“Jamás tuve problemas con las drogas, los problemas eran con la policía”, frase atribuida a Keith Richards
Pa´lo más popular, como suelen decir los Van Van, también hay cánones. No se sabe si es que automáticamente alguien que escribe sobre productos de la cultura popular se modela según la antaño llamada cultura alta (una especie de eurocentrismo meteco) o, peor aún, hay códigos culturales intrínsecos que orientan a esa especie de selección natural (basada en la artificialidad) que son los cánones (eurocentrismo palmario).
Tómese por ejemplo la discografía de los Rolling Stones entre 1964 y 1967. Por una lógica industrial, los discos editados en Inglaterra no eran los mismos que los editados en “América” (la América que cantaron entre otros Chaplin y Kafka).
El pragmatismo yanqui consideraría sin más que la discografía editada en los Estados Unidos es tan originaria como la editada en UK. Un ejemplo de esto lo da Robert Christgau, el autollamado “Dean” de la crítica de música popular en los USA. Según él, esa discografía está constituida por obras maestras (con la excepción de la incursión ácida Their Majestic Satanic Request, 1967).
En cambio en la web de crítica www.warr.org, se considera la discografía de Inglaterra la originaria, y se pide, incluso, que las empresas disqueras deberían reeditar esos discos tal como son, y no como fueron adulterados en las versiones norteamericanas.
Ejemplo modélico ofrecido: Los Beatles, cuya discografía, también escindida por el Atlántico Norte, fue unificada ya en CD por la buena voluntad (o diríamos mejor, para evidenciar nuestra ironía, vuena boluntad) de Capitol/EMI.
Esto supone simplemente que al centro canónico de los discos editados en Inglaterra, corresponde otro centro igualmente canónico: los Beatles. De dónde emana tal consagración? Es difícil responder adecuadamente. Pero hay un indicio importante en la concepción AOR,
es decir la orientación del álbum como obra en sí, para lo que uno se refiere comúnmente a Rubber Soul, y que alcanza su primer gran hito en el cerebro de Brian Wilson y Pet Sounds (un poco fuera del recinto centralizado de los Beatles), y cuya gran consecuencia podría ser, en cambio de Sargent Pepper, Are You Experienced?.
El canon funciona, pues, en asociación a formas establecidas. En esa batalla los objetos son convertidos en estrellas centrales, planetas adyacentes y lunas. Hay quiénes creen que Los Beatles son ese centro del universo que la cultura (“popular”) desea. Lo curioso es que lo que llamamos “cultura popular” (un nombre más adecuado sería cultura mediática) también muera por deseos de tal centralidad.
No se trata de un relativismo hueco, sino una lucha de valores en la que no podemos dejar de participar. Hoy, por ejemplo, quiero proclamar que el centro está en los Rolling Stones y en un disco en su versión USA, Between the Buttons. Es injusto mostrar que ahí hay gran influencia de los Beatles, sin decir que su aspiración es también dylanesca, y que su tiranía sonora es también emancipación. Y demás decir que a lo mejor el centro estuvo siempre en Dylan y no en otra parte.
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