Siempre enseño o tengo de referencia en mi enseñanza Balcanes y volcanes de Sergio Ramírez, una de las pocas explicaciones de la cultura centroamericana con aspiraciones globales. (En realidad heredera de la impronta de Torres Rivas y Martínez Peláez, cierto marxismo postcolonial que apuntó en Centroamérica en los 1960s y la teoría de la dependencia.)
Podría leerse Balcanes y Volcanes, entre otras cosas, como una condena a la ideología costumbrista que alentada por la estructura cultural y mental atrasada de la élite centroamericana, impregna todos los espacios (incluido el uso de los medios de comunicación). No es Centroamérica la subregión latinoamericana del primer golpe de estado victorioso del siglo XXI?
Es cierto que ha sido turbulento el presente político centroamericano. Pero no deja de ser curioso que se anuncie el apoyo de Sergio Ramírez al candidato presidencial Fabio Gadea Mantilla, según Ramírez ( cito del diario de derecha La Prensa) “la única alternativa democrática que tenemos en el país”.
Gadea Mantilla es, si algo, la quintaesencia del costumbrismo (los campesinos de sus cuentos transmitidos por radio están reducidos a la sentimentalidad estereotipada). Al menos desde el punto de vista literario y cultural Fabio Gadea no es la alternativa más democrática que tenemos en Centroamérica.
El mismo Ramírez apunta en su libro que hay un tránsito del costumbrismo a la expresión más compleja de la realidad rural, paso que en la cosmovisión de Gadea ni siquiera se avizora. Su idea literaria y cultural general es conservadora. Ante un poema vanguardista se persigna exigiendo el dogma rubendariano, para no hablar de sus posiciones retrógradas en asuntos de ciudadanía y política: su homofobia es manifiesta, por ejemplo.
Así que el apoyo político a un retrogrado cultural da en qué pensar. Sobre todo cómo es que se concibe la cultura en su (aparente) subordinación a la política. Un expediente cultural de los políticos no estaría mal. Un expediente político de los líderes culturales tampoco.
viernes, diciembre 24, 2010
sábado, diciembre 18, 2010
Elipsis
Estoy revisando el año. Un año balbuciente (me refiero sobre todo al número de entradas en el blog).
Meses enteros con una vacía entrada.
Durante algunas semanas acaricié la idea de cerrar este, y abrir otro blog, con el título "Diario de Isonauta". Me ha detenido mi manifiesta falta de disciplina con los diarios.
Eso y la conciencia de que la escritura no es sólo la confirmación de la narrativa sino el deseo (improbable) de escapársele.
Como los fieles lectores han visto, algunas urgencias (se gana el Nobel un contrainsurgente o se quieren ganar a la juventud los notables) me llevan a las entradas poco rigurosas.
Debería marcar mi entrada favorita del año. Me quedaría, probablemente, con El país bajo mi maquillaje.
Tengo, además, la tentación maligna de señalar algunos textos peores que se han dicho o publicado por otros medios, por otros. Quizá el problema no sea que sean malos textos (que lo son) sino que me escandalizan. Mejor dicho: son malos porque los adopto, porque de alguna manera los amparo y los rechazo (fábula de aborto, ciclo de tortura).
Esa interiorización es riesgosa, así que dejaré esta elipsis en su lugar.
Este blog querría vivir del mito de los márgenes. Cuando alguien dice, por ejemplo, que le dedicarán un número de El Hilo Azul a Beltrán Morales, el bloguero se espanta porque Morales, por su obra y vida, estaría mejor en una revista contestataria. Pero escacean las revistas contestatarias en Nicaragua.
La última vez que vi a Morales citado fue en un poema de Roberto Bolaño, éste sintiendo sin duda su hermandad en Parra. El problema es si será posible dar cuenta de un antipoeta desde los ámbitos conservadores de la cultura llamada nacional. Ningún gesto en esos mundos es inocente: todos son de apropiación. Todos responden a la lógica de lo que Morales llamaba el Museo de Cera de la literatura nacional.
Y la peor indicación del estado de la cultura llamada nacional es su estado permanente de homenaje, tributo y canonización urgente.
Meses enteros con una vacía entrada.
Durante algunas semanas acaricié la idea de cerrar este, y abrir otro blog, con el título "Diario de Isonauta". Me ha detenido mi manifiesta falta de disciplina con los diarios.
