Idelver Avelar, hablando del resultado cultural de las dictaduras sudamericanas, en conexión con el predominio del neoliberalismo, dice a su vez: "Si la universidad liberal-populista pudo representar para las clases medias alguna esperanza realista de ascenso social e incorporación al sector letrado de las elites, la universidad de hoy día forma principalmente una especie impensable hace treinta años: el experto proletario". (Alegorías de la derrota, 113, negritas añadidas).
La especie era muy pensable y de mucho tiempo atrás: en las condiciones culturalmente miserables que permite la primera Restauración española (a partir de 1875), y que Darío critica refiriéndose a la carencia y el daño estructural del sistema educativo.
Como se sabe Franz Galich propuso, para los tiempos del reciente auge neoliberal, el término "subalterno letrado". Es obvia la secuencia genealógica de este letrado subalterno con el proletariado intelectual de Darío, y con el experto proletario de Avelar. En Galich se trata de una identificación gramsciana en tiempos de globalización. Su definición dice así:
"Consciente de lo subversivo del término (y lo aparentemente contradictorio), pienso que ante todo, es una actitud, consciente, de algunos intelectuales y escritores. Otros, por el contrario, no se dan cuenta de la realidad. O la ven muy clara pero prefieren hacer la del avestruz. Entonces, un subalterno letrado es aquel que se da cuenta que poseyendo un horizonte amplio de preparación académica o no, se ve impedido de lograr su realización plena creadora en su máxima capacidad. Este impedimento es producto, fundamentalmente, del atraso material (económico y científico-técnico) y la indolencia de los responsables de la dirección de las instituciones estatales y universitarias de los países víctimas del subdesarrollo.
El impedimento tiene formas concretas: la marginación y el silenciamiento, son algunas de estas prácticas que inducen a la formación del subalterno letrado. Hay otra, que es ominosa: el servilismo. Ambas conducen a lo mismo. Pero no son iguales".
De la misma manera, el contexto es significativo. Sus rasgos sobresalientes provienen del predominio de los programas neoliberales en el ámbito educativo reciente. Tal lo explica Galich en su artículo Desde el centro de la Periferia de la Periferia.
Concretamente,
"el país que llevó la peor parte del vendaval neoliberal, fue Nicaragua. Una de las áreas más afectadas por la tormenta fondomonetarista ha sido la educación (la universitaria en particular) y de ésta, las Humanidades. Se han desplazado de los pensums de estudios superiores casi todas las materias humanísticas, con excepción de contadas instituciones. Pero de todas ellas, la que ha sacado la peor parte ha sido la literatura.
Actualmente, de las 43 universidades y centros de estudios superiores ¡sólo una posee estudios de literatura! ¡En la tierra del jefe máximo del modernismo! Las políticas neoliberales hicieron que en poco menos de cinco años se desmontaran todas las estructuras de los estudios humanistas en general y de los literarios en particular".
¿Cuál es el espacio de lucha del experto proletario o subalterno letrado, si el desmontaje de sus espacios posibles es lo que caracteriza su propio contexto? Sabemos ahora que no basta con el hedonismo postmoderno, la condena abstracta de toda autoridad, o el cinismo tecnocrático que habla de "humanidades" sólo del diente al labio.
Otro problema contextual es el de la disimilitud entre este subalterno letrado y el subalterno sin más. Pero en cualquier caso la "ontologización" o esencialización de este subalterno "de verdad" no parece ser un camino: hay que verlo en conexión, intersección o, si se quiere, comunión. Porque los tres teóricos citados(Darío, Avelar y Galich) lo observarían a través del aparato educativo, como en una especie de convivencia contradictoria.
El contexto del subalterno letrado es bien concreto: la disolución del proyecto universal de universidad, el dominio de la universidad tecnocrática (Avelar 114). En este proyecto de universidad el sentido de las carreras humanísticas ha sido engullido por la rentabilidad.
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