Dado que por convocatoria ajena debo volver a reparar mis reflexiones sobre Rápido tránsito, de Coronel, busco varios auxilios este fin de semana: entre ellos la Prosa reunida, y exactamente el “Fragmento” que aparece ahí del Panorama de la poesía norteamericana (1949). Lo más increíble es que esos párrafos apretados articulan lo que es y ha sido hasta este año, el plan de las antologías de poesía nicaragüense: la fe en que la poesía encarna y expresa un “alma nacional” y el cometido futuro de tal encarnación, es decir, su progresivo desenvolvimiento y penetración social. Coronel hablando de la coyuntura de 1912 en adelante, que sería la de la inscripción de la New Poetry, dice:
“En rápida sucesión aparecieron obras capitales de poetas que pronto gozaron de prestigio nacional y desde entonces la poesía ha continuado siendo en Norteamérica un arte viviente que sigue de cerca la evolución profunda del país y expresa cada vez con mayor variedad el alma americana individual y colectiva. La poesía, libre de trabas retóricas, capaz de adaptarse a todas las formas o de crear nuevas, tiende a ser un arte popular que sirva de expresión, no sólo a los poetas superiores sino a una creciente mayoría de seres humanos.” (Prosa reunida 140).
Estas líneas son la doctrina fundamental de las antologías de poesía nicaragüense, y, en cierto sentido, la ideología de los que escriben poesía con ánimo nacionalista.
Por otra parte, es particularmente curioso cómo a Coronel lo entusiasma “América” (¿los Estados Unidos simplemente o, más bien, una “Panamérica”, que vía el San Juan, incluye a Centroamérica?) como lugar de entrecruce de culturas, lo que lo lleva a decir que “alguna síntesis imprevisible se prepara”. La poesía sería en un “factor primario de esa futura síntesis” (141).
lunes, agosto 28, 2006
viernes, agosto 25, 2006
Todo sobre el "nihilismo clásico alemán"
Dice Quezada, en su reacción a mi crítica de su libro, que ese término es de escuela elemental. Pero, a saber, sólo aparece en tres autores: Freddy Quezada, José M. Ortíz Dominguez y Alberto Pinzon León.
Ortíz Dominguez pone en su bibliografía a Quezada (de manera que tal nihilismo pareciera prohijado, hasta aquí, por el nicaragüense), pero Pinzon León no menciona a Quezada.
Lo más curioso es que el esquema de las "tres fuentes" de la postmodernidad usados por Quezada (postestructuralismo, nihilismo clásico alemán y vanguardismo estético), son repetidas en el artículo de Pinzon León. Uno leyó al otro, y lo leyó de manera muy cercana.
Por ejemplo, dice Pinzon:
"2.1.2. Nihilismo Clásico Alemán
Son los discursos que hoy se están resignificando básicamente de tres autores: Nietzsche, Heidegger y Schopenhauer. A este último se le está rescatando su pesimismo y las constantes llamadas de alertas sobre el aspecto destructivo de la razón. Principio que retoma Teodoro Adorno, en su segundo momento como miembro de la Escuela de Frankfurt, para denunciar el carácter opresor de la razón instrumental que consideraba un sujeto con derecho a oprimir a su objeto (la naturaleza, la mujer, etc.) derivando este modelo como el principio opresor en la sociedad".
(On line: http://www.antroposmoderno.com/textos/Cioran.shtml)
Y responde Quezada:
"1.2 Nihilismo Clásico Alemán
Otra fuente del postmodernismo fueron las lecciones retomadas básicamente de tres autores: Nietzsche (2001), Heidegger (2003) y Schopenhauer. A este último se le rescató su pesimismo y las constantes llamadas de alertas sobre el aspecto destructivo de la razón. Principio que después rescató Teodoro W. Adorno, en su segundo momento como miembro de la Escuela de Frankfurt, para denunciar el carácter opresor de la razón instrumental que consideraba un sujeto con derecho a oprimir a su objeto (la naturaleza, la mujer, entre otros) derivando este modelo como el principio opresor en la sociedad". (El pensamiento contemporáneo pp. 27-28)
Cabe también la posibilidad que uno sea el seudónimo del otro (es decir, Pinzon no existe en sí, y es un seudónimo de Quezada), lo que confirmaría que el "nihilismo clásico alemán" es clasificación de data reciente, y que no tiene por qué ser condenada por falta de originalidad.
Ortíz Dominguez pone en su bibliografía a Quezada (de manera que tal nihilismo pareciera prohijado, hasta aquí, por el nicaragüense), pero Pinzon León no menciona a Quezada.
