Aunque las ventanas van cerradas llueve dentro del taxi. Llueve tanto dentro del taxi que se ha formado ya un tímido charquito lodoso. El taxista advierte que Ud. se mojará la espalda y la cola si decide arrecostarse en el asiento. Siempre pasa en octubre: asientos húmedos hasta que llegue el sol y dé tiempo de que se seque. Advierte también: 24 horas más de lluvia dijeron en la TV.
Afuera llueve también en sostenidas ráfagas. El mercado es una ráfaga que vuela ¿Han dicho de un huracán? No, no ha dicho. Pero hay ráfagas de viento.
Un hombre con un capote muy viejo detiene al taxi. Ayuda a montar a un viejo de unos 90 años, muy mojado . Con un plástico protegiéndole la espalda. El hombre da las señas, cerca del taller tal, pero el taxista no las capta. Acuerda que siga su bicicleta con el taxi.
Hay varias vueltas. El de la bicicleta sufre las ráfagas y se va metiendo en algunos discretos meandros urbanos hasta dar con el Taller de Motocicletas (Autorizado por Enimosa, etc.) en donde el taxista tiene conocidos. Las motos están casi a media calle, pero ahora los empleados ayudan a apartarlas para que pase el taxi. Es una calle sin pavimento. Llueve dentro del taxi. No hay manera de no sentarse en el asiento húmedo.
El hombre de la bicicleta explica: su hermana manda al viejito (padre de ambos) a mendigar en la acera del mercado. Por eso él lo fue a rescatar. El viejito no dice nada. Una de sus nietas celebra en la acera la llegada del abuelo. Al abuelo le cuesta bajar del taxi.
El taxista comenta el caso mientras su vehículo--lento vehículo con la lluvia perpetua metida--se abre paso entre ráfagas, y la lluvia sigue también adentro.
4 comentarios:
Que triste Leonel, lo del viejito... ya sé que es la realidad , aquí también pasa... pero me pone triste. Por eso me conecto y miro las pasarelas de Milán y París, pensando que todo el mundo se vestirá así la próxima temporada. Como dice mi panchi, soñar es lo único gratis.
Sí, a mí también me entristeció, sobre todo porque me agarró de sorpresa, no esperaba encontrarme esa historia en medio de tanta lluvia. Y estoy de acuerdo con que soñar es lo único gratis (lo decía también la Deborah Harry). Saludos.
Pues yo atesoro todas esas "historias mínimas" que se nos cruzan por azar allá donde estemos, es lo único que me recuerda por qué, a veces, vale la pena seguir pensando y peleando por cambiar algo (quizá nosotros mismos) aquí o allí, allá donde nos encontremos.
Un abrazo, mojado y todo.
Saludos desde la lluvia y sus historias mínimas.
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