Mostrando entradas con la etiqueta canon. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta canon. Mostrar todas las entradas

lunes, noviembre 01, 2010

Nombres con más frecuencia mencionados en este blog

José Coronel Urtecho 20

Rubén Darío 18

Ernesto Cardenal 15

Jorge Luis Borges 14

Octavio Paz 13

Sergio Ramírez 12

José Lezama Lima 11

Roberto Bolaño 8

Julio Cortázar 8

Jacques Derrida 8

Bob Dylan 7

Foucault 7

Luis Cardoza y Aragón 6

Roque Dalton 5

John Lennon 5

Mario Vargas Llosa 5

Prince 5

Edward Said 5

Ángel Rama 4

Gabriel García Márquez 4

David Bowie 4

Carlos Fuentes 4

Eunice Odio 3

César Vallejo 3

Stendhal 3

Luis de Góngora 3

Flaubert 2

Gioconda Belli 2

Guillermo Cabrera Infante 2

José Agustín 2

Jorge Volpi 2

T.S. Eliot 2


Dicen algo los nombres: fobias, favoritos. Un índide inconsciente con dejes de abyección.

lunes, mayo 04, 2009

Tambor olvidado

Tambor olvidado de Sergio Ramírez es un ensayo sobre la mezcla racial entendida como base de la mezcla cultural y de la nacionalidad nicaragüense. También podría decirse un ensayo nacional definido a través de la raza. Y quizá, tenida en cuenta la globalización, el intento de un ensayo nacional al iniciarse el siglo XXI.

El libro está dividido en dos partes. Una programática, en donde se exponen las hipótesis principales, y la otra ilustrativa, en donde se hace inventario de las manifestaciones sincréticas de la cultura popular (tradiciones religiosas, música, instrumentos, oraciones populares, cocina, lengua). En cierto sentido, la primera parte del libro trata de disciplinar a la segunda. La sección ilustrativa es la más sugerente porque recopila el saber (digamos) antropológico sobre lo que podría ser la cultura popular nacional. Una pregunta obligatoria aquí es ¿cómo se sabe “nacional” la cultura sincrética subalterna?

El ensayo de Ramírez respondería quizá con la primera parte del libro. Se trata básicamente de una biblioteca de lo nacional ya bastante establecida (que, entre otras cosas, informa a las culturas subalternas), y que es retomada en este ensayo: Oviedo, Squier, Lévy, El Güegüense. Y sus re-escrituras: Darío, Pablo Antonio Cuadra, Coronel, Mántica, algunos otros. El texto repasa, pues, esta biblioteca del mestizaje (que es también de una definición excéntrica de ver lo nacional) para reafirmarla en su fundamento ideológico pero también para cuestionarla, proponiendo que este mestizaje es de tres fuentes, y no sólo de dos.

A la cultura hispánica e indígena hay que añadir la africana. Esto ubicaría a Nicaragua más abiertamente en un contexto geocultural caribeño, revelando, sin embargo,una fractura interna: con la costa caribeña, precisamente, que es nicaragüense de una manera diferente a la región hegemónica. En Tambor olvidado se trata, en cierto sentido, de un arreglo de cuentas entre aquellos que pensaron el mestizaje y las culturas populares realmente existentes (y realmente sincréticas, y, para los fines del libro, africanizadas) que necesitan ser repensadas en los ámbitos de la globalización con unos orígenes mucho más abiertos. Es como que si la caribeñidad prometiera una fluidez que el origen hispánico e indígena no podría tener. Digamos: un conflicto interno (y vivo) de la doctrina mestiza.

El libro comienza por ensalzar la mulatidad como estrategia de creatividad cultural desarrollada por Rubén Darío, y, quizá, un modelo cultural de lo nacional. Este ser mulato, que Ramírez llama constantemente mestizaje triple, parece ser producto del completo mestizaje racial que concluye, según el texto, durante la Colonia. Sin embargo, el deseo de blanqueamiento, como marca colonial, termina por ocultar esta realidad sociológica. Los mestizos triples mismos ocultan su origen racial mientras inician un proceso de ascenso social que culmina durante la revolución liberal de Zelaya. Tenemos así a los mestizos, que se han ocultado a sí mismos su propia mezcla racial, ejerciendo influencia en círculos del Estado desde fines del siglo XIX.

La tesis, ciertamente es complicada porque lleva a preguntarse si la unidad nacional implicó realmente unidad racial desde el siglo XIX, y si la implica en el presente. O si, más bien, la permanencia de una división social en razas es un elemento que pertenece a la estructura de dominación y hegemonía. Para Ramírez, que en esto no contradice la biblioteca de lo nacional-mestizo, el símbolo cultural y moral de esta unificación racial por medio del mestizaje es El Güegüense, sobre todo como símbolo del mestizo trepador social que desea el blanqueamiento, y acaba colocándose en los círculos del poder.

