Mirando desde muy afuera el pleito en el barrio sureño (y afirmo rotundamente que no tengo vela en ese entierro), llego a pensar que lo que hay que reintegrar a los análisis culturales es la perspectiva de clase.
El juvenilismo (la retórica del joven que va a tomar el poder someday) es carente:
1. Supone la homogeneidad de los jóvenes: como sabemos, no es lo mismo ser joven de 19 de clase media que ser joven de 19 y pobre.
2. Es monádico. No sé si esto es una lección posmoderna o qué, pero se argumenta a través de personas-universo, completas en sí mismas junto con sus discursos, sus perros, sus vicios, sus caídas chicas y grandes. Pero la lección debe ser la contraria: discursos, contextos, clases sociales, inexactitudes entre discursos.
3. La madre, el deseo sexual y el lenguaje nos exceden a todos. De nada vale proclamar la individualidad o, en otras palabras, sólo es posible proclamar la individualidad en los términos alegóricos de una herencia benjaminiana.
4. La escritura excede a todos los que se proclaman escritores. De nada vale luchar a brazo partido por la individualidad de nadie.
5. Una cosa diferente es la lucha de clases.
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jóvenes
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4 comentarios:
si decile eso tambien a la estela calderon cuando le dijo a arellano que tuviera cuidado porque "muy pronto se iba a deber a ella o a su generación".
sí, anónimo, el problema es de poder, hay que acostarse leyendo El Príncipe y levantarse leyendo las Relaciones peligrosas--pero el poder es, además, mimético; sólo es posible dentro de la razón de los que ya tienen el poder
Los "jóvenes" es una categoría creada por los adultos. Cuando uno es joven, realmente no lo sabe, no le importa y no le interesa; sólo lo es. Así ocurre con todo tipo de categorías.
Creo que las categorìas tambièn son apropiadas. Los jóvenes termian siendo y comportandose como jòvenes.
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