Siento engendrarse la diferencia. Usted también lo ve y siente, qué duda cabe.
Convencional, apagada, nada hermosa "música cristiana" a todas horas. Por dos: reaggeton. Por tres: bachatas. Por cuatro: "música romántica". Es el monstruo de cuatro cabezas que suelo pasar por la espada.
Hay que agruparse. Despersonalizarse en el grupo. Ir al mercado. Olvidar la piña en la refri. Ser la piña en el grupo, entre la ropa usada. Bajo toldos de plástico negro cargados de agua.
Las bandas tocan toda la mañana: campañas de los candidatos a alcalde. Caravanas en las tardes amodorradas.
Largas cadenas de chubascos que viajan por la meseta, vienen desde los volcanes, del Lago, y se disipan en el Pacífico.
De vez en cuando un animal doméstico entra a la casa. De vez en cuando, uno salvaje. Un pájaro o un murciélago.
El perro lee sentado la diferencia.
El mueble escucha lentamente cuando Dylan dice beyond the horizon.
lunes, septiembre 29, 2008
domingo, septiembre 21, 2008
Las mañanas de domingo cargadas de neblina
Las mañanas de domingo cargadas de neblina son las de los que se marchan para Costa Rica. Siluetas, olores, dialectos. ´Tate pendiente de tu cel que te llamo en cuanto llegue.
Otros hablan de la venida del próximo mes. Sienten la náusea de La Virgen, un lugar paradisíaco entre tantos de Nicaragua, con el Lago Cocibolca al alcance de la mano, y ganaderos, y rápidos tránsitos que iluminan el paso.
Luego Peñas Blancas y la suciedad de esos baños de la frontera.
Otros hablan de la venida del próximo mes. Sienten la náusea de La Virgen, un lugar paradisíaco entre tantos de Nicaragua, con el Lago Cocibolca al alcance de la mano, y ganaderos, y rápidos tránsitos que iluminan el paso.
Luego Peñas Blancas y la suciedad de esos baños de la frontera.
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miércoles, septiembre 17, 2008
La frivolidad del letrado
Hay palabras que se ponen de moda y en el proceso van cambiando o perdiendo el significado. El auge actual de la palabra “letrado” proviene quizá del impacto que tuvo el último libro (publicado en forma póstuma) de Ángel Rama, La ciudad letrada (1984). La lectura apresurada del debate de Rama ha provocado que, de manera casi paródica, se considere a la “ciudad letrada” como algo “intemporal, como los signos”.
En todo lugar donde se encuentre la presencia de un literato, de un burócrata de la cultura, de un poeta laureado, de una asociación gremial, de un hipo culto se averigua la presencia del “letrado” y de la “ciudad letrada”. Y se asegura, entonces, la intimidad del letrado con el Estado y con la nación. Esto tiende a provocar una reacción a-histórica y mecánica, del tipo de “los letrados fundaron la nación”, como si estos pudieran separarse de la sociedad para “fundar” separadamente.
Esta posición mecánica refiere a un viejo debate del marxismo en torno a la autonomía o no del orbe cultural en una formación social. El mecanicismo reciente tiende a invertir la fórmula de que todo está condicionado en última instancia por la economía, para declarar que en última instancia todo está condicionado por la cultura, o, lo que es casi lo mismo, de que todos somos “letrados” y no nos habíamos dado cuenta, y, por lo tanto, no tendríamos que hacer más que lamentarlo.
Quizá este posicionamiento superficial esté basado en que en el texto de Rama hay una combinación de una herencia marxista y otra postestructuralista. Por un lado, la confrontación entre “ciudad letrada” y “ciudad real”, o, jalándolo más al presente, “letrados” versus “subalternos”, recuerda las clásicas confrontaciones históricas entre burgueses y proletarios. Por otra parte, Rama sigue de cerca la declaración de Foucault de que en siglo “clásico” (el del barroco) hay una operación de separación entre la realidad y los signos, lo que equivale a alegar la instauración de un grado de autonomía para la cultura.
En ese caso habría que preguntarse si la confrontación entre “letrados” y “subalternos” es o bien una alegoría de otras confrontaciones más “reales”, o es una confrontación autónoma dentro de unas confrontaciones sociales más generales. En ambos casos, los letrados sólo podrían “fundar” el Estado y la nación de manera simbólica sobredeterminados por una lucha de clases mucho más vasta.