Lo más curioso es que el esquema de las "tres fuentes" de la postmodernidad usados por Quezada (postestructuralismo, nihilismo clásico alemán y vanguardismo estético), son repetidas en el artículo de Pinzon León. Uno leyó al otro, y lo leyó de manera muy cercana.
Por ejemplo, dice Pinzon:
"2.1.2. Nihilismo Clásico Alemán
Son los discursos que hoy se están resignificando básicamente de tres autores: Nietzsche, Heidegger y Schopenhauer. A este último se le está rescatando su pesimismo y las constantes llamadas de alertas sobre el aspecto destructivo de la razón. Principio que retoma Teodoro Adorno, en su segundo momento como miembro de la Escuela de Frankfurt, para denunciar el carácter opresor de la razón instrumental que consideraba un sujeto con derecho a oprimir a su objeto (la naturaleza, la mujer, etc.) derivando este modelo como el principio opresor en la sociedad".
(On line: http://www.antroposmoderno.com/textos/Cioran.shtml)
Y responde Quezada:
"1.2 Nihilismo Clásico Alemán
Otra fuente del postmodernismo fueron las lecciones retomadas básicamente de tres autores: Nietzsche (2001), Heidegger (2003) y Schopenhauer. A este último se le rescató su pesimismo y las constantes llamadas de alertas sobre el aspecto destructivo de la razón. Principio que después rescató Teodoro W. Adorno, en su segundo momento como miembro de la Escuela de Frankfurt, para denunciar el carácter opresor de la razón instrumental que consideraba un sujeto con derecho a oprimir a su objeto (la naturaleza, la mujer, entre otros) derivando este modelo como el principio opresor en la sociedad". (El pensamiento contemporáneo pp. 27-28)
Cabe también la posibilidad que uno sea el seudónimo del otro (es decir, Pinzon no existe en sí, y es un seudónimo de Quezada), lo que confirmaría que el "nihilismo clásico alemán" es clasificación de data reciente, y que no tiene por qué ser condenada por falta de originalidad.
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miércoles, agosto 23, 2006
Del diletantismo
En mi reciente crítica al libro de Freddy Quezada terminé diciendo que el rechazo del presente hacía pensar en el modernismo decimonónico. Poca sorpresa relativa me ha deparado por eso leer en la Introducción al libro de Marta Elena Casaús Arzú y Teresa García Giráldez, Las redes intelectuales centroamericanas, algunas características que podrían pasar hoy día por “postmodernas”.
“Un rasgo común de los intelectuales de esta generación finisecular era, como opinaba Félix Ortega, su diletantismo intelectual, entendiéndolo como determinados individuos que opinaban de muchos temas sin reglas, método o teoría apropiada. Generalmente eran escritores polifacéticos, que escribían y opinaban sobre cualquier cosa, en muchas ocasiones sin conocimiento de causa y mezclando a menudo literatura y ensayo; ensayo, poesía y filosofía; y todas estas disciplinas con el periodismo daban como resultado unas opiniones en muchos casos bastante superficiales, cuando no banales.” (Casaús y García 3).
Pero al voltear la página, una coincidencia más: el orientalismo, incluido Krishnamurti. Las autoras testimonian “el enorme impacto que produjo en todos ellos [los intelectuales centroamericanos] el conocimiento de Oriente y de las grandes doctrinas y filosofías hinduistas y teosóficas.” (4). Como sugieren las autoras esto produjo un principio de hibridez en las políticas intelectuales de los centroamericanos.
Quizá no deba sorprender, entonces, que los aparatos de la “postmodernidad” estén desembocando para algunos en el New Age. Ahí también desemboca la cultura de algunos antiguos intelectuales orgánicos (por ejemplo, la novelística de Gioconda Belli, tan proclive a las universalidades), y la política oficial del sandinismo.
“Un rasgo común de los intelectuales de esta generación finisecular era, como opinaba Félix Ortega, su diletantismo intelectual, entendiéndolo como determinados individuos que opinaban de muchos temas sin reglas, método o teoría apropiada. Generalmente eran escritores polifacéticos, que escribían y opinaban sobre cualquier cosa, en muchas ocasiones sin conocimiento de causa y mezclando a menudo literatura y ensayo; ensayo, poesía y filosofía; y todas estas disciplinas con el periodismo daban como resultado unas opiniones en muchos casos bastante superficiales, cuando no banales.” (Casaús y García 3).
Pero al voltear la página, una coincidencia más: el orientalismo, incluido Krishnamurti. Las autoras testimonian “el enorme impacto que produjo en todos ellos [los intelectuales centroamericanos] el conocimiento de Oriente y de las grandes doctrinas y filosofías hinduistas y teosóficas.” (4). Como sugieren las autoras esto produjo un principio de hibridez en las políticas intelectuales de los centroamericanos.
