En las Universidades nicaragüenses, y probablemente las de otros países de Centroamérica, se propagandizan unidas la educación participativa y el uso de tecnologías audiovisuales y de información para mejorar la enseñanza.
El entusiasmo es compartible pero advirtiendo siempre: la lectura también es tecnología.
Si se investiga el estado de desarrollo de la educación en el país (o si se quiere “el estado tecnológico” de la educación), hay que considerar como imperativo las habilidades de lectura, comprensión y pensamiento crítico de maestros y estudiantes.
¿Se investiga el desarrollo tecnológico el país? Hay que ver qué pasa con los programas de bibliotecas públicas y bibliotecas escolares.
¿Se considera al libro un bien que debe circular de la manera más expedita entre estudiantes y población en general? Alguien puede venir a decir que ya no se necesitan las bibliotecas porque la red pondrá los textos en las narices del potencial lector. ¿Hay entonces planes de bibliotecas virtuales-populares? (Algo así como lo que se ha hecho en Venezuela con la Biblioteca Ayacucho al poner su inventario on-line).
¿Se quiere decir algo de la relación entre tecnología y economía? Que se vea cuál es la inversión en bibliotecas, y cómo se relaciona el poder adquisitivo de los universitarios (maestros y alumnos) con el precio de los libros. ¿Cuántos libros puede adquirir un profesor horario de una Universidad nicaragüense por el salario parcial que recibe? ¿Cubren las universidades el déficit de libros y lectura?
(Un punto aparte es el estado de las librerías en el país: negocios tantas veces sonsos en que la papelería ahoga a la librería propiamente dicha, hay un ostentoso afán de negocio educativo, y reinan los bestsellers.)
Si no hay un verdadero desarrollo de las tecnologías vinculadas con el libro (creemos que el auge informático complejiza sus posibilidades en cambio de desaparecerlas), se puede incurrir en lo audiovisual sin esencia ni profundidad, en la información “espectacular” pero blanda, en la clase “participativa” pero monocorde y opaca.
Participar en una clase también es una actividad relacionada con esa tecnología que no debemos descuidar: la de la lectura.
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4 comentarios:
Esas preguntas, claro, tienen todas respuestas negativas, allí y acá (Argentina). El dinero no le alcanza al profesor para comprar libros y las bibliotecas públicas no cubren ese déficit. Las capacidades lectoras están debilitadas, pese a la glamorosa apertura de posibilidades. En mi educación yo viví la progresiva descalificación (y descalcificación) de la memoria, que si no es tecnología, es técnica, y creo que el proceso ha culminado actualmente. Tecnología, lectura y memoria, otras coordenadas para revisar.
Gracias por el aporte. En verdad, memoria y lectura merecen varias reflexiones. Saludos.
Es triste no poder leer por falta de medios, incluidos los económicos, pero más terrible me parece comprar libros y acumularlos en las estanterías. Las ultimas estadísticas dicen, que en España eso es lo que sucede... La gente compra y no lee (Realmente triste)
Sí, Calamarín, el otro componente a tomarse en cuenta, junto al problema de la memoria, es el de la biblioteca y sus funciones (o su falta de función). Saludos.
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