En Rama la “ciudad letrada” parece un dispositivo del poder postcolonial, pero no es necesariamente el único. A pesar de su perdurabilidad, además, esta “ciudad letrada” sufre decantaciones debidas al nacionalismo y la modernidad. Hay conflictos internos en la “ciudad letrada”, hay disensos y proyectos utópicos, y márgenes. La modernidad también separa a la “ciudad letrada” de sus antiguas funciones, y es muy mecánico proclamar una permanencia por fuera de los hechos. (Para el estudio de este aspecto resulta vital el estudio de Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en América Latina.)
En una reseña reciente, Orlando Núñez habla de esta problemática como la de una novela posible cuya trama podría ser “cómo los letrados han inventado la identidad nacional de los nicaragüenses” (Nuevo Amanecer Cultural, 13 de septiembre, 2008). Pero esta proclamación es en sí problemática, y es lo que se debería de estudiar con cuidado, y sobre lo que debería insistirse en no ser mecánico ni maniqueo. Propongo, pues, que en vez de verlo como una novela, lo miremos como un poema, y a partir de un poema.
Mi tesis sería la siguiente: los escritores modernos (a diferencia de los letrados del siglo XIX) sólo podían fundar la nación de manera ideal y la "fundaron" no de forma estatal sino contradiscursiva, es decir, en oposición a la política, afirmando la autonomía, siendo esta autonomía una necesidad moderna, y, a la vez, una operación ideológica. En otras palabras, lo más difícil de estudiar no es si los intelectuales estaban cerca del Estado, sino qué significa la distancia que tenían con respecto al Estado. Decir que los letrados fundaron el Estado se ha transformado ya en un tópico que no comunica nada. Estudiar la autonomía relativa de los escritores modernos frente al Estado, con el que siempre han convivido, es un desafío más arduo.
Ahora, el poema, que pertenece a uno de los más importantes intelectuales de los años 1960s, Beltrán Morales:
Este poema resulta magistral porque muestra el aspecto moderno de la fundación del nacionalismo letrado (que no debe confundirse con el nacionalismo sin más), y porque descobija el aspecto ideológico de esta fundación, hablando de lo que se hace “en secreto”. (Desafortunadamente, entre los poetas jóvenes no parece haber secuaces de esta línea poética iniciada por Morales.)
El poema muestra la modernización de la “ciudad letrada”, su cambio de funciones. Esta modernidad es muy contextual: una inoperancia de la universidad y el desprecio de ciertos escritores modernos por lo académico. Una ritualidad que comanda lo culturalmente establecido (ha habido siempre jóvenes homéridas consagrados o a punto de ser consagrados, en Nicaragua).
Y, luego, las fuentes materiales, que por lo general no se ven, en que se sostiene la idealidad fundacional de los escritores modernos: la hacienda, la isla (podría decirse ahora el turismo), y la prensa. Elementos todos ambivalentes: entre el paraíso y el capitalismo, entre la colonial y lo moderno, entre el negocio y la libertad de palabra. Una alegoría, pues, de la literatura moderna en el contexto nicaragüense en el que la “autonomía” aparece mediada por labores aparentemente marginales (los “oficios compartidos” que dijera el novelista).
Este poema es magistral, en conclusión, porque su nivel utópico es manifiesto: uno puede sentir leyéndolo la necesidad (y el deseo) de derogación del estado de cosas en el ámbito cultural. El poema hace manifiesta la posible clausura de un mundo y un entendimiento cultural. De manera, pues, que a mi tesis principal podría añadirse una acotación: a la lucha contradiscursiva del escritor moderno, que ha abandonado una función mecánica de “letrado”, hay que añadir la pesada carga del rito y los ritos de pasaje , es decir, las tradiciones nacionales se imponen a veces a las interpretaciones generales.
Hasta hace poco ese rito se ha llamado en Nicaragua poesía, aunque sus correlatos estén en crisis.