Quizá no deba sorprender, entonces, que los aparatos de la “postmodernidad” estén desembocando para algunos en el New Age. Ahí también desemboca la cultura de algunos antiguos intelectuales orgánicos (por ejemplo, la novelística de Gioconda Belli, tan proclive a las universalidades), y la política oficial del sandinismo.
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martes, agosto 15, 2006
Paul Bowles en Tehuantepec
Memorias de un nómada (Without Stopping). Cortejé este libro por algún tiempo: pensaba en una especie de encarnación funesta del melodramatismo de Bertolucci en El Cielo Protector.
Bowles resulta mucho más complicado. Se trata de una de esas grandes autobiografías de los vanguardistas (incluyo entre ellas a Tristes Tropiques), con mucho tinte de problema colonial, como para ser leído según Said.
Dos problemas de lectura: hay demasiados nombres y pocas ganas de hacer un cuadro cronológico con ellos, para entenderlos mejor (más allá de los obvios: Stein, Copland, y los beat, y otros cercanos); y, en segundo lugar, desconozco la historia de Tánger. Otrosí, las editoriales españolas son chapuceras: ésta prometía unas ilustraciones (para el que hicieron un Índice) que no figuran.
En Bowles, un músico de la modernidad, hay mucha tensión lírica, a la vez que mucho sentido de la elipsis. De más decir que la sexualidad es una de las elipsis más notorias del libro (exceptuando dos extrañas iniciaciones).
Otra cosa sucede con la militancia política y la insaciable travesía en que se convierte su vida. Milita por años en el Partido Comunista (estalinista), se vuelve criatura del New Deal—recibiendo una pensión de desempleado—, todo esto a pesar de su origen patricio.
Una de las visitas extraterritoriales más conmovedoras es la que hace a Tehuantepec, en donde tocando su acordeón se hace popular entre los zapotecos. Junto a sus acompañantes, ayuda a pintar las mantas para la celebración del 1 de mayo. Su contribución son las siguientes consignas: MUERA TROTSKY, y EL COMUNISMO ES LA RELIGIÓN DEL SIGLO XX.
Una delegación de campesinos los visitó para saber qué era el comunismo, los creían instructores enviados por el gobierno.
“—Entonces ¿por qué os enviaron?—preguntó el portavoz del grupo.
--No nos enviaron de la capital—le dije, y pareció aceptarlo. Pero estaba decidido a no marcharse de vacío.
--Dime sólo una cosa—dijo entonces--¿Qué es el comunismo? [en español en el original].
Como no tenía una respuesta satisfactoria para él ni para mí, le mostré unos libros y folletos en español, entre los que figuraba uno titulado El abecé del comunismo, pero no manifestó ningún interés. Comprendí entonces que no sabían leer y que él era el único que hablaba español. Se lo expliqué entonces en zapoteco; nos dieron la mano y salieron a la calle en fila.” (pp. 219-220).
No queda claro que es lo que explicó “en zapoteco”. Probable errata? En todo caso un pasaje como para mirar de forma lateral la distancia entre el Estado de la revolución y los indígenas. Una figuración repetida muchas veces, en muchas revoluciones. Pero refractada esta vez por el ojo del artista vanguardista.
Hay muchas otras entradas en el libro de Bowles que conforman una mirada colonial, en otras partes del mundo (incluida Costa Rica). Pero, claro, las más ricas son las del norte de África. Por cierto, Bowles halló en Tehuantepec un paisaje más impresionante que el Sahara: “la vegetación también parecía mineral, aunque había adoptado formas de agresividad mucho más sugestivas que las que pueda adoptar cualquier formación rocosa” (218).
Bowles resulta mucho más complicado. Se trata de una de esas grandes autobiografías de los vanguardistas (incluyo entre ellas a Tristes Tropiques), con mucho tinte de problema colonial, como para ser leído según Said.
Dos problemas de lectura: hay demasiados nombres y pocas ganas de hacer un cuadro cronológico con ellos, para entenderlos mejor (más allá de los obvios: Stein, Copland, y los beat, y otros cercanos); y, en segundo lugar, desconozco la historia de Tánger. Otrosí, las editoriales españolas son chapuceras: ésta prometía unas ilustraciones (para el que hicieron un Índice) que no figuran.
En Bowles, un músico de la modernidad, hay mucha tensión lírica, a la vez que mucho sentido de la elipsis. De más decir que la sexualidad es una de las elipsis más notorias del libro (exceptuando dos extrañas iniciaciones).
Otra cosa sucede con la militancia política y la insaciable travesía en que se convierte su vida. Milita por años en el Partido Comunista (estalinista), se vuelve criatura del New Deal—recibiendo una pensión de desempleado—, todo esto a pesar de su origen patricio.
