda en Nicaragua”, comentó el experto en derechos humanos Uriel Pineda.

Así que esta abdicación o genuflexión o posposición de cualquier debate sobre sandinismo dentro de una organización que esconde la cabeza en la arena, será la base de la "nueva izquierda" (y lo anuncian citando a un comentarista de derecha...) Vergüenzas ajenas, las llaman también.

 

jueves, noviembre 21, 2019

Imitación de PPP


Chavalos ensimismados en la bandera

Con la conciencia limpia y los cachivaches metafóricos heredados del 79

La barricada, el pañuelo, el narcisismo clasemediero

Y el vértigo del amor propio intercambiable con un sereno culto sacrificial: por esos muertos

Sobre todo, los prejuicios jesuíticos de clase que se transmiten

De generación en generación a través de redes familiares idealistas

--siendo la UCA el último y lugar fronterizo interclasista donde se canta la Misa Campesina

(allí mismo donde uno a uno los jesuitas fueron disfrazándose de hippies alguna tarde remota de los años 70s)--.

De haber algo más allá del ensimismamiento qué sería?

Invocarán con la voz de Coronel la sombra de Pound y a través suyo la de Confucio

En un mundo multipolar lleno de cicatrices terrestres?


Ah Uds., penetrados rudamente por el gorro frigio

Y por el polvo drogadicto del nacionalismo

sábado, octubre 27, 2018

El altercado de la élite

Nota: esto había quedado entre los borradores del blog, y consta que lo escribí en julio de 2012. Sin embargo, cobra algún sentido retrospectivo luego de la situación revuelta de este año en Nicaragua.



En Nicaragua, quizá de forma más acentuada que en otros países, el llamado juego democrático depende del estado de las desavenencias de la élite política.

Sus desacuerdos son proyectados en la vida pública como lucha política nacional, voluntad de las mayorías, etcétera.

En realidad la élite ha sido tradicionalmente poco democrática a la hora de resolver sus diferencias, y padece desde las intervenciones de los Estados Unidos, a principios del siglo XX, del síndrome de las elecciones supervigiladas.

Esto ha sido más que evidente en el peso que ha adquirido en el escenario postelectoral del 2011, la opinión de la Unión Europea, la OEA, los Estados Unidos. La élite está mirando hacia afuera, aunque las votaciones se hayan dado adentro.

Para las elecciones del 2011 la élite política no se puso de acuerdo sobre las reglas del juego. No se necesitaba mucha profecía para predecir que iba a suceder un fuerte altercado post-electoral. Se podría decir, incluso, que para la élite política las elecciones eran sólo un camino de llegada al escenario que más le interesaba.

Es el altercado de la élite, la que ahora va a pasar a resolver sus conflictos por sus vias predilectas. No a partir de lo que dicen las urnas, sino a partir de lo que puedan negociar, violencia y muertos de por medio.

A la élite política le importa mucho la continuidad, y va a tratar de resguardarla como pueda una vez que sus miembros se sienten a negociar.

Desde los años 1980s la élite política no ha sido renovada, y mantiene sus fuertes lazos familiares y la huella de sus antiguos conflictos.

En las elecciones del 2011 compitieron un comandante sandinista (Daniel Ortega) frente a un ex-jefe de la contra (Fabio Gadea). El candidato a vicepresidente de Ortega fue jefe del Ejército Nacional (el antiguo Ejército Sandinista). El candidato a vicepresidente de Fabio Gadea es yerno de la expresidentea Violeta Chamorro, y antiguo embajador del gobierno de Ortega.

La parte "radical" de la Alianza que acompañaba a Gadea está dirigida por antiguos camaradas de Ortega. De hecho, en tal Alianza menudean sus ex-ministros, y ese tipo de comandantes a los que los medios siempre añaden (no entiendo por qué) el adjetivo de "legendarios".

En un sistema político en que la élite tiene un peso tan decisivo, las opiniones de los notables tienen un aura especial. Pero los notables nunca han tenido independencia política, siempre han estado vinculados al poder, y participan de manera beligerante de los conflictos de la élite. Casi todos los notables han sido embajadores por allá, vicepresidentes por aquí, Ministros de Algo (algo improsperable). La llamada "sociedad civil" por su parte se reduce a tres señores y dos señores de la clase alta. Ya no digamos los Obispos Católicos que merecen cada uno de ellos, aquello de Cardenal (no el Obando, sino el otro): Sus Eminencias Pendejísimas.

Algo parecido a lo que pasa con los notables, pasa con los medios. Los medios oficiales son en extremo rudimentarios, y no pasan de repetir las consignas que elabora la esposa del presidente, Rosario Murillo.

