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jueves, enero 29, 2015

Polifemo 90

"gigantes de cristal los teme el cielo" 

Quizá lo difícil de estar a la altura de una celebración (enterramiento, glorificación, todo es lo mismo) de los 90 años de Ernesto Cardenal (1925) sea arrancarlo (arrancarse) del lugar común (del tipo que, por ejemplo, prodiga Gioconda Belli en un poema reciente).

Hay que imaginar a Cardenal como un Urano que ha devorado esmerada y originariamente a sus hijos. Un padre cruel que ha terminado de ordenar el mundo (el mundo real). Padre que capa a los y las poetillas del país, y los somete al orden exteriorista. Uno x uno, a lo largo de los años 60, 70, 80... van cayendo (forma de callar) en aquella retórica semipoundiana (de un Pound casi florido que rechina y nerudea).

La emasculación nacionalista que funciona a través de la  metáfora del ascetismo y la esterilidad.

Cardenal, monje de sí mismo, compite de forma estructurada en el campo cultural hispanoamericano. Marilyn es para él un acontecimiento y un espejo. Sueña con ser estrella de cine, y su sueño es real pero como la realidad del cinematógrafo. Cierta dosis de fama es veneno para la patria que pare parias. (El establishment cultural lo sueña Nobel. El tiempo se agota.)

Su estrella poética decae simbólicamente en 1979, fecha del triunfo de la revolución. Sobrevive él pero no su poética. El fracaso revolucionario lo lleva a un desvío significativo: sus mejores libros de las últimas décadas son libros de memorias y no poemarios. Esto se nota poco en una patria literaria que lee muy poco. 2014 resulta atroz para la poesía conversacional. Mueren Gelman y Pacheco. Pero todos están en ayer desde hace mucho. Otras poéticas son vanguardia.

En aniversarios como este cabría ir con ira a desestructurar el mito de Cardenal. Labor que sería ante todo de poetas que estarán quizá por ahí. La patria exteriorista es la patria fracasada en los acordes revolucionarios. Interrogar sus ruinas con disciplina y escepticismo sería buen homenaje para nuestro discreto Polifemo.


lunes, agosto 26, 2013

Destazo ciego

No seré crítico de poesía y sus consiguientes muletillas: década, generación, escritura.

Peor aún: yo poético, qué cachivache inservible.

No vindicaré fechas de publicación fronterizas de tal y cual década.

Olvidaré por fin la revistita.

El grupito que se come las uñas del otro.

No diré la gloria de la fluidez en las redes.

Este blogcito pletórico, simpático, ágora con catarro.

No copiaré a Ludmer en mi cuaderno para decir

una vez más se terminó la literatura.

Me dedicaré a descreer esta frase mil veces pendeja

de Bolaño: "la literatura es un oficio peligroso".

Rencoroso vilioso vicioso pero peligroso da risa.

No la generación del hombre de arena

Ni la de la cabezona

Tampoco la generación del destazo ciego.

martes, julio 24, 2012

Quemar al maestro


Heredarás el viento
título de película famosa

Antaño, era frecuente que los aprendices de las letras buscaran a sus mayores. Por supuesto, no era usual que estos fueran criticados por aquellos. No eran oportunos, por ejemplo, los bostezos en una conversación con José Coronel Urtecho. Al contrario, los discípulos usaban el alinde con efectos asombrosos.

Valle-Castillo informó un día que el patriarca del río poseía dedos barrocos, lo que hace pensar en los dedos enjoyados de la Virgen de los Desamparados de Subtiava.

Sí no fuera porque la Revolución, y después la Restauración, nos han vuelto dulcemente (no dócilmente) escépticos, quizá dudariamos al afirmar que las lágrimas de Coronel eran de meras lágrimas, y no de perlas.

¿Para qué inventar un maestro? Para extender el sectarismo de sus postulados, para estar en el secreto (que aunque es secreto no decae en universalidad), y, en última instancia, para heredar autoridad y sacerdocio. Es lo que hicieron, o trataron de hacer sin suerte, los viejos modernistas con Darío. ¿O Darío conVerlaine?

Los cultos más frecuentes y dogmáticos en la república de letras criolla siguen siendo los de Cardenal y Martínez Rivas. Por supuesto, PAC y JCU perviven, pero son ya casos canonizados unánimemente, vaya nuestro voto. En cambio los casos de EC y CMR provocan aún ciertos escozores y luchas.

No se trata de la calidad de estos escritores (el uno caso polimorfo de literatura, el otro el mejor escritor vivo del país). El dogma comienza cuando se les confunde con el poder cultural que tienen, con su escenografla, su estrellato y sus posibilidades de santolear.