Una de las visitas extraterritoriales más conmovedoras es la que hace a Tehuantepec, en donde tocando su acordeón se hace popular entre los zapotecos. Junto a sus acompañantes, ayuda a pintar las mantas para la celebración del 1 de mayo. Su contribución son las siguientes consignas: MUERA TROTSKY, y EL COMUNISMO ES LA RELIGIÓN DEL SIGLO XX.
Una delegación de campesinos los visitó para saber qué era el comunismo, los creían instructores enviados por el gobierno.
“—Entonces ¿por qué os enviaron?—preguntó el portavoz del grupo.
--No nos enviaron de la capital—le dije, y pareció aceptarlo. Pero estaba decidido a no marcharse de vacío.
--Dime sólo una cosa—dijo entonces--¿Qué es el comunismo? [en español en el original].
Como no tenía una respuesta satisfactoria para él ni para mí, le mostré unos libros y folletos en español, entre los que figuraba uno titulado El abecé del comunismo, pero no manifestó ningún interés. Comprendí entonces que no sabían leer y que él era el único que hablaba español. Se lo expliqué entonces en zapoteco; nos dieron la mano y salieron a la calle en fila.” (pp. 219-220).
No queda claro que es lo que explicó “en zapoteco”. Probable errata? En todo caso un pasaje como para mirar de forma lateral la distancia entre el Estado de la revolución y los indígenas. Una figuración repetida muchas veces, en muchas revoluciones. Pero refractada esta vez por el ojo del artista vanguardista.
Hay muchas otras entradas en el libro de Bowles que conforman una mirada colonial, en otras partes del mundo (incluida Costa Rica). Pero, claro, las más ricas son las del norte de África. Por cierto, Bowles halló en Tehuantepec un paisaje más impresionante que el Sahara: “la vegetación también parecía mineral, aunque había adoptado formas de agresividad mucho más sugestivas que las que pueda adoptar cualquier formación rocosa” (218).
lunes, agosto 07, 2006
Cuba, ¿democracia sin colonialismo?
No es que no se necesiten cambios democráticos en Cuba. Por supuesto que sí. El problema es qué se entiende por democrático y cuánta importancia se le da a la autonomía, tomando en cuenta una historia de colonialismo, a la que la revolución cubana se ha opuesto.
Como era de esperarse, la enfermedad de Fidel y los eventuales cambios en Cuba se han convertido en un asunto mediático muy típico de nuestra época. Este suceso global, sobre todo televisivo, es conducido por variables y dogmas conocidos:
1. Los medios pueden ganar las guerras que las armas no; sobre todo ablandando las fronteras y volviendo porosos los conceptos de autonomía.
Esta variable ha sufrido varios embates en los últimos años. Se recuerda el golpe de estado contra Chávez en el 2002, que contradijo la gramática mediática. A veces los movimientos sociales pueden más que la representación televisiva que de ellos se hace, caso de la derrota relativa del neoliberalismo en Argentina.
En el caso de Cuba es imposible predecir si habrá un ablandamiento de las fronteras, al estilo del Este europeo a finales de los 1980s. En todo caso, el énfasis mediático estará en el concepto de democracia, reducido a la celebración de elecciones pluripartidistas. Esto implica la ignorancia sistemática de los conceptos de autonomía e independencia; lo que lleva a la segunda "verdad" impuesta:
2. La historia del colonialismo es borrada por los medios, nunca ha existido y no es necesario reactivarla en la memoria.
Por supuesto, no se puede explicar la figura de Fidel Castro y el significado de la revolución cubana si no se reactiva la historia colonial. El modelo de autonomía de los países postcoloniales fue el nacionalismo. En la etapa global y neoliberal, este es despojado de su esencialidad, pasando a ser un apéndice regional de la democracia electoral (con sus encarnaciones “culturales” típicas: el turismo y el folclor). Las fronteras se ablandan para dar paso a los mercados (incluido los electorales).
Este asunto es muy difícil de verse porque la historia parece estar, precisamente, en manos de los medios dominantes. Se trata del típico problema de que la historia la narran los vencedores. De esa manera, tenemos versiones expurgadas de la historia global, sin imperios, colonias, diferencias entre centro y periferia, etc. La “transición” que anuncia Bush para Cuba no es otra cosa que el proyecto de llevar a su consumación esa estrategia de olvido y borramiento.
Como era de esperarse, la enfermedad de Fidel y los eventuales cambios en Cuba se han convertido en un asunto mediático muy típico de nuestra época. Este suceso global, sobre todo televisivo, es conducido por variables y dogmas conocidos:
1. Los medios pueden ganar las guerras que las armas no; sobre todo ablandando las fronteras y volviendo porosos los conceptos de autonomía.
