"No voy a responder eso. El sentido de la vida no es para una revista. Una revista debería conocer sus limitantes".
Así responde Herzog a los que inquieren en Esquire.
Una mención a Nicaragua.
"Recibí un balazo hace un año. No me impresionó porque ya antes me han disparado. Una vez, con una unidad elite de insurgentes cruzando de Honduras hacia Nicaragua, caímos bajo fuego en medio de un río, lo que no fue placentero porque éramos muy visibles y la selva ocultaba a los que disparaban".
No lo dice Herzog en la entrevista, pero seguramente andaba en ese entonces filmando su documental La balada del pequeño soldado, sobre los niños que combatían en la contra. El documental fue prohibido por los sandinistas. No creo que nunca haya sido visto publicamente en el país. En la vieja bodega de INCINE, años 1992-1994, había una copia en video, que yo solía mirar. Debí haberlo "recuperado para el pueblo", y quedarme con la copia, dado que a la bodega, como a Incine, se la llevó la mierda.
Así que la unidad elite de insurgentes que relata Herzog, es de contras: los azules (pues los niños contras vestían todos de azul).
En Herzog, por otro lado, hay una mixtura de machismo (balazos, autotorturas con cactus, incendios casi voluntarios) y una nueva onda muy intelectualizada ("No hay "small talk" en el Sahara": esto sólo lo puede pronunciar un primermundista desencantado), y a veces bonanarquista: "No me haré ciudadano de un país que tiene la pena de muerte".
Además: Los Ángeles, "la ciudad con más sustancia cultural de los Estados Unidos".
Y las lenguas que se mueren: "Estamos sobrepreocupados por el bienestar de las ballenas, los osos panda y las ranas arbóreas. Pero las culturas están muriendo a una velocidad increíble".
Todo esto en Herzog, el nuevo buen salvaje.