Eso y la conciencia de que la escritura no es sólo la confirmación de la narrativa sino el deseo (improbable) de escapársele.
Como los fieles lectores han visto, algunas urgencias (se gana el Nobel un contrainsurgente o se quieren ganar a la juventud los notables) me llevan a las entradas poco rigurosas.
Debería marcar mi entrada favorita del año. Me quedaría, probablemente, con El país bajo mi maquillaje.
Tengo, además, la tentación maligna de señalar algunos textos peores que se han dicho o publicado por otros medios, por otros. Quizá el problema no sea que sean malos textos (que lo son) sino que me escandalizan. Mejor dicho: son malos porque los adopto, porque de alguna manera los amparo y los rechazo (fábula de aborto, ciclo de tortura).
Esa interiorización es riesgosa, así que dejaré esta elipsis en su lugar.
Este blog querría vivir del mito de los márgenes. Cuando alguien dice, por ejemplo, que le dedicarán un número de El Hilo Azul a Beltrán Morales, el bloguero se espanta porque Morales, por su obra y vida, estaría mejor en una revista contestataria. Pero escacean las revistas contestatarias en Nicaragua.
La última vez que vi a Morales citado fue en un poema de Roberto Bolaño, éste sintiendo sin duda su hermandad en Parra. El problema es si será posible dar cuenta de un antipoeta desde los ámbitos conservadores de la cultura llamada nacional. Ningún gesto en esos mundos es inocente: todos son de apropiación. Todos responden a la lógica de lo que Morales llamaba el Museo de Cera de la literatura nacional.
Y la peor indicación del estado de la cultura llamada nacional es su estado permanente de homenaje, tributo y canonización urgente.
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martes, diciembre 14, 2010
Peste cristal
Wikileaks es reclamado por los anarquistas (sesudos o frívolos, que suelen ser ambos) pero usado por los liberales.
Es como si el reclamo y el (valor de) uso jugaran a la distancia y a la impureza.
Se ha dado el caso incluso que se reclame Wikileaks para la literatura (o más exactamente, para la mala literatura): algo así como mi novela prefiguraba la transparencia gubernamental que ahora wikileaks vuelve evidente.
Muchos profetas apresurados vaticinan que Wikileaks impactará en los medios.
Assange no está divorciado de la hermenéutica (cree que debemos ir directamente a los archivos a sacar nuestra propias conclusiones). Pero algunos de sus gestos parecen contradecir tal postura. Es como si creyera con toda solvencia en la pureza del reclamo y no se diera cuenta de la impureza de la interpretación (la que hacen con toda soltura los medios).
De hecho entre sus afirmaciones más contradictorias está este romanticismo epistémico: la verdad siempre vencerá.
Curioso, contradictorio y romático eslogan para un mundo en que la "verdad" es por lo general derrotada y en que las verdades oficiales son por lo general las triunfadoras.
La coyuntura "post" trataba, en principio, de esa contradicción. Uno de sus padrinos (desde la derecha) miraba cómo lo esencial se escapaba siempre. Otro, en su variante psicoanalítica, enseñó los trabajos de intepretación del inconsciente.
La verdad tal como es reclamada en la coyuntura actual es más disolvente, rápida, deslizante y crédula.
Y aparece urgida por separarse de su propia credulidad.
Es como si el reclamo y el (valor de) uso jugaran a la distancia y a la impureza.
Se ha dado el caso incluso que se reclame Wikileaks para la literatura (o más exactamente, para la mala literatura): algo así como mi novela prefiguraba la transparencia gubernamental que ahora wikileaks vuelve evidente.
Muchos profetas apresurados vaticinan que Wikileaks impactará en los medios.
Assange no está divorciado de la hermenéutica (cree que debemos ir directamente a los archivos a sacar nuestra propias conclusiones). Pero algunos de sus gestos parecen contradecir tal postura. Es como si creyera con toda solvencia en la pureza del reclamo y no se diera cuenta de la impureza de la interpretación (la que hacen con toda soltura los medios).
De hecho entre sus afirmaciones más contradictorias está este romanticismo epistémico: la verdad siempre vencerá.
Curioso, contradictorio y romático eslogan para un mundo en que la "verdad" es por lo general derrotada y en que las verdades oficiales son por lo general las triunfadoras.