El texto tiende a afirmar que la disciplina racial impuesta por la Corona era burlada por el deseo y las costumbres sexuales; así, “aquellos mandamientos se disolvieron en las camas” (121). ¿Pero no sería el deseo, y las articulaciones que le son afines: filiación y, por ende, taxonomía racial, más bien parte de la estructura de dominación y no una cifra de desaparición de la raza como estructuración del dominio? ¿La raza no es más bien parte de la disciplina sobre la violación originaria que Octavio Paz advirtió, para el caso mexicano, como fundamento de lo nacional?

Este tipo de preguntas implica en realidad un orden de lectura diferente sobre la biblioteca del mestizaje: una lectura a contrapelo, como les gusta decir a los subalternistas. Una lectura que no se ha emprendido cabalmente. Dicho sea de paso, Tambor olvidado no dialoga con la bibliografía que ha criticado la doctrina mestiza de manera más sistemática: entre otros autores, Ileana Rodríguez, Jeffrey Gould, Justin Wolfe o Erick Blandón.

Una ventaja del libro de Ramírez es que reabre el debate sobre la raza como índice de unidad nacional, y que lo hace con una probable buena incidencia tanto por el prestigio de su autor como por la amplia difusión que logra (ha sido editado por Aguilar-Santillana, 2007). Además, a una dedicada investigación auna una narrativa muy entretenida. Por supuesto, a sus lectores (y ojalá que sobre todo a sus lectores jóvenes) les toca ahondar en el significado político y cultural de replantear el mestizaje como fundamento nacional. Un asunto que da para mucho debate (y que en esta entrada de blog no hago más que esbozar en algunas de sus posibilidades).

miércoles, abril 25, 2007

El alma nacional

La nota de Cardoza continúa con una identificación: la de la unidad latinoamericana, basada en el "expolio nacional y transnacional", lo que produce una "complejidad infinita". (He aquí el segundo infinito: el primero era la etapa no mensurable en que las obras pertenecen "a las minorías".)

Luego viene el que es, probablemente, el párrafo más significativo:

El alma nacional en un paraíso, en un purgatorio o en un infierno de presuntas almas nacionales. El alma nacional es Clavileño volando henchido de pájaros. La clase dominante es la solista, pájaro de cuenta (sic) que cuenta cuentos y tesoros. (p. 60)


(No será "pájaro de cuerda"?--hay que testimoniar que se trata de una edición no muy cuidada, en que abundan las erratas.)

Hay una solidaridad entre canon y clase dominante, dentro de ese canto solista. Y el intelectual es la alegoría de esa solidaridad; algunos alegremente y sin problemas, otros de manera circunspecta, problemática, cínica, trágica.

martes, abril 24, 2007

Todo canon crea resistencia

Notas de Antigua, 2007

Nos divertimos en primavera
Y en invierno, nos queremos morir
Ch. G.


La semana pasada estuve en el CILCA de Antigua, Guatemala. No tengo ahora, como tuve hace 7 años, la paciencia de hacer una crónica del evento. De hecho, confrontar los hechos que no aparecen en aquella crónica impiden quizá esta otra. (Hechos como encontrar al regreso que nos habían robado los cables de la electricidad que había costado un huevo instalar, y que por tanto regresábamos a la pletórica oscuridad--en la que ya llevábamos 3 años--, o a la vieja Coleman, y mi grabadora de baterías en donde Mercedes Sosa no se rendía. Jinotepe, Nicaragua, años 2000-2001 D. C.).

En este regreso desde Antigua (Antigua-Managua: 16 horas de bus), leo (es decir, los ratos que Deborah Harry me deja leer) partes del libro que Cardoza y Aragón hizo sobre Octavio Paz, (El brujo. Guatemala: Editorial Universitaria de la Universidad de San Carlos de Guatemala.) y encuentro, en la página 60, una anotación que me lleva de vuelta a lo del pensamiento del canon: una anotación que debo deshuesar.

Dice Cardoza en los párrafos segundo y tercero:

Comprender el trabajo de las élites no es ni plantear ni aceptar una idea aristocrática de la cultura, sino una idea democrática de ella.

...Pero hay etapas en las cuales las obras aún no son mayoritarias, en las cuales aún pertenecen a las minorías.


Deshueso: estudiar el canon ("el trabajo de las élites") puede también ser una operación política (es decir, crítica) democrática, sin embargo algo hay inscrito en el canon (esas largas "etapas" (léase temporalidades) que le son propias) que desarticula hasta cierto punto la operación democrática: todo canon crea resistencia.