A esos niveles ya no valen los magisterios o es ahí donde los Discipulados se transforman leve y dramáticamente en servilismos. (De paso me pregunto si en la prosa no habrá también ese tipo de magisterios. Casi no. Aunque servilismos también. Por suerte la prosa nica nunca ha pecado de ser "la mejor del continente").

Por tanto, antes que la estrategia de los discipulados dogmáticos, y aún sabiendo que hay quienes creen poder heredar el sacerdocio de esos maestros, hay que proponerse dos desconstrucciones:

1. Remapear la estructura de las figuras literarias nicaraguenses con una concepción posnacional.

La nación resulta precaria para un aprendiz de literatura. Acabará suponiendo que Darío es mejor lección estética que Góngora o Lezama, sólo porque es nicaraguense.

 Creerá que el azul del que habla Alfonso Cortés alude a la bandera de Nicaragua, cuando seguramente al leonés le importaba poco que fuera, la bandera, azul o roja. En fin, será un sectario literario y un torpe nacionalista.
Re-mapear las figuras literarias, sin establecer una nueva "historia", sino como método práctico, no institucional, convencional y de uso estrictamente personal, podría conducir a admitir que las lecciones estéticas de Liv Ullman o Uma Thurman, valen igual, y a veces más, que las de los mejores poemas de  CMR.

Coronel podría ser un escritor, menor pero fundamental, de la Nueva Inglaterra ("¡caso extrañísimo, escribía en español!"). Benedetti podría ser el mejor poeta exteriorista criollo, sin tanto intertexto (del que a veces abusa Cardenal) y con más cercanía humana. La "nación" de las novelas de Sergio Ramírez sería el boom latinoamericano tardío, sin obviar la posibilidad de que aluden pueblos e historias muy cercanas a nosotros.
Estas hipotéticas cartograflas no son en verdad nada novedoso. Lo anquilosado es tomar a los "maestros" como casos cerrados, sólo para heredar torpes sacerdocios a los que después, de todas maneras, nadie atenderá.

La república de las letras, reconozcámoslo tiene muy diversas fronteras que las de la nación nicaragúense. Se sabe que Darío y CMR suspiraron por Francia, que Coronel y Cardenal se tutearon con Pound, que Ramírez tomó en cuenta las enseñanzas de Vargas Llosa y García Márquez.

Quedarnos sólo con la parte "nicaragüense" de estas "vidas paralelas", sería tonto; respetar extremadamente las influencias que las contrapartes nicaragüenses usaron, seria momificante (Pound o Muerte, por ejemplo, o Baudelaire o muerte, son torpes consignas).

Heredar cualquier sacerdocio puede dar poder cultural (en suplementos, publicaciones, puestos), pero eso tiene poco que ver con la literatura en un sentido más estricto. El juego de la literatura se dará de espaldas a esos sacerdocios cuando salgamos de lo nacional y entremos a las nuevas cartografías.

2. Autoconferirse una relación horizontal con las generaciones anteriores donde no quepa el binomio discípulo-maestro.

Un publicista gordo, experto en "quemar etapas", se ufanaba una vez de haber "quemado" ya la de las visitas a los bares junto a los poetas mayores. Lo había hecho a costa de charla insulsa y complacencia acrítica. ¿Es eso un discipulado y qué tiene que ver con la literatura?

El diagrama tradicional de los discipulados es "oral" y concéntrico, el maestro en el centro (generalmente de boina) y los discípulos alrededor. Esta patriarcal estructura abunda en la complacencia y reniega de la frustración, por eso es tan cómoda, institucionaliza el "centro del universo" en el patio, "la mejor poesía del continente y tal vez del mundo" en el lar amado. ¿Son esas complacencias algo más que "grandes relatos"?

El fin de siglo enseña ante todo que hay que desconfiar de maestros y gurús. Enseña que la estructura maestro-discipulo es altamente impráctica, incluso como muestra ética. Ayer tenemos a CMR llamando "intelectual" al Dr. Alemán, mañana tenemos a Bob Dylan cantándole al Papa A hard rain (¿pero qué sabe Wojtila de lluvias-años-sesenta?).

También Borges le dijo a Pinochet "salvador de la democracia", y eso que antes se había ocupado de inventar el postmodernismo. No sabemos qué tendremos pasado mañana. Lo que sí no tendremos, para nada, son herederos de los famosos secerdocios que vengo comentando en este relato.

Cualquier burócrata de la cultura dirá que pase lo que pase los sacerdocios se herederán y que él (ese burócrata) estará, politícamente con alguno de los herederos. Eso es muy cierto. Pero eso tendrá que ver más con el poder en un sentido político que con la creación artística y literaria.