Los medios opositores mantienen ligas familiares e ideológicas con la oposición.
Ningún medio se preocupa tampoco por disfrazar su afiliación política.

Burócratas, notables, medios, thinks tanks "democráticos", Familias de Apellido y organismos internacionales parecen ser los que realmente votan en Nicaragua.

Claro, convocan a las otras clases cuando es preciso dirimir sus diferencias. No han vacilado en el pasado en armar guerras. Tampoco vacilan cuando es tiempo de "dialogar", usando a Iglesias y OEAs como mediadores, y resguardando ante todo el equilibrio de sus continuidades de poder, familiares, negocios, posiciones.

Zorros del mismo piñal, que se dice.

jueves, junio 14, 2018

La contrarrevolución interminable


1. Desde el inicio del conflicto actual en Nicaragua, me pareció que se reincidía en un modelo insurreccional, sostenido ideológicamente por una retórica sacrificial: la sangre que da sentido a lo político.

2. Debería decirse a esta altura "sólo la sangre da sentido a lo político en Nicaragua". Eso apunta a un fracaso nacional fundamental: las elites políticas junto a todos los actores políticos y sociales han sido incapaces, luego de cuarenta años de la última revolución, de resolver los conflictos de manera pacífica.

3. Pero no estamos para autocríticas. Nadie quiere autocriticarse ni empresarios ni clase media ni sandinismo ni la profundamente conservadora y politizada Iglesia católica nicaragüense ni nadie.

4. Lo menos autocrítico del mundo se deja ver en la suerte de la bandera azul y blanco: todos se envuelven en ese trapo, nadie quiere criticar las bases violentas de lo que simboliza.

5. Gente contrarrevolucionaria reconocida como Humberto Belli se refieren con soltura a la "revolución azul y blanco". Por mi parte no quiero estar en esa acera azul y blanco junto a ideólogos como Belli.

6. Encabezado por los empresarios y por la Iglesia católica, este movimiento masivo mezcla rasgos revolucionarios con ansiedades democratizantes y muchos empujes contrarrevolucionarios. Es quizá una capa más de las muchas capas contrarrevolucionarias vividas: Esquipulas 1987; el gobierno de restauración Chamorro, los gobiernos conservadores que llevaban el título de liberales; el gobierno del FSLN mediatizado por alianzas con empresarios y obispos. Somos el país de la contrarrevolución interminable.

7. Sergio Ramírez que es un tipo de escritor incapaz de dejar de hacer ideología, incluso cuando sus términos son llevados "hasta el escándalo por sucesivas y contrarias lealtades" (para citar a un clásico), anunció en esta coyuntura que habíamos llegado "por fin" al siglo XXI. Pero no, esta reincidencia insurreccional y sacrificial es muy siglo XX. ¿O no será aún más remota?

8. Pienso en lo robusto del poder de la Iglesia católica nicaragüense y cómo se consolida en estas circunstancias. Mientras otras Iglesias se derrumban entre escándalos de pedofilia y abuso, la nicaragüense es adulada con frecuencia por su "moralidad". Todos sabemos que no hay tal moralidad, pero lo acatamos como parte del paquete "revolucionario".

9. Me han preguntado algunos amigos que cuáles son los medios de comunicación nacionales más objetivos para seguir las noticias sobre Nicaragua. Pero ya no queda periodismo, sólo trincheras, tranques y barricadas.


sábado, mayo 05, 2018

Plan para una novela


Luego de una noche incómoda, N. despierta. Uno de sus testículos se ha abierto como una granada. No sangra pero algo de lo que debería estar adentro está ahora en sus manos: una mezcla de grasa un poco sanguinolenta con algo que tiene la consistencia de hilos gruesos agrupados. Intenta cerrar la abertura poniendo una capa sobre la otra, pero no sabe si ese tipo de hendidura se cerrará sola.

N. sube las escaleras del dormitorio de oficiales (la época de la novela: los años ochenta, hay guerra civil; hay culto a la guerra) intenta llegar a la computadora para buscar en Google casos parecidos. Pero en ese entonces no existe la internet.

Al finalizar el Servicio Militar, N. regresa al barrio de calles polvorientas, a su casa de piso de tierra, y sin agua corriente. En las calles se ve a los vecinos acarreando (en diversos recipientes, y algunos en carretones) el agua que van a sacar de un pozo.

La simultaneidad aparente de los hechos (el caso de su cuerpo, el servicio militar, el fin del servicio militar, quizá el fin de la guerra: incluso el salto deseable a un era cibernética) gira en torno a los testículos "rajados", ahí donde, como quería el clásico, rajarse significa feminizarse, quizá volver al monstruo primordial: animalizarse.