Esta variable ha sufrido varios embates en los últimos años. Se recuerda el golpe de estado contra Chávez en el 2002, que contradijo la gramática mediática. A veces los movimientos sociales pueden más que la representación televisiva que de ellos se hace, caso de la derrota relativa del neoliberalismo en Argentina.
En el caso de Cuba es imposible predecir si habrá un ablandamiento de las fronteras, al estilo del Este europeo a finales de los 1980s. En todo caso, el énfasis mediático estará en el concepto de democracia, reducido a la celebración de elecciones pluripartidistas. Esto implica la ignorancia sistemática de los conceptos de autonomía e independencia; lo que lleva a la segunda "verdad" impuesta:
2. La historia del colonialismo es borrada por los medios, nunca ha existido y no es necesario reactivarla en la memoria.
Por supuesto, no se puede explicar la figura de Fidel Castro y el significado de la revolución cubana si no se reactiva la historia colonial. El modelo de autonomía de los países postcoloniales fue el nacionalismo. En la etapa global y neoliberal, este es despojado de su esencialidad, pasando a ser un apéndice regional de la democracia electoral (con sus encarnaciones “culturales” típicas: el turismo y el folclor). Las fronteras se ablandan para dar paso a los mercados (incluido los electorales).
Este asunto es muy difícil de verse porque la historia parece estar, precisamente, en manos de los medios dominantes. Se trata del típico problema de que la historia la narran los vencedores. De esa manera, tenemos versiones expurgadas de la historia global, sin imperios, colonias, diferencias entre centro y periferia, etc. La “transición” que anuncia Bush para Cuba no es otra cosa que el proyecto de llevar a su consumación esa estrategia de olvido y borramiento.
viernes, agosto 04, 2006
El nacionalismo ¿es un proyecto fallido?
Aludo a las recientes declaraciones de Sergio Ramírez de que la revolución cubana ha sido "fallida".
A las trenzas epistemológicas, económicas y políticas del neoliberalismo, la globalización y la postmodernidad podría hacérsele tal cuestionamiento: porque en el fondo no es la revolución cubana, simplemente,la que puede verse desde un ángulo "fallido"; es toda la doctrina de autonomía, límites, soberanía y ciudadanía la que está en crisis. Y no necesariamente porque Fidel haya sido "infidel" a esa doctrina.
No más anunciada la enfermedad del comandante, y los cubanoamericanos de Miami celebraban en las calles. Esta es como oponer la blandenguería de las fronteras, a la doctrina férrea del nacionalismo. Pero hay que pensar el nacionalismo--y particularmente el de Fidel-- en un sentido postcolonial, en sentido estricto. Se creía que se descolonizaba por medio del nacionalismo. La otra versión es la subordinación estatal a un poder parecido al de la Unión Soviética. La pregunta es ahora cómo se descoloniza?
Cómo pensar que las peticiones de democracia de Bush encarnan una "dicción" democrática que proviene de un presidente democrático?
De manera que no es la revolución cubana la que es fallida sino el nacionalismo. Y, dadas las contradiciones de la globalización, podría decirse que fallido provisionalmente.
A las trenzas epistemológicas, económicas y políticas del neoliberalismo, la globalización y la postmodernidad podría hacérsele tal cuestionamiento: porque en el fondo no es la revolución cubana, simplemente,la que puede verse desde un ángulo "fallido"; es toda la doctrina de autonomía, límites, soberanía y ciudadanía la que está en crisis. Y no necesariamente porque Fidel haya sido "infidel" a esa doctrina.
No más anunciada la enfermedad del comandante, y los cubanoamericanos de Miami celebraban en las calles. Esta es como oponer la blandenguería de las fronteras, a la doctrina férrea del nacionalismo. Pero hay que pensar el nacionalismo--y particularmente el de Fidel-- en un sentido postcolonial, en sentido estricto. Se creía que se descolonizaba por medio del nacionalismo. La otra versión es la subordinación estatal a un poder parecido al de la Unión Soviética. La pregunta es ahora cómo se descoloniza?
Cómo pensar que las peticiones de democracia de Bush encarnan una "dicción" democrática que proviene de un presidente democrático?
De manera que no es la revolución cubana la que es fallida sino el nacionalismo. Y, dadas las contradiciones de la globalización, podría decirse que fallido provisionalmente.
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viernes, julio 21, 2006
Estamos hechos para olvidar los libros
En nuestra cultura hay pocas formas de memoria: las bibliotecas y demás archivos, las neurosis, poco más.
Hay quien cree que leyó, sin embargo. Y lo que hizo fue visitar una biblioteca.
