Nota: esto había quedado entre los borradores del blog, y consta que lo escribí en julio de 2012. Sin embargo, cobra algún sentido retrospectivo luego de la situación revuelta de este año en Nicaragua.
En Nicaragua, quizá de forma más acentuada que en otros países, el llamado juego democrático depende del estado de las desavenencias de la élite política.
Sus desacuerdos son proyectados en la vida pública como lucha política nacional, voluntad de las mayorías, etcétera.
En realidad la élite ha sido tradicionalmente poco democrática a la hora de resolver sus diferencias, y padece desde las intervenciones de los Estados Unidos, a principios del siglo XX, del síndrome de las elecciones supervigiladas.
Esto ha sido más que evidente en el peso que ha adquirido en el escenario postelectoral del 2011, la opinión de la Unión Europea, la OEA, los Estados Unidos. La élite está mirando hacia afuera, aunque las votaciones se hayan dado adentro.
Para las elecciones del 2011 la élite política no se puso de acuerdo sobre las reglas del juego. No se necesitaba mucha profecía para predecir que iba a suceder un fuerte altercado post-electoral. Se podría decir, incluso, que para la élite política las elecciones eran sólo un camino de llegada al escenario que más le interesaba.
Es el altercado de la élite, la que ahora va a pasar a resolver sus conflictos por sus vias predilectas. No a partir de lo que dicen las urnas, sino a partir de lo que puedan negociar, violencia y muertos de por medio.
A la élite política le importa mucho la continuidad, y va a tratar de resguardarla como pueda una vez que sus miembros se sienten a negociar.
Desde los años 1980s la élite política no ha sido renovada, y mantiene sus fuertes lazos familiares y la huella de sus antiguos conflictos.
En las elecciones del 2011 compitieron un comandante sandinista (Daniel Ortega) frente a un ex-jefe de la contra (Fabio Gadea). El candidato a vicepresidente de Ortega fue jefe del Ejército Nacional (el antiguo Ejército Sandinista). El candidato a vicepresidente de Fabio Gadea es yerno de la expresidentea Violeta Chamorro, y antiguo embajador del gobierno de Ortega.
La parte "radical" de la Alianza que acompañaba a Gadea está dirigida por antiguos camaradas de Ortega. De hecho, en tal Alianza menudean sus ex-ministros, y ese tipo de comandantes a los que los medios siempre añaden (no entiendo por qué) el adjetivo de "legendarios".
En un sistema político en que la élite tiene un peso tan decisivo, las opiniones de los notables tienen un aura especial. Pero los notables nunca han tenido independencia política, siempre han estado vinculados al poder, y participan de manera beligerante de los conflictos de la élite. Casi todos los notables han sido embajadores por allá, vicepresidentes por aquí, Ministros de Algo (algo improsperable). La llamada "sociedad civil" por su parte se reduce a tres señores y dos señores de la clase alta. Ya no digamos los Obispos Católicos que merecen cada uno de ellos, aquello de Cardenal (no el Obando, sino el otro): Sus Eminencias Pendejísimas.
Algo parecido a lo que pasa con los notables, pasa con los medios. Los medios oficiales son en extremo rudimentarios, y no pasan de repetir las consignas que elabora la esposa del presidente, Rosario Murillo.
Los medios opositores mantienen ligas familiares e ideológicas con la oposición.
Ningún medio se preocupa tampoco por disfrazar su afiliación política.
Burócratas, notables, medios, thinks tanks "democráticos", Familias de Apellido y organismos internacionales parecen ser los que realmente votan en Nicaragua.
Claro, convocan a las otras clases cuando es preciso dirimir sus diferencias. No han vacilado en el pasado en armar guerras. Tampoco vacilan cuando es tiempo de "dialogar", usando a Iglesias y OEAs como mediadores, y resguardando ante todo el equilibrio de sus continuidades de poder, familiares, negocios, posiciones.
Zorros del mismo piñal, que se dice.
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sábado, octubre 27, 2018
jueves, junio 14, 2018
La contrarrevolución interminable
1. Desde el inicio del conflicto actual
en Nicaragua, me pareció que se reincidía en un modelo insurreccional,
sostenido ideológicamente por una retórica sacrificial: la sangre que da
sentido a lo político.
2. Debería decirse a esta altura
"sólo la sangre da sentido a lo político en Nicaragua". Eso apunta a
un fracaso nacional fundamental: las elites políticas junto a todos los actores
políticos y sociales han sido incapaces, luego de cuarenta años de la última
revolución, de resolver los conflictos de manera pacífica.
3. Pero no estamos para autocríticas. Nadie
quiere autocriticarse ni empresarios ni clase media ni sandinismo ni la
profundamente conservadora y politizada Iglesia católica nicaragüense ni nadie.
4. Lo menos autocrítico del mundo se
deja ver en la suerte de la bandera azul y blanco: todos se envuelven en ese
trapo, nadie quiere criticar las bases violentas de lo que simboliza.
5. Gente contrarrevolucionaria
reconocida como Humberto Belli se refieren con soltura a la "revolución
azul y blanco". Por mi parte no quiero estar en esa acera azul y blanco
junto a ideólogos como Belli.
6. Encabezado por los empresarios y por
la Iglesia católica, este movimiento masivo mezcla rasgos revolucionarios con ansiedades
democratizantes y muchos empujes contrarrevolucionarios. Es quizá una capa más
de las muchas capas contrarrevolucionarias vividas: Esquipulas 1987; el
gobierno de restauración Chamorro, los gobiernos conservadores que llevaban el
título de liberales; el gobierno del FSLN mediatizado por alianzas con
empresarios y obispos. Somos el país de la contrarrevolución interminable.
7. Sergio Ramírez que es un tipo de
escritor incapaz de dejar de hacer ideología, incluso cuando sus términos son
llevados "hasta el escándalo por sucesivas y contrarias lealtades" (para
citar a un clásico), anunció en esta coyuntura que habíamos llegado "por
fin" al siglo XXI. Pero no, esta reincidencia insurreccional y sacrificial
es muy siglo XX. ¿O no será aún más remota?
8. Pienso en lo robusto del poder de la
Iglesia católica nicaragüense y cómo se consolida en estas circunstancias. Mientras otras
Iglesias se derrumban entre escándalos de pedofilia y abuso, la nicaragüense es
adulada con frecuencia por su "moralidad". Todos sabemos que no hay
tal moralidad, pero lo acatamos como parte del paquete
"revolucionario".
9. Me han preguntado algunos amigos que
cuáles son los medios de comunicación nacionales más objetivos para seguir las
noticias sobre Nicaragua. Pero ya no queda periodismo, sólo trincheras, tranques y
barricadas.
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lunes, mayo 21, 2018
Bolero nacional
He decidido mantenerme a distancia de la bandera
no vaya a ser me muerda
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miércoles, febrero 25, 2015
Hace 25 años terminó la guerra fría
En Nicaragua hace 25 años (el 25 de febrero de 1990, con el triunfo electoral de Violeta Chamorro) comenzaron los años 90s.
Fue una época de reconciliación para los de arriba (el FSLN-MRS y el gobierno Chamorro) y de sálvese quien pueda para los de abajo.
Débil en su fuerza política pero apoyada por el sandinismo opositor, Chamorro pudo desentenderse de la sociedad empobrecida de la posguerra civil para entretenerse con la pirotecnia de los programas de ajuste neoliberal, las ofensivas ideológicas conservadoras: por ejemplo, en la educación (con el Opus Dei Humberto Belli como Ministro de Educación) y los trofeos de posguerra fría (Chamorro ofreciendo un AK-47 a George Bush padre).
Se puede alegar que Chamorro encabezó una transición democrática, siempre y cuando se entienda la jerarquía explícita de tal transición. Apertura reconciliadora democrática arriba, desestructuración, empobrecimiento, emigración abajo.
La sensibilidad social de la élite política nicaragüense ha sido tradicionalmente nula. A eso no renunciaron los arquitectos del pacto de transición (los "pragmáticos" del sandinismo--Daniel y Humberto Ortega y Sergio Ramírez-- junto al equipo familiar-institucional de Chamorro).
Como he dicho en este blog varias veces, curiosamente el Signo Blanco-Violeta Chamorro es visto por las elites nostálgicas como el Signo Deseable para un modelo democrático. Pero yo creo que sin una crítica a fondo de ese Significado Blanco no se avanza nada en discutir realmente qué sería la democracia o lo democrático en una Nicaragua que luego de 25 años sigue tan fragmentada como entonces.
Con respecto a la sobrevaloración de Chamorro como Signo Blanco, repito algunos ejemplos que he mencionado en entradas anteriores:
-Tomás Eloy Martínez acabó creyendo que la historia de Nicaragua estaba en la casa de Chamorro.
-Andrés Pérez Baltodano considera a Chamorro ejemplo de una mente no colonizada!
-Gioconda Belli piensa que Chamorro "maternizó" a Nicaragua.
Como diría el poeta: "Patria que para qué pare parias"
P. S. 26 de febrero
No deja de ser sintomática la solicitud de los actuales partidos opositores de que el 25 de febrero sea declarado "Día de la democracia".
Fue una época de reconciliación para los de arriba (el FSLN-MRS y el gobierno Chamorro) y de sálvese quien pueda para los de abajo.
Débil en su fuerza política pero apoyada por el sandinismo opositor, Chamorro pudo desentenderse de la sociedad empobrecida de la posguerra civil para entretenerse con la pirotecnia de los programas de ajuste neoliberal, las ofensivas ideológicas conservadoras: por ejemplo, en la educación (con el Opus Dei Humberto Belli como Ministro de Educación) y los trofeos de posguerra fría (Chamorro ofreciendo un AK-47 a George Bush padre).
Se puede alegar que Chamorro encabezó una transición democrática, siempre y cuando se entienda la jerarquía explícita de tal transición. Apertura reconciliadora democrática arriba, desestructuración, empobrecimiento, emigración abajo.
La sensibilidad social de la élite política nicaragüense ha sido tradicionalmente nula. A eso no renunciaron los arquitectos del pacto de transición (los "pragmáticos" del sandinismo--Daniel y Humberto Ortega y Sergio Ramírez-- junto al equipo familiar-institucional de Chamorro).