El testículo como eje significante de la guerra. Aquí el novelista introduce una larga reflexión sobre la interrelación entre discurso y guerra, partiendo de unos versos conocidos de Gioconda Belli (y musicalizados por Carlos Mejía Godoy). Vendrá la guerra, pero estos poetas prometen seguir cantando:

"y en el combate no habrá tregua 
ni freno para el canto 
sino poesía naciendo del hueco oscuro 
del cañón de los fusiles."

Pero N. sabe que la poesía como discurso determinante de lo nacional, ha terminado. Quedan casquillos desperdigados de lo que fueran versos.

N. visita a un gurú new age (mucho budismo zen, mucho Jodoroswky, mucha secta de troskos arrepentidos) quien le recomienda envolver sus testículos en paños azul y blanco (colores de la bandera nacional).

N. se cura lentamente.

miércoles, abril 25, 2018

Usos de la sangre

(Doy continuidad a una reflexión que inicié en el blog Situación de Nicaragua que está organizando Carlos M. Castro, y presenta varios puntos de vista sobre la situación actual del país.)

Hay quizá 30 o más muertos luego de varios días de protestas en Nicaragua. Dado que el monopolio de las armas está en manos del Estado, es válido suponer que se trata en su mayor parte de víctimas de represión gubernamental, sin descartar que haya por ahí algún otro tipo de muerto.

Es bastante sintomático que los muertos (héroes, mártires) pierden rápidamente su individualidad, y pasan a formar parte de una narrativa sacrificial. Se interpreta la sangre derramada en términos cristiano-católicos, como fundamento de una eventual nueva nacionalidad, post-dictatorial.  Como si las cuestiones del Derecho fueran desplazadas por el encanto utópico de una Nación-religiosa.

Encuentro el siguiente párrafo de Gioconda Belli, muy a propósito para ilustrar el tono sacrificial-nacional que nos oprime:



"La sangre de los que lucharon por un país libre: los que cayeron en la lucha contra Somoza y los que han caído en estos once años y sobre todo en esta semana valiente, ha vuelto a revivir en esta nueva generación de nicaragüenses dispuestos a recuperar el sueño de una Patria Libre.  No en vano existieron hombres y mujeres generosos y ejemplares que quisieron iluminar la oscuridad. Sus fantasmas están con nosotros, su legado está con nosotros. Sandino vive." (ver artículo)

Como si todavía estuviéramos en aquellos años idílicos de "vendrá la guerra, amor", y etcétera. No, esa cadena del relato sacrificial-nacional parece, a estas alturas, real-horrorosa.

Es una tremenda ironía que el llamado "himno nacional" invoque precisamente ese estado idílico  en que ya el "pendón bicolor" no se "mancha con sangre de hermanos". Desde niños en la escuela aprendemos esa dialéctica entre la sangre derramada y lo nacional.

Mi utopía política sería poder dejar atrás esa narrativa sacrificial, y que fuese reemplazada por una lógica democrática. En ese sentido, no comparto mucho el entusiasmo con respecto a la imaginería revolucionaria reaparecida cuarenta años después. ¿Estamos de nuevo en el mismo punto del que partimos? ¿No corremos el riesgo de ir por ahí repitiendo nada sagazmente la historia como farsa dolorosa?

Se requiere, por eso, pensar en los usos de la sangre. Desde la forma en que el Estado administra la muerte contra sandino-comunistas, recontras, recompas y revueltos, hasta facinerosos y vándalos (todo repertorio del vocabulario desde el poder). Pero también la sangre de la generación del Servicio Militar, administrada desde el Estado y ofrecida a la Patria en contra del Imperio.

Deberíamos remitir al muerto, a la muerta a su Individualidad. No banalizar su  imagen, e incluso su muerte instantánea en el video on-line. Dejar de utilizarlo coyunturalmente. No leerlo con esa mirada cristiano-católica que lo pervierte y lo siembra en el campo fértil de la patria. En cierto sentido, dejar atrás el modelo del muerto como semilla sembrada que predicó Ernesto Cardenal en su Hora 0. Hacerlo un deber de la memoria y no una patraña publicitaria. Remitirlo al Derecho.

P.S. 26 de abril
La cifra de muertos aumenta: 63 muertos, 15 desaparecidos. ¿Quién investigará estas muertes?

P.S. 15 de junio
¿No será la historia de Nicaragua una contrarrevolución interminable?

martes, junio 13, 2017

Tertulias grandes

El artículo de Sergio Ramírez "La literatura como espectáculo" parece ser el último manifiesto literario firmado en Nicaragua (reciente también para la temporalidad latinoamericana).

El autor pondera el éxito del encuentro anual Centroamérica Cuenta que reúne escritores, libreros, editoriales y demás entes culturales en torno a la literatura (más propiamente la narrativa, y aún más exactamente, la novela) centroamericana, y con un público ferviente.