En todo lugar donde se encuentre la presencia de un literato, de un burócrata de la cultura, de un poeta laureado, de una asociación gremial, de un hipo culto se averigua la presencia del “letrado” y de la “ciudad letrada”. Y se asegura, entonces, la intimidad del letrado con el Estado y con la nación. Esto tiende a provocar una reacción a-histórica y mecánica, del tipo de “los letrados fundaron la nación”, como si estos pudieran separarse de la sociedad para “fundar” separadamente.
Esta posición mecánica refiere a un viejo debate del marxismo en torno a la autonomía o no del orbe cultural en una formación social. El mecanicismo reciente tiende a invertir la fórmula de que todo está condicionado en última instancia por la economía, para declarar que en última instancia todo está condicionado por la cultura, o, lo que es casi lo mismo, de que todos somos “letrados” y no nos habíamos dado cuenta, y, por lo tanto, no tendríamos que hacer más que lamentarlo.
Quizá este posicionamiento superficial esté basado en que en el texto de Rama hay una combinación de una herencia marxista y otra postestructuralista. Por un lado, la confrontación entre “ciudad letrada” y “ciudad real”, o, jalándolo más al presente, “letrados” versus “subalternos”, recuerda las clásicas confrontaciones históricas entre burgueses y proletarios. Por otra parte, Rama sigue de cerca la declaración de Foucault de que en siglo “clásico” (el del barroco) hay una operación de separación entre la realidad y los signos, lo que equivale a alegar la instauración de un grado de autonomía para la cultura.
En ese caso habría que preguntarse si la confrontación entre “letrados” y “subalternos” es o bien una alegoría de otras confrontaciones más “reales”, o es una confrontación autónoma dentro de unas confrontaciones sociales más generales. En ambos casos, los letrados sólo podrían “fundar” el Estado y la nación de manera simbólica sobredeterminados por una lucha de clases mucho más vasta.
En Rama la “ciudad letrada” parece un dispositivo del poder postcolonial, pero no es necesariamente el único. A pesar de su perdurabilidad, además, esta “ciudad letrada” sufre decantaciones debidas al nacionalismo y la modernidad. Hay conflictos internos en la “ciudad letrada”, hay disensos y proyectos utópicos, y márgenes. La modernidad también separa a la “ciudad letrada” de sus antiguas funciones, y es muy mecánico proclamar una permanencia por fuera de los hechos. (Para el estudio de este aspecto resulta vital el estudio de Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en América Latina.)
En una reseña reciente, Orlando Núñez habla de esta problemática como la de una novela posible cuya trama podría ser “cómo los letrados han inventado la identidad nacional de los nicaragüenses” (Nuevo Amanecer Cultural, 13 de septiembre, 2008). Pero esta proclamación es en sí problemática, y es lo que se debería de estudiar con cuidado, y sobre lo que debería insistirse en no ser mecánico ni maniqueo. Propongo, pues, que en vez de verlo como una novela, lo miremos como un poema, y a partir de un poema.
Mi tesis sería la siguiente: los escritores modernos (a diferencia de los letrados del siglo XIX) sólo podían fundar la nación de manera ideal y la "fundaron" no de forma estatal sino contradiscursiva, es decir, en oposición a la política, afirmando la autonomía, siendo esta autonomía una necesidad moderna, y, a la vez, una operación ideológica. En otras palabras, lo más difícil de estudiar no es si los intelectuales estaban cerca del Estado, sino qué significa la distancia que tenían con respecto al Estado. Decir que los letrados fundaron el Estado se ha transformado ya en un tópico que no comunica nada. Estudiar la autonomía relativa de los escritores modernos frente al Estado, con el que siempre han convivido, es un desafío más arduo.
Ahora, el poema, que pertenece a uno de los más importantes intelectuales de los años 1960s, Beltrán Morales:
Alusión a la pobreza
Ya que la Universidad constituía
comprobado semillero de asnos.
Y ya usted consagrado
como joven homérida elegido
de los dioses, es natural
que en secreto comenzara a cultivar
“su” Hacienda, “su” Isla, “su” Periódico.
Al cabo de los años
usted no resultó
el avispado ganadero peripatético vencido por the poetry,
el barbón anacoreta fundador de la Izquierda Divina en el país,
el probo editorialista al servicio de la Verdad y la Justicia.
