Era, en tono inocultablemente comercial, un parque del recuerdo. Los que ahí vivían, estaban muertos.
Era un niño concentrado aquél que movía la verja para entrar. Entraba a novelas inglesas. Novelas que tenían colonias en ultramar. El mar debajo de las tumbas.
Los muertos siempre hablan de cine, y sino de qué hablarían?
De boxeo. De la genealogía de Rocky Marciano. Toda la broza del mar y del naufragio que da en las costas de HBO.
(Ya dije que era un sueño de tono comercial.)
Al original le cambió la vida T. S. Eliot. Jugaba el seguido con las sirenas y todo el mate del cielo, servido con galletas azucaradas.
P.S. epígrafe probable:
"Y aunque es cierto que, hábil o torpe, siempre el hombre/
habla para ocultarse..." CMR, "Infierno de cielo"