martes, febrero 19, 2013

La ciudad y el tacto



Este, el cine. Y qué película viste en este cine?

Una con Richard Burton.

El cerebro de Richard Burton inconsciente en el hospital laboraba aceleradamente con habilidades para destruir la realidad.

Ahora la boletería está condenada. Ciudad sucia llena de pecados discretos: aceras, árboles, lomas. La tarde encendida produce lloviznas. Sopla el monte. Por un instante quedamos como esas estatuillas de la foto, entre uno y otro linde. Sol y sombra. Todo está fuera de foco. Todo redujo su tamaño.

Me oriento por el tacto de los pasos. Olvido bajo el sistema escueto de las manos. El río lamento en su sitio. Las escenas finales: varas, grúas, pendencias.

Las palabras escalofrío buscan su cauce si llegás así de pronto a este pueblo: un gánster, una sombra.

En este recodo escuché desmoronarse el río. Aquí está el candado del paso, el cierre del pan, la llave del hotel, la honda necesidad del caucho.

Este es el otro cine. Hoy es una puerta. Aquí vi sin duda El tambor de hojalata, y aprendí a decir sonámbulo Angela Winkler.

Este era el antiguo Hotel Bermúdez, allí donde está ahora la puerta cerrada de Góngora.

Entraba la luz hispánica entre mis manos de ajolote colonial. Aquí dijo alguien Molagüina.

Fui al mercado a buscar a las muertas. La abuela teológica con quien yo debatía el vago significado de las tres divinas personas. Debe estar muerta. Su deber. Su hermana obsesiva. Su sobrino que vendía sopa abajito.

Y la Niña de Pantasma con la colección de muchachitos en la sombra tan larga del cuarto.

Una mujer va trepando ahora. Cuál era la acera? Cuál era el árbol?

La cuesta idéntica de La Chispa: yo pasé aquí de noche, entre la cuartería, el lodo corre

También haré ese silencio.

GuaNunca, verano de 2013

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