para leerse con énfasis radiofónico
Llegamos al día de la muerte de Prince, y yo pensaba en mi biblioteca separada, soldada en el recuerdo, particular y condensada, como Nube del Trópico que pasa, como aviones sobre la escuela, que ven por separado una sola topografía de llanura milimétrica. Turistas españoles entrando en la humedad de La Habana, y un sola revista esperando en la infinita paciencia del tiempo.
Llegamos al día de la muerte de Prince, y yo pensaba en mi biblioteca separada, soldada en el recuerdo, particular y condensada, como Nube del Trópico que pasa, como aviones sobre la escuela, que ven por separado una sola topografía de llanura milimétrica. Turistas españoles entrando en la humedad de La Habana, y un sola revista esperando en la infinita paciencia del tiempo.
Llegamos al día de la muerte de Bowie, y un hombre golpeaba de manera despiadada a un viejo (el viejo estaba borracho y no se defendía) La calle era Líbano, al sur de Ñuñoa, más allá de la rotonda Araya. Yo corría sobre la pista de las bicicletas y era el amanecer del domingo.
Llegamos al día de la muerte de Lennon y yo estaba escuchando Radio Sandino y el locutor dijo que habían disparado. La escena recordaba el cine de los 70s, hasta un poco antes de la irrupción manierista de Martin Scorsese. El patrimonio Kodak era nuestra subconsciencia. Años después tuve que ir a la Mansión gótica a ver el escenario del crimen. Me alejé por Central Park como quien se desangra.
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