Como he dicho en este blog varias veces, curiosamente el Signo Blanco-Violeta Chamorro es visto por las elites nostálgicas como el Signo Deseable para un modelo democrático. Pero yo creo que sin una crítica a fondo de ese Significado Blanco no se avanza nada en discutir realmente qué sería la democracia o lo democrático en una Nicaragua que luego de 25 años sigue tan fragmentada como entonces.
Con respecto a la sobrevaloración de Chamorro como Signo Blanco, repito algunos ejemplos que he mencionado en entradas anteriores:
-Tomás Eloy Martínez acabó creyendo que la historia de Nicaragua estaba en la casa de Chamorro.
-Andrés Pérez Baltodano considera a Chamorro ejemplo de una mente no colonizada!
-Gioconda Belli piensa que Chamorro "maternizó" a Nicaragua.
Como diría el poeta: "Patria que para qué pare parias"
P. S. 26 de febrero
No deja de ser sintomática la solicitud de los actuales partidos opositores de que el 25 de febrero sea declarado "Día de la democracia".
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viernes, enero 02, 2015
Julio Cortázar viajero en el trópico
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martes, octubre 15, 2013
Por una antología de la injuria en la poesía nicaragüense
"como encargada del Dulce Reino tengo que tratar todo el tiempo con dulce gente" escuchado en el programa de TV "Hora de aventura"
Me ha interesado, no la corrección o incorrección biográfica o retórica del texto (discutible y seguramente controversial), sino la posibilidad clara a que enrumba: el armado posible de una antología de la poesía nicaragüense no hecha a partir de la idea comunitaria y armónica, sino de la enemistad y el resentimiento, quizá la única forma válida de antología a estas alturas.
Porque se sabe que la idea que la literatura y particularmente la poesía representan a la nación (de ahí las particiones convencionales, los deseos y rencores por décadas, las ansiedades por dotar de nombre a fantasmáticas generaciones) impone un armisticio pacifista en las antologías. De ahí, por ejemplo, que Ernesto Cardenal en su Flor y canto no prescinda de los textos poéticos de Rosario Murillo.
Se puede prescindir, en las antologías, de los enemigos íntimos, siempre y cuando no sean notorios o notables. Nadie vetará los poemas de Alejandro Serrano Caldera si es que él se decide a escribirlos. Este tipo de acción política sutura imaginariamente las fracturas. (Por supuesto, hay otra variedad de acciones políticas en los procesos de selección o exclusión de textos antológicos. Llama la atención, por ejemplo, la del poeta, varón o mujer, que se niega a estar en determinada antología para "no juntarse con la chusma" según la sabiduría suburbana de Doña Florinda.)
En cambio, pues, de la sutura imaginaria a que apuntan las antologías nacionales, el texto injurioso es sintomático de la batalla por el poder simbólico. (Se disculpará el uso esquemático de Pierre Bourdieu teórico que hará temblar a algunos delicados poetas anti-teóricos.) La incomodidad y la imposibildad, el resentimiento y la imprecación. Cuando mi texto se acomoda mal a una genealogía, probable es que devenga injurioso. Pero claro primero tengo que creer en esa genealogía identitaria.
Los poetas pelean por la filiación. (Soberanía y servidumbre: EMS los miraba ahorcarse con su propia cadena.) En Nicaragua, territorio de dilatada temporalidad literaria, la filiación más buscada es la de la continuidad con los poetas postvanguardistas, Ernesto Cardenal y CMR (y en un apartado luminoso y secreto, Ernesto Mejía Sánchez). Todos podemos disimular alguna ocurrencia ("generación del desasosiego", por ejemplo), pero con la misma unanimidad todos sabemos que aquel trío es gobernante todavía.
El texto injurioso contra Cardenal o contra CMR es sintomático de la batalla simbólica por la filiación. El texto elogioso es a veces mero trámite de continuidad. Véase, por ejemplo, otro texto de JVC: en Carátula, la revista de Sergio Ramírez, un testimonio rutinario de la filiación con Ernesto Cardenal: ni un solo monstruo a la vista. La ansiedad del primer texto (golpear las puertas de la filiación, recibir la negativa, acusar el tufo y la monstruosidad) está ausente en el segundo.
Se recordará el desenfado de la "Oda a Rubén Darío", el poema con que José Coronel Urtecho inaugura la vanguardia nicaragüense. En el primer verso Coronel nos informa que ya se saltó al león de marmolina de Darío, y ya está "conversando" con él. A Darío no le da tiempo de enllavar la tumba: es el asalto inaugural de la filiación, el rapto de la pertenencia.
Con ese texto iniciaría quizá la antología de la injuria. Antología que, por otra parte, incluiría textos clásicos de poetas como Belltrán Morales (cómo prescindir de versos como aquel sobre "el avispado ganadero peripatético vencido por the poetry"; por cierto, no todo el que dice Beltrán, Beltrán se salvará), y alguna nota de poeta joven emproblemado por la filiación y la competencia.
(Se someterá, con esperanza, el financiamiento de este proyecto a los canales convencionales de otorgamiento presupuestario; la selección de textos será democrática.)
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lunes, febrero 18, 2013
Resistencia de la memoria
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viernes, septiembre 30, 2011
Diamonds are Forever
La taxonomía mítica del sandinismo está por escribirse. Es una novela. Pero sólo un sujeto en exacta actitud secular podría estructurarla.
En algunos insomnios en que logro separar cuerpo de historia, veo atisbos. Pero al no pasar de fantasmas, protoplasmas, acaeceres desvanecidos, acabo rechazándolos.
Algunos jóvenes entregados al oficio entusiasmado del servilismo. Algunos viejos que han descubierto como filosofía variantes new age de la Guerra de la Galaxias. Algunos secretarios de edad indefinida que balbucean ideología. Todos ellos ven lo mismo que yo y tienen el mismo impedimento: no pueden escribirlo.
Anoche tuve revelación. La taxonomía del sandinismo pasa por los míticos, los arruinados y los brillantes. Sobre los brillantes habría que escribir prolongado. (Ver el Mashup que pongo más abajo).
En ocasión de elecciones los brillantes se sienten en el deber de mostrar la autoridad de su voto.
Destituyamos patrañas: 1)la comunalidad sandinista no implicó nunca (ni en los Tiempos más Éticos) horizontalidad; 2)de haber sido asi habría sido una historicista comunidad postmoderna; 3)operando dentro de la desigualdad moderna, tampoco podía traer automáticamente democracia ni en 1984 ni en 1990 (afirmar lo contrario es ir contra el espíritu utópico del término).
Todos (míticos, brillantes y arruinados) se ven en la obligación de destacar democráticamente que su voto no es igual al de la masa, que vale más: por razones de una comandancia (mítica), una operación (de pensamiento), una teología (de lo que Morales llamó Izquierda Divina), o una clase (la dirigente más allá de la ideología).
En un reciente, rutinario y coyuntural artículo que habla por la voz de los y las brillantes, Gioconda Belli respalda la candidatura de Fabio Gadea a la presidencia. El texto es histriónico: Belli encarna (o pretende encarnar) un Ente preocupado por la Decisión. Hace un Balance Objetivo, destacando la habilidad de Gadea para representar (vía Pancho Madrigal) al Campesino Nicaragüense. Estamos ante el Candidato de la Empatía.
Belli deja colonizar su texto por el hábito binario de la publicidad (¿Coca-Cola o Pepsi?) para terminar optando por la Abstracción, el Símbolo Vacío en que el costumbrismo desplaza la contradicción.
Dentro de la taxonomía del sandinismo, son los brillantes los que requieren este tipo de operación ideológica para justificar y expresar, en relación simbólica, una voluntad de poder. Lo constante y sonante del poder los sigue atrayendo como si fueran unos políticos comunes y corrientes más. Pero deben disimularlo discursivamente.
Desafortunadamente tal voluntad de poder en un ambiente intelectual empobrecido no deja penetrar demasiada complejidad estructural. Para el caso del texto de Belli, en tanto el Campesino esté representado por Fabio Gadea (mientras la estructura de poder esté en su lugar), podremos ver de forma encantada (y frívola) cualquier historia de opresión.
Al someter la elaboración intelectual al devenir estereotipado de las elecciones, es decir, del consumo de candidatos, de la binariedad superficial, se encasillan las posibilidades (¿el deber intelectual?) de pensar.
(Mashup)
1. Shirley Bassey interpreta Diamonds are Forever
2. Sergio Ramírez habla de la gente brillante
—Cuando uno recuerda ese gobierno de 1979 aparecen su nombre y los de Gioconda Belli, Ernesto Cardenal y un conglomerado de personalidades que han roto con el fsln. ¿Qué fue lo que pasó?
—Fuera de toda la gente brillante que tuvo aquel gobierno, como el jesuita Cardenal, que dirigió la cruzada de alfabetización, o Carlos Tunnermann, ministro de Educación, gente creativa que tenía la idea de un proyecto de cambio y transformación revolucionaria en el país ya no está más y se pronunció incluso en contra del régimen. Fueron reemplazados en los cargos principales por operadores anónimos. Los originales, los revolucionarios y creativos se fueron. Y a este gobierno no le interesa tener gente de esa clase. Especialmente porque son un desafío para la actual gestión y hacen peligrar el poder de Ortega.
resto de la entrevista aquí
En algunos insomnios en que logro separar cuerpo de historia, veo atisbos. Pero al no pasar de fantasmas, protoplasmas, acaeceres desvanecidos, acabo rechazándolos.
Algunos jóvenes entregados al oficio entusiasmado del servilismo. Algunos viejos que han descubierto como filosofía variantes new age de la Guerra de la Galaxias. Algunos secretarios de edad indefinida que balbucean ideología. Todos ellos ven lo mismo que yo y tienen el mismo impedimento: no pueden escribirlo.
Anoche tuve revelación. La taxonomía del sandinismo pasa por los míticos, los arruinados y los brillantes. Sobre los brillantes habría que escribir prolongado. (Ver el Mashup que pongo más abajo).
En ocasión de elecciones los brillantes se sienten en el deber de mostrar la autoridad de su voto.
Destituyamos patrañas: 1)la comunalidad sandinista no implicó nunca (ni en los Tiempos más Éticos) horizontalidad; 2)de haber sido asi habría sido una historicista comunidad postmoderna; 3)operando dentro de la desigualdad moderna, tampoco podía traer automáticamente democracia ni en 1984 ni en 1990 (afirmar lo contrario es ir contra el espíritu utópico del término).