La coyuntura "post" trataba, en principio, de esa contradicción. Uno de sus padrinos (desde la derecha) miraba cómo lo esencial se escapaba siempre. Otro, en su variante psicoanalítica, enseñó los trabajos de intepretación del inconsciente.
La verdad tal como es reclamada en la coyuntura actual es más disolvente, rápida, deslizante y crédula.
Y aparece urgida por separarse de su propia credulidad.
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miércoles, diciembre 08, 2010
miércoles, diciembre 01, 2010
Cirujías
Sí, hay un hiato entre la crítica y los escritores.
Escritores de esos que CMR llamó "publicadores de libros".
No juego al radical, hablo de un hecho.
Es que el crítico está acostumbrado a pensar en términos históricos o, al menos, historicistas. No saca la pistola sino a don Pedro Henríquez Ureña, edición Ayacucho.
Lo que es El País y la ferias de libro les tiene muy sin cuidado quién diablos es ese pobrecito de don Pedro.
Su sentido de la historia es sintético, con la pasión y el grosor de un lugar común. Vea sino este conversatorio.
A mí me horrorizó la terrible deshistorización de esa conversación, la reducción de lo latinoamericano a una anécdota light sobre los temas mercadeables. El ANTES y DESPUÉS de una cirugía estética llamada historia de la cultura.
La TV se ha cagao en (nos)OTROS.
(pobre don Pedro desvelado/ con su Historia cultural y literaria/ de la América hispánica)
El país es horrible. Cómo puede conformarse con metáforas tan convencionales pero sobre todo IDEOLÓGICAS (se vale alzar la voz en esta parte) como la que atribuye el carácter de "bálsamo" a la cultura, o la que acaba invocando casi como Delia Fiallos "el drama avasallador de la condición humana".
Cómo acumular "temas eternos" con avidez televisiva? Léase ese conversatorio.
Cómo llegar al "tema menor" sin pasar por la "literatura menor" (¡por fin un tema deleuziano que puede ser latinoamericano!)?
Por qué inventar que el humor lo ha descubierto ahora el neocapitalismo desconociendo una obvia acumulación colonial de ironía y humor, señor Güegüense?
Se me ocurre un cuento sobre un crítico (un crítico digamos pre-sartreano pre-foucaultiano) que es devorado no por el New Age Orientalista ni por la TV ni por la Universidad sino por "la condición humana" (no, no le puedo quitar las comillas).
Sí, hay un hiato entre la crítica y los escritores.
Yo por mi parte espero que no se reconcilien nunca.
Escritores de esos que CMR llamó "publicadores de libros".
No juego al radical, hablo de un hecho.
Es que el crítico está acostumbrado a pensar en términos históricos o, al menos, historicistas. No saca la pistola sino a don Pedro Henríquez Ureña, edición Ayacucho.
Lo que es El País y la ferias de libro les tiene muy sin cuidado quién diablos es ese pobrecito de don Pedro.
Su sentido de la historia es sintético, con la pasión y el grosor de un lugar común. Vea sino este conversatorio.
A mí me horrorizó la terrible deshistorización de esa conversación, la reducción de lo latinoamericano a una anécdota light sobre los temas mercadeables. El ANTES y DESPUÉS de una cirugía estética llamada historia de la cultura.
La TV se ha cagao en (nos)OTROS.
(pobre don Pedro desvelado/ con su Historia cultural y literaria/ de la América hispánica)
El país es horrible. Cómo puede conformarse con metáforas tan convencionales pero sobre todo IDEOLÓGICAS (se vale alzar la voz en esta parte) como la que atribuye el carácter de "bálsamo" a la cultura, o la que acaba invocando casi como Delia Fiallos "el drama avasallador de la condición humana".
Cómo acumular "temas eternos" con avidez televisiva? Léase ese conversatorio.
Cómo llegar al "tema menor" sin pasar por la "literatura menor" (¡por fin un tema deleuziano que puede ser latinoamericano!)?
Por qué inventar que el humor lo ha descubierto ahora el neocapitalismo desconociendo una obvia acumulación colonial de ironía y humor, señor Güegüense?
Se me ocurre un cuento sobre un crítico (un crítico digamos pre-sartreano pre-foucaultiano) que es devorado no por el New Age Orientalista ni por la TV ni por la Universidad sino por "la condición humana" (no, no le puedo quitar las comillas).
Sí, hay un hiato entre la crítica y los escritores.
Yo por mi parte espero que no se reconcilien nunca.
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