El centro de América es un largo recorrido de asfalto y terracería; hermosas sobras marinas florecen en sus bordes, pequeños altares de caucho dedican su imaginería a máquinas hechizas para la reparación de llantas, extensa carretera esta tierra de puertas resguardadas por cortinas de corcholata, como aplausos de latón en vespertina penumbra.
Y en la robusta velocidad con que alguien recorre este autoservicio, agasajado en su trono, rey de los caminos, se observa alrededor la imagen distorsionada de una enorme copa para coctel, todo acá, parece una cevichería, y la sombra de los autos parece fruta marina sacrificada al sol por el asfalto, y el corazón guardando con cuidado el nombre ocasional de la vida, líquido vital es en la celeste copa de coctel, y más allá, al norte alejándose el sonido de las trocas, el desierto lagartija carcomiendo los pies hasta el puro hueso, y los hombres lampiños que se trenzan la esperanza en el rostro de la sed, y la llaga de la carne devorando el corazón bajo las tetas, ceviche occidental es para un viernes que anochece por el frío.
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2 comentarios:
Leonel,tus imagenes increíbles los “altars del caucho” me remiten al Teatro Amazonas de Manuas a que llegó Enrique Caruso en el auge cauchero. Y tus imágenes que pincelan Centroamérica como la enorme copa, como cevichería, pues, genial. Me recordaron también de mis meses en el Petén, donde pude conocer a ancianos que aportaron a la fortuna de los Wrigley en Chicago. Sus llagas dan testimonio mudo.
Y hacia la cabeza de la copa (una imagen cartográfica tuya que me encanta) los resabios del estirpe Wrigley permanecen en los majestuosos chico zapotes, cicratizados su troncos por una labor ya borrada de las memorias y desplazada por la opción más jugo$a y sintética, dejando como saldo las desfiguraciones corpóreas y orejas chancomidas en los chicleros infestados de la leishmaniasis fantasmal de la época.
Hola Bill, me encanta tu comentario. Como sabrás no soy autor (al menos no en el sentido convencional) del texto que puse en esta entrada, que yo considero muy bueno también. Es del escritor guatemalteco Julio Serrano que está haciendo este experimento escrituario en alianza con varios bloggers. Saludos.
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