Todos (míticos, brillantes y arruinados) se ven en la obligación de destacar democráticamente que su voto no es igual al de la masa, que vale más: por razones de una comandancia (mítica), una operación (de pensamiento), una teología (de lo que Morales llamó Izquierda Divina), o una clase (la dirigente más allá de la ideología).
En un reciente, rutinario y coyuntural artículo que habla por la voz de los y las brillantes, Gioconda Belli respalda la candidatura de Fabio Gadea a la presidencia. El texto es histriónico: Belli encarna (o pretende encarnar) un Ente preocupado por la Decisión. Hace un Balance Objetivo, destacando la habilidad de Gadea para representar (vía Pancho Madrigal) al Campesino Nicaragüense. Estamos ante el Candidato de la Empatía.
Belli deja colonizar su texto por el hábito binario de la publicidad (¿Coca-Cola o Pepsi?) para terminar optando por la Abstracción, el Símbolo Vacío en que el costumbrismo desplaza la contradicción.
Dentro de la taxonomía del sandinismo, son los brillantes los que requieren este tipo de operación ideológica para justificar y expresar, en relación simbólica, una voluntad de poder. Lo constante y sonante del poder los sigue atrayendo como si fueran unos políticos comunes y corrientes más. Pero deben disimularlo discursivamente.
Desafortunadamente tal voluntad de poder en un ambiente intelectual empobrecido no deja penetrar demasiada complejidad estructural. Para el caso del texto de Belli, en tanto el Campesino esté representado por Fabio Gadea (mientras la estructura de poder esté en su lugar), podremos ver de forma encantada (y frívola) cualquier historia de opresión.
Al someter la elaboración intelectual al devenir estereotipado de las elecciones, es decir, del consumo de candidatos, de la binariedad superficial, se encasillan las posibilidades (¿el deber intelectual?) de pensar.
(Mashup)
1. Shirley Bassey interpreta Diamonds are Forever
2. Sergio Ramírez habla de la gente brillante
—Cuando uno recuerda ese gobierno de 1979 aparecen su nombre y los de Gioconda Belli, Ernesto Cardenal y un conglomerado de personalidades que han roto con el fsln. ¿Qué fue lo que pasó?
—Fuera de toda la gente brillante que tuvo aquel gobierno, como el jesuita Cardenal, que dirigió la cruzada de alfabetización, o Carlos Tunnermann, ministro de Educación, gente creativa que tenía la idea de un proyecto de cambio y transformación revolucionaria en el país ya no está más y se pronunció incluso en contra del régimen. Fueron reemplazados en los cargos principales por operadores anónimos. Los originales, los revolucionarios y creativos se fueron. Y a este gobierno no le interesa tener gente de esa clase. Especialmente porque son un desafío para la actual gestión y hacen peligrar el poder de Ortega.
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miércoles, septiembre 14, 2011
Retablo para septiembre
Cuando llega septiembre, y las fiestas patrias, los periodistas se deciden a interrogar estudiantes para mostrar cómo padecen su ignorancia en historia nacional.
No hacen la prueba con periodistas o intelectuales o poetas. (Ojalá en los próximos años se animen a la heterogeneidad.)
Escogen a los estudiantes porque es la forma más fácil de demostrar, entre chascarrillos informativos, lo bruto del sistema educativo.
Así en el arrebato de este año, de El Nuevo Diario, se ha espantado de que el fantasma de Rafaela Herrera se pasee por la hacienda San Jacinto.
En el segundo acto del melodrama, los periodistas llaman al intelectual para que a través de sus declaraciones: 1) él quede como estrella de sabiduría; 2) demostrar que en cambio de sistemas educativos seculares deberíamos tener sabios escolásticos que parloteen; 3) terminar de reafirmar lo ignorantes en historia que son los estudiantes.
Al derribado, darle Knockout en el suelo.
Esta mezcla de esquematismo, amarillismo y conservadurismo pasa, sin asomo de crítica, por variación pedagógica sobre el tema patrio.
Este año, el intelectual convocado fue Carlos Tunnermann quien no hizo sino confirmar el esquema que el diario planteó al respecto.
Sorpresivo hubiera sido que el intelectual se sintiera obligado a criticar la ignorancia en historia que los propios intelectuales padecen. Esas peras del olmo no se piden en esta patria.
Las fiestas patrias, por otra parte, son horrorosas.
Al menos en la escuela pública a la que yo asistía cuando niño, eran horrorosas.
Se celebraba sin la menor distancia crítica personajes y hechos tan diversos como: Cristóbal Colón descubridor de Nicaragua (¡Gracias a Dios!); Domingo Faustino Sarmiento, maestro de América (todos con la civilización y contra la barbarie); Rafaela Herrera, defensora del Castillo (y de la época colonial); Andrés Castro y José Dolores Estrada (en la proverbial Hacienda plena de la armonía del trópico); Rubén Darío, fundador de la nota pintoresca en la literatura nicaragüense (qué alegre y fresca la mañanita), y, no menos importante, la bandera, ya independiente, celebrada por la lectura de la Jura por el dictador Anastasio Somoza Debayle, y transmitida por radio a todos los centros educativos.
Qué lección de historia se desprende de tal amalgama que no ha variado mucho? Pues que la historia nacional es inmemorial y descentrada. Que la "comunidad imaginada" tiene mucho de retablo religioso en donde conviven las especies y las épocas de manera poco problemática. Perfectamente se pasean por la hacienda San Jancinto Rafaela Herrera, Rubén Darío o Somoza Debayle, y no hay mayor conflicto.
Es un esquema que quizá se remonta al momento del pacto entre conservadores y liberales, luego de la llamada "guerra nacional" de mitad del siglo XIX, el que fue institucionalizado por el estado de los Treinta Años.
En fin, ministros de educación e intelectuales que no han podido y ni siquiera han deseado alterar este retablo de la falsa convivencia, no pueden venir a escandalizarse, tal periodistas en septiembre, del esquema que permite una divulgación del nacionalismo tan efectiva.
Menos aún, si uno de los prejuicios fundamentales del notabilismo es precisamente instalarse en ese retablo patrio, siempre asoleado, de septiembre.
Y, claro, enternecerlo con la verba escolástica.
No hacen la prueba con periodistas o intelectuales o poetas. (Ojalá en los próximos años se animen a la heterogeneidad.)
Escogen a los estudiantes porque es la forma más fácil de demostrar, entre chascarrillos informativos, lo bruto del sistema educativo.
Así en el arrebato de este año, de El Nuevo Diario, se ha espantado de que el fantasma de Rafaela Herrera se pasee por la hacienda San Jacinto.
En el segundo acto del melodrama, los periodistas llaman al intelectual para que a través de sus declaraciones: 1) él quede como estrella de sabiduría; 2) demostrar que en cambio de sistemas educativos seculares deberíamos tener sabios escolásticos que parloteen; 3) terminar de reafirmar lo ignorantes en historia que son los estudiantes.
Al derribado, darle Knockout en el suelo.
Esta mezcla de esquematismo, amarillismo y conservadurismo pasa, sin asomo de crítica, por variación pedagógica sobre el tema patrio.
Este año, el intelectual convocado fue Carlos Tunnermann quien no hizo sino confirmar el esquema que el diario planteó al respecto.
Sorpresivo hubiera sido que el intelectual se sintiera obligado a criticar la ignorancia en historia que los propios intelectuales padecen. Esas peras del olmo no se piden en esta patria.
Las fiestas patrias, por otra parte, son horrorosas.
Al menos en la escuela pública a la que yo asistía cuando niño, eran horrorosas.
Se celebraba sin la menor distancia crítica personajes y hechos tan diversos como: Cristóbal Colón descubridor de Nicaragua (¡Gracias a Dios!); Domingo Faustino Sarmiento, maestro de América (todos con la civilización y contra la barbarie); Rafaela Herrera, defensora del Castillo (y de la época colonial); Andrés Castro y José Dolores Estrada (en la proverbial Hacienda plena de la armonía del trópico); Rubén Darío, fundador de la nota pintoresca en la literatura nicaragüense (qué alegre y fresca la mañanita), y, no menos importante, la bandera, ya independiente, celebrada por la lectura de la Jura por el dictador Anastasio Somoza Debayle, y transmitida por radio a todos los centros educativos.
Qué lección de historia se desprende de tal amalgama que no ha variado mucho? Pues que la historia nacional es inmemorial y descentrada. Que la "comunidad imaginada" tiene mucho de retablo religioso en donde conviven las especies y las épocas de manera poco problemática. Perfectamente se pasean por la hacienda San Jancinto Rafaela Herrera, Rubén Darío o Somoza Debayle, y no hay mayor conflicto.
Es un esquema que quizá se remonta al momento del pacto entre conservadores y liberales, luego de la llamada "guerra nacional" de mitad del siglo XIX, el que fue institucionalizado por el estado de los Treinta Años.
En fin, ministros de educación e intelectuales que no han podido y ni siquiera han deseado alterar este retablo de la falsa convivencia, no pueden venir a escandalizarse, tal periodistas en septiembre, del esquema que permite una divulgación del nacionalismo tan efectiva.
Menos aún, si uno de los prejuicios fundamentales del notabilismo es precisamente instalarse en ese retablo patrio, siempre asoleado, de septiembre.
Y, claro, enternecerlo con la verba escolástica.
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viernes, julio 29, 2011
Abstinencias
"Krushev fue más encantador que Stalin aunque no terminó con el stalinismo.
Asimismo Benedicto".
Pavel Carías Ejercicios físicos
Estimado autor del Blog Notas poco rigurosas:
Saludos de un lector frecuente, aunque no siempre entusiasmado, de su blog. Estoy estos días haciendo manifiestos. Vivo mi Segunda Vanguardia. Le adelanto un fragmento de mi más reciente intervención política. No decido aún si cortarla en versos o dejarla como prosa atropeyada (sic) (es lo que es todavía). Pero la urgencia del "debate" (y cómo se degradado, dios mío, esa palabra en nuestra patria!) me obliga a poner silencio al silencio (no se entienda más que eso como mi cara intención).
A ver si Ud. se atreve a colgarlo.
Saludos
Pável
"Aunque de manera engañosa y abultada se ha acusado a Monseñor Silvio Báez de ser "la voz de la modernidad", y medios disciplinadamente anti-institucionales muestran esperanzas en la institución antidemocrática por esencia, es decir, la eclesial.
