lunes, mayo 21, 2007

Guater de la frontera

Aquí a este guater llegan los nicas sumisos y tumefactos a cagar en sobresaltos. Pero en este servicio somos todo ojos, somos el subterráneo de la baticueva de batman. Y los tubos del urinario son nuestro periscopio, y de las bombilllas apagadas se precipitan nuestra fija y única mirada. Aquí batimos tripas a los inocentes, amenazamos con cuchillos a los que cargan billeteras. Aquí hacemos pintas con mierda color oro y mierda color sangre, es nuestra paleta favorita. Ud. que se sienta ahora en el excusado y queda bajo nuestra mirada, descrea de la caligrafía del que trabajosamente alfabetizado mienta la madre. Tampoco interprete mal esta cita teológica en lapicero: Jn. 4-5., seguida del desfile de micos que comienzan con el más estilizado ángulo y terminan en la más frutal curva pareada. No se atreva a palpar las paredes en busca de la textura, del pelo, de la hendidura para ver. Estamos en todas partes. Abajo, Ud. se ha fijado, hay un desfile de falos garabateados, que amenazan con cierto ritmo olímpico besar la línea de micos. Lo llamamos Sucedáneo del Escándalo. No es a masturbarse mirando garabatos que Ud. ha venido acá. A su derecha está la libreta de citas. Una muchacha se llama Maybelín y se comenta la abundancia de sus pelos en el sobaco (aunque algún purista a corregido con una d la l). Siga hacia arriba: hay algunas ahogadas acusaciones. Sienta la implosión al leer: ticos nacos. Recuerde cómo han muerto los cervantillos en el zoológico de San José, pero sea coherente. Ud. piensa de paso: …dejarse ganar por… Y Ud. en su pensamiento se llama Molécula, diríamos casi Molécula sin Cartera, porque lo hemos observado bien mientras miraba los pobrecitos árboles inmundos de Peñas Blancas. Y nosotros ya lo teníamos agarrado de las tripas secas donde Ud. carga todas las piedritas pómez del camino rural de su sueño de anoche. No. No es una alusión a los que han pasado por aquí con los intestinos cargados con bolsitas de coca y han venido secretamente a meterse el dedo de la manera menos viciosa. Nada más lejos de la verdad. Ud. no es de esos. Ud. a veces quisiera superar esta pesantez suya, por ejemplo encerrado en este guater de puercos, donde es un mero asco poner las nalgas. Aquí donde Ud. quizá garabatearía todos los vacíos de su existencia y sus desinencias, sueltos, sordos y en brama, asidos con virtud de raíces a cosas tan de este mundo. Aquí donde no hay duda que los apresurados han soltado orines, mierda, saliva y esperma, en ese orden (y ha faltado el agua). Tal vez alguien ha entrado aquí para aullar. Qué se aúlla, dice Ud., sino la lástima… Para ver si se hallaban un billete o un mirón confiado a quien expoliar, o para hacer una corta oración tan enredada que ni dios pudo acatar su sintaxis. Con mochilitas gastadas, blue jean luyidos, calzoncillos de elásticos estirados. Alguien, algún nica, respondió en inglés a quién sabe qué ruego: your mother. Ud. sabe que eso es intraducible, lo sabe advirtiendo a la musa porno del fondo. Se ha despojado de pelos en la cabeza y pelos en el pubis, pero todavía viaja por los urinarios con mirada distraída, mientras cuelga con exagerada liviandad su sexo de dos mitades. Los superdotados vienen aquí a conquistarla, pero ella no suelta su pañuelo. Ud. está tentado a escribir en la pared algo así como SU PAÑUELO MITOLÓGICO, hasta se busca el lápiz en la bolsa. No sabe dónde está el lápiz. Y encerrado en estas cuatro paredes del inodoro del fondo, comprende Ud. que ha salido de aquí sólo en sueños, como en una película que Ud. ahora recorre. La musa está ahí pegada a la pared, sin calzones. Ud. sostiene la cámara. Algo lo empuja hacia fuera, será el olor de la mierda que hace ahora su vecino de inodoro. Pasa Ud. los restaurantitos envueltos en manteca, cruza también varios años de su vida. Alguien susurra: yo creo y con eso basta. Ve Ud. a Marg posando con su vestido amarillo, refractaria al erotismo.

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