Creo que leí las memorias de Gore Vidal hace dos años más o menos. Leí también Breakfast at Tiffany´s, de la cual no recuerdo casi nada. Del libro de Vidal, sé, ni siquiera recuerdo, que narra su encuentro sexual con Kerouac.
Hoy voy a la librería. Compro en oferta Anatomía del mexicano de Roger Bartra. Hace menos de 3 meses que leí de corrido su famosa La jaula de la melancolía. Y, por supuesto, la he olvidado. Hoy recordé que leí las memorias de Vidal porque también compré las memorias de Paul Bowles que mencionan a Vidal. De manera que la única manera de reavivar un olvido es comprando uno nuevo en una librería.
De los libros quedan impresiones, huellas, fantasmas. Lo extraño es que sobre esa nata de la experiencia se alcen los Cánones. O todo es una paradoja moderna y existió antes la posibilidad de juntar culto y subjetividad?
Tampoco recuerdo cómo va la versión de "All The King´s Horses". La de Aretha o la de Dusty. Ambas olvidadas pero convertidas en fantasmas. No se equivocó el poeta: "Son fantasmas, son fantasmas..."
Hay quien cree que leyó, sin embargo. Y lo que hizo fue visitar una biblioteca.
Creo que leí las memorias de Gore Vidal hace dos años más o menos. Leí también Breakfast at Tiffany´s, de la cual no recuerdo casi nada. Del libro de Vidal, sé, ni siquiera recuerdo, que narra su encuentro sexual con Kerouac.
Hoy voy a la librería. Compro en oferta Anatomía del mexicano de Roger Bartra. Hace menos de 3 meses que leí de corrido su famosa La jaula de la melancolía. Y, por supuesto, la he olvidado. Hoy recordé que leí las memorias de Vidal porque también compré las memorias de Paul Bowles que mencionan a Vidal. De manera que la única manera de reavivar un olvido es comprando uno nuevo en una librería.
De los libros quedan impresiones, huellas, fantasmas. Lo extraño es que sobre esa nata de la experiencia se alcen los Cánones. O todo es una paradoja moderna y existió antes la posibilidad de juntar culto y subjetividad?
Tampoco recuerdo cómo va la versión de "All The King´s Horses". La de Aretha o la de Dusty. Ambas olvidadas pero convertidas en fantasmas. No se equivocó el poeta: "Son fantasmas, son fantasmas..."
miércoles, julio 12, 2006
La muerte del hombre símbolo
Esta fábula ya la había encontrado en alguna parte, y es algo corrupta, o, al menos, impura. Trata a la política como tema narrativo, y a los valores de la cultura como esencia política. Dónde termina una y comienza la otra, constituye un enigma. Este enigma es de lo que hay que apropiarse.
Hablo, por supuesto, de la “noveleta” de Coronel Urtecho. Del contexto habrá que decir, por lo menos, que Somoza pretendía no ser político, estar por encima de la política. Los vanguardistas, por su parte, tenían una manera coercitiva de ver a la historia: querían ver, deseaban apropiarse de, conceptualizaban la historia como “guerra civil”. Había que salir de la “guerra civil”, de la “anarquía”, y por eso confluían en un solo proyecto Somoza y los vanguardistas. Tanto para Somoza como para los vanguardistas la democracia (el aparato retórico para dar voz a los otros) es imposible.
Es en ese el contexto y con esos presupuestos que Coronel escribe La muerte del hombre símbolo. De más decir que la “noveleta” de Coronel no está hecha de conceptos filosóficos, sino de escritura. No hay tal “universalidad” del argumento, sino una operación de “lenguaje y coerción” según la nota de Barthes a todas las escrituras.
Toda muerte es simbólica, es decir, establece un código y puede ser leída desde varios ángulos. El hombre símbolo es el representante de unos valores en crisis, los que se ve obligado a encarnar, y de otros valores mucho más placenteros y blandos que debe ocultar. Aquí opera la división moderna entre vida pública y vida privada. La parábola literaria nace de la yuxtaposición de ambas, que lleva al objetivo fabuloso—vanguardista y somocista—de terminar con la política. Es la coerción que ejerce la escritura.
En la modernidad los muertos se parecen a los libros canónicos. Son sólo su titular. El contenido puede variar, pero eso nadie lo va a notar, mientras se mantenga la lógica moral con que se pasa revista a los viejos retratos. Así, en la narración de Coronel, el hombre símbolo ha encuadernado novelas policíacas bajo las pastas de los clásicos. Toda escritura, así como toda política, separa irremediablemente el orbe moral—visto como apetecible y como factor de orden—del placer. Esta división es también cultural: clásicos versus policiales, cultura alta versus cultura baja. O, ya en términos más bajtinianos, cultura oficial versus cultura del carnaval.