(Porque los medios que son asimismo toda una institución antidemocrática tampoco harán el harakiri autocrítico ni le tocarán las partes íntimas a la Iglesia.)
Aunque, pues, se invoque extrañamente la modernidad desde esa oscurana medieval, lo cierto es que la vida política del país se ha reducido estos días a que los ciudadanos y ciudadanas tomen la extravangante decisión de a cuál de los Obispos chinear. Porque son varios, pesados, furibundos e ideológicos.
Unos cargan, obesidad más u obesidad menos, a los modernos y otros a los antiguos.
Qué diría Bourdieu, virgen santa, si nos mirara a nosotros intelectuales de antaño en esta piñata de Obispos que se han chupado, incultos de ellos, la Batalla de las Vanguardias.
Hay que absternerse, ciudadanos, ciudadanas. Los gachupines son los nuevos Hombres de Negro. Y viven en Nicaragua".
(Siguen otros pensamientos que mantienen la misma obcecación periférica pero incurren en procacidades gratuitas. Por respeto a los modernos (y antiguos) evito copiarlos. Vale. lda.)
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jueves, abril 07, 2011
Escrito para infieles
Franz Kafka (1883-1924) es un escritor judío-checo, pero que escribía en alemán. Son famosas sus novelas, entre ellas El proceso, El castillo y América (mi favorita). Son textos laberínticos en los que la realidad adquiere un tinte onírico y pesadillezco.
Informo esto casi de manera urgente porque he visto que es importante aclarar términos como kafkiano u orwelliano.
Es importante, sobre todo, cuando uno escribe entre infieles, y la sanidad terminológica puede ayudarnos a disciplinar al poder (o la terminología para poder disciplinar?). Al mismo tiempo que incrustramos la pedagogía (algo tenemos que enseñar, come on) en el lado correcto de la valla. (Porque se han fijado? siempre hay una valla cuando no un muro cuando no un abismo.)
El riesgo del lugar común es quizá menos grave que el de tanto infieles que no saben qué apellido ponerle al poder. Por eso sueñan cada noche (aunque no lo saben, es más, te susurro, no las descifran) con taxonomías vertiginosas: derridiano, foucaltiano, althusseriano, sadista, nietzcheano. En fin, freudiano.
Todos y cada uno de estos términos, y otros que le son afines (lacaniano, por ejemplo, tan tongolelesco que suena), iré explicando poco a poco. Esta es la nueva Cruzada en busca del sepulcro blanqueado del significado y en contra del poder, y que a don Pablo Antonio, tan sereno, habría placido.
Les decía, pues, que kafkiano se dice de lo laberíntico incrustrado en lo privado como bomba de tiempo que nunca estalla pero que amenaza. También aquello que hace de la realidad un legajo de derecho interminable, indescifrabe, infatigable dentro de su misma fatiga. También aquello que se refiere a puertas cerradas para siempre y únicamente destinadas a uno. Sí, kafkiano es el destino gris y privatizado y firmado por la Ley.
Cualquiera de estas complicaciones, en las que nos auxiliarán siempre la borgeana Británica, o la Británica de hoy día, Wikipedia, me exigen siempre un despeje nunca logrado. ¿Cómo separar, digamos, lo freudiano de "mi pequeño país"? (Y tomo el Antifonario: "Mi pequeño país cristiano se compone de unas pocas/ primaveras y campanarios").
Si yo quiero a "mi país" (¿es que no sienten Uds., élite política e intelectual de Nicaragua un estremecimiento hipócrita al decir mi país a cada rato?) modelado por el Paraíso que se empezó a soñar en los Treinta Años Conservadores, con sus formas de sujeción y su disciplina social y subjetiva, que nadaba libremente sobre el Lago de la autorización del yo por rango racial y de casta.
Mi pequeño país pre-terminológico./
Y cuánto te extrañamos.
Informo esto casi de manera urgente porque he visto que es importante aclarar términos como kafkiano u orwelliano.
Es importante, sobre todo, cuando uno escribe entre infieles, y la sanidad terminológica puede ayudarnos a disciplinar al poder (o la terminología para poder disciplinar?). Al mismo tiempo que incrustramos la pedagogía (algo tenemos que enseñar, come on) en el lado correcto de la valla. (Porque se han fijado? siempre hay una valla cuando no un muro cuando no un abismo.)
El riesgo del lugar común es quizá menos grave que el de tanto infieles que no saben qué apellido ponerle al poder. Por eso sueñan cada noche (aunque no lo saben, es más, te susurro, no las descifran) con taxonomías vertiginosas: derridiano, foucaltiano, althusseriano, sadista, nietzcheano. En fin, freudiano.
Todos y cada uno de estos términos, y otros que le son afines (lacaniano, por ejemplo, tan tongolelesco que suena), iré explicando poco a poco. Esta es la nueva Cruzada en busca del sepulcro blanqueado del significado y en contra del poder, y que a don Pablo Antonio, tan sereno, habría placido.
Les decía, pues, que kafkiano se dice de lo laberíntico incrustrado en lo privado como bomba de tiempo que nunca estalla pero que amenaza. También aquello que hace de la realidad un legajo de derecho interminable, indescifrabe, infatigable dentro de su misma fatiga. También aquello que se refiere a puertas cerradas para siempre y únicamente destinadas a uno. Sí, kafkiano es el destino gris y privatizado y firmado por la Ley.
Cualquiera de estas complicaciones, en las que nos auxiliarán siempre la borgeana Británica, o la Británica de hoy día, Wikipedia, me exigen siempre un despeje nunca logrado. ¿Cómo separar, digamos, lo freudiano de "mi pequeño país"? (Y tomo el Antifonario: "Mi pequeño país cristiano se compone de unas pocas/ primaveras y campanarios").
Si yo quiero a "mi país" (¿es que no sienten Uds., élite política e intelectual de Nicaragua un estremecimiento hipócrita al decir mi país a cada rato?) modelado por el Paraíso que se empezó a soñar en los Treinta Años Conservadores, con sus formas de sujeción y su disciplina social y subjetiva, que nadaba libremente sobre el Lago de la autorización del yo por rango racial y de casta.
Mi pequeño país pre-terminológico./
Y cuánto te extrañamos.
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jueves, septiembre 16, 2010
Hacia una antología apocalíptica
Me gustaría presentar a partir de aquí un segmento descriptivo. Es preciso, por cuestiones de metodología, y también por cuestiones de proximidad e incluso de desconocimiento, hacer un corte geográfico que intentará situar mis hipótesis principales en un territorio apocalíptico. Me limito a Managua, dejando como tarea pendiente probar convergencias y divergencias con otras áreas urbanas de Centroamérica. Mi inquisición es, además, interesada por ser partícipe de la sintomatología aquí (re)presentada.
Mis fuentes son una pequeña selección de textos de tema distópico seleccionados para la revista L´Ordinaire Latino-American de la Universidad de Toulouse-Mirail, y los libros Holanda, que es una colección de cuentos del joven escritor Rodrigo Peñalba, y el poemario La casa de fuego de Marta Leonor González. En este corpus trataré de observar un sentido destructivo, relacionándolo con la modernidad y las tradiciones políticas y estéticas que señalé al principio.
La escritura nace de la destrucción. La circulación mediática de los desastres naturales y no naturales (New Orleáns, Cuba, el Golfo de México, Pakistán: y con referentes nacionales Managua, pero también Bilwi o Casitas), intensifica una expresividad que explora este condicionamiento discursivo. El personaje del cuento de Rodrigo Peñalba “Inundación” espera en los techos de una Managua inundada a que llegue por aire la salvación. Leo fragmentos del último párrafo de la narración, que mezcla la imaginería de la ciencia ficción y el apocalipsis, con las de las labores de rescate:
Quiero hacer ver que la cerebración del personaje al momento del rescate incluye la evocación de versos de Carlos Martínez Rivas (“Y cielos de cielos, infiernos de infiernos”). Ese paroxismo de la destrucción que anula fronteras entre realidades discursivas, no deja de mostrar una antigua huella literaria entre la suciedad de la inundación (que es también asunto mediático), la poesía es el indicio infernal más cercano al bocado. Como nota marginal habría que decir que la postmodernidad en ámbitos de modernidad abigarrada del estilo de Managua, no se expresa tanto o no sólo por una conversión arquitectónica y urbanística ecléctica, sino también por el rol, con frecuencia amenazador, de la naturaleza y los discursos que quieren apropiársela.
El poema de Ezequiel D´León Masis “Convulsión de suelo” conjetura precisamente el resultado mediático, discursivo y estético de “un terremoto de escala provinciana”, pensando que tal cataclismo ocurriera en Managua (por supuesto, este cálculo está dentro de toda probabilidad para una capital destruida dos veces por terremotos durante el siglo XX). El poema está articulado como apuesta metatextual en la que una lógica de mercado acaba imponiéndose. La primera parte plantea la maquinación estética. Dice así:
Aquí resulta evidente que el estado de la función del arte en donde se entrelazan una índole conceptual (hablar de la destrucción) con otra tecnocrática (calcular, planificar, racionalizar la destrucción: una especie de razón postmoderna bifronte. El discurrir del poema deja ver más claramente esta interrelación, pero situando el locus de tal alianza: los medios y el mercado del arte. Dice así el final del poema:
En realidad enclavado en el centro del poema de D´Leon Masís aparece un designio “otro” el del trazo modernista (referido a un cuento de Alejo Carpentier) que sublima la lógica devoradora de la destrucción, pero que figura también un camino cerrado.
Otra versión del nacimiento de la escritura a partir de la destrucción aparece en el poema “Que tome vitamina D (de destrucción)” de María del Carmen Pérez. Este caso es más directamente apocalíptico y se ocupa de un futuro distópico en que la poesía vegetal terminará dominando a la poesía animal. Aquí la destrucción reconoce un ámbito mucho más doméstico, dejando claro que la destrucción comienza por casa, y por la propia subjetividad. El poema dice así:
En este poema la pareja contradictoria de la destrucción, que acaba anulando o marginando cualquier expresividad “animal”, podría ser la “comodificación” (es decir, la transformación del espacio urbano en bienes de capital). Si se considera la paz social de tal espacio después de la destrucción se verá quizá la labor ideal de la globalización: jardines tropicales y periféricos en que se concilian la subjetividad y el paisaje. También aquí aparece, sin embargo, la huella discordante del pasado en las figuras marginales de “las perras negras” cuyo hábitat natural es mucho más destructor y destructivo.
