He decidido estudiar la obra de Cortázar de acuerdo a una especie de teoría tubular del sonido.
Decidido de verdad, tanto que abro los ojos. Mi primer capítulo será una interrogación sobre los cuentos de Bestiario. Bestiario y las campanas. Abro los ojos otra vez y me doy cuenta de dos cosas singulares. Uno. Tengo insomnio. Dos. La idea recién concebida es estúpida.
Desde el terremoto mis insomnios son más telúricos que la novela de la tierra.
Yo también he estado acostándome temprano. ¿Quién escribió esto? ¿Piglia?
Alguien golpea el gong gigantesco de la tierra: el equivalente a Rayuela. Mi tercer capítulo.
Para salir por fin de mi estupidez nocturna,estoy decidido a hacer un repaso delicado de mis últimas lecturas. Abro, para tal menester, los ojos. Para repasarlas comienzo a producir unos homúnculos especialistas todos (el que menos máster) en campanas tubulares.
El trabajo en equipo me entusiasma.
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