La consigna "literatura como espectáculo" responde a un contexto de pobreza: en un país pequeño en donde no parece posible convocar un público para la literatura, Centroamérica Cuenta parece lograrlo de manera progresiva y pujante. Eso que Ramírez llama: "El paso trascendental de espectador a lector".

Sin embargo (y aquí comienzan los puntos críticos), el texto parece entusiasmarse con sólo un tipo de relación literaria, entre autores y lectores, con un sólo tipo de autor (el que corresponde hipotéticamente a un tipo de lector).

Una clave de tal relación autor-lector es la informalidad, otra la confusión literatura-vida, o especie de realismo ingenuo.

Explica Ramírez:
Para convertir la literatura es espectáculo la clave está en que el público se sienta atraído hacia conversaciones informales, lejos del formato de conferencias soporíferas, y que en esas conversaciones se toquen temas que demuestran que en los libros de invención no se habla de otras cosa sino de la vida; que las vidas se parecen unas a otras, y que el lector se hallará siempre frente a un espejo en el que puede ver reflejada la suya propia. Una madre que es novelista, Piedad Bonnett, escribe un libro sobre el suicidio de su hijo, yendo al fondo del dolor de su propia experiencia. Otro, Renato Cisneros, relata en una novela lo que significó para él haber sido hijo de un general represivo del ejército peruano.
Otra clave es que los escritores convocados a los encuentros tienen dones de conversadores (especies de showmen de la literatura). Ay! de los ostracismos y narcisismos interioristas. Ramírez de nuevo:
Traemos a los mejores, no sólo porque tienen cartel, sino porque, como buenos escritores, saben conversar con agudeza y con humor, que son parte del encanto de una buena plática entre amigos. Y el público debe sentirse parte de la tertulia.
Hay que reconocer que Centroamérica Cuenta es uno de los pocos espacios de divulgación y establecimiento de redes de la literatura centroamericana como región cultural. De hecho da continuidad a un trabajo imprescindible y admirable de Ramírez que se remonta a cuando compiló su Antología del cuento centroamericano.

No obstante, la descripción de esta "literatura como espectáculo" no deja de correr ciertos riesgos didácticos y programáticos, que  no hay menos que notar.

Hace propaganda, en efecto, de un tipo de literatura, como ya dije, realista y casi periodística (narración de vida) y que no parece incluir instancias críticas (lo crítico es enviado, al parecer, a ese infecto reino de lo "soporífero"). Para su funcionamiento parece necesario un lector   que siempre parece ver reflejada en el texto su propia vida, por lo que resulta.oportuna aquella vieja idea de Cortázar del "lector-hembra", un lector entusiasmado pero acrítico.

(Esto particularmente parece grave en un país en que los estudios universitarios tienden a expulsar, y han expulsado de hecho a la literatura. La vieja carrera de Arte y Letras que yo empecé a estudiar en los años 80s, por ejemplo, desapareció entre el vendaval del mercado y las "modernizaciones" universitarias que no tienen alma (humanística). Que tenemos en este país y en Centroamérica, varios archivos literarios que estudiar, comprender y situar, es innegable. Que pasemos sobre ellos con aires espectaculares puede ser condenable. Que muchos de los talentos críticos emigren, no es casual)

Por su parte el autor modélico en el manifiesto de Ramirez debe ser entretenido, un as de tertulias grandes, y ya no aquel estratega del oficio que en otras ocasiones el propio S.R. ha propagandizado. Me pregunto si, más allá de la obvia distancia con que se suelen acoger los manifiestos literarios, algunos jóvenes se tomarán en serio eso de ser graciosos en tema literario y en actitud, especie de celebridades en miniatura y potencialidad, tertulianos permanentes y ocurrentes. Tema jocoso que parece para novela de Sergio Ramírez.

Confío, al contrario, en que la índole ideológica de la tertulia será despreciada por el oficio, y que el horizonte significativo del mismo Centroamérica Cuenta superará el dictamen espectacular. Porque, al fin y al cabo, se trata en cierto sentido de una ideología justificativa (en este caso de mercado).

Quizá, por tanto, el tema tenga que ver con el sandinismo. ¿Por qué los sandinistas, de todo matiz y espectro, suelen afirmar con contundencia asuntos que se contradicen en el tiempo? Hoy no no sentamos con los contras, mañana somos los reconciliados. Hoy la propaganda del oficio, mañana la del mercado. Ayer capellán de la Guardia Nacional, hoy Cardenal de la Paz. Hoy el yankee morirá, mañana el Nica-Act. Ayer intelectuales gramscianos, hoy anti-intelectuales.