Quisiera, para finalizar con mi recorrido descriptivo, pensar qué pasa con esas huellas y márgenes afectados por la destrucción (en sentido literal: la destrucción opera sobre los afectos) pero no anulados por la lógica apaciguadora. La pregunta, obviamente, por una radicalidad estética posible. Podrían considerarse desde ese ángulo los poemas de Marta Leonor González en que se desplaza la subjetividad autorizada (y autoritaria) típica del relato revolucionario. La experiencia de González parece ser doble. Por un lado, la vida familiar, el arraigo de lo común, y la destrucción de ese mundo. Por otro lado, una especie de subjetividad coral que trata de dar nuevo sentido a ese mundo fragmentado, permanentemente asediado por la violencia. La operación también podría describirse como una interrelación entre melancolía y lucidez: añoranza de lo común, lucidez de su esencial lógica violenta. Así, por ejemplo, en el poema “Cultivo familiar”:
Aquí es evidente una frontera de poder referida al género que la escritura confronta a través de la destrucción, y otra frontera fundamental referida a la edad y la operación de filiación. La escritura está llena de tanteos, de ocultamientos de manuscritos, de equívocos, de revelaciones provisionales cercadas por la disciplina y la violencia simbólica. El poema continúa diciendo:
La ley del padre parece fijar la subjetividad pero los borramientos y bocetos anteriores siguen operando inconscientemente. Son un espacio irrenunciable que obliga a replantearse la cuestión de la unicidad subjetiva y su relación con la escritura. La escritura es fronteriza porque asedia desde espacios menos autorizados, en cierto sentido más blandos, más ocasionales (son los manuscritos ocultos de la madre). En el poema “Ciudad Juarez: los muros hablan” se puede ver como la escritura ocasional y desautorizada del grafiti puede rearticular lo que antes llamé una subjetividad coral. Algunos fragmentos:
La pareja conceptual que invoqué al principio, la de destrucción e inserción, opera aquí de forma testimonial, pero de un testimonio desapegado (quizá desentendido) de la síntesis nacional. Una escritura de las manchas, las huellas, la marca corporal, el testimonio de la desaparición, el boceto transitorio pero válido. González estaría explorando, pues, lo dejado por la destrucción en un sentido cercano a los textos y autores considerados antes, pero penetrando en los (con)textos de tales procesos de cambio que no suelen ser instantáneos o, tal vez, en que opera un Apocalipsis más extasiado.
Para finalizar, algunas conclusiones. Mi percepción general es que estos textos muestran una preocupación política, aunque obviamente no referida a un proyecto político. No los veo como textos abandonados a una idea literaria (y mucho menos mercantil) de lo literario. Son textos que reaccionan al avance de la globalización, que entienden la motivación y el afecto mediático, que teorizan la relación entre técnica y arte, que comprenden de manera radical la importancia de las escrituras otras y el valor testimonial de los trazas de las víctimas de la destrucción postmoderna. Muestran, pues, una continuidad con las tradiciones centroamericanas en lo que se refiere a la presencia de la identidad, y no como una entidad abstracta, sino, más bien, como una identidad pasional. La lección postvanguardista en cuanto al vínculo ético y estético es, por eso mismo, decisiva. La gran escapada del discurso nacional no implica, pues, para estos creadores una sumergida acrítica en la globalización, sino una problematización cuyos indicios creo que es preciso estudiar.
(Fragmento de ponencia presentada en la Universidad de Chile durante el Encuentro Internacional Poesía y Diversidades: perspectivas críticas en el marco del Bicentenario, 2 de septiembre de 2010.)
Mis fuentes son una pequeña selección de textos de tema distópico seleccionados para la revista L´Ordinaire Latino-American de la Universidad de Toulouse-Mirail, y los libros Holanda, que es una colección de cuentos del joven escritor Rodrigo Peñalba, y el poemario La casa de fuego de Marta Leonor González. En este corpus trataré de observar un sentido destructivo, relacionándolo con la modernidad y las tradiciones políticas y estéticas que señalé al principio.
La escritura nace de la destrucción. La circulación mediática de los desastres naturales y no naturales (New Orleáns, Cuba, el Golfo de México, Pakistán: y con referentes nacionales Managua, pero también Bilwi o Casitas), intensifica una expresividad que explora este condicionamiento discursivo. El personaje del cuento de Rodrigo Peñalba “Inundación” espera en los techos de una Managua inundada a que llegue por aire la salvación. Leo fragmentos del último párrafo de la narración, que mezcla la imaginería de la ciencia ficción y el apocalipsis, con las de las labores de rescate:
Una visión bajo del cielo, con cuatro brazos que agitados a gran velocidad se mantenía suspendida como si colgara de un gran lazo. Cuerpo voluminoso y hueco, y en su interior seres con cráneos de acero y cruces rojas en el pecho que colgaban como crías de marsupial con los cordones umbilicales todavía fijos a su madre. (…) Abandonado me dejé llevar dentro del ser voluminoso, elevándome por los aires, con el océano que enterró a Managua abajo, océano uniforme, perfecto, lodoso, cubierto de nubes, fondo tapizado de cadáveres atrapados en sus casas. El infierno, la perfección. Infierno. Pasteles. Y cielos de cielos, infiernos de infiernos, pasteles de toda suerte. Sube helicóptero, sube. (Holanda 22-23)
Quiero hacer ver que la cerebración del personaje al momento del rescate incluye la evocación de versos de Carlos Martínez Rivas (“Y cielos de cielos, infiernos de infiernos”). Ese paroxismo de la destrucción que anula fronteras entre realidades discursivas, no deja de mostrar una antigua huella literaria entre la suciedad de la inundación (que es también asunto mediático), la poesía es el indicio infernal más cercano al bocado. Como nota marginal habría que decir que la postmodernidad en ámbitos de modernidad abigarrada del estilo de Managua, no se expresa tanto o no sólo por una conversión arquitectónica y urbanística ecléctica, sino también por el rol, con frecuencia amenazador, de la naturaleza y los discursos que quieren apropiársela.
El poema de Ezequiel D´León Masis “Convulsión de suelo” conjetura precisamente el resultado mediático, discursivo y estético de “un terremoto de escala provinciana”, pensando que tal cataclismo ocurriera en Managua (por supuesto, este cálculo está dentro de toda probabilidad para una capital destruida dos veces por terremotos durante el siglo XX). El poema está articulado como apuesta metatextual en la que una lógica de mercado acaba imponiéndose. La primera parte plantea la maquinación estética. Dice así:
El malestar de la vigilia me ha llevado a calcular francas estupideces, como ésta que me aturde ahora acerca de las probabilidades performativas—o suceptibilidades de ser performance—que pueda brindar un terremoto de escala provinciana. La argumentación teórica podría plantearse sobre el concepto de la deconstrucción visual de los elementos arquitectónicos de una ciudad, un pueblo. La obra podrá ser titulada Convulsión de suelo, título que—sé que insisto en algo evidente—será posterior al desastre telúrico…
Aquí resulta evidente que el estado de la función del arte en donde se entrelazan una índole conceptual (hablar de la destrucción) con otra tecnocrática (calcular, planificar, racionalizar la destrucción: una especie de razón postmoderna bifronte. El discurrir del poema deja ver más claramente esta interrelación, pero situando el locus de tal alianza: los medios y el mercado del arte. Dice así el final del poema:
No dejemos de lado la cuestión de la escala provinciana: piénsese que un cataclismo capitalino será cubierto, a sus anchas y chanchas, por los mass media y, nones, lo que se quiere es llevar a categoría de alta costura visual un estruendo que poco se celebre en la boca del alboroto noticiante; así, la sopa que iba a estropearse en la intimidad de la casa deviene proyecto promisorio, capaz de sacarle cierta sumita de billetes a alguna de estas bienales burguesas de la periferia. El arte puede ser más intrincado de lo que apenas solemos imaginar, y hasta más rentable.
En realidad enclavado en el centro del poema de D´Leon Masís aparece un designio “otro” el del trazo modernista (referido a un cuento de Alejo Carpentier) que sublima la lógica devoradora de la destrucción, pero que figura también un camino cerrado.
Otra versión del nacimiento de la escritura a partir de la destrucción aparece en el poema “Que tome vitamina D (de destrucción)” de María del Carmen Pérez. Este caso es más directamente apocalíptico y se ocupa de un futuro distópico en que la poesía vegetal terminará dominando a la poesía animal. Aquí la destrucción reconoce un ámbito mucho más doméstico, dejando claro que la destrucción comienza por casa, y por la propia subjetividad. El poema dice así:
El arcángel bajó
puso un lápiz en la siniestra de la poeta-niña
y ella, viéndose magníficamente poderosa
escribió:
Fuego
Azufre
Miedo
y ceniza sobre Managua.
Luego prendió fuego a su propia casa.
Y así, la poesía animal
quedó transfigurada en perras negras
y la poesía vegetal
comenzó a dominar la ciudad
con enredaderas eróticas, espinudas,
árboles y frutas salvajes
que nacían comúnmente
en el centro
de sus salas.
En este poema la pareja contradictoria de la destrucción, que acaba anulando o marginando cualquier expresividad “animal”, podría ser la “comodificación” (es decir, la transformación del espacio urbano en bienes de capital). Si se considera la paz social de tal espacio después de la destrucción se verá quizá la labor ideal de la globalización: jardines tropicales y periféricos en que se concilian la subjetividad y el paisaje. También aquí aparece, sin embargo, la huella discordante del pasado en las figuras marginales de “las perras negras” cuyo hábitat natural es mucho más destructor y destructivo.
Quisiera, para finalizar con mi recorrido descriptivo, pensar qué pasa con esas huellas y márgenes afectados por la destrucción (en sentido literal: la destrucción opera sobre los afectos) pero no anulados por la lógica apaciguadora. La pregunta, obviamente, por una radicalidad estética posible. Podrían considerarse desde ese ángulo los poemas de Marta Leonor González en que se desplaza la subjetividad autorizada (y autoritaria) típica del relato revolucionario. La experiencia de González parece ser doble. Por un lado, la vida familiar, el arraigo de lo común, y la destrucción de ese mundo. Por otro lado, una especie de subjetividad coral que trata de dar nuevo sentido a ese mundo fragmentado, permanentemente asediado por la violencia. La operación también podría describirse como una interrelación entre melancolía y lucidez: añoranza de lo común, lucidez de su esencial lógica violenta. Así, por ejemplo, en el poema “Cultivo familiar”:
Trago las púas que mi padre sembró,
mi hermano las cultiva.