El poder trata, por eso, de manera mistificada al muerto. Y, particularmente, al muerto político. Dice casi textualmente: este muerto por ser político, y por ser mío, es mucho mejor que el tuyo, o que cualquier otro muerto privado. Canoniza de manera apresurada. Apela a la historia. Dice: esto es histórico, y lo es sin más trámite crítico. Cualquier trance dubitativo será combatido de manera explícita, y con una retórica implacable. No hay manera de que se restituya el misterio esencial de cualquier muerte.
La muerte, pues, como código doble: como acto del poder, y como suceso de la modernidad. Por el acto del poder sabemos que este muerto encarna ciertos valores deseables. Por el relato de la modernidad sabemos que tal encarnación es siempre relativa e insuficiente. Por eso, toda corporalidad constituye un enigma. Los muertos privados siguen sin más trámites sus procesos corporales, van al cementerio y desaparecen. Los muertos en un trance de poder se constituyen en “hombres símbolos” y sus corporalidades son muy aptas para la narrativa. Toda narrativa que quiera, como la de Coronel, mezclar política y literatura, no es más que una narrativa necrológica.
Hablo, por supuesto, de la “noveleta” de Coronel Urtecho. Del contexto habrá que decir, por lo menos, que Somoza pretendía no ser político, estar por encima de la política. Los vanguardistas, por su parte, tenían una manera coercitiva de ver a la historia: querían ver, deseaban apropiarse de, conceptualizaban la historia como “guerra civil”. Había que salir de la “guerra civil”, de la “anarquía”, y por eso confluían en un solo proyecto Somoza y los vanguardistas. Tanto para Somoza como para los vanguardistas la democracia (el aparato retórico para dar voz a los otros) es imposible.
Es en ese el contexto y con esos presupuestos que Coronel escribe La muerte del hombre símbolo. De más decir que la “noveleta” de Coronel no está hecha de conceptos filosóficos, sino de escritura. No hay tal “universalidad” del argumento, sino una operación de “lenguaje y coerción” según la nota de Barthes a todas las escrituras.
Toda muerte es simbólica, es decir, establece un código y puede ser leída desde varios ángulos. El hombre símbolo es el representante de unos valores en crisis, los que se ve obligado a encarnar, y de otros valores mucho más placenteros y blandos que debe ocultar. Aquí opera la división moderna entre vida pública y vida privada. La parábola literaria nace de la yuxtaposición de ambas, que lleva al objetivo fabuloso—vanguardista y somocista—de terminar con la política. Es la coerción que ejerce la escritura.
En la modernidad los muertos se parecen a los libros canónicos. Son sólo su titular. El contenido puede variar, pero eso nadie lo va a notar, mientras se mantenga la lógica moral con que se pasa revista a los viejos retratos. Así, en la narración de Coronel, el hombre símbolo ha encuadernado novelas policíacas bajo las pastas de los clásicos. Toda escritura, así como toda política, separa irremediablemente el orbe moral—visto como apetecible y como factor de orden—del placer. Esta división es también cultural: clásicos versus policiales, cultura alta versus cultura baja. O, ya en términos más bajtinianos, cultura oficial versus cultura del carnaval.
El poder trata, por eso, de manera mistificada al muerto. Y, particularmente, al muerto político. Dice casi textualmente: este muerto por ser político, y por ser mío, es mucho mejor que el tuyo, o que cualquier otro muerto privado. Canoniza de manera apresurada. Apela a la historia. Dice: esto es histórico, y lo es sin más trámite crítico. Cualquier trance dubitativo será combatido de manera explícita, y con una retórica implacable. No hay manera de que se restituya el misterio esencial de cualquier muerte.
La muerte, pues, como código doble: como acto del poder, y como suceso de la modernidad. Por el acto del poder sabemos que este muerto encarna ciertos valores deseables. Por el relato de la modernidad sabemos que tal encarnación es siempre relativa e insuficiente. Por eso, toda corporalidad constituye un enigma. Los muertos privados siguen sin más trámites sus procesos corporales, van al cementerio y desaparecen. Los muertos en un trance de poder se constituyen en “hombres símbolos” y sus corporalidades son muy aptas para la narrativa. Toda narrativa que quiera, como la de Coronel, mezclar política y literatura, no es más que una narrativa necrológica.
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viernes, julio 07, 2006
Antigua, El río de Cardoza y las vanguardias centroamericanas
La próxima semana debía asistir al VIII Congreso Centroamericano de Historia, en Antigua, Guatemala. Por problemas de presupuesto, no podré viajar.