Quizá sea el sandinismo la ideología más incoherente que ha heredado el archivo de ideologías latinoamericanas. Quizá debe cuidarse el lector de creer algo de lo que dice mi texto, pues yo también soy de origen sandinista.

lunes, marzo 13, 2017

Cuerpo de Saturno

Bajo la evidente influencia de Agamben, de Laclau, de Borges, me da por imaginar una prosa política que ayude a definir de forma polémica, las particularidades que tiene Saturno cuando sobrevuela y llega (o surge de algún volcán?) a suelo nicaragüense. Ese Saturno de la revolución que es invocado aquí o allá.

Recientemente, Pinto Antón plantea la idea que Daniel Ortega y su gobierno son, en efecto, ese Saturno que devora a sus hijos. Se refiere concretamente a Ernesto Cardenal y lo llama "poeta devorado". Ortega, dice Pinto Antón:

Semella outro Saturno devorando a fermosa utopía sandinista e destrozando a fráxil democracia nun indisimulado intento de instaurar unha nova dinastía familiar. 
Cree, sin duda, el comentarista que lo que llama "la utopía sandinista" mora en alguna parte de la trayectoria y la cabeza cana del Poeta.

Hace un poco menos de veinte años Sergio Ramírez de forma aparentemente discreta, invocó asimismo a Saturno, en su memoria de la revolución sandinista titulada Adiós, muchachos. El capítulo 13 (número cabalístico!) de su libro, se titula "Las fauces de Saturno", y cuenta su salida del sandinismo. Su conferencia de prensa de renuncia al FSLN está iluminada por un retrato de Sandino. En ese momento en que, dice la voz confesional:

Saturno me alzaba desde el suelo para meterme entre sus fauces.

¿Sandino frente a Saturno? Sandino, como quería Ernesto Mejía Sánchez, "subiendo glorioso a los Infiernos"? Visto que esas saturnales devoraciones son, en el caso de la clase sandinista gobernante en los 80s, relativamente benignas, no tendrá en suelo patrio Saturno algo de Sandino y viceversa?

Arguyo otra versión de Saturno, que es mucho menos benigna. La que pide, a partir de 1983, a los jóvenes de 18 y 20 años entregar su vida a la revolución, según la reglamentación del servicio militar. Lo que Agamben, sin duda, atribuiría a la biopolítica (pero que dudo si a la poshistoria). En efecto, esos jóvenes cuya vida podía ser ofrecida sin mucho trámite en el altar de la revolución, son la "vida desnuda" que llamaría el italiano. Razón estatal e ideología nacional aliadas para justificar la muerte de los hijos (algunos putativos) de la revolución.

Busco una imagen alegórica que corresponda a aquella idea. Un joven que arrastra por una ciudad del norte de Nicaragua el cadáver de una res destrozada (puede ser en un saco de bramante). La entrega en un pulpería, y en el momento de la transacción se da cuenta que aquella res muerta se ha transformado en un joven, que lo mira melancólico (situación especular),  con un aire de renacimiento y de lejanía.

Una parte importante de la clase política nicaragüense está formada por Saturno. Miembros, órganos, partes de su cuerpo disgregados en corrientes más o menos radicales del sandinismo. Todo conflicto intra-sandinista es también un conflicto intra-burgués, y un proceso corporal saturnino.

El disenso político nacional y sus periódicas componendas no pueden hacerse sin presencia y referencia de ese Cuerpo. Herencia estatal y de poder de la última revolución moderna en los territorios míticos de la historia.


miércoles, enero 25, 2017

En la cueva de un solitario

Es inevitable que en todo discurso heterodoxo se cuele una instancia, un resto institucional. ¿Es inevitable?

 Leo en Vida en el amor de Ernesto Cardenal un amor desemejante y radical: el amor de los místicos. Pienso en el catálogo de De Certeau, y en el amparo de Merton.

Pero no deja de haber capítulos en que la juventud acude al matrimonio, y en que este matrimonio acaba por reivindicar a la Iglesia.

El recuerdo disciplinario y fascista con que los letrados vanguardistas asumen el catolicismo en Nicaragua es proyectado, en cierto sentido, en esta concepción poco heterodoxa. Dice Cardenal:

"en la cueva de un solitario está presente toda la Iglesia militante, purgante y triunfante"

Estas frases, que hubiesen quizá complacido al mismísimo Wojtyla, indica que la heterodoxia, como el barrilete, es sostenida, a veces, por vieja mano.

A veces parece impensable el sujeto sin institución.

domingo, noviembre 22, 2015

Memoria de la transición

El medio electrónico Confidencial, en ocasión de la muerte de Antonio Lacayo, ha ponderado la transición nicaragüense de los años 90s, de la que Lacayo, ministro de la presidencia de Violeta Chamorro, fue agente decisivo.