Tendrá que ver más con la Academia (la exteriorista a lo EC o la preciosista a lo CMR) que con la Literatura. Porque la creación artística y literaria se parece más a un tiro por la culata que a una cacería de patos con fusiles unánimes.

Retornando al publicista gordo, experto en "quemar etapas", diré que su propuesta es el co-relato vergonzante de un tipo de intelectual que ejerce la deshonestidad con una gracia "chula" y un desenmascaramiento infinito. Es el intelectual güegüense.

¿Quemar etapas? Mejor quemar al maestro.



Nota: a propósito del debate que ha iniciado Luis Topogenario en el blog Crítica Generacional Nicaragüense, recordé cómo estaban las cosas (desde mi torre) en 1998, año en que publiqué en un número de 400 elefantes, este texto.

jueves, julio 19, 2012

Alguna definición

Generación: vicios del ensimismamiento

Pasillo y desnivel, humedad del que rota

El cuerpo: blando, reducido a forma de mirar

Al fondo organizado el soldadito de plástico

Sin cabeza. Se ríe a ratos

En compañía. Se consume

Galletas Sodas Extra con

Paté. Vino Carmenere Chile 2011

Se escucha Tom Waits, Nick Cave and

The Bad Seeds.

Mira la fijeza, el maniquí lo engaña

los hombres que luchan por su esclavitud como si se tratase

de su libertad

Generación: arquitectura del capado

Bazo comunicante

Rama de cerezo sonámbula

La calavera traslúcida

La tienda que alcé yuxtapuesta en el Bejamin Hall

La mano viciosa de Pável Carías

A veces el lomo del sueño

Acariciado pelámbre de la luna

Vicios del ensimismamiento



martes, octubre 14, 2008

Lo que dijo el trueno

El mundo fue ordenado por T.S. Eliot, él vio los nacimientos y las águilas.

Claro que es una lástima que un reaccionario fuera el de las primaveras en medio del invierno. El del mundo petrificado de las flores heladas.

¿Se imaginan una "poesía nicaragüense" no dominada secreta, subconscientemente por Eliot?

¿Se imaginan que Coronel no hubiera viajado a la Nueva Inglaterra sino a Harlem (como sí hizo Federico)?

En medio de Octubre cerrado de lluvias en Nicaragua hay una primavera encerrada: noviembre en medio del invierno que acaricia con dedos violeta las nubes. Y el corazón sentado en su corralito vanguardista.

Borges apenas vislumbró que Polonio era Gracian. Paz era un Eliot rococó. Eliot era el Polonio verdadero con el rictus comprado en el Lloyds Bank.

lunes, abril 21, 2008

En Nicaragua predomina la poética simbólica

Revisando un viejo libro de español para estudiantes de sétimo grado, del tiempo de la revolución, encuentro la siguiente receta de estilística:

1. La poesía pone atención a los dos rasgos principales de las palabras: la sonoridad y la semántica, es decir, sonido y significado.

2. En la poesía predomina la subjetividad (y era fácil deducir que en este caso se entendía por subjetividad la vida personal).


Estoy básicamente en desacuerdo con esta descripción. Y a la vez creo que es todavía (20 años después de finalizada la revolución) predominante entre círculos de poetas.

Los "dos rasgos" de la palabra deberían ser (son desde el estructuralismo) el significado y el significante (que sobrepasa la parte "sonora" de las palabras, para ser algo más extensamente material, de la misma manera que el significado no está vinculado a una certeza semántica).

La subjetividad, por otra parte, no tiene que ver necesariamente con la vida personal.

Hay subjetividades deslocalizadas. (De grupos, de clases, de épocas.)

Esa confusión del significante con la sonoridad, de las palabras con las cosas y de la subjetividad con la vida personal es el catecismo del poeta o la poetisa como héroe/heroina civil.

¿Y si lo que escribes es algo que penetra silenciosa, inesperada, inconscientemente la materialidad social? ¿De que te sirve la bella sonoridad? (¿No es, en ese caso, la sonoridad un burdo intento de retener para la lógica lo que no es lógico?)

¿Y si la subjetividad que escribes y que vos creés personal es la de tu grupo, tu clase, tu época?

Iniciar estos cuestionamientos toma tiempo. Los poetas jóvenes todavía pelean contra los fantasmas asociados a un nombre, una sonoridad y una vida personal. Es el juego que han planteado (y en el que han ganado) los más viejos.





martes, enero 22, 2008

El Parnaso de Pancho

LP publica la más reciente incursión retórica de don Fabio Gadea Mantilla, con parnaso incluido, admoniciones y definiciones.

Uno de los textos aludidos peyorativamente es este de María del Carmen.