Si hubiera tenido buen oído musical
habría escuchado a Dylan, y quizá habría terminado de atar cabos
sobre la relación entre democracia y poesía en América—lo que llaman América en
Estados Unidos
Pero el músico del monasterio se
había decepcionado tanto con él—dio la vuelta diciendo NO con la cabeza
Era el peor caso de sordera musical que había conocido en su vida
Carlos Martínez cantaba un bolero en los patios del Colegio
Agustín Lara, Mi novia arrabalera/ Te quiero con el alma
Te imaginás el vasto y sublime universo sin música?
Un Cántico Cósmico sin declives claves decibeles
Una vida sin Schubert
Quizá eso es santidad
Pero para quien inquiera en una interpretación generacional
Puede buscar esas palabras de Domínguez Michael en que
Confiesa que Octavio Paz era también un tapiado para la música
¡Tan igual en eso a André Bretón! ¡o sólo en eso!
Y la música de la Estación Violenta, preguntareis?
Todo endecasílabo blanco esconde un silencio, una oreja roma
No sorprende entre tanto que en los espacios interestelares Ernesto
Tampoco se encontrara con la música
Long Play no es poesía—si bien Mejía escribió unos afamados Long Play/ Boleros
Un filólogo apegado a la música no es necesariamente un poeta destituido
Como hombre, ha vivido en lo cotidiano; como poeta, no ha claudicado nunca
Aunque quizá bien sus pentagramas sean más concretos, más código que presencia
Algo que impresionará sin duda
A los romos discípulos de Coronel en Nicaragua