Como se ve en los reportajes, los entrevistados--algunos de ellos también elementos clave de la transición, como el comandante Bayardo Arce o el ex-vicepresidente Sergio Ramírez--, no vacilan en exaltar la actuación de Lacayo en aquel trance histórico.

Lo que no aparece en los medios nicaragüenses es un análisis crítico de aquella transición. Como quienes hablan--todavía y exclusivamente--son ellos mismos jueces y parte del proceso, no caben dudas metódicas sobre ese pasado todavía reciente.

¿Es el caso humanitario de la muerte inesperada del agente político que obnubila momentaneamente las mentes de gente por otra parte pensante?

Lo dudo. También se trata de una operación en que se trata de asentar una memoria exclusiva (y excluyente). (Confidencial, por otra parte, puede ser considerado de hecho un medio "oficialista" de aquella transición.)

Yo no sé si en algún lugar los historiadores--en especial los historiadores jóvenes--estarán pensando de manera más crítica aquella transición. Como he repetido algunas veces desde este blog, la transformación del gobierno de Chamorro en un significante vacío y blanco, ha ocultado el carácter elitario de los acuerdos de transición: acuerdo arriba entre Chamorro y la elite sandinista, desestructuración abajo. (En el campo de la memoria, hay libros que responden canonicamente a esa estructura: las memoria de la propia ex-presidenta Chamorro; las memorias de Gioconda Belli.)

Hay una serie de preguntas que, por otra parte, deberían responderse para hacer de esa memoria un cúmulo menos contundente (y más democrático).

Un solo ejemplo. ¿Cuándo inicia la transición? Definitivamente, no el 26 de febrero de 1990. Uno podría remontarlo sin problemas a 1987 y a la firma de los tratados de Esquipulas. Con Esquipulas se comenzó a sellar el giro al (neo)liberalismo del sandinismo.

Dado que en cierto sentido el sandinismo dejó de pensar en 1974, no hubo ningún debate sobre las implicaciones de aquel tratado en que se potenciaba una victoria militar del estado sadinista, y, menos visiblemente por entonces, se acataba una derrota política.

¿Y no va a coronarse en cierto sentido el espíritu de Esquipulas en la idea desmadrada de un Canal Interoceánico como gran proyecto geopolítico del capitalismo dependiente propiciado por el sandinismo?

El problema no es pues si este u otro político muere en estado de santidad.  El problema es de la historia, y de la (falta de) memoria.

miércoles, junio 10, 2015

De lo monacal

En España existe un Premio de Poesía "Reina Sofía". Es en serio.

La disonancia entre Reina y arte literario, entre Corte y república de letras, entre Nobleza y prometeos modernos (los poetas), es, por lo menos, significativa. (Pero en España todos los premios honran a la Corte? Hay premios príncipe y princesa de Asturias! Y en un país que podría preciarse de Góngoras, Quevedos y Lorcas.)

(Qué sería de un republicano modernista como Vargas Vila caso de que hubiese ganado un premio como este? Lo protestaría?)

Hace algunos años cuando Ernesto Cardenal recibió el Premio "Reina Sofía" (sic) la disonancia fue, si cabe, más acentuada. Un gran poeta comunista en el dominio de la dialéctica cortesana.(No se trata, por supuesto, del merecimiento de Cardenal, sino del nombre del Premio.)

En el reciente encuentro Centroamérica Cuenta realizado en Nicaragua (encuentro de narradores, libreros, editores y embajadores), ocurrió otra interesante disonancia. El encuentro saluda a Cardenal por sus 90 años (ya este blog hizo el homenaje respectivo).  Pero a la vez  homenajea a Charlie Hebdo (y en este blog no somos Chalie) y con ello la libertad de expresión. (Son recientes todavía las disidencias dentro del Pen Club, precisamente, por un "premio a la libertad de expresión" para Charlie Hebdo. Disidencias que no afloraron en el encuentro de Managua. Pero ¿no es el caso que todas las disidencias en Nicaragua son tardías y extemporáneas?)

Si algo se puede decir de Cardenal es que seguramente no cree en una entelequia abstracta de la libertad de expresión, al menos no como se ha absolutizado a partir del caso Charlie Hebdo. Busco un ejemplo en sus Memorias. Cardenal no se arrepiente de la censura sandinista al diario de derecha La Prensa durante los años 80. (Leer al respecto La revolución perdida).

De hecho, con todo y que en este caso Cardenal lleva la razón, se podría acotar que su visión del mundo es mucho más "medieval" o "primitiva" si se quiere que el blando y superficial republicanismo a la Charlie Hebdo. Véase si no, la entrevista que  Berna González hace a Cardenal en El País, y en la que el poeta junta (o quiere juntar tercamente) ciencia, política y religión.