Mamá esconde el cuaderno
donde la niña garabateó
la casa en llamas
destruida por las palabras.
Aquí es evidente una frontera de poder referida al género que la escritura confronta a través de la destrucción, y otra frontera fundamental referida a la edad y la operación de filiación. La escritura está llena de tanteos, de ocultamientos de manuscritos, de equívocos, de revelaciones provisionales cercadas por la disciplina y la violencia simbólica. El poema continúa diciendo:
En este momento
Veo las páginas tachadas
Los poemas que mamá escribió
Con vergüenza
Y el sueño de armar una ventana
Inventar un color
“amarillo no es azul” me dice
Y vuelvo a la paleta
Donde ella confunde el rosa
Con el fucsia.
Pero papá tiene ese jardín de púas para él
Y noches largas de riego
Donde le acompaña la congoja
Y le descubre el color a las piedras.
La ley del padre parece fijar la subjetividad pero los borramientos y bocetos anteriores siguen operando inconscientemente. Son un espacio irrenunciable que obliga a replantearse la cuestión de la unicidad subjetiva y su relación con la escritura. La escritura es fronteriza porque asedia desde espacios menos autorizados, en cierto sentido más blandos, más ocasionales (son los manuscritos ocultos de la madre). En el poema “Ciudad Juarez: los muros hablan” se puede ver como la escritura ocasional y desautorizada del grafiti puede rearticular lo que antes llamé una subjetividad coral. Algunos fragmentos:
…..
¿Quién pronuncia tu nombre Esmeralda
llamado de piedra?
Verde es el musgo y tu canción.
¿Quién te nombra sino tu hija
emparentada con la muerte?
En los muros tu nombre,
en la calle tu sangre salpicada,
las manchas que los minutos borran.
….
La pareja conceptual que invoqué al principio, la de destrucción e inserción, opera aquí de forma testimonial, pero de un testimonio desapegado (quizá desentendido) de la síntesis nacional. Una escritura de las manchas, las huellas, la marca corporal, el testimonio de la desaparición, el boceto transitorio pero válido. González estaría explorando, pues, lo dejado por la destrucción en un sentido cercano a los textos y autores considerados antes, pero penetrando en los (con)textos de tales procesos de cambio que no suelen ser instantáneos o, tal vez, en que opera un Apocalipsis más extasiado.
Para finalizar, algunas conclusiones. Mi percepción general es que estos textos muestran una preocupación política, aunque obviamente no referida a un proyecto político. No los veo como textos abandonados a una idea literaria (y mucho menos mercantil) de lo literario. Son textos que reaccionan al avance de la globalización, que entienden la motivación y el afecto mediático, que teorizan la relación entre técnica y arte, que comprenden de manera radical la importancia de las escrituras otras y el valor testimonial de los trazas de las víctimas de la destrucción postmoderna. Muestran, pues, una continuidad con las tradiciones centroamericanas en lo que se refiere a la presencia de la identidad, y no como una entidad abstracta, sino, más bien, como una identidad pasional. La lección postvanguardista en cuanto al vínculo ético y estético es, por eso mismo, decisiva. La gran escapada del discurso nacional no implica, pues, para estos creadores una sumergida acrítica en la globalización, sino una problematización cuyos indicios creo que es preciso estudiar.
(Fragmento de ponencia presentada en la Universidad de Chile durante el Encuentro Internacional Poesía y Diversidades: perspectivas críticas en el marco del Bicentenario, 2 de septiembre de 2010.)
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viernes, mayo 14, 2010
Que también buscaban amo
Por qué no aprovechan los recientes sucesos para debatir más a fondo el sentido que tiene la educación universitaria en Nicaragua?
Desde las razones por las que el poder administrativo tiene mucho más importancia que el saber/poder (el catálogo de rectores no produce conocimiento!), hasta si los porcentajes del 6% que se invierten en investigación (¿se invierte algo?) son adecuados.
(Por supuesto que no lo son, pero alguna pregunta retórica habría que plantear.)
"Es que todo lo invertimos en becas para que los chavalos pobres estudien." Sí pero ¿eso no es igual a decir que "nosotros" les administramos a los chavalos pobres el lugar social que van a tener en el futuro? Es "nuestra" prometeica apuesta.
Y que la lección aprendida es que administrarle la vida a alguien (biopolítica, señores rectos y rectores) es la gran conquista del "saber administrativo" que todos ponen en primer plano.
(Ya sé que rectores o ex que de casualidad se toparon con Derrida en una fiesta parisina ahuecarán la voz para recitar a Unamuno.)
Por qué no ir a analizar la historia (o la memoria que está más de moda que la otra) y analizar con sinceridad las razones de la entrega de los notables al poder político-administrativo (y con ellos, divos del saber administrativo, entregando la Universidad) en las coyunturas de auge revolucionario.
En fin, quizá la tecnocracia administrativa primitiva no va con la filosofía regenerativa del 98 que parece ser el horizonte epistémico (aunque huérfano de teoría y de recursos) de las Autoridades.
Desde las razones por las que el poder administrativo tiene mucho más importancia que el saber/poder (el catálogo de rectores no produce conocimiento!), hasta si los porcentajes del 6% que se invierten en investigación (¿se invierte algo?) son adecuados.
(Por supuesto que no lo son, pero alguna pregunta retórica habría que plantear.)
"Es que todo lo invertimos en becas para que los chavalos pobres estudien." Sí pero ¿eso no es igual a decir que "nosotros" les administramos a los chavalos pobres el lugar social que van a tener en el futuro? Es "nuestra" prometeica apuesta.
Y que la lección aprendida es que administrarle la vida a alguien (biopolítica, señores rectos y rectores) es la gran conquista del "saber administrativo" que todos ponen en primer plano.
(Ya sé que rectores o ex que de casualidad se toparon con Derrida en una fiesta parisina ahuecarán la voz para recitar a Unamuno.)
Por qué no ir a analizar la historia (o la memoria que está más de moda que la otra) y analizar con sinceridad las razones de la entrega de los notables al poder político-administrativo (y con ellos, divos del saber administrativo, entregando la Universidad) en las coyunturas de auge revolucionario.
En fin, quizá la tecnocracia administrativa primitiva no va con la filosofía regenerativa del 98 que parece ser el horizonte epistémico (aunque huérfano de teoría y de recursos) de las Autoridades.
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viernes, junio 05, 2009
Lo que me gusta de la clase media
El hecho político más sobresaliente de los últimos años ha sido el ingreso a la política de los sectores medios, con lo que parece una agenda propia.
Es imposible no simpatizar con algunos puntos de esta agenda.
1. Su decisión de no ser pastoreados más por la élite de los partidos tradicionales, incluyendo el FSLN, sino directamente por un universalismo global, ideología motivada en gran parte por la ONGs.
2. El deseo de ser protagonistas de una historia más o menos heroica en contra del autoritarismo.
3. Su elaboración de una crítica sostenida al partido de gobierno, la que la oposición política conservadora (que se llama paradójicamente liberalismo) no ha logrado sostener.
4. Su pelea por la hegemonía sobre símbolos de la izquierda y de la revolución.
5. El "aire izquierdista" de agenda controlada.
Pero ¿cuál será el límite político del universalismo de la clase media, su capacidad para elaborar los símbolos y realmente convocar y tener capacidad de aliarse con las clases subalternas con un discurso nacional, controlando a la vez que el "aire izquierdista" derive en una concertación de centro no populista?
No se ve claro, en efecto, cómo elaborará la clase media un separación con y una crítica del neoliberalismo que sigue siendo el límite para la elaboración tanto de una política nacional como de una política de integración de los sectores subalternos a la política.
Entre Ortega y el neoliberalismo la clase media puede seguir descubriendo todo lo buena, ética y bien portada que es, sin realmente lograr el éxito político que necesita.
Es imposible no simpatizar con algunos puntos de esta agenda.
1. Su decisión de no ser pastoreados más por la élite de los partidos tradicionales, incluyendo el FSLN, sino directamente por un universalismo global, ideología motivada en gran parte por la ONGs.
2. El deseo de ser protagonistas de una historia más o menos heroica en contra del autoritarismo.
3. Su elaboración de una crítica sostenida al partido de gobierno, la que la oposición política conservadora (que se llama paradójicamente liberalismo) no ha logrado sostener.
4. Su pelea por la hegemonía sobre símbolos de la izquierda y de la revolución.
5. El "aire izquierdista" de agenda controlada.
Pero ¿cuál será el límite político del universalismo de la clase media, su capacidad para elaborar los símbolos y realmente convocar y tener capacidad de aliarse con las clases subalternas con un discurso nacional, controlando a la vez que el "aire izquierdista" derive en una concertación de centro no populista?
No se ve claro, en efecto, cómo elaborará la clase media un separación con y una crítica del neoliberalismo que sigue siendo el límite para la elaboración tanto de una política nacional como de una política de integración de los sectores subalternos a la política.
Entre Ortega y el neoliberalismo la clase media puede seguir descubriendo todo lo buena, ética y bien portada que es, sin realmente lograr el éxito político que necesita.
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miércoles, mayo 20, 2009
Algunos temas políticos
Generalmente, lo que se publica como "debate" en los medios son pleitos personales alrededor de intereses privados, ya sea que se haya privatizado lo que debería ser común, o que se maneje como privado lo estatal (que es casi lo mismo).
El tono escandaloso y airado de este "debate" dice mucho de lo involucrados que están en estos negocios , y en torno al Estado, las clases pudientes, políticos, medios, eclesiásticos, miembros autonombrados de la "sociedad civil", intelectuales, y, ya no se diga, empresarios. Es que escuchamos nada más el "debate" de los poderosos.