Al cabo de los años
creo que usted había ya comenzado a comprender.
(Poesía completa 328).
Este poema resulta magistral porque muestra el aspecto moderno de la fundación del nacionalismo letrado (que no debe confundirse con el nacionalismo sin más), y porque descobija el aspecto ideológico de esta fundación, hablando de lo que se hace “en secreto”. (Desafortunadamente, entre los poetas jóvenes no parece haber secuaces de esta línea poética iniciada por Morales.)
El poema muestra la modernización de la “ciudad letrada”, su cambio de funciones. Esta modernidad es muy contextual: una inoperancia de la universidad y el desprecio de ciertos escritores modernos por lo académico. Una ritualidad que comanda lo culturalmente establecido (ha habido siempre jóvenes homéridas consagrados o a punto de ser consagrados, en Nicaragua).
Y, luego, las fuentes materiales, que por lo general no se ven, en que se sostiene la idealidad fundacional de los escritores modernos: la hacienda, la isla (podría decirse ahora el turismo), y la prensa. Elementos todos ambivalentes: entre el paraíso y el capitalismo, entre la colonial y lo moderno, entre el negocio y la libertad de palabra. Una alegoría, pues, de la literatura moderna en el contexto nicaragüense en el que la “autonomía” aparece mediada por labores aparentemente marginales (los “oficios compartidos” que dijera el novelista).
Este poema es magistral, en conclusión, porque su nivel utópico es manifiesto: uno puede sentir leyéndolo la necesidad (y el deseo) de derogación del estado de cosas en el ámbito cultural. El poema hace manifiesta la posible clausura de un mundo y un entendimiento cultural. De manera, pues, que a mi tesis principal podría añadirse una acotación: a la lucha contradiscursiva del escritor moderno, que ha abandonado una función mecánica de “letrado”, hay que añadir la pesada carga del rito y los ritos de pasaje , es decir, las tradiciones nacionales se imponen a veces a las interpretaciones generales.
Hasta hace poco ese rito se ha llamado en Nicaragua poesía, aunque sus correlatos estén en crisis.
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jueves, septiembre 11, 2008
viernes, septiembre 05, 2008
Irene de memoria
El primer huracán del que tengo memoria se llamaba Irene. Debería decir la huracán Irene (al igual que el creativo Benjamín en vez de decir barrilete dice la cometa: un niño con una cometa).
Pues bien, en tiempos de Irene mirábamos la lluvia desde el corredor. Nos juntábamos con los primos a ver la lluvia interminable que corría por las limahoyas, en una casa grande con tejado, por tanto con un artesonado complicado en el techo.
Quizá con Irene se detenía un poco el tráfico. El tráfico, quiero decir, del triciclo, la patineta y la bicicleta en el corredor.
Ahora que hay unas nubes estacionarias interminables sobre Jinotepe estamos de nuevo en la estación Irene. Aprendéremos algo de la lluvia. Cuando la lluvia comienza/ todo sigue lo mismo. Pero ya no hay aleros.
P.S. El pasado es una trampa: hace pensar que por entonces los huracanes eran benignos. Pero Irene también existe como testimonio oficial.
Pues bien, en tiempos de Irene mirábamos la lluvia desde el corredor. Nos juntábamos con los primos a ver la lluvia interminable que corría por las limahoyas, en una casa grande con tejado, por tanto con un artesonado complicado en el techo.
Quizá con Irene se detenía un poco el tráfico. El tráfico, quiero decir, del triciclo, la patineta y la bicicleta en el corredor.
Ahora que hay unas nubes estacionarias interminables sobre Jinotepe estamos de nuevo en la estación Irene. Aprendéremos algo de la lluvia. Cuando la lluvia comienza/ todo sigue lo mismo. Pero ya no hay aleros.
P.S. El pasado es una trampa: hace pensar que por entonces los huracanes eran benignos. Pero Irene también existe como testimonio oficial.
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lunes, septiembre 01, 2008
Guerreros Soles: nuevo disco
Guerreros Soles (Marea Roja) presenta su nuevo disco Tótem-El trazo del rey
Bar La Curva, 4 de septiembre, 9:00 p.m.
Entrada C$50.00
"Entrábamos de noche a Babilonia..."
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