La misma Berna González había informado, en su reporte sobre Centroamérica cuenta, que Cardenal estaba  "condenado al ostracismo como aquellos que fueron sandinistas y abandonaron sus filas". Esa media verdad desentiende el hecho que Cardenal asume lo monacal en medio del vendabal moderno, y que esa es en parte su distinción (ave Bourdieu) con respecto al resto. (Su poesía monacal, es suya en él. Tantos pajes y esclavos que se desperdiciaron en el exteriorismo!)

Asimismo, es notable la duda que Cardenal instala con respecto a cadenas de habla como la entrevista, y en la propia entrevista aludida:
Ya la entrevista se está haciendo muy larga y voy a empezar a decir tonterías.
Le doy una interpretación alegórica a esta cita. No es sólo aquella entrevista la que se alarga y desvaría. Es toda la poética exteriorista de Cardenal la que trastabilla.






lunes, abril 20, 2015

Los notables comen símbolos

En torno a la revolución sandinista se tejió toda una red de celebridades más o menos radicalizadas, comprometidas o curiosas (muchas turísticas) frente al hecho revolucionario tercermundista y tan a destiempo. (1979 era también el año de la revolución iraní que de alguna manera encantó por igual a Foucault y a Cardenal.)

Sólo en el diapasón del boom, es conocida la pasión sandinista de Cortázar, la simpatía de García Márquez, la aquiescencia, algo insólita, de Carlos Fuentes (prologuista de un libro de discursos de Daniel Ortega). Ya no digamos Eduardo Galeano, quien aunque no responde a lógica política del boom exactamente, sí sobresale por celebridad y radicalidad.

El entretejido es mucho más amplio y quizá merecería una investigacin aparte, y va desde celebridades de la literatura mundial (Rushdie, Grass) hasta actores de Hollywood (Martin Sheen, Susan Sarandon) o poetas de renombre (Ferlingethi, Evtushenko). Como digo, hubo en esa ola desde compromiso hasta turismo (y exotismo), con todos los grados y matices que pudieran caber.

En una anotación anterior aseguré que había cierta respuesta colonial de la elite literaria nacional ante, por ejemplo, Cortázar. Se trata de un fetichismo en que de manera inconsciente se asocia la celebridad internacional con el físico (la altura) en una lógica que, por otra parte, es acrítica y, notablemente, iletrada, en el sentido que no se discute sobre los libros de esos hombres famosos sino sobre los aditamentos de su fama.

Tal cual, la reciente muerte de Galeano (y en menor medida la de Grass)  ha deparado un escenario de aquellos. Verbigracia el reportaje de la La Prensa: Grass, Galeano y Nicaragua. No se trata tanto de la muerte del escritor sino de la memorabilia de su fama, de la foto con él, de sus ojos azules y su porte y su prematura calvicie. De su amistad y su "amor" más que de su escritura.

Galeano (o Grass) les interesa, a los guardianes de los símbolos, privatizado en aquellos años de gloria, más que público en un ámbito cultural y político complejo. Y desafortunadamente no tenemos en Nicaragua un espacio de recepción y lectura que equilibre aquella mirada fetichista. (La pobreza cultural es también la de la ausencia de suplementos culturales, grupos culturales independientes, carreras humanísticas que potencien la lectura por sobre la infame ilectura de los notables.)

En su necrológica de Galeano Gioconda Belli comienza informando que "Galeano tomaba unas duchas larguísimas".

Es la información y el tono típicos de un acercamiento que privatiza al mismo tiempo que frivoliza.

miércoles, noviembre 26, 2014

Autoritarismo, totalitarismo, notabilismo

En varias entradas de este blog me he referido a la cuestión de la universidad y los notables, dentro del contexto específico de Nicaragua.

Recientemente, Andrés Pérez Baltodano afirma, en el semanario Confidencial,que la falta de autonomía de la Universidad nacional (la UNAN) se debe a que, a diferencia del somocismo que era únicamente autoritario, el gobierno sandinista actual es totalitario, y un régimen totalitario no puede convivir con notables del estilo de Carlos Tunnerman et. al.

O sea que, punto a favor para el horroroso somocismo, es el florecimiento de lo que en otra entrada llamé la versión floral del caudillo, que es ese notable heredero por clase como tribuno, daríísta amateur y escribidor autoritario (y totalitario) de lo nacional. (Véase, en 1967, las espléndidas fiestas darianas que organizó el somocismo con abundante venia de notables.)