En cualquier caso iba a hablar de Coronel y Cardoza y Aragón, y específicamente de cómo sus textos autobiográficos de los 1980s, constituían una especie de estado terminal de los proyectos vanguardistas a escala centroamericana. En especial me interesa la manera en que esos textos--fundamentalmente dos: El río: novelas de caballería, autobiografía de Cardoza, y "Siendo pintado por Dieter Masuhr", de Coronel--establecían tanto una "teoría autobiográfica" como una crítica de los principios más convencionales de la autobiografía: su aspecto confesional y "novelístico", en esencia.
Mi crítica de este aspecto confesional es de vieja data, y se puede ver en un artículo publicado en La prensa literaria en diciembre de 2002.
Ya que no voy a Antigua, rememoro una vieja crónica de 2000, cuando hice ese viaje por tierra y en dos días.
Hay una página en ensayistas.org con bibliografías sobre Cardoza.
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lunes, julio 03, 2006
José Coronel Urtecho (1906-1994)
El centenario del nacimiento de Coronel Urtecho ha provocado pocas celebraciones, menos aún conmemoraciones académicas, y menos aún todavía replanteos críticos sobre su obra. Esto no deja de ser injusto para un decisivo e influyente representante de la llamada literatura nacional de Nicaragua.
El principal aporte literario de Coronel ha sido el traslado de las formas realistas inspiradas por la “New Poetry” norteamericana (tradición que va de Whitman a Pound, más o menos) a la literatura nacional. Este aporte, con excepciones, no ha sido evaluado todavía de manera crítica, por estar la crítica literaria o cultural muy escasamente desarrollada en Nicaragua y Centroamérica.
En este centenario, de manera un poco azarosa, he estado dedicado a estudiar a Coronel. El año pasado, en mi tesis sobre autobiografía centroamericana abordé una parte de su escritura autobiográfica. En marzo presenté en la Conferencia de LASA un acercamiento a su texto “Siendo pintado por Dieter Mashur”. Y en abril expuse “Hacia una agenda crítica” en el Simposio sobre la lengua nicaragüense, en la UNAN, Managua.
Seguí con artículos a ser publicados, con un poco de suerte, pronto. Uno—sobre Rápido tránsito—en un libro sobre ensayo centroamericano, iniciativa de Werner Mackenbach y la Revista Virtual Istmo. Otro—sobre las llamadas “noveletas”—para la revista 400 elefantes. Todo esto apunta a una colección que, provisionalmente, podría llamarse Asedios a Coronel: por una visión crítica de la poética conversacional.
En internet hay pocas referencias a Coronel Urtecho. Se puede ver la entrada del Diccionario de Escritores Nicaragüenses, y hay un número especial del Boletín de CIRCA No 20, con textos, bibliografía activa y pasiva, y una presentación a cargo de Luis Rocha. Estas bibliografías no son completas, pero son una buena tentativa de hacer circular la información por la web.
Es divertido que la presentación de Rocha me alude (es decir, alude algunos de los textos que he escrito sobre Coronel) casi directamente. Dice Rocha:
En efecto, Rocha tiene razón. El oficio de la crítica se parece un poco a las exhumaciones (se debe correjir, pues, el término neoenterradores, y proponer neoexhumadores). Un eje de mi crítica de Coronel es, asimismo (Rocha tiene toda la razón), que la conversación según Coronel es un artefacto retórico, literario e ideológico, antes que una característica personal o natural. (Si no no estuvierasmos hablando de un gran escritor.) Por eso, la crítica no puede articularse por medio de la conversación, sería como quedar atrapado en el gesto ideológico del propio escritor, sin lograr un distanciamiento necesario. Con respecto a la falta de oído musical de Coronel (según Rocha, no sabía bailar), es una información que proviene de las Memorias de Ernesto Cardenal, quien al confesar de manera divertida su propia falta de oído, se refiere también a que Coronel presentaba la misma característica. Eso me llevó a sospechar que había una general ausencia musical en el llamado exteriorismo, y era una sospecha benigna, irónica y divertida, como bien lo ha entendido Rocha.Para algunos neoenterradores no se debe de decir que José Coronel Urtecho fue
un gran conversador y mucho menos que como tal no sólo ejerció la crítica sino
que también el magisterio. Gracias a esas opiniones -indigestadas de
mezquindad- existe un mundo de sabihondería que hace irreconciliables a la
crítica y la conversación, y por añadidura sus discípulos somos responsables
tanto de que José Coronel Urtecho no supiera bailar, como de no hacerle la
disección.
El Festival Internacional de Poesía de este año estuvo dedicado a Coronel.
Es curioso que haya un obituario de Coronel en The New York Times.
El artista alemán Dieter Masuhr realizó un peculiar retrato de Coronel, que he usado para ilustrar esta entrada.
Etiquetas:
intelectuales perifericos,
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