Siempre enseño o tengo de referencia en mi enseñanza Balcanes y volcanes de Sergio Ramírez, una de las pocas explicaciones de la cultura centroamericana con aspiraciones globales. (En realidad heredera de la impronta de Torres Rivas y Martínez Peláez, cierto marxismo postcolonial que apuntó en Centroamérica en los 1960s y la teoría de la dependencia.)
Podría leerse Balcanes y Volcanes, entre otras cosas, como una condena a la ideología costumbrista que alentada por la estructura cultural y mental atrasada de la élite centroamericana, impregna todos los espacios (incluido el uso de los medios de comunicación). No es Centroamérica la subregión latinoamericana del primer golpe de estado victorioso del siglo XXI?
Es cierto que ha sido turbulento el presente político centroamericano. Pero no deja de ser curioso que se anuncie el apoyo de Sergio Ramírez al candidato presidencial Fabio Gadea Mantilla, según Ramírez ( cito del diario de derecha La Prensa) “la única alternativa democrática que tenemos en el país”.
Gadea Mantilla es, si algo, la quintaesencia del costumbrismo (los campesinos de sus cuentos transmitidos por radio están reducidos a la sentimentalidad estereotipada). Al menos desde el punto de vista literario y cultural Fabio Gadea no es la alternativa más democrática que tenemos en Centroamérica.
El mismo Ramírez apunta en su libro que hay un tránsito del costumbrismo a la expresión más compleja de la realidad rural, paso que en la cosmovisión de Gadea ni siquiera se avizora. Su idea literaria y cultural general es conservadora. Ante un poema vanguardista se persigna exigiendo el dogma rubendariano, para no hablar de sus posiciones retrógradas en asuntos de ciudadanía y política: su homofobia es manifiesta, por ejemplo.
Así que el apoyo político a un retrogrado cultural da en qué pensar. Sobre todo cómo es que se concibe la cultura en su (aparente) subordinación a la política. Un expediente cultural de los políticos no estaría mal. Un expediente político de los líderes culturales tampoco.