Gracias a la revolución se vio bien, sin embargo, la poca fe universitaria que tuvieron esos notables cuando llegó el turno de gobernar. Se acordaron poco de la autonomía, fueron al estado y al gobierno, de hecho abandonaron la universidad, para reafirmar su notabilismo, el que reclaman y reclamarán para siempre.

Al parecer les importó poco el espíritu de la autonomía que había impulsado Fiallos. El candidateo político, su función como "analístas" (en realidad ideólogos de la derecha divina) y su todología letrada son marcas evidentes de la "totalidad" nacional a la que pretenden servir.

El notabilismo es un tipo de autoritarismo que corresponde a una sociedad poco democrática en que de hecho la Universidad no resulta necesaria como espacio de debate ideológico y político, de expasión y democratización de los saberes y de movilidad social.

Los notables solo requieren la Universidad y su autonomía en cuanto los reafirma, como eco narcisista, en sus labores heredadas.

No son víctimas sino entes activos de la ausencia de autonomía universitaria.


sábado, octubre 26, 2013

Memoria y sandinismo

Dejo acá copia de la ponencia que leí en el reciente Simposio Virtual A Contracorriente, realizado entre el 17 y el 19 de octubre de 2013.

La pregunta del texto es si se puede retomar a Julio Cortázar como incidencia significativa para el trabajo de la memoria en el sandinismo.

Considero al neoliberalismo como el eje fundacional del contexto de la memoria (hecatombe y apocalipsis). Dejo apuntada la duda sobre si el recuerdo a través de la Personalidad, es la única vía válida. Asimismo, dudo de una memoria en exclusiva hecha en torno al abuso de poder.

Propongo, más bien, buscar disonancias significativas para la labor de reinscripción de la memoria, que resguarde algo del evento fundametal que fue la revolución.


lunes, julio 08, 2013

Otra oda

Los muertos de los 70s con caras de poetas constructivos en el estricto

sentido. Los muertos de los 80s tan orgánicos y perseguidos por hormigas.

Los de los 90s peleados con su propia identidad: remolino y sombra

en el triángulo minero. El insomnio de la patria y el de sus insomnieros oficiales:

los poetas. Las columnas oficiales del FSLN y su versión sorry-ass el MRS:

que componen la democracia, arreglan la falda de la Hecatombe del liberalismo que

los engulle. Que hable el paisaje: piedras, páramos, lomas rocosas y cardos

ríos perforados, cercas enloquecidas y sobre todo sol, sol anular.

Esta deriva de guerreros analógicos al paisaje hoy desaparecidos

lo que no quiere decir que ausentes.


martes, junio 18, 2013

Milagros de la vida futura

 Ha recibido gran cobertura en medios nicaragüenses, y provocado relativamente gran controversia, el asunto del Canal interoceánico que supuestamente se construirá en los próximas décadas, y que el gobierno sandinista proclama como la vía hacia el desarrollo.

Resulta decepcionante esa singularidad que no sabíamos (aunque sospechábamos). Que el desarrollo siga siendo el objetivo (y la ideología-objeto que no merece crítica, como si no refiriera a un desarrollo concreto: capitalista y dependiente) y que la vía hacia el desarrollo haya sido redescubierta en un antiguo sueño de las oligarquías.

El periodista Carlos Fernando Chamorro, quien elabora una crítica agresiva a la forma en que el gobierno ha negociado la cuestión del Canal, llama, sin embargo, a ese plan fantasmal (y como fantasmal, antiguo)  "el sueño de casi 200 años de vida independiente" 

Pero bien puede argumentarse lo contrario: es exactamente el sueño no nacional sino elitista de 200 años de vida dependiente, y al que al parecer ni el sandinismo ha podido sobreponerse.

Aunque la información y el análisis crítico sobre el Canal de parte de los medios opositores ha tendido a ser valioso, hay que decir que la independencia de los mismos está muy mediada por sus propios intereses ideológicos. De manera que ha menudeado también el oportunismo, como aquel de los políticos más tradicionalmente serviles con los Estados Unidos que de pronto descubrieron la palabra "soberanía". Cf. Eduardo Montealegre pronunciando extrañamente el vocablo.

Del lado de los medios oficiales ha dominado un entusiamo teológico y acrítico. Un joven miembro de la Juventud Sandinista nos habla de los "milagros de la vida futura" implicados por el Canal. Pero no hay una sola reflexión sobre el atraso tecnológico y la dependencia implicada en él.

Nadie ha hablado tampoco de elevar el nivel educativo que se hará cargo de ese ineludible "desarrollo" que llegará tan pronto.

el sueño de casi 200 años de vida independiente

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el sueño de casi 200 años de vida independiente Milagros de la vida futura
El sueño de casi 200 años de vida independiente
El sueño de casi 200 años de vida independiente
El sueño de casi 200 años de vida independiente