Pero al menos en la superficie hay tensiones señaladas: la institucionalidad, por ejemplo, que es invocada permanentemente. La sociedad civil que casi equivale a la clase media alta organizada. El legado de la memoria: héroes nacionales, que quieren ser "despartidizados". La ética, sin aclararse ni debatirse nunca si se trata de que asumamos como ética final la ética liberal y secular (cosa por razones culturales bastante improbable en un país como Nicaragua).
Lo mismo pasa con la institucionalidad. A veces pareciera que todo está bien con una institucionalidad neoliberal. Hay sectores del gobierno y sectores de la "sociedad civil" (incluso partidos que se suponen de izquierda) que lo creen así. Pero esa institucionalidad ha naufragado.
Ante eso, diría la sociedad civil otra vez, quizá por boca de algún intelectual, la (reforma) ética. Pero, de nuevo, depende de cuál ética.
El tono escandaloso y airado de este "debate" dice mucho de lo involucrados que están en estos negocios , y en torno al Estado, las clases pudientes, políticos, medios, eclesiásticos, miembros autonombrados de la "sociedad civil", intelectuales, y, ya no se diga, empresarios. Es que escuchamos nada más el "debate" de los poderosos.
Pero al menos en la superficie hay tensiones señaladas: la institucionalidad, por ejemplo, que es invocada permanentemente. La sociedad civil que casi equivale a la clase media alta organizada. El legado de la memoria: héroes nacionales, que quieren ser "despartidizados". La ética, sin aclararse ni debatirse nunca si se trata de que asumamos como ética final la ética liberal y secular (cosa por razones culturales bastante improbable en un país como Nicaragua).
Lo mismo pasa con la institucionalidad. A veces pareciera que todo está bien con una institucionalidad neoliberal. Hay sectores del gobierno y sectores de la "sociedad civil" (incluso partidos que se suponen de izquierda) que lo creen así. Pero esa institucionalidad ha naufragado.
Ante eso, diría la sociedad civil otra vez, quizá por boca de algún intelectual, la (reforma) ética. Pero, de nuevo, depende de cuál ética.
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jueves, mayo 14, 2009
16 riesgos de la Universidad frente a la Empresa
Un artículo de Tünnermann sobre "La relación universidad-empresa" que apareció ayer en un diario nacional, motiva en parte estas reflexiones sobre la universidad, la empresa y las humanidades.
1. El riesgo de reducir la Universidad a la producción de lo utilitario, empírico, aplicable.
2. Reducirla, así, en su posibilidad crítica.
3. Viejo "conflicto de las facultades" recolocado en un mercado periférico o infranacional, en donde las Humanidades llevan las de perder.
4. "Sectorizar" la Universidad y la Empresa bajo un paradigma neodesarrollista en que lo crítico es de hecho sustituido.
5. No hacerle ni una sola pregunta académica a la Empresa.
6. No saber nada de la historia cultural de la Empresa. Su excentricidad y sus costumbres. A saber: que funciona con el corazón puesto en el extranjero, y no sabe nada de inversión en educación. Que se educa para gobernar manteniendo una estructura de dominio clasista, racista, etnicista, machista.
7. Quedar satisfecho con que las Humanidades se reduzcan al culto dariano y festivales adyacentes que resultan monumentos a la pobreza cultural. (Y no es pobreza cultural de los pobres, que es de otro tipo, sino pobreza cultural de las clases medias y altas que viven de eso.)
8. Convencer a la Empresa, fundamentalmente la Empresa Financiera, que basta con financiar la mochila de libros de la biblioteca "nicaragüense" para que todo esté en paz, manteniendo cierta hegemonía cultural.
9. Dejar la antropología, historia, sociología, arqueología, ciencias humanas y sociales en sitios "de fuera", ONGs y academias no situadas aquí (lo que enfatiza las agendas excéntricas).
10. Ese saber y esas ciencias no han existido por falta de financiamiento del Estado y la Empresa. Y no es con ensayos nacionales que se subsana ese vacío.
11. No sé si será kantiano, pero la autonomía (su fundamento) no saldrá de la tecnología.
12. No pensar en la tecnología y la ausencia tecnológica más obvia y evidente: saber leer y escribir, enseñar a leer y escribir a los universitarios.
13. ¿Cómo operar un convencimiento cultural en la Empresa?
14. ¿Cómo hacer para que lo que la Empresa invierte en educación (exageremos), no lo invierta con el patetismo de la caridad cristiana, sino con un convencimiento más profundo, liberal, si se quiere, en las bondades de la educación humanista?
15. ¿O será que irremediablemente las Universidades tendrán que devenir empresas, o no ser?
16. Contra la simbiosis Universidad-Empresa.
1. El riesgo de reducir la Universidad a la producción de lo utilitario, empírico, aplicable.
2. Reducirla, así, en su posibilidad crítica.
3. Viejo "conflicto de las facultades" recolocado en un mercado periférico o infranacional, en donde las Humanidades llevan las de perder.
4. "Sectorizar" la Universidad y la Empresa bajo un paradigma neodesarrollista en que lo crítico es de hecho sustituido.
5. No hacerle ni una sola pregunta académica a la Empresa.
6. No saber nada de la historia cultural de la Empresa. Su excentricidad y sus costumbres. A saber: que funciona con el corazón puesto en el extranjero, y no sabe nada de inversión en educación. Que se educa para gobernar manteniendo una estructura de dominio clasista, racista, etnicista, machista.
7. Quedar satisfecho con que las Humanidades se reduzcan al culto dariano y festivales adyacentes que resultan monumentos a la pobreza cultural. (Y no es pobreza cultural de los pobres, que es de otro tipo, sino pobreza cultural de las clases medias y altas que viven de eso.)
8. Convencer a la Empresa, fundamentalmente la Empresa Financiera, que basta con financiar la mochila de libros de la biblioteca "nicaragüense" para que todo esté en paz, manteniendo cierta hegemonía cultural.
9. Dejar la antropología, historia, sociología, arqueología, ciencias humanas y sociales en sitios "de fuera", ONGs y academias no situadas aquí (lo que enfatiza las agendas excéntricas).
10. Ese saber y esas ciencias no han existido por falta de financiamiento del Estado y la Empresa. Y no es con ensayos nacionales que se subsana ese vacío.
11. No sé si será kantiano, pero la autonomía (su fundamento) no saldrá de la tecnología.
12. No pensar en la tecnología y la ausencia tecnológica más obvia y evidente: saber leer y escribir, enseñar a leer y escribir a los universitarios.
13. ¿Cómo operar un convencimiento cultural en la Empresa?
14. ¿Cómo hacer para que lo que la Empresa invierte en educación (exageremos), no lo invierta con el patetismo de la caridad cristiana, sino con un convencimiento más profundo, liberal, si se quiere, en las bondades de la educación humanista?
15. ¿O será que irremediablemente las Universidades tendrán que devenir empresas, o no ser?
16. Contra la simbiosis Universidad-Empresa.
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lunes, mayo 04, 2009
Tambor olvidado
Tambor olvidado de Sergio Ramírez es un ensayo sobre la mezcla racial entendida como base de la mezcla cultural y de la nacionalidad nicaragüense. También podría decirse un ensayo nacional definido a través de la raza. Y quizá, tenida en cuenta la globalización, el intento de un ensayo nacional al iniciarse el siglo XXI.
El libro está dividido en dos partes. Una programática, en donde se exponen las hipótesis principales, y la otra ilustrativa, en donde se hace inventario de las manifestaciones sincréticas de la cultura popular (tradiciones religiosas, música, instrumentos, oraciones populares, cocina, lengua). En cierto sentido, la primera parte del libro trata de disciplinar a la segunda. La sección ilustrativa es la más sugerente porque recopila el saber (digamos) antropológico sobre lo que podría ser la cultura popular nacional. Una pregunta obligatoria aquí es ¿cómo se sabe “nacional” la cultura sincrética subalterna?
El ensayo de Ramírez respondería quizá con la primera parte del libro. Se trata básicamente de una biblioteca de lo nacional ya bastante establecida (que, entre otras cosas, informa a las culturas subalternas), y que es retomada en este ensayo: Oviedo, Squier, Lévy, El Güegüense. Y sus re-escrituras: Darío, Pablo Antonio Cuadra, Coronel, Mántica, algunos otros. El texto repasa, pues, esta biblioteca del mestizaje (que es también de una definición excéntrica de ver lo nacional) para reafirmarla en su fundamento ideológico pero también para cuestionarla, proponiendo que este mestizaje es de tres fuentes, y no sólo de dos.
A la cultura hispánica e indígena hay que añadir la africana. Esto ubicaría a Nicaragua más abiertamente en un contexto geocultural caribeño, revelando, sin embargo,una fractura interna: con la costa caribeña, precisamente, que es nicaragüense de una manera diferente a la región hegemónica. En Tambor olvidado se trata, en cierto sentido, de un arreglo de cuentas entre aquellos que pensaron el mestizaje y las culturas populares realmente existentes (y realmente sincréticas, y, para los fines del libro, africanizadas) que necesitan ser repensadas en los ámbitos de la globalización con unos orígenes mucho más abiertos. Es como que si la caribeñidad prometiera una fluidez que el origen hispánico e indígena no podría tener. Digamos: un conflicto interno (y vivo) de la doctrina mestiza.
El libro comienza por ensalzar la mulatidad como estrategia de creatividad cultural desarrollada por Rubén Darío, y, quizá, un modelo cultural de lo nacional. Este ser mulato, que Ramírez llama constantemente mestizaje triple, parece ser producto del completo mestizaje racial que concluye, según el texto, durante la Colonia. Sin embargo, el deseo de blanqueamiento, como marca colonial, termina por ocultar esta realidad sociológica. Los mestizos triples mismos ocultan su origen racial mientras inician un proceso de ascenso social que culmina durante la revolución liberal de Zelaya. Tenemos así a los mestizos, que se han ocultado a sí mismos su propia mezcla racial, ejerciendo influencia en círculos del Estado desde fines del siglo XIX.
La tesis, ciertamente es complicada porque lleva a preguntarse si la unidad nacional implicó realmente unidad racial desde el siglo XIX, y si la implica en el presente. O si, más bien, la permanencia de una división social en razas es un elemento que pertenece a la estructura de dominación y hegemonía. Para Ramírez, que en esto no contradice la biblioteca de lo nacional-mestizo, el símbolo cultural y moral de esta unificación racial por medio del mestizaje es El Güegüense, sobre todo como símbolo del mestizo trepador social que desea el blanqueamiento, y acaba colocándose en los círculos del poder.
El texto tiende a afirmar que la disciplina racial impuesta por la Corona era burlada por el deseo y las costumbres sexuales; así, “aquellos mandamientos se disolvieron en las camas” (121). ¿Pero no sería el deseo, y las articulaciones que le son afines: filiación y, por ende, taxonomía racial, más bien parte de la estructura de dominación y no una cifra de desaparición de la raza como estructuración del dominio? ¿La raza no es más bien parte de la disciplina sobre la violación originaria que Octavio Paz advirtió, para el caso mexicano, como fundamento de lo nacional?
Este tipo de preguntas implica en realidad un orden de lectura diferente sobre la biblioteca del mestizaje: una lectura a contrapelo, como les gusta decir a los subalternistas. Una lectura que no se ha emprendido cabalmente. Dicho sea de paso, Tambor olvidado no dialoga con la bibliografía que ha criticado la doctrina mestiza de manera más sistemática: entre otros autores, Ileana Rodríguez, Jeffrey Gould, Justin Wolfe o Erick Blandón.
Una ventaja del libro de Ramírez es que reabre el debate sobre la raza como índice de unidad nacional, y que lo hace con una probable buena incidencia tanto por el prestigio de su autor como por la amplia difusión que logra (ha sido editado por Aguilar-Santillana, 2007). Además, a una dedicada investigación auna una narrativa muy entretenida. Por supuesto, a sus lectores (y ojalá que sobre todo a sus lectores jóvenes) les toca ahondar en el significado político y cultural de replantear el mestizaje como fundamento nacional. Un asunto que da para mucho debate (y que en esta entrada de blog no hago más que esbozar en algunas de sus posibilidades).
El libro está dividido en dos partes. Una programática, en donde se exponen las hipótesis principales, y la otra ilustrativa, en donde se hace inventario de las manifestaciones sincréticas de la cultura popular (tradiciones religiosas, música, instrumentos, oraciones populares, cocina, lengua). En cierto sentido, la primera parte del libro trata de disciplinar a la segunda. La sección ilustrativa es la más sugerente porque recopila el saber (digamos) antropológico sobre lo que podría ser la cultura popular nacional. Una pregunta obligatoria aquí es ¿cómo se sabe “nacional” la cultura sincrética subalterna?
El ensayo de Ramírez respondería quizá con la primera parte del libro. Se trata básicamente de una biblioteca de lo nacional ya bastante establecida (que, entre otras cosas, informa a las culturas subalternas), y que es retomada en este ensayo: Oviedo, Squier, Lévy, El Güegüense. Y sus re-escrituras: Darío, Pablo Antonio Cuadra, Coronel, Mántica, algunos otros. El texto repasa, pues, esta biblioteca del mestizaje (que es también de una definición excéntrica de ver lo nacional) para reafirmarla en su fundamento ideológico pero también para cuestionarla, proponiendo que este mestizaje es de tres fuentes, y no sólo de dos.
A la cultura hispánica e indígena hay que añadir la africana. Esto ubicaría a Nicaragua más abiertamente en un contexto geocultural caribeño, revelando, sin embargo,una fractura interna: con la costa caribeña, precisamente, que es nicaragüense de una manera diferente a la región hegemónica. En Tambor olvidado se trata, en cierto sentido, de un arreglo de cuentas entre aquellos que pensaron el mestizaje y las culturas populares realmente existentes (y realmente sincréticas, y, para los fines del libro, africanizadas) que necesitan ser repensadas en los ámbitos de la globalización con unos orígenes mucho más abiertos. Es como que si la caribeñidad prometiera una fluidez que el origen hispánico e indígena no podría tener. Digamos: un conflicto interno (y vivo) de la doctrina mestiza.
El libro comienza por ensalzar la mulatidad como estrategia de creatividad cultural desarrollada por Rubén Darío, y, quizá, un modelo cultural de lo nacional. Este ser mulato, que Ramírez llama constantemente mestizaje triple, parece ser producto del completo mestizaje racial que concluye, según el texto, durante la Colonia. Sin embargo, el deseo de blanqueamiento, como marca colonial, termina por ocultar esta realidad sociológica. Los mestizos triples mismos ocultan su origen racial mientras inician un proceso de ascenso social que culmina durante la revolución liberal de Zelaya. Tenemos así a los mestizos, que se han ocultado a sí mismos su propia mezcla racial, ejerciendo influencia en círculos del Estado desde fines del siglo XIX.
La tesis, ciertamente es complicada porque lleva a preguntarse si la unidad nacional implicó realmente unidad racial desde el siglo XIX, y si la implica en el presente. O si, más bien, la permanencia de una división social en razas es un elemento que pertenece a la estructura de dominación y hegemonía. Para Ramírez, que en esto no contradice la biblioteca de lo nacional-mestizo, el símbolo cultural y moral de esta unificación racial por medio del mestizaje es El Güegüense, sobre todo como símbolo del mestizo trepador social que desea el blanqueamiento, y acaba colocándose en los círculos del poder.
El texto tiende a afirmar que la disciplina racial impuesta por la Corona era burlada por el deseo y las costumbres sexuales; así, “aquellos mandamientos se disolvieron en las camas” (121). ¿Pero no sería el deseo, y las articulaciones que le son afines: filiación y, por ende, taxonomía racial, más bien parte de la estructura de dominación y no una cifra de desaparición de la raza como estructuración del dominio? ¿La raza no es más bien parte de la disciplina sobre la violación originaria que Octavio Paz advirtió, para el caso mexicano, como fundamento de lo nacional?
Este tipo de preguntas implica en realidad un orden de lectura diferente sobre la biblioteca del mestizaje: una lectura a contrapelo, como les gusta decir a los subalternistas. Una lectura que no se ha emprendido cabalmente. Dicho sea de paso, Tambor olvidado no dialoga con la bibliografía que ha criticado la doctrina mestiza de manera más sistemática: entre otros autores, Ileana Rodríguez, Jeffrey Gould, Justin Wolfe o Erick Blandón.
Una ventaja del libro de Ramírez es que reabre el debate sobre la raza como índice de unidad nacional, y que lo hace con una probable buena incidencia tanto por el prestigio de su autor como por la amplia difusión que logra (ha sido editado por Aguilar-Santillana, 2007). Además, a una dedicada investigación auna una narrativa muy entretenida. Por supuesto, a sus lectores (y ojalá que sobre todo a sus lectores jóvenes) les toca ahondar en el significado político y cultural de replantear el mestizaje como fundamento nacional. Un asunto que da para mucho debate (y que en esta entrada de blog no hago más que esbozar en algunas de sus posibilidades).
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miércoles, marzo 04, 2009
De la situación educativa en Nicaragua
Los niños del tercer grado, turno vespertino.
Un asunto central de su vida escolar (para algunos de ellos y sus padres el central) es el plato de comida que oferta la escuela.
Gallo pinto, queso o crema.
Para eso los niños llevan platos de plástico todos los días.
La hora de la comida atrasa un poco el desarrolo de las lecciones. Pero, ni modo, es un punto importante. Y en esto todos coincidimos con la maestra.
Hoy no hubo comida porque la madre encargada olvidó cocinar, o quizá birló los granos.
El maíz, por otra parte, está carísimo en Mesoamérica. (A veces la dieta incluye tortillas.)
Algún niño de esos va a volver a pie hasta la zona en donde vive, y esta vez sin haber comido.
Un asunto central de su vida escolar (para algunos de ellos y sus padres el central) es el plato de comida que oferta la escuela.
Gallo pinto, queso o crema.
Para eso los niños llevan platos de plástico todos los días.
La hora de la comida atrasa un poco el desarrolo de las lecciones. Pero, ni modo, es un punto importante. Y en esto todos coincidimos con la maestra.
Hoy no hubo comida porque la madre encargada olvidó cocinar, o quizá birló los granos.
El maíz, por otra parte, está carísimo en Mesoamérica. (A veces la dieta incluye tortillas.)
Algún niño de esos va a volver a pie hasta la zona en donde vive, y esta vez sin haber comido.
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martes, noviembre 25, 2008
Vivan en el disenso y sean felices
No diré una noticia caliente si digo que Nicaragua está políticamente polarizada.
"Es que a estas alturas--podría decir alguien de fuera--no se han acostumbrado?
Vivan en el disenso y sean felices".
Bueno, trataremos.
Pero también dejaremos sentir la sintomatología.
Cada respiración, cada hoja de árbol (esta que siento y veo) puede estar en el lado contrario al tuyo, en el lado malo (ese que en la gramática cinematográfica se llamaba el salto de eje: y vos no podés estar saltando el eje constantemente).
La libertad de información se ha emputecido (perdón por la palabra).
Hay que enterrar la independencia informativa: medios más partidarios que los partidos, decretan, concretan, definen, editorializan en los titulares. Son pequeños larousses de la guayola.
Y así yacemos en el disenso bajo la iniciativa de la clase política (no muy confiable), los diarios (las decepciones) y los obispos (las comparsas).
"Es que a estas alturas--podría decir alguien de fuera--no se han acostumbrado?
Vivan en el disenso y sean felices".
Bueno, trataremos.
Pero también dejaremos sentir la sintomatología.
Cada respiración, cada hoja de árbol (esta que siento y veo) puede estar en el lado contrario al tuyo, en el lado malo (ese que en la gramática cinematográfica se llamaba el salto de eje: y vos no podés estar saltando el eje constantemente).
La libertad de información se ha emputecido (perdón por la palabra).
Hay que enterrar la independencia informativa: medios más partidarios que los partidos, decretan, concretan, definen, editorializan en los titulares. Son pequeños larousses de la guayola.
Y así yacemos en el disenso bajo la iniciativa de la clase política (no muy confiable), los diarios (las decepciones) y los obispos (las comparsas).
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yo también estoy polarizado
jueves, noviembre 01, 2007
Qué hacer II
Estructurar a fondo la deuda interna, y que, para mientras, la moratoria de pago sea hasta el 2015, para tratar de alcanzar al menos una meta del milenio.
Por supuesto, la deuda de mierda es inmoral, y no debe ser amparada por "la estrategia de la táctica" y el oportunismo político.
Por supuesto, la deuda de mierda es inmoral, y no debe ser amparada por "la estrategia de la táctica" y el oportunismo político.
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